William Guti¨¦rrez Nohav¨¢, el ¡®primer¡¯ desplazado por una hidroel¨¦ctrica en Colombia
Un barequero logr¨® que la Corte Constitucional admita su desplazamiento forzado por el megaproyecto energ¨¦tico Hidroituango que entr¨® en funcionamiento el pasado diciembre. Este reconocimiento estaba reservado ¨²nicamente para las consecuencias directas del conflicto armado. Con su fallo, la m¨¢s alta instancia jur¨ªdica del pa¨ªs latinoamericano sienta un antecedente
Dos horas antes, William y su hermano Orlando andaban cuidando la parcela cuando sintieron fr¨ªo. ¡°Un fr¨ªo tremendo¡±. Algo va a pasar, pensaron, y comenzaron a ver a ¡°los animalitos¡± brincando desde las orillas del r¨ªo y ¡°cogiendo el monte¡±. Algo est¨¢ a punto de suceder, pero ?el qu¨¦?, se preguntaron. Un mart¨ªn pescador se puso a ¡°cantar duro¡± y el nivel del Cauca comenz¨® a subir y a subir y a subir. Les cubr¨ªa las botas cuando decidieron sacar algo de ropa y algunas cosas de la casa. Entonces vieron ¡°la onda que ven¨ªa agarrando palos y de todo¡±. Y sin m¨¢s demora abandonaron aquella incertidumbre. As¨ª llegaron a Puerto Valdivia, donde ¡°esa cosa¡± los alcanz¨® y les toc¨® ver c¨®mo arrancaba el puente Sim¨®n Bol¨ªvar. ¡°?Qu¨¦ tal que nos hubi¨¦ramos quedado all¨¢?¡±.
La vida en el territorio tiene sus cosas y es cuesti¨®n de prestarles la debida atenci¨®n. La reflexi¨®n la comparte William m¨¢s de cuatro a?os despu¨¦s de ¡°aquello¡±. Este pronombre esconde accidentes como el de abril de 2018, cuando un tap¨®n en el drenaje desbord¨® el embalse de Hidroituango, en Colombia. Los desastres fueron cuantiosos en esta represa, que a¨²n estaba en obras. La obra promet¨ªa ser la m¨¢s importante de Colombia y la cuarta o quinta de Am¨¦rica Latina. ¡°Pas¨¦ miedo. Es la cosa m¨¢s terrible que nosotros vivimos nunca en la vida¡±, confiesa hoy William al resguardo de la dram¨¢tica lluvia que ofrecen unas estructuras de uralita, en Toledo (Antioquia, Colombia).
El l¨ªder tiene que vivir con el riesgo de que a cualquier hora o lo dejan ah¨ª o lo hacen desplazar para un lado y para otro. Y si no acepta ese riesgo, no es l¨ªderWilliam Guti¨¦rrez, desplazado del Bloque Mineros en Colombia
Unas 130.000 personas estuvieron en riesgo y unas 15.000 fueron evacuadas de los municipios de Valdivia, C¨¢ceres y Taraz¨¢, admite Robinson Miranda, el director del ¨¢rea Ambiental, Social y Sostenibilidad de la empresa que construye la hidroel¨¦ctrica. Son las cifras oficiales de Empresas P¨²blicas de Medell¨ªn (EPM), que mantiene que ¡°todas las personas menos una¡± han vuelto a sus hogares m¨¢s de cuatro a?os despu¨¦s de aquello, de ¡°la contingencia¡± ¡ªotra de esas expresiones que pretenden pavimentar amarguras¡ª. La excepci¨®n de la que habla la compa?¨ªa responsable del megaproyecto es un barequero de Ituango (Antioquia), como se llama a los miles de buscadores artesanales de oro del r¨ªo Cauca, la segunda arteria azul m¨¢s importante del pa¨ªs. Aquel hombre, William de Jes¨²s Guti¨¦rrez Nohav¨¢, el William de estos p¨¢rrafos, estaba ese d¨ªa en Puerto Escondido 2, una parcelita de la vereda El Astillero, por debajo de la quebrada La Guamera, corregimiento de Puerto Valdivia, uno de esos rincones en los que ¡°se vive diferente¡±, por su alimentaci¨®n basada en el pancoger (un plato tradicional elaborado a base de ma¨ªz, fr¨ªjol y otros cultivos); con su trueque, en donde se intercambian pescados por gallinas, por ejemplo; y con sus di¨¢logos cotidianos, ¡°que daban mucha alegr¨ªa¡±.
