De trabajar en la calle a las aulas de juego: volver a ser ni?os en Bogot¨¢
Las autoridades de la capital colombiana han abierto 13 centros de aprendizaje y recreo para ofrecer una alternativa adecuada a las v¨ªctimas del trabajo infantil y la mendicidad en la ciudad. El programa es una gota en un oc¨¦ano de m¨¢s de medio mill¨®n de peque?os trabajadores en Colombia
Samuel Mart¨ªnez, de 12 a?os, limpiaba parabrisas de coches en una esquina del sur de Bogot¨¢ cuando un grupo de mujeres lo abord¨® en la calle. ¡°Era mi sexto d¨ªa¡±, cuenta el ni?o de menos de un metro y medio de altura, como si hablase de cualquier cosa. ¡°Lo encontramos en un sem¨¢foro cercano a una estaci¨®n de polic¨ªa¡±, explica Diana Rodr¨ªguez, encargada de uno de los 13 centros Amar que la Secretar¨ªa Distrital de Integraci¨®n Social (SDIS), un organismo del Gobierno de Bogot¨¢, tiene repartidos por la ciudad para proteger a los ni?os expuestos al trabajo infantil.
En Latinoam¨¦rica, Unicef estima que 8,2 millones de ni?os trabajan. En Colombia, el n¨²mero asciende a medio mill¨®n, seg¨²n datos del ¨²ltimo reporte del Departamento Administrativo Nacional de Estad¨ªstica (DANE) y solo en Bogot¨¢ hay 63.000 ni?os v¨ªctimas de esta lacra, a pesar de que la ley 1098 de 2006 proh¨ªbe el trabajo infantil, por medio de la expedici¨®n del C¨®digo de la Infancia y la Adolescencia. Los centros Amar en la capital colombiana atienden a 1.170 menores que, como el peque?o Mart¨ªnez, acuden todos los d¨ªas a alguna de las 13 sedes en la ciudad. All¨ª, los ni?os realizan actividades de aprendizaje y ocio en vez de trabajar en las calles o crecer en entornos inadecuados.
Las funcionarias del centro Amar de la localidad de Bosa, al sur de la capital, llevaron a Mart¨ªnez a sus instalaciones en septiembre de 2022, para conocer m¨¢s en profundidad su situaci¨®n y que pudiese tener acceso a alimentaci¨®n, formaci¨®n y recreo.
Desde que el ni?o abandon¨® Venezuela en 2021, junto a su madre y su hermana, la familia apenas sobrevive con el dinero que consigue la progenitora, Danixzia, limpiando casas. ¡°A veces llaman a mi mam¨¢ para trabajar y a veces no¡±, comenta el ni?o t¨ªmidamente. Aunque ¨¦l trataba de ayudar a su familia limpiando coches o reciclando pl¨¢sticos, latas y cartones para comprar comida, ha decidido avanzar hacia una realidad distinta. ¡°Me demoro media hora caminando hasta aqu¨ª¡±, afirma, explicando el trayecto que recorre en solitario, de lunes a s¨¢bado, para asistir sin falta al centro. En este lugar, Mart¨ªnez come, juega, corre, canta y practica deportes. Pero, sobre todo, aprende de nuevo a ser un ni?o.
¡°?Quiero estudiar!¡±, exclama el peque?o mientras aprieta los nudillos. Enseguida, Rodr¨ªguez lo acaricia, del mismo modo en que lo hace con cada ni?o que se acerca a su asiento. Mart¨ªnez a¨²n est¨¢ a la espera de que la Secretar¨ªa de Educaci¨®n le asigne una plaza en un colegio cerca de su casa, por eso pasa m¨¢s horas de las habituales en el centro Amar, en el que cada ni?o recibe asistencia por un periodo de dos a?os. ¡°La permanencia irregular de las familias migrantes en el pa¨ªs es una de las principales limitaciones en la atenci¨®n de los ni?os¡±, reconoce Margarita Barraquer, responsable de la Secretar¨ªa Distrital de Integraci¨®n Social (SDIS). Ante este panorama, en 2019, la entidad p¨²blica decidi¨® abrir el centro Abrazar, dedicado ¨²nicamente a servir a los menores migrantes, cuyos derechos b¨¢sicos estaban siendo vulnerados.
Solo en Bogot¨¢ hay 63.000 ni?os v¨ªctimas del trabajo infantil, pese a que est¨¢ prohibido por ley
Para identificar a los ni?os que precisan asistencia, la SDIS realiza b¨²squedas activas en los sectores que colindan con los centros, como ocurri¨® en el caso de Mart¨ªnez. Tambi¨¦n cuentan con lo que llaman ¡°estrategia m¨®vil¡±: varios funcionarios se desplazan por la ciudad para localizar a ni?os en situaci¨®n de trabajo infantil o mendicidad, y ofertarles sus servicios. As¨ª encuentran a unos 4.000 menores al a?o, seg¨²n los datos de la entidad.
