Los africanos que miran al paso centroamericano como alternativa a Europa
Aunque la cifra que compone la poblaci¨®n africana migrante es incomparable al flujo de latinoamericanos, cada vez m¨¢s deciden huir de sus pa¨ªses para encontrar asilo en Estados Unidos, un fen¨®meno para el que los gobiernos no est¨¢n preparados
Kedr Abreha recuerda con angustia su cruce por el Tap¨®n de Dari¨¦n: ¡°Pas¨¦ mucho miedo, ?nunca hab¨ªa visto la selva! No paraba de llover y no se ve¨ªa el cielo¡±. Mientras trataba de abrirse camino a trav¨¦s de la frondosa vegetaci¨®n, no pod¨ªa evitar comparar aquella salvaje naturaleza, que le cegaba la vista, con el ¨¢rido paisaje de su tierra, de bosques secos, donde la mirada se perd¨ªa en el infinito cuando apuntaba al cielo.
Abreha, reci¨¦n llegado a Danl¨ª, ciudad hondure?a en la frontera con Nicaragua, huy¨® hace dos meses de Tigray, la m¨¢s septentrional de las diez regiones ¨¦tnicas de Etiop¨ªa, una comarca sumergida desde finales del 2020 en una guerra que se ha cobrado miles de vidas y provocado el exilio de cientos de miles. ¡°Primero llegu¨¦ a Ad¨ªs Abeba (la capital del pa¨ªs) y pagu¨¦ m¨¢s de 3.000 d¨®lares por conseguir un pasaporte falso para volar a Bolivia. He tardado 60 d¨ªas en llegar a Honduras¡±, relata el et¨ªope que, como tantos africanos, decidi¨® cruzar Centroam¨¦rica para conseguir una mejor vida, o salvarla.
¡°Desde el 2000 ha habido un aumento de migrantes africanos que optan por huir a trav¨¦s de Am¨¦rica Latina¡±, explica Ariel Ruiz, analista de pol¨ªticas p¨²blicas en el Instituto de Pol¨ªtica Migratoria (MPI). Los controles cada vez m¨¢s estrictos que est¨¢ estableciendo Europa y las tr¨¢gicas muertes de aquellos que viajan en pateras que naufragan en el Mediterr¨¢neo ¨Cy que se difunden a trav¨¦s de dram¨¢ticas noticias y rumores¨C est¨¢n cambiando los tradicionales destinos de los africanos (Espa?a, Alemania, Italia) por el continente americano. Como explica el experto, ¡°esta alternativa la est¨¢n llevando a cabo, sobre todo, aquellos que cuentan con recursos y tienen m¨¢s informaci¨®n sobre la oportunidad de llegar a Sudam¨¦rica y, de all¨ª, a Estados Unidos¡±. Se trata de un proceso que dura meses, y hasta a?os. ¡°Y que es muy peligroso¡±, remarca Ruiz.
Aunque el n¨²mero de subsaharianos que viajan por las regiones de Am¨¦rica es todav¨ªa peque?o cuando se compara con los movimientos a gran escala de venezolanos y migrantes de ciertos pa¨ªses centroamericanos, ¡°los ¨ªndices est¨¢n subiendo¡±, apunta el analista del MPI.
En los primeros seis meses de este a?o, M¨¦xico detuvo a 2.000 extranjeros originarios de ?frica, cuando solo de enero a marzo del 2022 intercept¨® a 7.600 migrantes de todas nacionalidades. ¡°Pero hasta el 2020 los africanos que cruzaban eran entre 100 y 200, lo que evidencia un aumento significativo¡±, calcula Ruiz. En Estados Unidos se ha registrado el paso irregular de unas 70.000 personas de origen africano y asi¨¢tico. ¡°Ahora cuentan con m¨¢s informaci¨®n, les gu¨ªan en las rutas, les transmiten los datos por WhatsApp y otras plataformas, lo que est¨¢ facilitando el repunte¡±, asegura el experto en pol¨ªticas migratorias.