Por si alguien no es capaz de verlo, Guti¨¦rrez Nohav¨¢ explica tantas diferencias: ¡°Muchos no saben¡ sentarse a la orilla del Cauca y tirar el anzuelo y sacar el pescado. Echarle las hierbas arom¨¢ticas del propio ca?¨®n del r¨ªo, pl¨¢tano, yuca y el arepa de ma¨ªz cosechada por nosotros mismos. A diario nos pon¨ªamos comidas que no se las come ning¨²n rico. A uno le hace falta tener esa conexi¨®n con los campesinos. Todo se perdi¨®. Un proyecto de vida. Eso es duro. Es duro perderlo todo porque all¨¢ la gente tuvo que salir sin nada¡±, lamenta. Guti¨¦rrez habla pausado, como si amasara a mano cada una de sus reflexiones, palabra a palabra hasta componer una frase completa y solo despu¨¦s otra, frases que seg¨²n salen de su boca y las posa con mimo sobre la mesa, quiz¨¢ siempre al tanto de prestar la debida atenci¨®n a tantas cosas que suceden en el territorio, a esas cosas sin las cuales luego es imposible reconstruir una vida. ¡°Aquello es la cosa m¨¢s terrible que nosotros vivimos nunca en la vida¡±, repite.
Palabra de Guti¨¦rrez Nohav¨¢, que sufri¨® el desplazamiento del Bloque Mineros, la subestructura paramilitar de las AUC (Autodefensas Unidas de Colombia) que en 1997 perpetr¨® la masacre del corregimiento El Aro, en Ituango. Asesinatos, torturas, desplazamientos, quemas, hurtos¡ ¡°Fue en el mando de [?lvaro] Uribe como gobernador de Antioquia. Para nosotros fue muy doloroso, pero entonces pudimos sacar las cosas y volver a empezar desde cero. Ahora es otra cosa¡±. M¨¢s de cuatro a?os despu¨¦s, concretamente desde la contingencia de 2018, Guti¨¦rrez Nohav¨¢ sigue sin resetear lo que provoc¨® ¡°esa cosa¡±, sin la posibilidad de reiniciar el contador de una vida sobre la que antes o despu¨¦s terminan apareciendo las amenazas, vengan de donde vengan, a veces por parte del grupo narcoparamilitar del Clan del Golfo, otras de la guerrilla del Ej¨¦rcito de Liberaci¨®n Nacional (ELN), y otras qui¨¦n sabe de d¨®nde, que uno pierde hasta la cuenta y llega a normalizarlo, si es que acaso la violencia puede eso, normalizarse.
¡°El l¨ªder tiene que vivir con el riesgo de que a cualquier hora o lo dejan ah¨ª o lo hacen desplazar para un lado y para otro. Y si no acepta ese riesgo, no es l¨ªder. Si a nosotros nos dan un par de tiros en una esquina, no es problema de nosotros porque ya nosotros tenemos como anestesia en el cuerpo. Estamos peleando por unos derechos que en realidad necesita la comunidad¡±, comenta. Guti¨¦rrez preside la Asociaci¨®n de Mineros y Pescadores Artesanales de Puerto Valdivia, una organizaci¨®n con cuatro dirigentes asesinados, dos de ellos con Guti¨¦rrez presente. ¡°Ellos nunca me han podido¡ desde un principio trataron¡ Yo estoy vivo de buenas¡ o qui¨¦n sabe¡±. No hab¨ªan tenido problemas con los grupos armados al margen de la ley hasta que la asociaci¨®n empez¨® a ¡°pelearle¡± al proyecto de EPM, all¨¢ por 2006.
