El desamparo legal y la pobreza presionan a los sudaneses en Egipto, mientras miles colapsan la frontera
M¨¢s de 250.000 personas han entrado en el pa¨ªs huyendo de la guerra, pero las autoridades de El Cairo endurecen las condiciones de entrada de los refugiados, que quedan adem¨¢s desatendidos y en una gran precariedad
La guerra en Sud¨¢n entre el Ej¨¦rcito regular y las paramilitares Fuerzas de Apoyo R¨¢pido ha cumplido esta semana 100 d¨ªas sin ninguna perspectiva de resoluci¨®n a la vista: la espiral de violencia se est¨¢ acelerando en la capital, Jartum, y en la regi¨®n de Darfur; se han abierto nuevos frentes en el sur del pa¨ªs, y la mediaci¨®n internacional est¨¢ estancada. Sud¨¢n se est¨¢ descomponiendo a un ritmo vertiginoso, la presi¨®n y las necesidades de la poblaci¨®n son cada vez m¨¢s acuciantes y la ayuda humanitaria solo llega en cuentagotas.
En este contexto, el n¨²mero de personas que se est¨¢n viendo obligadas a huir en busca de una mayor seguridad es cada vez mayor: se calcula que el conflicto ha dejado ya m¨¢s de 3,3 millones de desplazados. De estos, casi 2,7 millones han escapado a zonas del pa¨ªs m¨¢s estables, mientras que m¨¢s de 840.000 han buscado refugio en alg¨²n pa¨ªs vecino.
Uno de los principales destinos, sobre todo para quienes escapan de Jartum, es Egipto, donde ya viv¨ªan antes de que estallara el conflicto decenas de miles de sudaneses, muchos de ellos llegados en las olas de refugiados que causaron desde los a?os cincuenta las otras dos guerras civiles de Sud¨¢n y el genocidio de Darfur. En esta ocasi¨®n, Egipto ha recibido, en apenas tres meses y medio de combates, a al menos 257.000 sudaneses.
2,7 millones de sudaneses han escapado a zonas del pa¨ªs m¨¢s estables, mientras que m¨¢s de 840.000 han buscado refugio en alg¨²n pa¨ªs vecino
Aunque Egipto no ha adoptado en ning¨²n momento una pol¨ªtica de puertas abiertas total hacia sus vecinos del sur, inicialmente las autoridades se mostraron m¨¢s bien permisivas. Pero a medida que el conflicto se enquista y el flujo de llegadas contin¨²a, El Cairo ha ido adoptando medidas m¨¢s estrictas en la frontera, y dentro del pa¨ªs muchos de los sudaneses que han llegado est¨¢n teniendo que afrontar condiciones de vida cada vez m¨¢s dif¨ªciles.
Larga espera
Quienes tienen los recursos y optan por abandonar Sud¨¢n y buscar refugio en Egipto, deben recorrer primero una impredecible ruta por carretera de unos 1.000 kil¨®metros hasta alcanzar la frontera. Desde que empez¨® la guerra, adem¨¢s, es particularmente dif¨ªcil encontrar medios de transporte para realizar el trayecto, y los precios que se piden son descritos como desorbitados.
Dado que Egipto no permite que todos los que huyen de Sud¨¢n entren en el pa¨ªs de forma autom¨¢tica, los que quieren hacerlo tienen que solicitar antes un visado, para lo cual necesitan tener sus documentos en regla. La mayor¨ªa de quienes pueden los tramitan en una oficina consular en la ciudad fronteriza de Wadi Halfa. Pero el proceso lleva semanas de espera sin garant¨ªas.
Desde all¨ª, y seg¨²n explica Yousef, una vez presentados los documentos en la oficina consular egipcia, el visado suele recibirse en una semana. Pero el proceso se ralentiza por la larga lista de espera que hay para realizar la solicitud. En su caso, este joven sudan¨¦s espera desde el 14 de mayo. ¡°Mis papeles est¨¢n listos pero estoy aguardando a que me citen para entregar el pasaporte¡±, cuenta a EL PA?S con la condici¨®n de que se publique solo su nombre de pila.