La nueva alternativa migratoria que siguen los africanos es la misma que trazan los que huyen de la propia regi¨®n latinoamericana. Cuando llegan a Colombia y quieren continuar por Panam¨¢, se encuentran entonces con la selva de Dari¨¦n, la barrera natural donde Abreha pens¨® que morir¨ªa, donde las peores infecciones y las picaduras de v¨ªboras acechan, donde hay que sortear cad¨¢veres humanos en el suelo para avanzar donde la humedad tropical resulta asfixiante. Un paraje, como relataba Abreha, en ciertos caminos la vegetaci¨®n no permite ver el cielo.
¡°Ella lo pas¨® especialmente mal all¨ª, se cansaba mucho y ten¨ªa dolores insoportables¡±, atestigua Ben Oumou, marfile?o que viaja con su hermana embarazada. Salieron juntos de Brasil hace un mes y no pararon hasta llegar a Honduras. El pr¨®ximo desplazamiento ser¨¢ para llegar a la Guatemala y cruzar a M¨¦xico, hasta Tapachula. En esta ciudad fronteriza surgen dos v¨ªas alternativas: subir por el Golfo de M¨¦xico hasta pasar a Texas o atravesar, desde el centro de M¨¦xico, hasta Tijuana. Pero ¡°la poblaci¨®n africana no suele tomarla, seg¨²n los movimientos que hemos seguido¡±, se?ala Ruiz. ¡°Otra observaci¨®n reciente es c¨®mo est¨¢ aumentando el n¨²mero de africanos que deciden quedarse en M¨¦xico¡±, agrega.
Barreras culturales, ling¨¹¨ªsticas y legales
¡°Yo quiero llegar a Estados Unidos y tener una vida en paz, donde no me maten¡±, expone Abreha. Lleva m¨¢s de dos meses viajando y cinco en un refugio en Danl¨ª. A esta ciudad lleg¨® desde el municipio fronterizo de Trojes, un camino de tierra entre monta?as flanqueadas de cafetales y ganado. A lo largo de la precaria carretera, muchos d¨ªas colapsada por el lodo que arrastran las aguas torrenciales y el paso de r¨ªos desbordados, aparecen comunidades aisladas envueltas en el espectacular paisaje verd¨ªsimo que colorean los bosques de eucaliptos y que en esta temporada enmascara la niebla: de vez en cuando, una casa muy pobre, una peque?a tienda de abarrotes, una escuela rural, m¨¢s de una iglesia con fachada de cemento... Y los autobuses, repletos de extranjeros que huyen de la pobreza, la falta de oportunidades, la persecuci¨®n pol¨ªtica y los conflictos.
¡°Yo sal¨ª para escapar de la guerra, nos estaban matando a todos¡±, relata el et¨ªope. Su nacionalidad no concuerda con las que suelen tratar las autoridades de migraci¨®n latinoamericanas. ¡°Este a?o se han registrado unos 200 et¨ªopes. Aunque se cuentan diversos pa¨ªses de ?frica, la mayor¨ªa es de Senegal, Angola y Ghana¡±, apunta Ruiz.
Los africanos constituyen la poblaci¨®n en tr¨¢nsito m¨¢s discriminada y que m¨¢s trabas encuentra en los caminos. ¡°Como no hablan espa?ol y no conocen la regi¨®n, son a quienes m¨¢s tratan de extorsionar¡±, manifiesta Alice Shackelford, coordinadora residente de la ONU en Honduras, que lleva meses denunciado la xenofobia que se est¨¢ creando en la zona fronteriza del pa¨ªs centroamericano.
La integridad de cualquier migrante es susceptible de ser vulnerada, pero para los africanos lo es todav¨ªa m¨¢s por el contraste cultural. ¡°Sobre todo cuando hablamos de aquellos que quieren llegar de forma legal a M¨¦xico y Estados Unidos¡±, asegura Ruiz.
