Al asedio de animales por un ¡®me gusta¡¯
El turismo en ?frica es esencial. En 2018, supuso el 8,5% del PIB y el 6,7% de empleo total del continente. Para convertirlo en una actividad responsable y consciente, la clave est¨¢ en la educaci¨®n y la gesti¨®n
Una desbandada de ?us y cebras corren despavoridos a trav¨¦s de la Reserva Natural de Mas¨¢i Mara en Kenia. Huyen de 15 todoterrenos llenos de turistas que buscan acercarse a ellos y hacerles fotograf¨ªas. Los veh¨ªculos aceleran y los animales escapan por la sabana que forma el parque. El pasado 7 de agosto, el usuario de Twitter Kasale Mwaana, primero, y el periodista Xavier Aldekoa, despu¨¦s, publicaron el v¨ªdeo que muestra solamente 51 segundos de una realidad que se repite, sobre todo para los big five, o los cinco grandes animales que se pueden ver en los safaris: el le¨®n, el elefante, el rinoceronte, el leopardo y el b¨²falo¨C. En el tuit original, el autor se pregunta si lo que est¨¢n viendo es ¡°turismo o perturbaci¨®n de la vida silvestre¡±
Huu ni utalii au usumbufu wa wanyamapori?? pic.twitter.com/6D7buScNFB
— Sir. Kasale M Mwaana (@KasaleMwaana) August 7, 2022
Aldekoa coron¨® el v¨ªdeo con un mensaje afilado: ¡°El turismo ha vuelto a ?frica¡±. Kenia ha vivido un incremento extraordinario en el sector en los ¨²ltimos a?os, de acuerdo con los datos ofrecidos por el Gobierno. En 2020 hubo 400 millones de turistas en todo el mundo, seg¨²n la Organizaci¨®n Mundial del Turismo (OMT). El continente africano recibi¨® 18 millones ¨Cla cifra m¨¢s baja en una d¨¦cada¨C de los cuales dos ten¨ªan Kenia como destino, seg¨²n datos recogidos por Statista.
La covid-19 ha sido un agravante para el continente. Seg¨²n una encuesta entre m¨¢s de 300 operadores tur¨ªsticos, realizada en 2020 por la plataforma Safaribookings, casi el 93% not¨® un descenso de las reservas, la mayor parte debido a la pandemia. En mayo del mismo a?o se realiz¨® otra encuesta con cerca de 500 empresas del distrito de Kruger Lowveld, el coraz¨®n de los safaris en Sud¨¢frica, que revel¨® que el 90% cre¨ªa que no sobrevivir¨ªa aunque las fronteras internacionales se abriesen inmediatamente. En Kenia, la empresa Rift Valley Expeditions emplea a trabajadores espa?oles y locales. ¡°Hemos tenido que hacer pr¨¦stamos a los gu¨ªas que colaboran con nosotros y en otras directamente ha sido una donaci¨®n¡±, cuenta su fundador, Toni Espadas. Jaime Gal¨¢n, responsable veterinario de Njovu, asociaci¨®n hispano-zambiana que se dedica a la conservaci¨®n de la fauna y flora salvaje, vio c¨®mo el furtivismo durante la pandemia aumentaba, ya que ¡°no hab¨ªa ni trabajo, ni dinero, ni vigilancia¡±.
Solamente los safaris generan unos 12.400 millones de d¨®lares (13.000 millones de euros) en ingresos anuales para Sud¨¢frica, Botsuana, Kenia, Ruanda, Tanzania, Uganda y Zambia -los principales destinos tur¨ªsticos de ?frica- y emplea a casi 22 millones de personas de forma directa e indirecta, seg¨²n una estimaci¨®n de SafariBookings. ¡°El turismo de naturaleza es un buen recurso cuando est¨¢ bien desarrollado y es sostenible. Hay zonas que no tendr¨ªan otros ingresos y, al no tenerlos, dejar¨ªan de cuidar de estos espacios¡±, puntualiza Alfonso Marzal, bi¨®logo y catedr¨¢tico en Zoolog¨ªa en la Universidad de Extremadura.