Cosas duras y cosas que el paso del tiempo ha convertido en an¨¦cdotas que hoy trazan una sonrisa orgullosa en el rostro de Guti¨¦rrez. ¡°Me hac¨ªan la hoja de vida, la enviaban y me ofrec¨ªan trabajo en EPM, ?sin yo haber hecho nada! Don William, que usted sali¨® elegido¡ No, pero si yo no ech¨¦ nada. Pues la muchacha de la oficina leyendo mi hoja de vida delante de m¨ª. Vea, s¨ª, no se acordar¨¢, pero encaja perfectamente en el puesto de jefe de los vigilantes. Cumple usted los requisitos. Ni?a, pero si yo no envi¨¦ nada¡±. Y como aquella, otras cuantas. ¡°Claro, yo era opositor a los da?os y no iba a aceptar¡±.
La no-vida en un albergue
Con la erosi¨®n del t¨²nel de Hidroituango, cientos de personas fueron censadas para gestionar de alguna forma las indemnizaciones correspondientes, mientras muchas quedaban fuera de los radares oficiales. A Guti¨¦rrez le dejaron en ¡°p¨¦rdida total¡± y lo trasladaron a un albergue institucional, a una carpa con otros cinco desconocidos. ¡°La convivencia en un refugio de esos es dif¨ªcil. El arroz llegaba con gusanos, el huevo con bichos. Era una cosa terrible. Nosotros llegamos a organizarnos como Movimiento R¨ªos Vivos y decidieron separarnos para que no hici¨¦ramos oposici¨®n desde dentro. No pod¨ªamos ir a visitar al compa?ero a otro albergue porque era prohibido¡±.
Al cabo de un tiempo empezaron a llegar las compensaciones por los da?os causados por el tap¨®n. A Guti¨¦rrez le ofrecieron cerca de 50 millones de pesos (menos de 10.000 euros al cambio), una cuant¨ªa que contrasta con los 18,3 billones de pesos (m¨¢s de 3.600 millones de euros) que ha supuesto finalmente la construcci¨®n de la represa, casi el doble de lo inicialmente previsto. Muchas de las personas damnificadas aceptaron los ofrecimientos ¡°porque a la gente en el territorio cualquier platica que les llegue es buena¡±, explica Guti¨¦rrez. ?l rechaz¨® la propuesta: ¡°Supon¨ªa firmar un papel en el que yo renunciaba a toda denuncia pasada, presente y futura que pudiera presentarse con EPM¡±. Al buscador de oro artesanal aquella cl¨¢usula no le gust¨® nada. ¡°?Qu¨¦ pasa si por ejemplo me estrello contra una camioneta de la empresa que pase por la calle?¡± Y fue ah¨ª cuando comenz¨® su batalla legal. Y cuando perdi¨® la ayuda humanitaria que ven¨ªa recibiendo como damnificado desde finales de 2018: cada mes 1.100.000 pesos (menos de 215 euros).
La convivencia en un refugio de esos es dif¨ªcil. El arroz llegaba con gusanos, el huevo con bichos. Era una cosa terrible... No pod¨ªamos ir a visitar al compa?ero a otro albergue porque era prohibidoWilliam Guti¨¦rrez, desplazado del bloque Mineros en Colombia.
La espa?ola Mapfre es la aseguradora ligada a Hidroituango. En enero de 2022, m¨¢s de tres a?os despu¨¦s del accidente, abon¨® 984 millones de d¨®lares (una cantidad similar en euros) en concepto de indemnizaci¨®n. Las compensaciones que recibir¨ªa cada persona afectada se tramitaron a partir de unos censos elaborados inicialmente por EPM en 2012, varios a?os antes de la inundaci¨®n, y que fueron cuestionados por las comunidades locales. Los nuevos de Unidad de Gesti¨®n del Riesgo y de Desastres (UNGRD) tambi¨¦n dejaban a mucha gente fuera de la consideraci¨®n de damnificados: hab¨ªa municipios en los que unos vecinos estaban incluidos y otros no, las playas fluviales fueron excluidas directamente, y la comunicaci¨®n para registrarse fue deficitaria en determinadas localidades y las familias que no se enteraron quedaron fuera de la lista.
