Ruanda aspira a convertirse en el Silicon Valley africano
Sin recursos naturales ni salida al mar, el peque?o pa¨ªs africano apuesta por la innovaci¨®n digital como una v¨ªa hacia el desarrollo. Una mezcla de planificaci¨®n estatal e iniciativa privada han convertido a su capital en un inmenso laboratorio de ¡®start-ups¡¯
En el centro de Kigali, la capital de Ruanda, un macrocomplejo de madera, vidrio y metal simboliza el furor tecnoptimista que agita al pa¨ªs de Africa oriental. La Noorsken Kigali House, impulsada por una fundaci¨®n sueca hom¨®nima, se erige como el centro de emprendimiento digital m¨¢s grande del continente. Unas mil personas ruandesas y de otros pa¨ªses africanos frecuentan sus instalaciones. Trabajan con sus port¨¢tiles en espacios compartidos. Recurriendo a la jerga start-up, incuban o aceleran ideas innovadoras para concretarlas en negocios viables. Buscan dinero entre inversores de capital riesgo, bancos o donantes. Comparten sue?os con otros j¨®venes de aspiraciones similares.
No es casualidad que la Noorsken Foundation haya elegido Ruanda como laboratorio panafricano para emprendedores de la nueva econom¨ªa. Ni que all¨ª tenga su sede Smart Africa, una colaboraci¨®n intergubernamental entre m¨¢s de 30 pa¨ªses para mejorar la conectividad e impulsar transformaciones digitales. O que en la ciudad se haya instalado uno de los dos centros del continente (el otro est¨¢ en Sud¨¢frica) para la cuarta revoluci¨®n industrial, dentro de una red global creada por el Foro Econ¨®mico Mundial. El pasado mayo, el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) anunci¨® la ciudad que albergar¨¢ las oficinas centrales de Timbuktoo, un proyecto para agilizar la financiaci¨®n de emprendimientos en Africa. A pocos sorprendi¨® que, una vez m¨¢s, la decisi¨®n recayera en Kigali.
A principios de la pasada d¨¦cada, el Gobierno de Ruanda traz¨® un plan: convertir al pa¨ªs en una econom¨ªa del conocimiento
La capital del peque?o pa¨ªs ubicado en la regi¨®n de los Grandes Lagos bulle en una inmensa caldera de c¨®digos binarios. Son tiempos de cosecha, un per¨ªodo efervescente para empezar a recolectar los frutos de una estrategia de largo recorrido y seguir mirando hacia adelante. A principios de la pasada d¨¦cada, el Gobierno de Ruanda traz¨® un plan: convertir al pa¨ªs en una econom¨ªa del conocimiento, a imagen y semejanza de otros pa¨ªses (el ejemplo m¨¢s citado fue Singapur) que hab¨ªan atajado el subdesarrollo por la v¨ªa r¨¢pida. ¡°No tenemos salida al mar ni recursos naturales, aqu¨ª no hay oro o petr¨®leo. Pero la apuesta por lo digital puede hacernos ¨²nicos¡±, sostiene Pascal Murasira, director general de la Noorsken Foundation en Africa, en una conversaci¨®n por videollamada.
Poco a poco, van encajando las piezas de un dise?o de Estado con ambiciosos objetivos: ser una naci¨®n de renta media-alta en 2035 y alta en 2050. Un ministerio coordina el engranaje a escala nacional. Se ha despejado de trabas burocr¨¢ticas la creaci¨®n de empresas. Ruanda pone facilidades a la hora de conceder visados de entrada y cierra acuerdos con actores variopintos que, por motivos tambi¨¦n diversos, desean implicarse en su visi¨®n estrat¨¦gica.
M¨¢s importante quiz¨¢, el Gobierno hace gala de transparencia y tolerancia cero con pr¨¢cticas turbias. Se juega su reputaci¨®n de pa¨ªs fiable, esencial en la construcci¨®n de un marco estable que atraiga inversiones. Seg¨²n Transparency International, Ruanda es el cuarto pa¨ªs africano menos corrupto. ¡°En comparaci¨®n con otros nodos [hubs en ingl¨¦s] digitales del continente, una de nuestras principales ventajas es que contamos con pol¨ªticas efectivas que permiten que florezca la innovaci¨®n¡±, apunta Cares Manzi, director general de la filial ruandesa de Impact Hub, compa?¨ªa de co-working con presencia en 50 pa¨ªses.
Drones sanitarios
Durante la inauguraci¨®n, el pasado junio, de uno de los cuatro edificios que forman la Kigali House, el ministro de Sanidad ruand¨¦s, Tharcisse Mpunga, ejemplific¨® c¨®mo el pa¨ªs ha ido cerrando, con hechos palpables, las bocas m¨¢s esc¨¦pticas. ¡°Recuerden cuando empezamos a repartir sangre por todo el pa¨ªs mediante drones; todos se rieron de nosotros. Miren ahora hasta d¨®nde hemos llegado¡±, dijo a los asistentes.