Durante los primeros compases del conflicto, Egipto permiti¨® que todas las mujeres, ni?os y hombres mayores entraran en el pa¨ªs sin visado, que solo era obligatorio para varones de entre 17 y 50 a?os. Pero a mediados de junio, El Cairo anunci¨® nuevos requisitos de acceso y empez¨® a exigir visado a todos. ¡°La mayor¨ªa de gente siguen siendo hombres, pero [tambi¨¦n] hay muchas familias debido a los nuevos procedimientos¡±, explica Yousef.
Estos nuevos requerimientos est¨¢n provocando un cuello de botella en Wadi Halfa, que no da abasto para cubrir las necesidades de alojamiento y servicios b¨¢sicos de toda la gente que se ha ido concentrando desde el inicio de la guerra. A mitad de julio hab¨ªa al menos 120.000 sudaneses atrapados en la localidad y en sus alrededores, seg¨²n Refugees International, una organizaci¨®n humanitaria independiente con sede en Estados Unidos.
¡°La situaci¨®n en la frontera est¨¢ empeorando, especialmente en el lado sudan¨¦s, y las restricciones adicionales de Egipto empeorar¨¢n la ya de por s¨ª fr¨¢gil situaci¨®n¡±, considera Abdullahi Halakhe, experto en ?frica Oriental y Meridional de Refugees International y autor de un estudio reciente sobre la situaci¨®n de los refugiados sudaneses en Egipto. ¡°La ciudad no est¨¢ preparada para el enorme n¨²mero de personas que llega¡±, agrega.
Yousef, por su parte, se?ala que la situaci¨®n var¨ªa mucho en funci¨®n de los recursos de quienes llegan a Wadi Halfa. ¡°Para los que tienen vivienda es relativamente buena, [pero] es dif¨ªcil encontrar [alojamiento] y los precios soy muy altos. Para los que no tienen nada, el Gobierno ha abierto escuelas e instalaciones p¨²blicas para que puedan vivir¡±, apunta.
La situaci¨®n en la frontera est¨¢ empeorando, especialmente en el lado sudan¨¦s, y las restricciones adicionales de Egipto empeorar¨¢n la ya de por s¨ª fr¨¢gil situaci¨®nAbdullahi Halakhe, experto de Refugees International
Por ¨²ltimo, aquellos que consiguen un visado deben enfrentarse de nuevo a largas colas en el lado sudan¨¦s del paso fronterizo en condiciones muy precarias y marcadas por la falta de sombra, a pesar de encontrarse en pleno desierto, as¨ª como de agua, comida, medicinas y productos de aseo. Cuando cruzan al lado egipcio la situaci¨®n mejora notablemente gracias al despliegue de algunas agencias humanitarias y de ONG. ¡°Las autoridades egipcias [deber¨ªan] permitir entrar a los sudaneses como refugiados prima facie. Esto no es algo dif¨ªcil, Egipto lo utiliz¨® para los refugiados sirios. Es lo que hay que hacer, y una obligaci¨®n para Egipto¡±, indica Halakhe. Aunque la gesti¨®n egipcia de la entrada de sudaneses ha recibido algunas cr¨ªticas, ning¨²n pa¨ªs occidental ha abierto corredores seguros para acoger a quienes huyen de la guerra.
Desamparo en Egipto
Una vez en Egipto, muchos sudaneses permanecen en una situaci¨®n de gran vulnerabilidad y desamparo a nivel tanto administrativo como material debido a la desatenci¨®n del Estado egipcio, al racismo y la discriminaci¨®n social, y a las grandes dificultades a las que se enfrentan para encontrar alojamiento y oportunidades de trabajo dignas.
Las autoridades egipcias presumen de que el pa¨ªs no tiene campos de refugiados y de que consideran hu¨¦spedes a quienes llegan. Pero organizaciones de derechos humanos llevan a?os se?alando que detr¨¢s de esta ret¨®rica aparentemente bienintencionada se esconde una realidad problem¨¢tica, sobre todo porque el estatus de refugiado tiene car¨¢cter legal y garantiza derechos de los que, al no reconocerlos como tal, el Estado evita tener que responsabilizarse.