Jaime Gal¨¢n, de la asociaci¨®n conservacionista Njovu, ha pasado mucho tiempo en la Reserva Natural Mas¨¢i Mara y llegado a contar 46 todoterrenos haciendo el recorrido. Aunque no cree que el turismo sea la soluci¨®n ¨®ptima a los problemas socioecon¨®micos y medioambientales de ?frica, opina que los safaris evitan la muerte innecesaria de la fauna local. ¡°Al no tener las necesidades b¨¢sicas de los ciudadanos cubiertas, como el acceso a comida, existe una visi¨®n completamente diferente de los animales. Sin turismo, la alternativa es la caza furtiva¡±, sentencia el bi¨®logo.
Solamente los safaris generan unos 13.000 millones de euros en ingresos anuales para Sud¨¢frica, Botsuana, Kenia, Ruanda, Tanzania, Uganda y Zambia, seg¨²n una estimaci¨®n de SafariBookings
El estudio Cambios en el comportamiento de los elefantes africanos en respuesta al turismo de naturaleza, publicado en 2019 en la Revista de Zoolog¨ªa, revel¨® que estos animales demostraban m¨¢s comportamientos agresivos hacia sus hom¨®logos, las personas y los coches cuando hab¨ªa veh¨ªculos cerca. Jaime Gal¨¢n, de la asociaci¨®n de Njovu, confirma que el comportamiento de los animales cambia, aunque precisa que tambi¨¦n depende de en qu¨¦ contexto vivan. En Kenia y Tanzania, los animales est¨¢n m¨¢s acostumbrados a los visitantes, por lo que suelen hacerles poco caso. En el Parque nacional de Mosi-oa-Tunya, en Livingstone, al sur de Zambia, los elefantes viven en proximidad con los locales y destrozan los cercados y cultivos, motivo por el cual los vecinos despliegan actitudes violentas contra ellos. Como respuesta natural, los animales responden con el mismo trato. Marzal, catedr¨¢tico en Zoolog¨ªa, explica que las formas de vivir de los animales pueden cambiar hasta el punto de ponerles en peligro. ¡°Hay muchos ejemplos, pero, al estar en contacto estrecho con los humanos, los animales pierden el instinto antidepredador. Se relajan, se vuelven m¨¢s ¡®valientes¡¯, lo que hace que, frente a un peligro real, no est¨¦n tan atentos¡±.
Para Pau Monasterio, investigadora en gesti¨®n tur¨ªstica del patrimonio natural y cultural en la Universidad Polit¨¦cnica de Valencia, la gesti¨®n, la limitaci¨®n y el control de las ¨¢reas naturales son esenciales para alcanzar un equilibrio y evitar este tipo de situaciones. ¡°Espa?a ha puesto cupos a ciertos atractivos tur¨ªsticos como la Alhambra o la playa de las Catedrales. Esto es exactamente lo mismo¡±, se?ala por videollamada a EL PA?S.
Al estar en contacto estrecho con los humanos, los animales pierden el instinto antidepredador. Se relajan, se vuelven m¨¢s ¡®valientes¡¯, lo que hace que frente a un peligro real no est¨¦n tan atentosAlfonso Marzal, bi¨®logo y catedr¨¢tico en Zoolog¨ªa en la Universidad de Extremadura
La clave para conseguir alg¨²n tipo de equilibrio est¨¢ en la educaci¨®n de los gu¨ªas y turistas, dice Espadas, el fundador de Rift Valley. Los guardas forestales de los parques tambi¨¦n deben incluirse dentro las personas a las que formar. ¡°He visto c¨®mo clientes y empleados les ofrec¨ªan dinero para que hiciesen la vista gorda¡±, se lamenta. La sensible situaci¨®n econ¨®mica del continente africano provoca que la corrupci¨®n, ya sea grande o peque?a, est¨¦ a la orden del d¨ªa. ¡°Mientras se educa a las personas pertinentes¡±, dice Espadas, la ¨²nica alternativa es que los gobiernos y autoridades competentes multen.