La cuant¨ªa que recibieron de quienes s¨ª fueron compensados no fue suficiente para restablecer sus vidas. Por eso, m¨¢s all¨¢ de las fr¨ªas cifras en negro sobre blanco, en este territorio al noroeste de Colombia no es dif¨ªcil reunirse con familias como la de Nidia Barrera, que evidencia no haber recibido una compensaci¨®n digna por ¡°aquello¡±: todav¨ªa paga un arriendo unos metros arriba de la vereda porque su vivienda, unos metros abajo, junto al Cauca, se convirti¨® en una piscina que ya vac¨ªa le sigue dando miedo, por el temor de que vuelva a repetirse ¡°aquello¡±. Ante las quejas de los afectados, EPM remite a la UNGRD, la instituci¨®n encargada de los registros, mientras Mapfre opta por no facilitar informaci¨®n sobre p¨®lizas. Junto a la aseguradora, en el proyecto de Hidroituango tambi¨¦n han participado las espa?olas Ferrovial, el Banco Santander y el BBVA, esta ¨²ltima a trav¨¦s del Banco Interamericano de Desarrollo.
Los pormenores de una batalla legal
¡°La Sala estima relevante precisar que, dadas las circunstancias f¨¢cticas, en la pr¨¢ctica el se?or William de Jes¨²s Guti¨¦rrez Nohav¨¢ puede ser considerado desplazado interno. (¡) Tuvo que migrar de su lugar de residencia habitual para evitar los efectos sobre su vida e integridad personal de una cat¨¢strofe natural provocada por el ser humano¡±. La Sentencia T-369/21 de la Corte Constitucional de Colombia no ofrece dudas: el desarrollo prometido por Hidroituango provoc¨® el desplazamiento de Guti¨¦rrez. Dicho de otra forma, en Colombia no solamente desplazan los grupos armados al margen de la ley. El fallo de la m¨¢s alta instancia jur¨ªdica del pa¨ªs, ratificado el 6 de octubre de 2021, daba 48 horas a EPM para reactivar el apoyo econ¨®mico y un mes para hacer lo propio con las estrategias que faciliten su retorno o reasentamiento, as¨ª como su reintegraci¨®n local.
La sede administrativa de EPM est¨¢ ubicada en la ciudad de Medell¨ªn. Una decena de cargos medios, encabezados por Robinson Miranda, director del ¨¢rea Ambiental, Social y Sostenibilidad de la empresa, atienden durante toda una ma?ana a una delegaci¨®n de periodistas internacionales. Los informadores fueron invitados a la reuni¨®n por intermediaci¨®n de Zehar-Errefuxiatuekin, una organizaci¨®n vasca que defiende los derechos de las personas refugiadas, ap¨¢tridas y migrantes, que no est¨¢ involucrada como parte en el caso de Guti¨¦rrez, y cubri¨® parte de los gastos de producci¨®n de este reportaje.
El escenario de la cita sin censuras ni condiciones previas es un imponente edificio de 17 alturas en su torre principal, con ese gris moderno que caracteriza el concreto, el acero y el aluminio. El inmueble est¨¢ calificado de inteligente porque, dicen sus moradores, incorpora el elemento agua como s¨ªmbolo de vida. Aqu¨ª todo aparece medido al detalle, como la capacidad de los 16 ascensores transparentes para movilizar de forma simult¨¢nea hasta 320 personas, a una velocidad de 150 metros por minuto. O como el sistema de aire acondicionado, que produce 4.000 toneladas de aire por hora.
