Carlos III se niega a devolver a Etiop¨ªa los restos del pr¨ªncipe Alemayehu
Capturado a los siete a?os por la expedici¨®n brit¨¢nica que acab¨® con el reinado de Teodoro II en 1868, el emperador de la entonces Abisinia muri¨® a los 18 a?os en el Reino Unido y fue enterrado en la capilla de Windsor
El Reino Unido apenas ha comenzado a reparar el dolor que dejaron tras de s¨ª d¨¦cadas de colonialismo e imperio. En parte por pura resistencia; en parte porque la reparaci¨®n, en muchas ocasiones, tiene un coste a?adido que las instituciones se resisten a asumir. El Palacio de Buckingham ha vuelto a rechazar expresamente la devoluci¨®n de los restos del pr¨ªncipe Alemayehu de Etiop¨ªa (entonces Abisinia), arrebatado de su tierra en 1868 cuando ten¨ªa siete a?os y enterrado a los 18 en la capilla de San Jorge del castillo de Windsor, propiedad de la familia real brit¨¢nica. Sus familiares, descendientes del rey Teodoro II (negus negusti o emperador de Abisinia, en lengua am¨¢rica), y el propio Gobierno et¨ªope, reclaman incesantemente el regreso de Alemayehu, y confiaban en que el acceso al trono de Carlos III de Inglaterra podr¨ªa ayudar a su causa. El actual rey ha pedido disculpas expresas en varias ocasiones por los v¨ªnculos de la corona con el colonialismo y el comercio de esclavos, y recientemente hab¨ªa tomado la decisi¨®n de permitir que se abrieran los archivos reales para investigar a fondo esos v¨ªnculos.
¡°Es muy poco probable que esos restos sean exhumados sin alterar el descanso y la paz de un gran n¨²mero de fallecidos que permanecen tambi¨¦n enterrados all¨ª¡±, ha explicado a la BBC su negativa el Palacio de Buckingham, a trav¨¦s de un comunicado.
La expedici¨®n brit¨¢nica a Abisinia
En 1868, bajo el mando de Robert Napier, oficial del ej¨¦rcito del Raj brit¨¢nico (el Gobierno colonial de la corona brit¨¢nica sobre el subcontinente indio), una expedici¨®n de 13.000 soldados, 40 elefantes y centenares de mulas se dirigi¨® hacia Abisinia en una misi¨®n punitiva y de exhibici¨®n de fuerza y poder. ¡°La expedici¨®n brit¨¢nica a Abisinia no fue impulsada por una sed de gloria ni por un deseo de conquista¡±, escribi¨® un a?o despu¨¦s el capit¨¢n Henry. M. Hozier, asistente de Napier, en el tono propio de la ¨¦pica colonial victoriana. ¡°Su ¨¦xito fue enorme. Inglaterra no logr¨® con ello agrandar sus territorios, pero tuvo su recompensa. El resultado fue elevar la estimaci¨®n de Europa por el ej¨¦rcito brit¨¢nico¡±, relata Hozier.
El emperador Teodoro II, irritado por la falta de respuesta de la reina Victoria a la carta en la que suger¨ªa una alianza de los dos imperios, as¨ª como la petici¨®n de munici¨®n, armamento y expertos militares, acab¨® capturando y manteniendo como rehenes a varios misioneros y diplom¨¢ticos europeos en la ciudad de Magdala, entre ellos al c¨®nsul brit¨¢nico. ¡°Lo que ocurri¨® a continuaci¨®n puede ser descrito como una lluvia de fuego, y una de las mayores org¨ªas de saqueo y rapi?a llevada a cabo en nombre del imperio brit¨¢nico¡±, relat¨® hace a?os la escritora et¨ªope-estadounidense Maaza Mengiste.
La historia cuenta que el emperador Teodoro se suicid¨® de un disparo en la boca, en medio de los miles de muertos a manos de los brit¨¢nicos en la batalla de Magdala. As¨ª lo muestra una ilustraci¨®n de Emile Bayard que fue incluida en la Historia de Inglaterra, de Cassell. Su final acab¨® convirtiendo la figura del monarca en un h¨¦roe para su pueblo, y la leyenda se ha extendido hasta el d¨ªa de hoy. Napier no tuvo bastante con la aniquilaci¨®n del ej¨¦rcito abisinio. Orden¨® tambi¨¦n la matanza de los habitantes de Magdala y la destrucci¨®n de sus viviendas. El ej¨¦rcito brit¨¢nico saque¨® la ciudad y se llev¨® joyas, coronas, objetos religiosos y manuscritos que acabaron esparcidos por museos y bibliotecas de Europa.
