La inseguridad y las trabas burocr¨¢ticas dificultan la llegada de ayuda humanitaria a Sud¨¢n
Unos 25 millones de personas, m¨¢s de la mitad de la poblaci¨®n del pa¨ªs, necesitan asistencia, seg¨²n la ONU. Desde que comenzaron los combates en abril, m¨¢s de dos millones de personas han tenido que abandonar su hogar
El pasado 9 de junio, un convoy de M¨¦dicos Sin Fronteras (MSF) que se hallaba en la salida de un almac¨¦n de la organizaci¨®n en Sud¨¢n fue detenido por miembros de las Fuerzas de Apoyo R¨¢pido, el grupo paramilitar que lleva desde abril enzarzado en una feroz lucha por el poder en el pa¨ªs con el Ej¨¦rcito regular. Acto seguido, los uniformados les mandaron grabar ante una c¨¢mara, y bajo evidente coacci¨®n, una declaraci¨®n sobre su supuesta buena voluntad y colaboraci¨®n. Todo, para poder continuar con su viaje. En un mensaje difundido en las redes sociales tras lo sucedido, MSF declar¨® que se vieron ¡°obligados a hacerlo¡± para evitar males mayores. Pero reiteraron que no est¨¢n alineados con ninguno de los bandos en conflicto y que su ¨²nico objetivo es apoyar a la poblaci¨®n afectada por los combates, y pidieron a las partes que garanticen su paso sin obst¨¢culos.
El incidente del convoy de MSF qued¨® finalmente en un mal trance, pero volvi¨® a poner de relieve las dificultades que est¨¢n encontrando las organizaciones de ayuda humanitaria para trabajar en Sud¨¢n desde el inicio de la guerra. Entre los principales obst¨¢culos figuran una falta general de garant¨ªas de seguridad, trabas burocr¨¢ticas y log¨ªsticas e intentos de ambos bandos de instrumentalizar la ayuda deliberadamente, lo que est¨¢ provocando que su despliegue est¨¦ muy lejos de poder cubrir las grandes necesidades de la poblaci¨®n. Aunque el Ej¨¦rcito y los paramilitares han declarado m¨²ltiples altos el fuego humanitarios desde el inicio de las hostilidades, estos han sido sistem¨¢ticamente violados y apenas han servido para reducir la intensidad de la violencia de forma puntual en Jartum, por lo que la distribuci¨®n de ayuda humanitaria se ha beneficiado muy poco de las treguas.
¡°Llevamos tres meses de guerra y las necesidades son cada vez mayores, pero seguimos sin poder trabajar a la escala y rapidez que quisi¨¦ramos porque hay muchos impedimentos para la acci¨®n humanitaria, y eso es desgarrador para los que la esperan¡±, desliza Mathilde Vu, la directora de incidencia pol¨ªtica para Sud¨¢n del Consejo Noruego para Refugiados.
Desde que estallaron los primeros combates en Sud¨¢n el pasado 15 de abril las dos zonas m¨¢s castigadas por los choques han sido Jartum y la regi¨®n occidental de Darfur, aunque en las ¨²ltimas semanas el conflicto se est¨¢ propagando de forma alarmante hacia el sur. Todas estas partes sufren una profunda escasez de productos b¨¢sicos como comida, agua, medicamentos y combustibles, cuyos precios se han disparado, su sistema de salud ha colapsado y han sufrido una gran devastaci¨®n de edificios residenciales e infraestructuras. Hasta la fecha se han documentado m¨¢s de 3.000 muertos y 10.000 heridos, seg¨²n datos del Ministerio de Salud, aunque se considera que las cifras reales son superiores. Adem¨¢s, m¨¢s de dos millones de personas se han tenido que desplazar internamente a causa de los combates, y m¨¢s de 600.000 han buscado ya refugio en alg¨²n pa¨ªs vecino. Seg¨²n calculan varias agencias de la ONU, unas 25 millones de personas, m¨¢s de la mitad de la poblaci¨®n, necesitan asistencia, incluidos m¨¢s de 13,5 millones de ni?os.