Dentro, los representantes de EPM tambi¨¦n miden al detalle sus palabras. No les gusta ni pronuncian el t¨¦rmino ¡°desplazamiento¡±, que reservan para el conflicto que atraviesa Colombia desde los a?os 60 del pasado siglo. Evitan mencionarlo y, cuando ya les resulta imposible, lo colorean: ¡°Entendemos la sentencia de la Corte en el marco del desplazamiento involuntario del que fue sujeto William y no solo William, sino las personas afectadas por la contingencia. Algo completamente diferente a una din¨¢mica de conflictividad armada. Nosotros no somos victimarios, no estamos en el marco de esa legislaci¨®n, pero acogemos las decisiones de los entes judiciales y con William estamos haciendo un trabajo precisamente de resarcimiento de esas condiciones de vida. Entendemos que es una situaci¨®n de desplazamiento involuntario, a causa de una contingencia, de una situaci¨®n de riesgo¡±, responde uno de ellos ante la pregunta sobre la literalidad del fallo.
El an¨¢lisis de Raquel Celis, de Zehar-Errefuxiatuekin, es muy diferente: ¡°La proliferaci¨®n de megaproyectos como los hidroel¨¦ctricos reproducen a menudo las mismas l¨®gicas de implementaci¨®n y explotaci¨®n que el resto de extractivismos: son proyectos intensivos levantados sin acuerdos con las comunidades locales, con impactos en la gobernanza, en la convivencia, en las relaciones de g¨¦nero, en la salud y en el medio ambiente. En el peor de los casos, tambi¨¦n con el asesinato, la desaparici¨®n, la criminalizaci¨®n y el desplazamiento de los y las l¨ªderes sociales en resistencia¡±.
Aqu¨ª dentro ni gusta ni comparten el t¨¦rmino ¡®desplazamiento¡¯, que reservan para el conflicto que atraviesa Colombia desde los a?os 60 del pasado siglo. Cuando ya les resulta imposible, lo colorean
EPM estuvo dispuesta a aumentar considerablemente la cantidad inicial, desvelan desde CAJAR, el Colectivo de Abogados Jos¨¦ Alvear Restrepo, que lleva el caso de Guti¨¦rrez junto a la Comisi¨®n Colombiana de Juristas (CCJ). En todo caso, indican, no es una cuesti¨®n de dinero ni para el barequero ni para la empresa, que realmente lo que teme es que el caso siente un antecedente jur¨ªdico. Y ah¨ª andan actualmente, d¨¢ndole vueltas, estudiando la contraoferta de CAJAR, dilatando los tiempos para que nadie m¨¢s pueda seguir la senda abierta por un barequero del r¨ªo Cauca. ¡°Es una decisi¨®n delicada para ellos y estar¨¢n analizando la sostenibilidad financiera de Hidroituango porque, de alg¨²n modo, ya se sent¨® ese antecedente de cara a casos similares¡±, indican desde el Colectivo. Matizan que se trata de un antecedente pero a¨²n no puede hablarse de precedente jur¨ªdico porque la legislaci¨®n colombiana exige tres casos para sentar un precedente obligado desde el que juzgar casos posteriores. En todo caso, y sea cual sea el final, opinan: ¡°Esto ya es hist¨®rico, crea una gu¨ªa para el futuro¡±. Desde EPM admiten de alguna forma ese escenario de incertidumbre: ¡°No sabemos si puede ser replicado por otras personas¡±. La sentencia de la Corte es firme y lo que resta es llegar a un acuerdo, para lo que no existe un calendario claro.
Arranque incierto de turbinas
Lo que sucedi¨® desde que Guti¨¦rrez rechaz¨® la oferta inicial de 50 millones de pesos hasta su acci¨®n de tutela ante la Corte jur¨ªdicamente se resume en que le fue denegado el retorno del auxilio humanitario tanto en primera como en segunda instancia. Ganaba la versi¨®n de EPM, que siempre ha mantenido que es un apoyo econ¨®mico temporal que se pierde cuando la persona deja de tener el estatus de evacuada, lo cual Guti¨¦rrez habr¨ªa perdido al rechazar la oferta inicial y porque ya pod¨ªa regresar a su entorno y actividades, una vez que la Unidad Nacional para la Gesti¨®n del Riesgo de Desastres (UNGRD) hab¨ªa rebajado el riesgo de alerta de roja a naranja. Entonces ¨¦l solicit¨® una revisi¨®n ante el Alto Tribunal y fue ah¨ª cuando la justicia le dio la raz¨®n, consider¨¢ndole un ¡°desplazado interno¡± y subrayando que ¡°la disminuci¨®n del nivel de alerta en el corregimiento de Puerto Valdivia no envuelve la superaci¨®n inmediata del escenario que finalmente origin¨® la migraci¨®n¡±. Para la Sala Octava, ¡°los municipios ubicados dentro de la posible ¡®mancha de inundaci¨®n¡¯ del r¨ªo Cauca no se encuentran en condiciones ordinarias, de recuperaci¨®n o en el estado de normalidad absoluta que EPM pareciera concluir apresuradamente¡±.
