Libia enfrenta las secuelas de una cat¨¢strofe sin precedentes
El desplazamiento masivo provocado por la tormenta ¡®Daniel¡¯ es desgarrador. Miles de personas han buscado refugio en escuelas p¨²blicas, mientras otros huyen de las ciudades afectadas en busca de seguridad
Acabo de regresar de una desgarradora visita a las ciudades afectadas por la tormenta Daniel, que arras¨® en un abrir y cerrar de ojos el este de Libia el 10 de septiembre. He visitado las zonas m¨¢s devastadas: Al Bayda y Derna, el epicentro de la cat¨¢strofe. Cuando llegu¨¦ a la zona de Derna, el aire estaba cargado de una mezcla de esperanza y desesperaci¨®n. La conocida cari?osamente como ¡°Ciudad del Jazm¨ªn¡± hab¨ªa sido arrasada por la fuerza implacable de la naturaleza. Hogar de m¨¢s de 100.000 personas, casi un tercio de su infraestructura ha quedado diezmada. Y las estad¨ªsticas, aunque terribles, rara vez reflejan el componente humano. Son las historias desde el terreno las que realmente te estremecen.
Libia, una naci¨®n ya azotada por el conflicto, tiene ahora que hacer frente a las secuelas de una cat¨¢strofe de magnitud sin precedentes en su historia. Cuando visitamos las ciudades damnificadas y nos reunimos con las autoridades locales, se evidenciaron las enormes necesidades a las que se enfrentan los afectados para sobrevivir.
Nos hablaron de la necesidad urgente de agua potable, de la reapertura de centros de atenci¨®n primaria y escuelas, y de servicios de salud mental y apoyo psicosocial para los supervivientes. Tambi¨¦n profundizamos en los angustiosos detalles de los desplazados internos, incluidos los ni?os y ni?as que lo han perdido todo: a sus padres, a sus familiares, sus casas, sus escuelas y sus vecinos. Su bienestar psicol¨®gico est¨¢ en juego. Adem¨¢s, muchos ni?os y ni?as se est¨¢n viendo afectados por la falta de servicios esenciales, como sanidad, escolarizaci¨®n y suministro de agua potable.
El desplazamiento masivo provocado por esta cat¨¢strofe es desgarrador. Miles de personas han buscado refugio en escuelas p¨²blicas, mientras que muchos se han aventurado a huir a otras ciudades libias en busca de seguridad. Las cifras de la Organizaci¨®n Mundial de la Salud (OMS) presentan un panorama desolador, con miles de muertos y desaparecidos. La comunidad migrante tambi¨¦n se ha llevado la peor parte y ha sufrido p¨¦rdidas considerables. He sido testigo de los efectos devastadores de las inundaciones en los ni?os y las familias, muchas de las cuales est¨¢n soportando una carga psicol¨®gica muy pesada.
Tambi¨¦n all¨ª me reun¨ª con Heba, una ni?a de 15 a?os alojada con su familia en uno de los refugios donde Unicef presta servicios psicosociales a los supervivientes mediante actividades recreativas y de asesoramiento, entre otras formas de apoyo. Estaba muy angustiada, llevaba d¨ªas sin poder dormir y le costaba relacionarse y jugar. Me explic¨® c¨®mo se despert¨® en mitad de la noche con el agua al cuello en su habitaci¨®n, situada en el cuarto piso de un edificio, y c¨®mo luch¨® junto a sus hermanos para llegar al tejado y ponerse a salvo. Solo se sent¨ªa agradecida por estar viva y deseaba volver pronto a la escuela.
Madres que encontraron refugio en escuelas me contaron historias sobre c¨®mo hab¨ªan tenido que elegir entre salvar a sus hijos o a las personas m¨¢s mayores de su hogar. Escogieron a los m¨¢s peque?os porque representaban la esperanza de un futuro. Un padre me cont¨® c¨®mo hab¨ªa subido a tres de sus hijos al tejado, desafiando a las aguas en la oscuridad.
M¨¢s all¨¢ de la evidente necesidad de infraestructuras, la reconstrucci¨®n emocional y psicol¨®gica es esencial. La historia de ni?as como Heba, que han perdido todo ¡ªhogares, escuelas, vecinos¡ª es un claro recordatorio del da?o intangible que ha dejado este desastre.
Los ni?os y familias necesitan desesperadamente refugio, agua potable, medicinas y cuidados provisionales. Hasta el momento, Unicef ha distribuido 65 toneladas m¨¦tricas de art¨ªculos de ayuda como medicamentos, kits de higiene para familias, ropa infantil de invierno, escuelas en una maleta y tabletas potabilizadoras de agua para evitar brotes de enfermedades transmitidas a trav¨¦s del agua. Esto sigue siendo una preocupaci¨®n, ya que se han reportado casos de diarrea acuosa aguda entre los ni?os. Restablecer las cadenas de suministro de agua segura es una prioridad. Estamos trabajando de manera conjunta con organizaciones de salud para reforzar a los hospitales con medicamentos y material esenciales. Se est¨¢ planeando iniciar campa?as de vacunaci¨®n, por ejemplo, frente a potenciales brotes de c¨®lera.
Unicef tambi¨¦n ha desplegado equipos m¨®viles de protecci¨®n y apoyo psicosocial para ayudar a los m¨¢s peque?os y sus cuidadores a navegar a trav¨¦s de estas experiencias angustiosas. Nuestro equipo de protecci¨®n ha sido especialmente activo, y ha llegado a cientos de ni?os y ni?as con apoyo psicosocial y actividades de ocio.
Mientras las escuelas permanezcan cerradas, la cuesti¨®n de la educaci¨®n pende de un hilo. El foco durante las pr¨®ximas semanas estar¨¢ en la colaboraci¨®n con la Organizaci¨®n Internacional de Migraciones (OIM) y ACNUR para proporcionar soluciones educativas temporales, adoptando un enfoque de protecci¨®n y coordin¨¢ndonos con el Programa Mundial de Alimentos (PMA) para repartir raciones de comida. Los esfuerzos a medio plazo van hacia la rehabilitaci¨®n de cl¨ªnicas, hospitales y escuelas, reparar los sistemas de agua y saneamiento y prevenir enfermedades.
A pesar del horror, me alegro de haber tenido la oportunidad de ser testigo de la respuesta humanitaria del pueblo libio y de la comunidad internacional para rescatar y ayudar a la poblaci¨®n afectada. Las arrasadas calles de Derna y Albayda se hac¨ªan eco de historias de destrucci¨®n masiva, pero la resiliencia humana a¨²n prevalec¨ªa.
A cualquiera que lea esto, le digo que la gente de Derna y las zonas de alrededor necesitan su empat¨ªa, su apoyo y su voz. Juntos, vamos a reconstruir la Ciudad del Jazm¨ªn y a garantizar un futuro m¨¢s brillante para sus ni?os. Cada ayuda, por peque?a que sea, puede marcar una gran diferencia.
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