Inseguridad
En un contexto de lucha abierta entre el Ej¨¦rcito y las Fuerzas de Apoyo R¨¢pido en Sud¨¢n, el principal obst¨¢culo de las agencias humanitarias para aumentar sus actividades en el pa¨ªs es la falta general de seguridad, particularmente en Jartum, Darfur y cada vez m¨¢s en la regi¨®n meridional de Kordof¨¢n. Desde el estallido de la guerra, al menos 15 trabajadores humanitarios han muerto y muchos m¨¢s han resultado heridos, seg¨²n un recuento de la ONU. La mayor¨ªa han fallecido en Darfur. ¡°Tenemos que dedicar mucho tiempo a cuestiones de seguridad, a asegurarnos de que nuestro personal est¨¢ a salvo cuando presta asistencia, y a ser realmente muy competentes sobre c¨®mo podemos prestar la ayuda de manera que apoye a las comunidades con las que trabajamos y c¨®mo podemos asegurarnos de que podemos hacerlo manteni¨¦ndonos a salvo¡±, explica David MacDonald, director de CARE International en Sud¨¢n (CIS).
Al menos 15 trabajadores humanitarios han muerto y muchos m¨¢s han resultado heridos
A nivel log¨ªstico, el hecho de que los combates empezaran en Jartum dificult¨® una respuesta r¨¢pida tanto por parte de la ONU como de ONG, ya que se vieron forzados a suspender de forma temporal su acci¨®n, evacuar a gran parte del personal y reevaluar la situaci¨®n. En muchos casos la actividad se empez¨® a reestablecer despu¨¦s de que la mayor¨ªa trasladara la base de sus operaciones a la ciudad de Puerto Sud¨¢n, en el mar Rojo, que cuenta con un aeropuerto y se ha mantenido hasta ahora a salvo de los combates.
Reactivarse, sin embargo, tambi¨¦n ha supuesto un dolor de cabeza por la magnitud de los saqueos que han sufrido desde el inicio de la guerra las agencias de ayuda humanitaria. Aunque muchas aseguran estar evaluando todav¨ªa las p¨¦rdidas, se tiene constancia de que al menos 198 veh¨ªculos han sido robados y 78 oficinas y 44 almacenes saqueados, seg¨²n indica Guiomar Pau Sole, una portavoz de la oficina de la ONU para la coordinaci¨®n de asuntos humanitarios (OCHA). Esto est¨¢ obligando a las organizaciones activas en Sud¨¢n a reabastecerse y a encontrar nuevas ubicaciones seguras donde poder almacenar la ayuda.
Asimismo, Puerto Sud¨¢n se ubica en el extremo noreste del pa¨ªs, a m¨¢s de 800 kil¨®metros de Jartum y a unos 2.000 de El Fasher y Nyala, en Darfur, lo que representa un obst¨¢culo a?adido a la hora de distribuir ayuda por carretera, la ¨²nica v¨ªa de acceso. Tanto el Ej¨¦rcito como las Fuerzas de Apoyo R¨¢pido han sido acusados de obstaculizar adem¨¢s la entrega de asistencia en territorio del enemigo.
Trabas burocr¨¢ticas
A este contexto adverso se le suman las crecientes trabas burocr¨¢ticas impuestas por las autoridades de Sud¨¢n a la actividad de agencias humanitarias, lo que est¨¢ causando importantes retrasos en su acci¨®n y su capacidad para ampliar operaciones a pesar de que el Ej¨¦rcito se ha comprometido p¨²blicamente a facilitar las labores humanitarias. En la pr¨¢ctica, estas restricciones se est¨¢n traduciendo en la expedici¨®n de muchos menos visados de los que se est¨¢n solicitando, con cientos de trabajadores humanitarios a la espera de recibir la aprobaci¨®n de las autoridades locales. Enviar suministros a Puerto Sud¨¢n tambi¨¦n se ha convertido en un proceso muy lento, y lo mismo ocurre a la hora de recibir permisos de viaje para poder desplazarlos, junto con personal humanitario, dentro del pa¨ªs. En ocasiones las solicitudes han sido directamente rechazadas sin motivos claros.
Adem¨¢s, las autoridades de los diferentes Estados del pa¨ªs tambi¨¦n han sido acusadas de querer influir en la acci¨®n de las organizaciones humanitarias, lo que provoca m¨¢s retrasos. Y en algunos casos en lo que incluso hab¨ªan obtenido permisos de viaje, algunas agencias se han topado con la negativa del personal de seguridad en puestos de control.
198 veh¨ªculos de ONG han sido robados y 78 oficinas y 44 almacenes saqueados
Otra circunstancia preocupante es que las autoridades han asegurado que para acceder a algunas partes del pa¨ªs se requerir¨ªan escoltas armados, seg¨²n ha denunciado MSF, lo que limitar¨ªa la capacidad de las organizaciones de moverse libremente y socavar¨ªa tanto su independencia como neutralidad. No se conoce de ning¨²n caso que las haya aceptado.
