Cristianos y musulmanes ghaneses viven juntos y revueltos en Nima
Este gran asentamiento empobrecido de Accra es un ejemplo de convivencia interreligiosa, donde los vecinos comparten templo, casa, m¨²sica, gastronom¨ªa y se casan entre comunidades
En una iglesia pentecostal bullen joviales aleluyas y c¨¢nticos g¨®spel mientras atruena una amalgama sonora de teclado, guitarra y percusi¨®n. Los fieles se arrancan con bailes espont¨¢neos y palmean con sonrisa extasiada. A tan solo unos metros, la llamada a la oraci¨®n atrae hacia la mezquita a un lento goteo de hombres musulmanes, serios y concentrados. En esta ma?ana de domingo, la exuberancia cristiana y la contenci¨®n isl¨¢mica se funden en el calor h¨²medo de Nima, un gran asentamiento popular de Accra, la capital de Ghana.
Los dos lugares de culto son un homenaje a la austeridad: edificios chatos sin ornamentaci¨®n, apenas identificables por sus respectivas cruz y media luna. Al lado de la iglesia, en una tosca inscripci¨®n, una peluquer¨ªa encomienda al todopoderoso Al¨¢ la destreza con las tijeras. No lejos de la mezquita, en un ajado cartel, una sastrer¨ªa pone en manos del Dios cristiano la precisi¨®n de las puntadas.
Mi mejor amiga es presbiteriana. Los domingos voy con ella a su iglesia en New Town. Bailamos, cantamos y comemos con el resto de feligreses. Los viernes, ella me acompa?a a la mezquita y rezamos juntasAsana Salifu, habitante de Nima
Alrededor de un 70% de los 32 millones de habitantes de Ghana se declara cristiano, un 20% musulm¨¢n y el 10% restante de otras religiones. Sin embargo, en Nima y en el pueblo vecino de New Town, que se extiende hacia el norte, residen una mayor¨ªa musulmana y una minor¨ªa cristiana. Los dos credos conviven juntos y revueltos, sin cotos exclusivos para Mahoma o Jesucristo, en los que una de las dos religiones est¨¦ vetada.
Esta fusi¨®n tambi¨¦n se cuela dentro de las casas. Foster Agbadoku, un joven cristiano, camina por el laberinto de calles inundado de humildes y precarias construcciones. Decenas de canales que conducen los torrentes durante la larga temporada de lluvias surcan el trazado urbano. Hay mini establos a cielo abierto donde rumian impasibles dos o tres vacas y los corderos se espantan a la vuelta de la esquina. ¡°All¨ª viven musulmanes y cristianos, all¨ª tambi¨¦n, y en esa otra, tambi¨¦n¡±, dice Foster, se?alando varias viviendas.
En Nima, musulmanes y cristianos comparten intimidad y espacios p¨²blicos, comen los mismos platos t¨ªpicos (fufu, banku...), conversan en las muchas horas muertas que quedan en esta regi¨®n ghanesa castigada por el paro y la pobreza. ¡°Solo nos distinguen algunos matices en la manera de vestir. Por lo dem¨¢s, tenemos el mismo estilo de vida¡±, explica Justice Obeng, pastor de Greater Works Apostolic Ministries.
El d¨ªa a d¨ªa de las dos comunidades se separa para el rezo y vuelve a converger. Obeng recuerda que cohabit¨® m¨¢s de una d¨¦cada con una familia musulmana. Su madre ayud¨® a una amiga en dificultades que se instal¨® con sus hijos en la casa familiar y la mezcla de credos religiosos se filtr¨® por todas las rendijas de la vida dom¨¦stica. ¡°Dorm¨ªamos en la misma cama, com¨ªamos del mismo plato, escuch¨¢bamos canciones cristianas y musulmanas¡±, describe. Actualmente, pervive un sentimiento de familia de facto, de hogar, en el que el Cor¨¢n y la Biblia se leen indistintamente y sin fricciones. ¡°Los hijos de la amiga de mi madre, hoy ya adultos, son mis hermanos. Para ellos, mi madre es su otra madre¡±, comenta.
Rezar juntas
Con frecuencia, tambi¨¦n los muros de iglesias y mezquitas son permeables a esta uni¨®n natural que se respira en las calles. Asana Salifu emigr¨® a Accra hace 30 a?os desde el norte del pa¨ªs, una regi¨®n de mayor¨ªa musulmana. Sentada en el porche de su casa, relata su peculiar y sencilla manera de entender un culto sin fronteras. ¡°Mi mejor amiga es presbiteriana. Los domingos voy con ella a su iglesia en New Town. Bailamos, cantamos y comemos con el resto de feligreses. Los viernes, ella me acompa?a a la mezquita y rezamos juntas¡±. Para ella es lo natural. ¡°Esto no es Nigeria¡±, se desmarca en alusi¨®n al yihadismo de Boko Haram en el pa¨ªs africano.