¡°Una placa en la nave central de San Jorge contiene las palabras escritas por la reina Victoria, ¡®era un extra?o y me acogiste en tu interior¡¯. Pero el cuerpo de Alamayehu descansa en la cripta de ladrillos que hay fuera de la capilla. ?l no fue acogido ¡®en el interior¡±Lemn Sissay, autor y locutor brit¨¢nico de origen et¨ªope
Para reforzar su seguridad en el viaje de regreso, la expedici¨®n captur¨® a la emperatriz Tiruwork Wube, esposa de Teodoro, y a su hijo, el pr¨ªncipe Alemayehu, que ten¨ªa entonces siete a?os. La emperatriz muri¨® durante la traves¨ªa de regreso a Inglaterra, a bordo del Feroze. La reina Victoria se encari?¨® con el peque?o pr¨ªncipe y con su gesto melanc¨®lico ¡ªque nunca le abandon¨®¡ª cuando lo conoci¨® en la isla de Wight, donde sol¨ªa descansar. Acord¨® dejar al primer ni?o secuestrado por el imperio y arrebatado de su tierra en manos del capit¨¢n Tristam Speedy, el oficial principalmente responsable del ¨¦xito militar de Napier. Hombre extra?o, siempre ataviado con ropas orientales, acostumbrado incluso a dormir en la misma cama que el pr¨ªncipe, se lo llev¨® con ¨¦l de viaje por medio mundo hasta que el Palacio de Buckingham decidi¨® que el peque?o necesitaba una educaci¨®n formal. Fue enviado al colegio privado Rugby, y poco despu¨¦s a la Academia Militar Real de Sandhurst. En ambos sitios sufri¨® acoso y fue un ni?o desdichado. Al cumplir los 18 a?os y perder la manutenci¨®n real, Speedy decidi¨® dejarlo en manos del doctor Arthur Ransome, en la localidad inglesa de Leeds. Muri¨® poco despu¨¦s de una pleures¨ªa, convencido de que alguien le hab¨ªa envenenado y sin dejar de a?orar su Etiop¨ªa natal.¡°Muy dolorida y conmocionada al haber sabido, a trav¨¦s de un telegrama, del fallecimiento esta misma ma?ana del bueno de Alemayehu¡±, escribi¨® en su diario la reina Victoria. ¡°?Es tan triste! Tan solo, en un pa¨ªs extra?o, sin un solo familiar (...) Su vida no fue feliz. Llena de dificultades de todo tipo. Tan sensible, siempre pensando que la gente le miraba fijamente por el color de su piel. Todos estamos muy tristes¡±, conclu¨ªa la monarca.
Decidi¨® darle entierro en la capilla de San Jorge, en el castillo de Windsor. Pero no en la cripta real donde descansan los restos de Enrique VIII o de Isabel II, sino en las catacumbas adyacentes a la capilla. ¡°Una placa de bronce en la nave central de San Jorge contiene las palabras escritas por la propia reina Victoria, ¡®era un extra?o y me acogiste en tu interior¡¯. Pero el cuerpo de Alamayehu descansa en la cripta de ladrillos que hay fuera de la capilla. ?l no fue acogido ¡®en el interior¡±, ha denunciado Lemn Sissay, el autor y locutor brit¨¢nico de origen et¨ªope.
El Palacio de Buckingham ha querido mostrar su respeto hacia la especial sensibilidad y necesidad de honrar los restos del pr¨ªncipe, pero insiste en que tambi¨¦n es responsable de ¡°preservar la dignidad del resto de fallecidos¡±. En ocasiones anteriores, la casa real brit¨¢nica ha hecho lo necesario, dicen, por atender a las delegaciones et¨ªopes que han querido visitar Windsor.
En marzo de 2019, el Reino Unido hizo entrega, en el Museo Nacional del Ej¨¦rcito en Londres, de un mech¨®n del cabello del emperador Teodoro II a una delegaci¨®n del Gobierno et¨ªope. Sin embargo, el pa¨ªs que encontr¨® los restos de Ricardo III en un aparcamiento p¨²blico y no tuvo reservas en levantar los terrenos para recuperar los restos es incapaz, hasta la fecha, de explicar por qu¨¦ no permite el rescate y la devoluci¨®n a su pa¨ªs, a trav¨¦s de las modernas t¨¦cnicas para identificar el ADN, del ni?o que simboliza la parte m¨¢s triste y desalmada de su pasado colonial.
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