Mpunga se refer¨ªa a la colaboraci¨®n entre el Gobierno y Zipline, l¨ªder mundial en log¨ªstica automatizada con aviones no tripulados. A mediados de la pasada d¨¦cada, la empresa estadounidense busc¨® por todo el mundo clientes para echar a andar. ¡°Ruanda fue el primero que mostr¨® verdadero inter¨¦s¡±, relata Shami Benimana, director de su divisi¨®n ruandesa. Tortuosa orograf¨ªa, lluvias torrenciales, ausencia de buenas carreteras y af¨¢n de riesgo convergieron en una senda in¨¦dita. ¡°Estuvieron dispuestos a abrir su espacio a¨¦reo para drones, a probar algo nuevo¡±, continu¨®.
Hoy se transporta por los cielos de Ruanda sangre, pero tambi¨¦n todo tipo de material m¨¦dico y, desde hace unos meses, veterinario para uso ganadero
Las operaciones arrancaron en 2016 con el reparto de sangre, desde el banco central en Kigali, a un remoto hospital en las monta?as. El novedoso sistema se ha extendido a 400 centros sanitarios que cubren el 97% del territorio. Hoy se transporta por los cielos de Ruanda sangre y, desde hace unos meses, todo tipo de material m¨¦dico veterinario para uso ganadero. Un sofisticado programa orquesta despegues y aterrizajes, actualiza necesidades y pedidos. ¡°Si hubi¨¦ramos empezado en Europa o alg¨²n pa¨ªs rico de Asia, menos gente habr¨ªa dudado de nuestras posibilidades de ¨¦xito¡±, admite Benimana. Tras los excelentes resultados de su aventura ruandesa, Zipline no ha parado de expandirse. En la actualidad est¨¢ presente en EE UU, Jap¨®n y otros cuatro pa¨ªses africanos.
A pesar de su pujanza, parece improbable que Kigali pueda competir alg¨²n d¨ªa en volumen con los principales nodos innovadores del continente. Grandes ciudades ¨Calgunas aut¨¦nticas megal¨®polis¨C que sit¨²an a las principales potencias africanas en el mapamundi de la econom¨ªa digital. Seg¨²n el director general de Smart Africa, Lacina Kon¨¦, son Lagos en Nigeria, Nairobi en Kenia, El Cairo en Egipto y Ciudad del Cabo en Sud¨¢frica. Algunos listados ya incluyen a la capital de Ruanda en la misma liga que las ¡°cuatro grandes¡±, como las llama Kon¨¦.
Murasira sostiene que Ruanda har¨¢ bien en olvidarse de cantidades para centrarse en gestar y atraer puro talento. Abonar la tierra para que mentes capaces de trascender lo obvio den con esa tecla ¡ªno tan com¨²n¡ª que une originalidad y eficiencia. El fin no ser¨ªa tanto que surjan empresas como setas, sino idear soluciones de vanguardia y afinar su implantaci¨®n para que sugerentes conceptos no se pierdan, entre sue?os grandilocuentes, por el desag¨¹e de la mera ocurrencia. ¡°Podemos ser el principal mercado proof of concept [en castellano, algo as¨ª como campo de pruebas] de las innovaciones tecnol¨®gicas en ?frica. Un lugar donde uno pueda testar ideas, experimentar y, si funcionan, escalarlas a otros mercados m¨¢s grandes¡±, afirma el director de la Noorsken Foundation en Africa.
As¨ª ha ocurrido con Zipline. O con Ampersand, que primero puso a circular mototaxis el¨¦ctricos en Kigali y luego dio el salto a Nairobi. Ambas empresas (l¨ªderes por facturaci¨®n entre las start-ups de Ruanda) coinciden en un patr¨®n: equipos mayoritariamente locales y, en la c¨²spide, un fundador o dirctor ejecutivo occidental. No representan un caso aislado. ¡°El talento extranjero ha contribuido a que la gente de aqu¨ª aprenda, se anime y acabe emprendiendo tambi¨¦n; no solo en Ruanda, en toda ?frica¡±, subraya Kon¨¦. Existen cada vez m¨¢s ejemplos de ¨¦xito estrictamente caseros. El m¨¢s notable es AC Group, que hace unos a?os digitaliz¨® el acceso al transporte p¨²blico de Kigali y recientemente ha iniciado actividades en Camer¨²n.
Tecno-¨¦lite para el cambio
Como cantera de brillantes emprendedores, Ruanda apenas ha empezado a explorar las primeras vetas. ¡°No hay que olvidar que, en 1994, tras la guerra civil y el genocidio que hizo al pa¨ªs tristemente famoso, se part¨ªa pr¨¢cticamente de cero¡±, recuerda Tim Brown, director de Investigaci¨®n en la Carnegie Mellon University (CMU) Africa, sucursal en Kigali de esta prestigiosa instituci¨®n. En ciencias inform¨¢ticas, la universidad estadounidense se codea en la c¨²spide mundial con Stanford o el Insituto de Tecnolog¨ªa de Massachussets. Y opt¨® por Ruanda para su andadura africana.