En esta l¨ªnea, las autoridades egipcias tienen delegado el registro de solicitantes de asilo y el proceso de determinaci¨®n del estatus de refugiado a la Agencia de la ONU para los Refugiados (Acnur). Pero esta opera con unos fondos limitados y, seg¨²n grupos, como Refugees International, aplica unos criterios tan restrictivos para conceder la condici¨®n de refugiado que ha dejado tradicionalmente a la mayor¨ªa de sudaneses fuera.
Esto ha llevado a que la mayor¨ªa de personas que llegan ahora a Egipto opten directamente por no acudir a Acnur e ir renovando cada varios meses un permiso de residencia. Desde el inicio de la guerra, 43.300 sudaneses est¨¢n a la espera de registrarse con esta agencia de la ONU y casi 23.000 ya lo han logrado, seg¨²n indica a este diario Christine Beshay, responsable de comunicaci¨®n de Acnur en Egipto.
Otro motivo por el que algunos optan por no registrarse es que les impedir¨ªa salir de Egipto, donde muchos no quieren quedarse. Mohamed, un sudan¨¦s que lleg¨® a El Cairo hace dos semanas tras pasar 58 d¨ªas en Wadi Halfa, es uno de ellos. ¡°Si te registras [con Acnur] recibes una tarjeta amarilla [de registro de solicitante de asilo], pero entonces no puedes viajar; y yo quiero viajar¡±, explica a EL PA?S con la condici¨®n de que se publique tambi¨¦n solo su nombre, para poder hablar con mayor seguridad.
Esta gesti¨®n pas¨® inicialmente m¨¢s desapercibida porque la primera ola de refugiados sudaneses que lleg¨® a Egipto inmediatamente despu¨¦s de que estallara la guerra en Sud¨¢n inclu¨ªa un gran n¨²mero de personas de clases acomodadas, en algunos casos con vivienda en el pa¨ªs o segundo pasaporte. Pero ahora el perfil est¨¢ cambiando. ¡°La oleada inicial de sudaneses que llegaron a Egipto eran personas con medios para tener m¨¢s de un pasaporte; algunos se quedaron en Egipto, ya que puede que tengan pisos y pod¨ªan permitirse pagar el alquiler¡±, nota Halakhe. ¡°[Pero] cada vez entran m¨¢s personas que no pueden permitirse ni siquiera el billete de autob¨²s para llegar a Egipto¡±, agrega.
Junto a este desamparo legal se encuentran los problemas que afrontan muchos refugiados sudaneses en Egipto para encontrar alojamiento y disponer de oportunidades laborales dignas que les permitan garantizarse su propia subsistencia. En este sentido, y en ausencia del Estado, las principales redes de apoyo para muchos tienden a ser familiares y amigos, otros refugiados, organizaciones comunitarias, y grandes ONG y agencias humanitarias.
Mohamed cuenta que por este motivo hay muchos refugiados concentrados alrededor de las sedes de organizaciones que ofrecen ayuda, como Acnur y el Programa Mundial de Alimentos (PMA). Tambi¨¦n nota que muchos optan por buscar alojamiento en barrios de clases populares de El Cairo y en ciudades sat¨¦lite alrededor de la capital, de precios m¨¢s bajos.
La situaci¨®n es especialmente delicada actualmente porque la ola de refugiados coincide con que Egipto atraviesa una grave crisis econ¨®mica desde la invasi¨®n rusa de Ucrania. Desde marzo de 2022, su moneda se ha devaluado un 50% y la inflaci¨®n en junio alcanz¨® un m¨¢ximo hist¨®rico del 35,7%, lo que est¨¢ haciendo mella en los bolsillos egipcios. ¡°La econom¨ªa egipcia atraviesa una crisis aguda, por lo que, incluso si se les permite entrar en Egipto, es incre¨ªblemente dif¨ªcil [vivir] sin un apoyo m¨ªnimo para la subsistencia y subsidios de alquiler¡±, se?ala Halakhe. ¡°Los donantes deben financiar a las autoridades egipcias y a Acnur de forma sostenible para que puedan ayudar a los refugiados¡± considera.
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