El VIH se agazapa en la otra Ruanda
El pa¨ªs de las mil colinas ha logrado mantener la tasa de poblaci¨®n afectada por debajo del 3%, pero preocupa la relajaci¨®n entre j¨®venes y la prevalencia en grupos vulnerables
Hay que saltar un arroyo de agua sucia y esquivar la ropa tendida para entrar en las dos humildes habitaciones a las que Marie (nombre ficticio) llama su hogar. En la primera de ellas hay un caldero al fuego con papas hervidas, su ¨²nica comida del d¨ªa, y una cesta con galletas y caramelos con la que a diario intenta ganarse unos c¨¦ntimos por las empinadas callejuelas de tierra de su barrio, Gatsata. En la segunda, separada del mundo por una cortina, se adivina un colch¨®n en el suelo donde tambi¨¦n cada d¨ªa ejerce la prostituci¨®n. ¡°Vender galletas no da para vivir¡±, asegura elevando la voz sobre el borboteo de las papas, ¡°y tener VIH y que te insulten y te se?alen por la calle, tampoco ayuda¡±.
Gatsata es la otra Kigali, la que no aparece en los folletos tur¨ªsticos ni en el relato de los visitantes sorprendidos por la limpieza de las calles del centro. Basta con apartarse de las grandes avenidas y los hoteles de lujo para toparse con ella. En realidad, Marie no naci¨® en este batiburrillo de casas api?adas en una ladera, sino que vino aqu¨ª por la proximidad del mercado. Y de sus clientes potenciales, lejos de miradas indiscretas. ¡°Supe que ten¨ªa VIH cuando fui al hospital a hacerme el test por el embarazo de mi segunda hija. Me asust¨¦ much¨ªsimo y es duro sufrir los insultos cuando la gente me ve ir a por mis medicamentos, pero ahora estoy contenta porque hay alguien que me cuida¡±, asegura Marie girando la cabeza hacia Emerith Mukamama, su ¨¢ngel de la guarda.
En Ruanda, que se sepa, hay 212.576 personas con VIH, de las que unas 209.000 reciben tratamiento, seg¨²n asegura Sage Semafara, coordinadora de la Red Ruandesa de Personas que viven con HIV y sida. Emerith Mukamama forma parte de este impresionante colectivo de la sociedad civil que ayuda, aconseja, acompa?a y se preocupa por m¨¢s de 150.000 beneficiarios gracias a sus 4.333 educadores. Hay de todo: adolescentes, homosexuales, trabajadoras sexuales, viudas y muchos j¨®venes, porque, pese a que el porcentaje de poblaci¨®n con VIH se ha estancado por debajo del 3% en los ¨²ltimos a?os, nada menos que una de cada tres nuevas infecciones se producen entre personas de 15 a 24 a?os, seg¨²n explica el doctor Eric Remera, responsable del Programa Nacional contra el VIH del Gobierno ruand¨¦s.
Dos de cada tres personas que viven con VIH en el mundo est¨¢n en ?frica, seg¨²n los ¨²ltimos datos de Onusida. En el planeta son 38,4 millones, una cifra que ha ido descendiendo gracias a los tratamientos y a la prevenci¨®n; en el continente africano, algo m¨¢s de 25. Los conflictos, los problemas de acceso a los medicamentos, la pobreza, la estigmatizaci¨®n de los enfermos y de las poblaciones de riesgo, todo suma. Y peor a¨²n en los ¨²ltimos dos a?os con el foco puesto en la covid-19. Varios pa¨ªses de ?frica austral, como Sud¨¢frica, Lesoto, Esuatini y Botsuana, lideran las estad¨ªsticas con porcentajes de hasta el 20% de la poblaci¨®n afectada, mientras que en la zona central, Uganda o Tanzania, ambos vecinos de Ruanda, superan tasas del 5% de personas con VIH. Sin embargo, el pa¨ªs de las mil colinas est¨¢ cerca de lograr los objetivos.
El programa nacional contra el VIH comenz¨® en 1987, pero se vio interrumpido por el genocidio contra los tutsis, durante el cual el sida se us¨® tambi¨¦n como arma de guerra
Como casi todo en Ruanda, la sombra del genocidio de 1994, en el que fueron asesinadas un mill¨®n de personas, marc¨® tambi¨¦n la lucha contra el sida. ¡°El programa nacional contra el VIH comenz¨® en 1987, pero se vio interrumpido por el genocidio contra los tutsis, durante el cual el sida se us¨® tambi¨¦n como arma de guerra. En 2004, cuando se reiniciaron los programas, nos encontramos con muchos enfermos y v¨ªctimas, pero se ha hecho una inmensa tarea¡±, explica el doctor Remera. ¡°En la actualidad tenemos acceso universal a los tratamientos, tests muy baratos y unos 5.000 casos nuevos menos cada a?o. Nuestro objetivo es acabar con el VIH en 2030, pero para eso tenemos que atraer a la gente joven a los centros de salud¡±. La aportaci¨®n econ¨®mica del Fondo Mundial, que acaba de conseguir 14.250 millones de d¨®lares para los pr¨®ximos tres a?os, son decisivas.
Richard (nombre ficticio) representa a los hombres que mantienen sexo con hombres (MSM, por sus siglas en ingl¨¦s) dentro de la Red, pero la homofobia que impera en Ruanda, como en la mayor¨ªa de los pa¨ªses africanos, le coarta a la hora de dar su identidad. ¡°Muchos j¨®venes consideran que el sida ya no es una enfermedad grave, sin darse cuenta de las consecuencias y del coste que sufren aquellos que se contagian. Nosotros estamos doblemente estigmatizados, por ser homosexuales y por la enfermedad¡±, explica. En su opini¨®n, el acceso generalizado a tratamientos en Ruanda ha provocado que el uso de preservativos y otras medidas de prevenci¨®n se hayan relajado.
En el humilde barrio de Gatsata, Marie insiste a sus clientes que usen protecci¨®n, pero no siempre es f¨¢cil. ¡°A veces vienen hombres y me roban dinero o las galletas que vendo, otras veces abusan de m¨ª¡±, explica. Hace cinco a?os era trabajadora del hogar, pero su empleador comenz¨® a acosarla hasta que logr¨® acostarse con ella. Cuando la esposa se enter¨®, echaron a Marie de un d¨ªa para otro sin pagarle el salario. ¡°No ten¨ªa d¨®nde ir y me acogi¨® una amiga que era prostituta. As¨ª fue como empec¨¦. Le pido a Dios que me saque de esta vida, tengo dos hijos y quiero estar bien para ellos, montar un negocio o algo para que puedan estudiar. Me gustar¨ªa que la ni?a fuera detective y el ni?o, pastor de la Iglesia. Ese es mi sue?o¡±, comenta. Nada menos que el 35% de las trabajadoras sexuales de Ruanda tiene VIH.
Al igual que Richard, la joven Charl¨¨ne Byulusenge, de 28 a?os, colabora con la Red de Personas que viven con VIH y sida trabajando en el call center, una salita donde atienden por tel¨¦fono todas las consultas y dudas de manera an¨®nima y discreta. Ella reside en el barrio de Kimihurura de la capital ruandesa, donde naci¨® ya con VIH, y est¨¢ acostumbrada a la comunicaci¨®n. Utiliza sus perfiles de Twitter, Facebook e Instagram, as¨ª como su propio canal de YouTube, para contarle a la gente que el sida es real y que hay que ser precavidos, pero al mismo tiempo que no hay que estigmatizar a nadie por ello: basta con ser disciplinados con la toma de antirretrovirales para poder llevar una vida normal con el virus indetectable.
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