¡°Lo que complica m¨¢s la situaci¨®n es que ni los pa¨ªses que los reciben ni los de tr¨¢nsito tienen experiencia o recursos para brindar el apoyo que requieren. La integraci¨®n de esta gente es muy dura. No pueden optar al acceso de servicios para migrantes porque ni M¨¦xico ni Estados Unidos cuentan con personal que hable sus lenguas para atenderles¡±, destaca el analista. Para poder tramitar el permiso en la oficina de migraci¨®n de Danl¨ª, Abreha traduce desde el ingl¨¦s con una aplicaci¨®n del m¨®vil aquello que quiere decir. ¡°Nos comunicamos as¨ª, aunque es muy dif¨ªcil y desesperante¡±, confiesa el et¨ªope.
Limbos legales y asilo pol¨ªtico no solicitado
La otra cara de la moneda del flujo migratorio africano que llega a Am¨¦rica Latina, un fen¨®meno relativamente nuevo, favorece otro de los tantos limbos legales del complejo panorama: no pueden ser deportados. ¡°Estados Unidos, M¨¦xico y cualquier pa¨ªs de Centroam¨¦rica carecen de la capacidad de validar documentos de pa¨ªses africanos. No existen acuerdos de repatriaci¨®n eficientes que permitan el retorno a sus pa¨ªses, como s¨ª hay en Europa. As¨ª que casi todos los ciudadanos africanos son retenidos unos pocos d¨ªas y, como no pueden verificar la identidad, los dejan ir¡±, se?ala el analista.
Aunque, como explican los tratados humanitarios, este tipo de poblaci¨®n podr¨ªa solicitar asilo pol¨ªtico, apenas algunos lo hacen, a diferencia de la protecci¨®n internacional que s¨ª est¨¢n recibiendo venezolanos, cubanos o nicarag¨¹enses.
¡°Nosotros escapamos de Costa de Marfil porque estaban matando a nuestra familia. El ¨²ltimo fue mi cu?ado, el padre de mi futuro sobrino¡±, afirma Ben Oumou con la mirada en la tripa de seis meses de su hermana. Aunque por sus rasgos f¨ªsicos los t¨¦cnicos de migraci¨®n a veces las confunden con haitianas, no se ven muchas mujeres africanas en la zona.
El perfil del migrante africano es, generalmente, el de un hombre que viaja solo. ¡°Pero sabemos que cada vez van a llegar m¨¢s familias. Aunque no hay menores sin acompa?ante¡±, se?ala Ruiz, manifestando una diferencia con la migraci¨®n centroamericana que atraviesa irregularmente la regi¨®n: tantos adolescentes, salvadore?os, guatemaltecos, que no han cumplido los 18 y viajan solos.
¡°La migraci¨®n africana refleja un panorama muy similar a la de M¨¦xico en los noventa: hombres, padres de familia, que viajaban solos para establecerse en Estados Unidos en busca de trabajo y que, cuando ya reun¨ªan el dinero, se tra¨ªan a sus familias¡±, aclara el analista.
No es el caso de Abreha, de 28 a?os. ¡°No tengo hijos y hace mucho que perd¨ª el contacto con mi familia; no s¨¦ si lograron escapar, si est¨¢n muertos o vivos¡±, admite el et¨ªope, quien en un primer momento pens¨® buscar refugio en Europa, hasta que le dijeron que era mejor que fuera a Estados Unidos. Como ¨¦l, cada vez son m¨¢s los africanos que deciden sustituir las rutas tradicionales por el corredor latinoamericano. Y, seg¨²n muestran los datos, la cifra de este nuevo flujo por la regi¨®n empezar¨¢n a crecer a mayor velocidad, marcando un nuevo cap¨ªtulo en el complejo panorama del fen¨®meno migratorio a nivel mundial.
¡°La nueva ruta que se est¨¢ consolidando desde ?frica hasta las Am¨¦ricas va a complicar mucho la situaci¨®n y a crear desaf¨ªos todav¨ªa mayores. Se requiere de forma urgente que los gobernantes y tomadores de decisiones pol¨ªticas est¨¦n preparados para atender este fen¨®meno que tanta necesidad y ayuda humanitaria va a generar¡±, concluye el analista.
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