Catherine Moreno trabaj¨® durante m¨¢s de tres a?os en la estrategia m¨®vil, y ahora es la l¨ªder de los 13 centros Amar en Bogot¨¢. Para ella, la lucha en contra del trabajo infantil requiere de una labor en conjunto con los menores y sus familias. ¡°En la mayor¨ªa de los casos, los ni?os no trabajan, pero s¨ª acompa?an a sus padres en el trabajo o efect¨²an actividades que no son propias de su edad y que est¨¢n normalizadas en muchos hogares¡±, argumenta la mag¨ªster en Terapia Familiar por la Universidad Aut¨®noma de Barcelona, en Espa?a, moviendo las manos al ritmo acelerado de sus palabras. Por ejemplo, Mart¨ªnez cocina habitualmente en su casa. De hecho, explica c¨®mo prepara la comida con menos titubeos que los que tendr¨ªa cualquier adulto.
El acompa?amiento laboral y el encierro parentalizado ¡ªsituaci¨®n en la que los ni?os llevan a cabo tareas dom¨¦sticas o de cuidado m¨¢s de 15 horas semanales¡ª son las principales causas de ingreso a los centros, de acuerdo con la SDIS. Por esta ¨²ltima raz¨®n, Evelyn Guerra, de siete a?os, asiste despu¨¦s de clases al centro Amar de La Candelaria, en pleno coraz¨®n de la capital. ¡°Prefiero estar aqu¨ª con mis compa?eros que estar en mi casa¡±, apunta la ni?a, bati¨¦ndose el pelo, a la espera de bajar al aula de m¨²sica para cantar.
Despreocupada, Guerra comenta que vive con su padre, sus t¨ªas y sus abuelos. Relata que su abuela est¨¢ enferma y su pap¨¢ debe trabajar todo el d¨ªa. ¡°En la casa no tengo con quien jugar¡±, afirma con un tono de voz apagado. Por eso, la ni?a prefiere pasar las tardes en la casa colonial que aloja al centro Amar en La Candelaria, al que acuden 105 menores para participar en actividades de aprendizaje y recreaci¨®n. ¡°Queremos que visiten nuevos lugares y que se convenzan de que pueden cumplir sus sue?os¡±, apunta Moreno. En el futuro, el peque?o Mart¨ªnez asegura que anhela entrar en el ej¨¦rcito y Guerra no descarta ser cantante.
A pesar de que la cobertura de los centros no es muy amplia si se compara con la cantidad de ni?os afectados por el trabajo infantil en Bogot¨¢, la SDIS no prev¨¦ la construcci¨®n de m¨¢s sedes. ¡°No contamos con presupuesto para hacerlo¡±, dice la secretaria Barraquer. Para ella, las soluciones deben apuntar a la ra¨ªz principal del problema: la falta de recursos de las familias, que acaba arrastrando a los ni?os a buscar empleos, a acompa?ar a sus padres al trabajo o la mendicidad. ¡°Es necesario que las administraciones pongan en marcha programas de lucha contra la pobreza¡±, zanja. En Bogot¨¢, seg¨²n el ¨²ltimo informe del DANE, el ¨ªndice de pobreza supera el 35%.
En el campo la situaci¨®n es peor. De acuerdo con las cifras del DANE, del medio mill¨®n de ni?os trabajadores que se estima que hay en Colombia, m¨¢s de 316.000 se dedican a labores de agricultura, ganader¨ªa, caza, y pesca. La batalla contra este problema es, adem¨¢s, desigual seg¨²n el territorio. Mientras que la tasa de trabajo infantil en el pa¨ªs baj¨® del 5% en 2020 al 4,8% en 2021, en la ciudad de Cali se ha producido un aumento, y en Cartagena varios menores han sido recientemente rescatados por ejercer mendicidad, seg¨²n el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar, principal entidad encargada de la protecci¨®n de los ni?os y adolescentes.
¡°Si la vida de un solo ni?o cambia, nuestra labor ya ha valido la pena¡±, argumenta Moreno con una sonrisa. Mientras que la funcionaria, que es psic¨®loga de profesi¨®n, se pasea por el centro para estar al tanto de todas las gestiones; en un aula de la primera planta, el profesor Alex Gallego da instrucciones al grupo de ni?os del centro que aprenden y disfrutan de la m¨²sica. Se hacen llamar C.A.C Rockers, y ya tienen dos CDs con sonidos y letras propias.
Alex da una se?al y la canci¨®n Latinoam¨¦rica, de Calle 13, inunda el sal¨®n. ¡°T¨² no puedes comprar mi alegr¨ªa, t¨² no puedes comprar mis dolores¡±, cantan al un¨ªsono Evelyn, Daisy, Antonela, Nicol y Justin. A su lado, tres menores m¨¢s acompa?an las voces con el bajo, la bater¨ªa y los tambores, mientras el profesor toca la guitarra. Los compases suenan intensamente y los ni?os entonan cada palabra con fervor. Al terminar, Gallego muestra unas hojas sueltas de cuaderno con las letras que componen los peque?os artistas. En uno de los papeles rasgados se lee: ¡°Nos tratan como si no supi¨¦ramos hablar, piensan que porque somos chiquitos, nuestra voz no se elevar¨¢¡±.
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