Zakaria Tahuahiru, secretario General del Instituto de Investigaci¨®n Isl¨¢mica de Nima, lanza en su despacho una pregunta que en otros lugares del mundo podr¨ªa sonar a herej¨ªa: ¡°?Qui¨¦n dice que para venir a rezar a la mezquita tienes que ser musulm¨¢n? ?No!¡±. En Nima, la fe no se entiende en compartimentos estancos ni se profesa bajo el hermetismo del dogma. El profundo respeto abre puertas y es m¨¢s fuerte que la ortodoxia de los textos sagrados. ¡°A veces, las pr¨¦dicas de cristianos o musulmanes interpelan directa o indirectamente a la otra religi¨®n; los escuchamos y nos los tomamos tranquilamente¡±, explica por su parte Obeng.
Alrededor de un 70% de los 32 millones de habitantes del pa¨ªs se declara cristiano, un 20% musulm¨¢n y el 10% restante de otras religiones
El experto considera importante que las nuevas generaciones reciban una buena formaci¨®n religiosa, que les familiarice con los textos sagrados y sepan qu¨¦ dicen y qu¨¦ no, para no dejarse influenciar por interpretaciones extremistas que alienten la divisi¨®n y el extremismo. ¡°La educaci¨®n en la tolerancia resulta fundamental: sin educaci¨®n, cualquiera puede contar a los j¨®venes que el islam dice que si cometes un atentado suicida ir¨¢s al para¨ªso, cuando las fuentes isl¨¢micas dicen lo contrario, que ir¨¢s al infierno¡±. Explica que una de las claves es que aqu¨ª los l¨ªderes religiosos promueven la tolerancia y predican interpretaciones laxas y moderadas de la doctrina religiosa. ¡°El papel de los l¨ªderes religiosos, de pastores y malams [l¨ªderes musulmanes de Ghana], es muy importante en transmitir a las nuevas generaciones que la tolerancia religiosa es un pilar b¨¢sico de nuestra convivencia¡±.
Tahuahiru sit¨²a los or¨ªgenes de Nima en el siglo XIX, cuando pobladores del norte de Ghana, pero tambi¨¦n de Mali o Burkina Faso, viajaron all¨ª para crear el mayor zongo (asentamiento musulm¨¢n) del pa¨ªs. El acad¨¦mico afirma que cualquier conato de resquemor entre fieles ha terminado diluy¨¦ndose ante la realidad: ¡°Ha habido momentos de cierta tensi¨®n, cuando una de las dos comunidades ha pensado que la otra intentar¨ªa convertirla. Con el tiempo, se ha visto que no era as¨ª¡±.
Este roce diario favorece tambi¨¦n historias de amor entre adeptos de las dos religiones. Obeng explica que en Nima y New Town abundan los noviazgos interconfesionales, a veces furtivos y temerosos del qu¨¦ dir¨¢n. Cuando no hay vuelta atr¨¢s y se pone la boda encima de la mesa, empieza un proceso negociador entre familias para decidir qui¨¦n dar¨¢ su brazo a torcer y abrazar¨¢ la religi¨®n de la pareja. El pastor conoce un curioso caso de ida y vuelta entre los dominios del Dios cristiano y Al¨¢, digno de una novela, que tal vez en otro lugar podr¨ªa haber tenido un final tr¨¢gico, pero en Nima termin¨® bien. ¡°Un cristiano se enamor¨® de una musulmana y se convirti¨® al islam. Tuvieron una hija que se enamor¨® de un cristiano. El padre le dijo que, si quer¨ªa a ese hombre, se hiciera cristiana y se casara con ¨¦l. Y as¨ª ocurri¨®¡±.
Con una democracia consolidada y sin apenas conflictos civiles en las ¨²ltimas d¨¦cadas, Ghana exhibe su paz duradera como se?a de identidad. Tahuahiru y Obeng sostienen que Nima ha encontrado la receta, simple y muy propia de la filosof¨ªa ghanesa, para preservar la armon¨ªa entre sus habitantes. ¡°Nos gusta hablar. Y cuando un problema se calienta, sabemos esperar hasta que se enfr¨ªe un poco y as¨ª evitamos que escale¡±, asegura Obeng. ¡°Nuestro papel como l¨ªderes comunitarios resulta fundamental a la hora de transmitir a las nuevas generaciones que la tolerancia es un pilar b¨¢sico de nuestra convivencia. Somos conscientes de que cuando aparece un problema por razones religiosas se crea una situaci¨®n muy peligrosa¡±, a?ade Tahuahiru. A su lado, el pastor protestante asiente, pausadamente, con la cabeza: ¡°S¨ª, se?or¡±.
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