Esto ya es hist¨®rico, crea una gu¨ªa para el futuroCAJAR, el Colectivo de Abogados Jos¨¦ Alvear Restrepo, que lleva el caso de Guti¨¦rrez
?scar Mauricio Madrigal, del Movimiento R¨ªos Vivos, alerta de que ahora la empresa ya ¡°no pelea porque se haya fallado a favor de William, sino para que esa brecha se cierre¡±. ¡°Eso pas¨®, pero no puede seguir pasando con otras personas ni con otras represas. El Estado colombiano nunca hab¨ªa condenado a una empresa como desplazadora, es el primer caso y la gente se va a dar cuenta y va a querer pelear con los mismos argumentos que William¡±, comenta.
Y del resumen jur¨ªdico, al resumen vital, el de otrora un barequero del r¨ªo Cauca, William de Jes¨²s Guti¨¦rrez Nohav¨¢, ahora reasentado en un albergue del Movimiento R¨ªos Vivos, un l¨ªder opositor a Hidroituango ¡°todav¨ªa en p¨¦rdida total, pero un poco m¨¢s tranquilo¡±, aunque solo sea un poco y entre comillas, siempre con la suficiente atenci¨®n a esas cosas que tiene el territorio. ¡°De unos meses para ac¨¢ estoy sintiendo grupos nuevos armados. Puede ser que llegaron con la cosecha del caf¨¦, que aqu¨ª la inversi¨®n es esa¡±, supone Guti¨¦rrez.
Lo supone desde la confianza de sentirse rodeado de los suyos en su nuevo refugio, autoconstruido y autogestionado, nada que ver con uno de aquellos institucionales. Aqu¨ª todos comparten lucha. Las vidas de esta decena de personas se quebraron por su oposici¨®n a Hidroituango. Hoy su quehacer cotidiano gira en torno al caf¨¦ org¨¢nico que cultivan junto a este abrigo de habitaciones desnudas con vistas al ca?¨®n. Eugenia G¨®mez lo tiene claro: ¡°Juntos nos sentimos m¨¢s protegidos que individuales, que ser¨ªamos m¨¢s vulnerables para aquellas personas que nos quieren hacer da?o. Aqu¨ª estamos con m¨¢s compa?eros que han vivido lo mismo que nosotros y nos cuidamos. Compartimos la esperanza de ver el r¨ªo otra vez libre para volver a trabajar.¡±.
Aparte o, mejor dicho, como escenario de todas las cosas que forman el territorio, est¨¢ la realidad de la hidroel¨¦ctrica Hidroituango, comercialmente operativa desde hace unas semanas. Aunque solo en parte y con m¨¢s de cuatro a?os de retraso, pues inicialmente estaba previsto que comenzara a sus operaciones a finales de 2018 y no fue hasta mediados del pasado diciembre cuando activ¨® sus dos primeras turbinas de las ocho disponibles, la segunda de ellas a trompicones porque tuvo que ser apagada a las pocas horas ¡°por ajustes menores¡±, justific¨® entonces la empresa. La incertidumbre que rodea al proyecto es tal que el propio presidente colombiano, Gustavo Petro, exigi¨® a EPM una evacuaci¨®n temporal de las comunidades durante las pruebas del encendido, lo que lleg¨® a afectar a unas 5.000 personas aguas abajo.
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