Bushwise, una escuela sudafricana de formaci¨®n de gu¨ªas de campo, explica el caso sudafricano: ¡°Las cosas aqu¨ª funcionan diferente a pa¨ªses m¨¢s al norte porque hay muchas zonas que son privadas. A los hoteles no les interesa que algo salga mal, ser¨ªa una publicidad terrible, adem¨¢s de costarles cientos de miles de d¨®lares¡±, explica Vaughn Jessnitz, responsable de educaci¨®n del centro. Jessnitz incide en la necesidad de diferenciar entre un gu¨ªa tur¨ªstico y de campo. Un gu¨ªa de campo, subraya, es alguien especializado en la fauna y flora, mientras que el gu¨ªa tur¨ªstico se centra en ¡°llevar a la gente del punto A al punto B y en los aspectos m¨¢s culturales de una zona¡±. La asociaci¨®n Njovu ofrece formaci¨®n a profesionales del turismo, explica Gal¨¢n y han conseguido que la Administraci¨®n se involucre y los acompa?an en diferentes tareas como la retirada de trampas en el parque.
La formaci¨®n de los turistas reside en las buenas pr¨¢cticas e intenci¨®n de las empresas, seg¨²n expone Adri¨¤ Grau, responsable de Rift Valley en Espa?a. Esto comienza con contarle a los potenciales clientes que no es necesario ir solamente en julio y agosto a ver la migraci¨®n de los animales, explicarles que no hay garant¨ªas de ver a ciertas especies y explicar qu¨¦ podr¨¢n ver en cada ¨¦poca del a?o.
Para Pau Monasterio, investigadora en la Universidad Polit¨¦cnica de Valencia, las buenas pr¨¢cticas no abundan lo suficiente. Son complejas de llevar a cabo, reconoce, debido al ¡°peso y presi¨®n que ejercen las grandes empresas, ya no solo en el continente africano sino en todo el mundo¡±.
La ¨¦tica contiene una gama muy amplia de grises, opina Vaughn Jessnitz, de la escuela Bushwise. En muchas ocasiones ni el turista ni el gu¨ªa son realmente conscientes del efecto negativo que est¨¢n provocando en el espacio natural. ¡°Para el turista lo importante es obtener la mejor foto, por lo que alentar¨¢ al gu¨ªa para que se acerque lo m¨¢ximo posible¡±, admite.
Un reparto desigual
En 2018, el turismo supuso el 8,5% de Producto Interior Bruto (PIB) de toda ?frica, 195,7 millones de euros. Adem¨¢s, aport¨® 24,3 millones (6,7% del PIB) al empleo total del continente, seg¨²n los ¨²ltimos datos ofrecidos por el Banco Mundial. Monasterio aclara que, a pesar de las ¡°impresionantes¡± cifras que arrojan diferentes organizaciones y el propio Gobierno de Kenia, la realidad es que los locales obtienen una parte ¨ªnfima de los beneficios. ¡°Las personas de las zonas cercanas a estas reservas o espacios naturales son los que peores condiciones obtienen, adem¨¢s de presenciar c¨®mo se extrae riqueza de su ¨¢rea.¡±
Para los conservacionistas de Njovu, la colaboraci¨®n con los locales es clave. Sandra Lapied, responsable de log¨ªstica y comunicaci¨®n del centro, aclara que, cuando decidieron formar la asociaci¨®n, sab¨ªan que ¡°no pod¨ªan ir con el punto de vista europeo¡± y necesitaban a gente que conociese el lugar, la sociedad y sobre todo a los actores pol¨ªticos y la intenci¨®n de estos. Para Lapied, que el Gobierno de Zambia haya decidido participar en la retirada de trampas furtivas es una prueba de que ¡°el t¨¢ndem funciona¡±.
El turismo es un negocio que mueve millones, se?ala Pau Monasterio, y por ende limitar y gestionar no entra dentro de los planes de los gobiernos. Aun as¨ª, subraya la importancia de tomar este camino. ¡°El cambio clim¨¢tico y la pandemia han acelerado la intensidad con la que los turistas viajan y quieren ver y experimentar cosas. Si el sector quiere seguir teniendo futuro, van a tener que controlar. No se puede sobreexplotar sin consecuencias negativas para todos¡±, subraya la investigadora.
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