¡°Para nosotros, pobre es el que no tiene tierra¡±
El l¨ªder ind¨ªgena indonesio Bandi Apai Janggut es uno de los tres premiados con el galard¨®n a la Humanidad de la Fundaci¨®n Gulbenkian por la preservaci¨®n de la selva en la que habita. La comunidad decidir¨¢ c¨®mo usar los 330.000 euros obtenidos
Bandi Apai Janggut ha viajado durante cuatro d¨ªas para llegar a Lisboa desde la comunidad Sungai Utik, en los remotos bosques de Kapuas Hulu, en el Kalimant¨¢n occidental de Indonesia. Pero ni la distancia ni su edad, unos 85 a?os (m¨¢s o menos, no est¨¢ seguro), han impedido que acuda a recibir el Premio a la Humanidad que otorga anualmente la Fundaci¨®n Calouste Gulbenkian en la capital portuguesa. Un galard¨®n que recibe como l¨ªder tradicional de los ind¨ªgenas dayak iban, que salvaguardan unas 7.500 hect¨¢reas de bosque tropical primario ¨Dde las 10.000 de tierra que poseen¨D en un pa¨ªs que ha perdido 10,2 millones de hect¨¢reas de ese patrimonio natural desde 2002, principalmente talado y sustituido por plantaciones para la producci¨®n de aceite de palma y pasta de papel.
¡°El reconocimiento es para toda la comunidad¡±, repite Apai Janggut. Mientras habla, mira directamente a los ojos de quien le pregunta, aunque sabe que solo una persona en la sala entiende sus palabras en su lengua, el iban, que son traducidas al indonesio y despu¨¦s transmitidas en ingl¨¦s. Con los 278 miembros de la ¡°casa grande¡± Sungai Utik, como llaman literalmente a la estructura de m¨¢s de 200 metros de largo compartimentada en viviendas para cada familia de la comunidad, discutir¨¢ a su regreso a qu¨¦ destinar¨¢n los m¨¢s de 330.000 euros que les corresponden del galard¨®n. El mill¨®n de euros del premio se reparte en cantidades iguales entre los tres condecorados: la activista y agr¨®noma camerunesa C¨¦cile Bibiane Ndjebet, la ecologista, dise?adora y escen¨®grafa brasile?a L¨¦lia Wanick Salgado y el propio Bandi Apai Janggut.
La decisi¨®n ser¨¢ consensuada, asegura el l¨ªder iban, pero ya tiene en mente una propuesta: ¡°Invertir m¨¢s en recursos humanos, sobre todo en los m¨¢s j¨®venes, para que accedan a educaci¨®n y sanidad, y garantizar sus medios de vida¡±. Quiz¨¢, avanza, apoyando un proyecto de ecoturismo que los iban planean desde hace tiempo. ¡°Sin afectar al bosque¡±, aclara. De hecho, subraya, el objetivo es obtener recursos para poder seguir conserv¨¢ndolo intacto.
Esas son las principales metas de los dayak iban despu¨¦s de haber ganado, a finales de 2019, una batalla que se prolong¨® durante 40 a?os para que se les reconociese legalmente la propiedad de las 10.000 hect¨¢reas de bosque que habitan; y mantenerlo a salvo de las garras de las excavadoras, que ya en los ochenta a punto estuvieron de convertir Kapuas Hulu en un sembrado m¨¢s de palma aceitera. Apai Janggut lider¨® entonces a su comunidad en la oposici¨®n a tal incursi¨®n del sector privado. Logr¨® paralizar el proyecto y todos los intentos que lo siguieron.
El bosque es la herencia que dejamos a las generaciones futuras
¡°Para el pueblo iban el bosque lo es todo. Nos da los alimentos que cultivamos, los animales que cazamos y los r¨ªos donde pescamos. Son fuente de vida. Nuestra filosof¨ªa es que la tierra es nuestra madre, el bosque es nuestro padre y el agua, nuestra sangre. Ning¨²n humano normal querr¨ªa herir a sus padres, por eso nunca le haremos da?o al bosque¡±, razona, con susurros por momentos inaudibles, con el movimiento de su barba blanca como ¨²nico indicador de que est¨¢ hablando.
La certeza de que el bosque es su riqueza ha hecho que este l¨ªder ind¨ªgena rechace todas las ofertas para vender su ¨²nico patrimonio. ¡°Se puede decir que los iban somos pobres porque no tenemos dinero, pero para nosotros pobre es el que no tiene tierra¡±. En vez de una cuenta bancaria con varios ceros, un piso o las joyas de la abuela, el legado que este pueblo quiere dejar a sus descendientes son ¨¢rboles y agua limpia. ¡°Tenemos que proteger el bosque porque es la herencia que nos dejaron nuestros antepasados y la que dejaremos a las generaciones futuras¡±.
