La pelea por sobrevivir de los ni?os hu¨¦rfanos de la covid en Per¨²
El Estado andino es en el que m¨¢s ni?os han perdido a uno o ambos padres a causa del coronavirus y registra tambi¨¦n la tasa m¨¢s alta de trabajo infantil en la regi¨®n
A Anahomi D¨ªaz Pardo la fatalidad la oblig¨® a ser el sost¨¦n de su familia cuando todav¨ªa jugaba con mu?ecas. A los 13 a?os, en junio de 2020, le toc¨® padecer la agon¨ªa de la mujer que le dio la vida por un virus entonces desconocido que confin¨® al mundo y para el que (en aquel momento) no exist¨ªan vacunas. Rosinevi, su madre, muri¨® a los 40 a?os de covid-19, sin siquiera poder ser atendida en un hospital. Los centros de salud hab¨ªan colapsado y sus pulmones, aquejados por insuficiencia respiratoria, no aguantaron m¨¢s.
El 31 de diciembre de 2021, un a?o y medio despu¨¦s, cuando a¨²n estaba asimilando que no volver¨ªa a abrazar a su madre, su padre fue acuchillado durante un asalto. Mientras las familias, vestidas de amarillo como es tradici¨®n para recibir el A?o Nuevo, esperaban la medianoche para abrir el champ¨¢n, comer 12 uvas y dar una vuelta a la manzana con un par de maletas, Anahomi recibi¨® el 2022 conmocionada, sin entender por qu¨¦ el destino se hab¨ªa ensa?ado con los suyos. Su padre sobrevivi¨®, pero los m¨¦dicos tuvieron que amputarle la pierna izquierda al cabo de cinco operaciones.
¡°Siempre me las busco para ayudarlo¡±, dice esta adolescente en una tarde de fines de junio, en su casa en San Juan de Lurigancho, el distrito m¨¢s poblado de Lima. Un lugar humilde donde las habitaciones, el cuarto de estudio, la sala y el comedor son un solo espacio. En dos camas contiguas duermen Marco, su padre, quien ya se ha resignado a movilizarse en muletas, y Freddy, su hermano mayor de 19 a?os, que tiene autismo. Al lado de la cocina est¨¢ la habitaci¨®n, donde solo cabe su cama.
Per¨², con 32 millones de habitantes, ocupa el triste primer puesto con la tasa m¨¢s alta de hu¨¦rfanos a causa de la covid-19 en el mundo. En total, 10,2 menores por cada 1.000 han perdido a uno o ambos progenitores. Seg¨²n un estudio publicado en The Lancet, son aproximadamente 100.000. Si a este rev¨¦s se le suman carencias de larga data como la desnutrici¨®n cr¨®nica ¡ªque ataca a 12% de los menores de cinco a?os¡ª o la anemia ¡ªque afecta al 46% de los peque?os entre los 6 y 36 meses¡ª, la infancia se encuentra en situaci¨®n muy vulnerable. Tanto es as¨ª que el pa¨ªs andino lidera otra sombr¨ªa estad¨ªstica: alrededor de 1,27 millones de ni?os y adolescentes salen a las calles o al campo a trabajar, seg¨²n el Instituto Nacional de Estad¨ªstica e Inform¨¢tica (INEI), lo que le sit¨²a a la cabeza de este problema en la regi¨®n.
El 10,8% de los adolescentes del pa¨ªs de entre 14 y 17 a?os ha abandonado los estudios y solo se dedica a trabajar, mientras que el 22% estudia y a la vez se busca la vida en oficios de construcci¨®n, comercio y agricultura, principalmente. Anahomi D¨ªaz pertenece a ese segundo grupo. Si bien no ha realizado labores forzosas, desde segundo de secundaria vende gelatinas, teque?os y s¨¢ndwiches que ella misma prepara. Hace algunos meses empez¨® a despacharlos en el mismo instituto p¨²blico en el que estudia enfermer¨ªa a sus 16 a?os. Adem¨¢s, en ocasiones se gana unos soles pintando y estampando carteles publicitarios, y cada tanto cose cierres de pantal¨®n en una iglesia evang¨¦lica.
El Estado peruano entrega una ayuda de 400 soles (unos 100 euros) cada dos meses a todos aquellos menores de edad que perdieron a por lo menos uno de sus padres o cuidadores a causa del coronavirus en pandemia
Su padre, imposibilitado de seguir fregando pisos en una empresa de limpieza, cr¨ªa pollos, gallos y gallinas en un corral improvisado al fondo de la casa. Algunos los vende a 80 soles (20 euros) y otros son para su propia olla. Uno de sus sustentos m¨¢s importantes proviene de un apoyo econ¨®mico que el Estado peruano entrega desde el 2021 a todos aquellos menores de edad que perdieron a por lo menos uno de sus padres o cuidadores a causa del coronavirus en pandemia. Son 400 soles (100 euros) cada dos meses los que recibe cada hu¨¦rfano. De acuerdo con el Programa Integral Nacional para el Bienestar Familiar (Inabif), el n¨²mero de beneficiarios acumulados hasta la fecha ¨Dtomando en cuenta a quienes ya dejaron de percibirlo¡ª es de 54.398. El alcance se ampli¨® en febrero de 2022, cuando a trav¨¦s de un decreto ley se decidi¨® incluir a ni?os cuyos padres no necesariamente fallecieron de SARS-CoV-2.