Desde la ¨¦poca del exdictador Omar al Bashir, que gobern¨® durante casi 30 a?os hasta ser derrocado en 2019, las autoridades sudanesas han obstaculizado e instrumentalizado la labor de agencias humanitarias, y todo indica que esta actitud est¨¢ reapareciendo ahora. El motivo por el que se dificulta su trabajo, y hasta qu¨¦ punto se trata de algo deliberado, no es del todo claro, pero tradicionalmente las autoridades han mirado con mucho recelo la presencia en el pa¨ªs de trabajadores extranjeros.
Una de las entidades que aparece m¨¢s a menudo en la foto cuando se trata de poner palos en las ruedas de la acci¨®n humanitaria es la Comisi¨®n de Ayuda Humanitaria (HAC) del pa¨ªs. Pero ahora, seg¨²n se?alan fuentes del sector en condici¨®n de anonimato por la sensibilidad de la cuesti¨®n, los problemas van m¨¢s all¨¢ e incumben a las autoridades castrenses y en particular a la inteligencia militar. ¡°Nos hemos enfrentado a dificultades para poder ampliar la respuesta dentro de Sud¨¢n¡±, nota Ed Taylor, coordinador de emergencias en Sud¨¢n de MSF. Aun as¨ª, Taylor se muestra optimista de que la situaci¨®n pueda reconducirse: ¡°Hemos visto movimientos en el di¨¢logo en torno a estas cuestiones; sin duda, se est¨¢n produciendo debates positivos¡±.
Para, en parte, tratar de ayudar a navegar este laberinto, Guiomar Pau Sol¨¦, de OCHA, explica que su agencia puso en marcha, tras un alto el fuego acordado el 20 de mayo, un mecanismo de intercambio de informaci¨®n, en el que participan las partes en conflicto, para facilitar y mejorar la seguridad de las actividades humanitarias en zonas de operaciones militares activas. La participaci¨®n es voluntaria y no todas las ONG lo est¨¢n usando, pero hasta la fecha el mecanismo ha facilitado la entrega segura de m¨¢s de 500 camiones con suministros a ocho Estados, incluido Jartum, aunque no Darfur ni Kordof¨¢n.
Otra limitaci¨®n es la falta de fondos. A mediados de junio, la ONU acogi¨® una conferencia internacional para recaudar dinero para Sud¨¢n. Los participantes prometieron aportar unos 1.500 millones de d¨®lares (unos 1.379 millones de euros), que, aunque se considera una cifra notable, representa la mitad de lo que se estimaba necesario en el primer mes de la guerra. ¡°El financiamiento es algo cr¨ªtico ahora mismo. No hemos podido recaudar todo lo que necesitamos y estamos trabajando como podemos para recabar m¨¢s¡±, nota Gabriela Arenas, coordinadora de operaciones de la Federaci¨®n Internacional de Sociedades de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja en Kenya.
El rosario de trabas con el que est¨¢n teniendo que lidiar los actores humanitarios en Sud¨¢n ha abierto un cierto debate entorno al modelo m¨¢s convencional de realizar operaciones de este tipo, y a la posibilidad de explorar alternativas que puedan resultar m¨¢s efectivas. En esta l¨ªnea, hay voces que reclaman que la respuesta humanitaria se apoye m¨¢s en grupos locales y vecinales que se han movilizado desde el inicio de la guerra para distribuir productos b¨¢sicos y ofrecer asistencia m¨¦dica b¨¢sica a pesar de contar con muy pocos recursos y una infraestructura muy limitada.
Esta opci¨®n genera ciertas reticencias por los potenciales peligros que pueda entra?ar para la seguridad de los activistas involucrados y los propios grupos de ayuda humanitaria, monitoreadas de cerca por las autoridades del pa¨ªs. Pero algunas organizaciones han optado por colaborar con estos grupos. ¡°Esto es completamente nuevo; estoy segura de que habr¨¢ muchas pruebas y errores por nuestra parte, pero lo estamos intentando, y espero que la comunidad humanitaria en general tambi¨¦n lo haga¡±, apunta Vu. ¡°Los j¨®venes, voluntarios, se activaron en las primeras semanas de crisis, se organizaron, hicieron rondas de solidaridad, recogieron dinero y alimentos, fueron los que gestionaron edificios p¨²blicos que ahora utilizan los desplazados para tener un refugio¡±, a?ade. ¡°Ellos estaban aqu¨ª desde el principio, y muchos de nosotros no, muchos de nosotros evacuamos, o pusimos al personal en espera. As¨ª que se trata de encontrar ese equilibrio¡±, concluye.
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