¡°El pa¨ªs vio que sus universidades ya produc¨ªan buenos inform¨¢ticos, pero necesitaban l¨ªderes tecnol¨®gicosTim Brown, director de Investigaci¨®n en la Carnegie Mellon University
De nuevo, que la CMU desembarcara hace 10 a?os en Kigali ¡ªpara ofertar solo estudios de posgrado¡ª no responde al azar o el capricho. Todo forma parte del mismo plan. ¡°El pa¨ªs vio que sus universidades ya produc¨ªan buenos inform¨¢ticos, pero necesitaban l¨ªderes tecnol¨®gicos que, mediante m¨¢sters de alta exigencia, les llevaran al siguiente nivel. A diferencia de otros pa¨ªses, Ruanda ha estudiado muy bien las necesidades de su ecosistema digital¡±, explica Brown.
La mitad de los alumnos de la CMU Africa son ruandeses; la otra mitad, del resto de ?frica. ¡°Animamos a pensar en grande, con perspectiva continental y, por qu¨¦ no, mundial¡±, contin¨²a Brown, que enfatiza la importancia de contextualizar la innovaci¨®n africana: ¡°Existen enormes oportunidades de hacer cosas maravillosas que solucionen problemas reales¡±. Algunos estudiantes viajan a Pittsburgh (EE UU) ¡ªdonde se ubica el campus principal de la CMU¡ª para realizar estancias investigadoras. El director de la Carnegie Mellon University (CMU) Africa describe el fuerte contraste que suelen experimentar. ¡°No vuelven impresionados. Me cuentan que all¨ª han visto investigaci¨®n del tipo una nueva tecnolog¨ªa que permite descargar p¨¢ginas web 20 milisegundos m¨¢s r¨¢pido, o alguna aplicaci¨®n de inteligencia artificial para aumentar el rendimiento publicitario. Minucias de primer mundo, me dicen. Aqu¨ª intentamos dotar a la gente de oportunidades educativas o sanitarias que antes no exist¨ªan¡±.
El Gobierno y la propia universidad subvencionan los m¨¢sters que oferta la CMU ?frica. Si adem¨¢s incluyen beca, las tasas pueden caer por debajo de los 10.000 euros anuales, irrisorios en cuanto a calidad-precio, prohibitivos para la inmensa mayor¨ªa de estudiantes ruandeses. Se trata de formar en la excelencia a una tecno-¨¦lite que ya provenga de entornos privilegiados. En un pa¨ªs que, a pesar de su alto ritmo de crecimiento, a¨²n no supera los 1.000 euros de PIB per capita, situ¨¢ndose as¨ª en la parte media-baja del continente por nivel de riqueza. Aquejada de graves carencias estructurales, Ruanda parece haberlo apostado (casi) todo al caballo ganador de la catapulta digital.
El Gobierno y la propia universidad subvencionan los m¨¢steres que oferta la CMU ?frica. Si adem¨¢s incluyen beca, las tasas pueden caer por debajo de los 10.000 euros anuales, irrisorios en cuanto a calidad-precio, prohibitivos para la inmensa mayor¨ªa de estudiantes ruandeses
¡°No se trata de abandonar, por ejemplo, la agricultura¡±, matiza Murasira, ¡°sino de pensar en soluciones radicales que aceleren el cambio en sectores tradicionales¡±. El director general de Smart Africa, Lacina Kon¨¦, por su parte, anima a que las voces cr¨ªticas con el camino elegido por Ruanda ¡ªu otros pa¨ªses africanos que est¨¢n priorizando lo digital¡ª empiecen a ¡°mirar al desarrollo desde una perspectiva diferente¡±. En su opini¨®n, persiste una noci¨®n ¡°cl¨¢sica¡±, heredada de Occidente, sobre c¨®mo abordar el progreso: ¡°Infraestructuras, escuelas, hospitales... Y cuando estas redes est¨¢n bien consolidadas, dar el salto a una sociedad tecnol¨®gica¡±. Kon¨¦ sostiene que solo un t¨¢ndem de innovaciones bien dise?adas y alta conectividad permitir¨¢ a ?frica propulsarse hacia el bienestar de la mayor¨ªa.
Murasira resume la ¡°teor¨ªa del cambio¡± que preconiza la Norrsken Foundation: ¡°Fomentar modelos de emprendimiento que generen innovaciones de impacto; gracias a los impuestos que paguen las empresas resultantes, los gobiernos pueden invertir en servicios b¨¢sicos¡±. Con su cruce entre planificaci¨®n estatal y fertilidad privada de acento techie, Ruanda se asemeja a un gran laboratorio del cambio vertiginoso. Ha creado un organismo ad hoc, el Kigali International Financial Center, para evitar que sus empresas opten por radicarse en para¨ªsos fiscales. Y ya rugen, tras a?os de espera, las gruas que edifican la guinda de su elevado anhelo. Una mini-ciudad a las afueras de la capital. Su nombre, toda una declaraci¨®n de intenciones: Kigali Innovation City.
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