Javier ?lvarez, representante de Unicef en Per¨², saluda esta iniciativa, aunque tiene algunos reparos con el riesgo de ¡°institucionalizar¡± a estos ni?os. ¡°Los terminamos metiendo en un sistema donde se acaban convirtiendo en clientes a largo plazo del Estado. Y falta el afecto, falta la red de apoyo, falta la familia. Se debe intentar que estos ni?os sigan dentro de la escuela, tengan un proyecto de vida, que no se acerquen a temas de embarazo adolescente y que no sean v¨ªctimas de la violencia. Ese es el reto¡±, anota.
Las ayudas, adem¨¢s de garantizar un cierto sustento, sirven de colch¨®n para que los chavales que han quedado hu¨¦rfanos no se vean obligados a trabajar para subsistir, algo que ya es muy com¨²n en el pa¨ªs. ¡°Hay algo cultural, antropol¨®gico, de normalizaci¨®n del trabajo infantil¡±, opina ?lvarez. ¡°Hay tambi¨¦n una alta informalidad del mercado laboral. Todo eso lleva a que muchos de los ni?os que est¨¢n trabajando no salgan jam¨¢s de esa informalidad y no vean la educaci¨®n como un ascensor social que pueda sacarles de la pobreza y se vean abocados m¨¢s bien por empleos de poca calidad sin cobertura social¡±. Una precariedad que se prolonga y agrava en la edad adulta, de tal modo que tres de cada cuatro peruanos trabajan en condiciones de informalidad.
Gabriela Z¨¢rate Mucha no desea tal futuro para su familia, un batall¨®n de nueve integrantes sin contar a su esposo. Desde el 3 de julio de 2020, cuando su hermana Katherine falleci¨® debido a un coronavirus que la consumi¨® en cuesti¨®n de d¨ªas, cada vez que sale a la calle con sus cr¨ªos la gente la mira con extra?eza y le pregunta con malicia que por qu¨¦ tantos hijos. A sus 31 a?os, esta mujer se hace cargo de los cinco ni?os que nacieron de su vientre y de los cuatro hijos de su hermana, a quienes no es capaz de llamar sobrinos. Fue el ¨²ltimo deseo de Katherine.
Al otro extremo de la ciudad, en Villa El Salvador, en la zona sur, se ubica su casa de un solo ba?o, donde cada ma?ana los ni?os tienen cinco minutos como m¨¢ximo para asearse y alistar sus cosas para ir el colegio. Un hogar donde todo debe administrarse y racionarse con precisi¨®n. Por ejemplo, las dos camas y el ¨²nico camarote. O la comida. Si no fuera por un comedor popular donde cada men¨² se lo dejan a menos de un d¨®lar, el apoyo de los Centros de Desarrollo Integral de la Familia (Cedif) de Inabif, y el beneficio econ¨®mico que les da el Estado, alimentar a tantas bocas ser¨ªa m¨¢s angustiante de lo que ya es.
Z¨¢rate y su esposo alquilan un mototaxi a diario, que exprimen de sol a sol para obtener las mejores ganancias posibles, pero adem¨¢s se dedican al reciclaje de cart¨®n, pl¨¢stico y fierro, oficio en la que antes inclu¨ªan a los chicos. Sol¨ªan salir en parejas a buscar en las esquinas, plazas y parques. Pero se han dado cuenta de que no vale la pena el esfuerzo: por 10 kilos de pl¨¢stico apenas les daban un sol (0,28 centavos de d¨®lar). Tambi¨¦n han vendido hamburguesas y dulces. Pero esta se?ora, que le da el pecho a su beb¨¦ de un a?o y medio, se ha mentalizado de que solo los adultos ser¨¢n quienes busquen los reales en su hogar. ¡°No van a trabajar hasta que acaben la escuela. Nos estamos desviviendo por ellos. Hay gente que me dice que Dios me va a bendecir, porque as¨ª nom¨¢s nadie asume algo as¨ª; y yo creo que as¨ª ser¨¢¡±, dice, con un suspiro.
Virginia Rojas Garc¨ªa, portavoz de Inabif, se?ala que la situaci¨®n de orfandad no es la ¨²nica causa del trabajo infantil, pues ¡°existen muchos ni?os que, aun teniendo sus padres, viven en las calles trabajando¡±. Pero s¨ª es un factor de vulnerabilidad, agrega. ?lvarez, de Unicef, hace un llamamiento a atajar los problemas cr¨®nicos que impiden el normal desarrollo de los m¨¢s peque?os y les mantienen al borde del precipicio ante cualquier adversidad, como lo es perder a sus cuidadores. Para ¨¦l es especialmente cr¨ªtico acabar con la desnutrici¨®n cr¨®nica, por falta de una alimentaci¨®n nutritiva antes de los cinco a?os y que, una vez detectada, es irreversible. ¡°Un ni?o desnutrido va a tener una desventaja psicosocial, psicoemocional y f¨ªsica durante el resto de su vida y se convertir¨¢ en un cliente habitual del sector salud que le costar¨¢ mucho al Estado. Pero esto no solamente se tiene que mirar desde un punto de vista economicista, sino sobre todo desde la perspectiva del ni?o, de un proyecto de vida truncado. Por eso la inversi¨®n en la ni?ez est¨¢ m¨¢s que justificada¡±, concluye.
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