Ahora, con sus derechos sobre la selva reconocidos negro sobre blanco, los iban se sienten m¨¢s seguros frente a posibles empresas depredadoras. Pero otros territorios y pueblos no gozan de esa protecci¨®n ni de la fortaleza inquebrantable de sus habitantes para resistir las invasiones, presiones u ofertas tentadoras de la industria. Indonesia es el mayor exportador del mundo de aceite de palma (m¨¢s del 54%), un suculento negocio que devora la selva a bocados. Pero el modo de vida ind¨ªgena enfrenta una nueva amenaza: el cambio clim¨¢tico. ¡°Sentimos su impacto porque ya no podemos planificar cu¨¢ndo empezar a cultivar y las cosechas se han reducido¡±, afirma Apai. Y contra eso, no hay papel que les proteja. Es ¡°clave que la gente tome conciencia y asuma su responsabilidad¡±.
Consciente de que la cultura iban que les vincula al cuidado del bosque no es exportable a occidente, Apai espera, al menos, ¡°poder inspirar a la comunidad internacional¡± para que proteja del modo que le corresponda los bosques que a¨²n quedan en pie. Estos act¨²an como almacenes de carbono, son el hogar y sustento de animales y personas, adem¨¢s de regular el clima del planeta y las precipitaciones.
A finales de 2019, este pueblo ind¨ªgena logr¨® que el gobierno indonesio le reconociera legalmente como propietario de 10.000 hect¨¢reas de las selvas de Kapuas Hulu, en el Kalimant¨¢n occidental
Adem¨¢s, Apai Janggut conoce bien el impacto positivo que puede tener la concesi¨®n de un galard¨®n internacional a su comunidad. ¡°Es un orgullo, porque lo que hacemos no solo nos beneficia a nosotros, sino al mundo entero¡±, subraya. Y representa una inyecci¨®n de fondos para impulsar proyectos que mejoren la vida de sus vecinos. Pero sobre todo, los reconocimientos sirven para concienciar e, incluso, propiciar avances en su lucha de David contra Goliat en la preservaci¨®n. En Sungai Utik est¨¢n convencidos de que el Premio Ecuador que les concedi¨® el Programa de la ONU para el Desarrollo (PNUD) en junio de 2019 favoreci¨® que, apenas unos meses despu¨¦s, el Gobierno indonesio les reconociera la propiedad ind¨ªgena de Kapuas Hulu, al darse cuenta de la atenci¨®n que despertaba su papel en la lucha contra el cambio clim¨¢tico.
Por eso, Bandi Apai Janggut ha recorrido los 13.000 kil¨®metros que separan su hogar de Lisboa: para que la excanciller alemana Angela Merkel, presidenta del jurado del Premio a la Humanidad, le entregue en una gala frente a las m¨¢s altas autoridades lusas, la medalla con el rostro grabado de Calouste Gulbenkian, un empresario armenio que lleg¨® a ser una de las personas m¨¢s ricas del mundo en la primera mitad del siglo XX, gracias al negocio del petr¨®leo con Oriente Medio. Y que, asentado en Portugal en la Segunda Guerra Mundial, decidi¨® crear una fundaci¨®n con su nombre y donar a su muerte su extenso patrimonio art¨ªstico al Estado portugu¨¦s.
Hoy, parte del legado filantr¨®pico del millonario sirve para reconocer y dotar econ¨®micamente, desde 2020, a quienes protegen el planeta. En la primera edici¨®n, la galardonada con un mill¨®n de euros fue la activista Greta Thunberg, quien don¨® el premio a distintas organizaciones ecologistas en el sur global. En esta cuarta entrega, el jurado ha seleccionado por primera vez, de entre 140 nominaciones de 55 pa¨ªses, a tres l¨ªderes de la conservaci¨®n y restituci¨®n de los bosques del sur global.
¡°En vez de quejarse, decidieron hacer algo y convencer a otros¡±, destaca Merkel. ¡°No han aceptado que el cambio clim¨¢tico sea un destino inevitable, sino que han decidido actuar contra ¨¦l¡±.
¡ª El jurado dice que el bosque h¨²medo que los dayak iban preservan es un ¡°para¨ªso existente¡±. ?C¨®mo es?
¨D Es muy bello porque es todav¨ªa virgen. Y el r¨ªo est¨¢ muy limpio. Por eso, nuestra casa se llama Sungai Utik, que significa agua clara. Y es bastante dif¨ªcil encontrar r¨ªos limpios en Indonesia, la mayor¨ªa est¨¢n turbios. Es porque protegemos al bosque y, cuando lo hacemos, el bosque nos protege a nosotros. Lo podemos demostrar. Ven y lo ves.
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