La lucha por el relato marca el paso de la agricultura sostenible en ?frica

Una dura batalla se libra en los campos de cultivo subsaharianos. Tambi¨¦n en foros regionales, en centros investigadores y en redes sociales. Su bot¨ªn no es otro que la sostenibilidad. Y la victoria no pasa tanto (aunque sea el objetivo ¨²ltimo) por generalizar pr¨¢cticas de agricultura sostenible, signifique lo que signifique tal ambici¨®n, sino por imponer un relato sobre qu¨¦ implican. Manido y polis¨¦mico, el t¨¦rmino sostenibilidad en su vertiente agr¨ªcola tiene dos dimensiones nucleares: impacto ambiental y abastecimiento de alimentos. Mientras, la lucha dial¨¦ctica resuena en las inabarcables plantaciones de palma que se extienden al este de Ghana. O en las de t¨¦ que uniforman el paisaje del condado de Kericho, en el valle del Rift keniano. Tambi¨¦n en los miles de huertos y minifundios org¨¢nicos que salpican las zonas rurales de ?frica.

En esta guerra de significados, dos organizaciones llevan la voz cantante. Responden a nombres parecidos: AGRA y AFSA. La primera naci¨® en 2006 como Alliance for a Green Revolution in Africa (Alianza para una revoluci¨®n verde en ?frica). Tras repensar su marca el pasado a?o, hoy opera exclusivamente bajo un acr¨®nimo, sin referencias a esa revoluci¨®n verde que propugnaba en sus inicios. Financian a AGRA distintos donantes, como la Fundaci¨®n Bill y Melinda Gates. Su visi¨®n prioriza la eficiencia y en su horizonte hay un salto cualitativo para los pobres rendimientos agr¨ªcolas del ?frica subsahariana. La vicepresidenta de innovaci¨®n de programas en AGRA, Aggie Asiimwe, deja claro que su organizaci¨®n suscribe ¡°el mandato de la Uni¨®n Africana para avanzar hacia un modelo dual o h¨ªbrido [entre lo org¨¢nico y lo convencional] de pr¨¢cticas agr¨ªcolas sostenibles¡±. Para ella, sostenibilidad en agricultura significa ¡°proteger el medioambiente¡±, lo que incluye frenar la expansi¨®n de terreno cultivado hacia humedales, bosques y otras zonas protegidas. Y tambi¨¦n ¡°garantizar una cantidad de nutrientes suficiente¡± en las plantaciones. Asiimwe condensa la receta de AGRA en un lema con sabor a mantra: ¡°Regenerar mientras se intensifica¡±.

¡°Hay gente que habla sin saber. Les invito a venir a una peque?a plantaci¨®n y decir al agricultor africano que use esti¨¦rcol como abono cuando ni siquiera tiene animales. O que utilice los residuos de centros urbanos a 300 kil¨®metros para hacer compost¡±

Aggie Asiimwe, vicepresidenta de innovaci¨®n de programas en AGRA

Al otro lado, la Alliance for Food Sovereignty in Africa (Alianza por la soberan¨ªa alimentaria en ?frica) se autodefine como ¡°el mayor movimiento de la sociedad civil en el continente¡±. AFSA es un conglomerado de colectivos de agricultores, ONG, peque?os propietarios y grupos ind¨ªgenas. Apuesta por la ortodoxia org¨¢nica, sin excepci¨®n alguna en el uso de fertilizantes o pesticidas sint¨¦ticos. Estos solo tendr¨ªan cabida, apunta su coordinador general, Million Belay, ¡°durante el per¨ªodo de transici¨®n, mientras los suelos [tratados hasta entonces con productos agroqu¨ªmicos] se regeneran y recuperan sus nutrientes naturales¡±. AFSA introduce otra variable a la ecuaci¨®n que aspira a vender la mejor f¨®rmula agrosostenible para esta vasta regi¨®n. Lo org¨¢nico, subraya, liquidar¨ªa de un plumazo la alta dependencia africana de fertilizantes extranjeros. Un fen¨®meno que ha sacado a la luz, con toda su crudeza, la guerra de Ucrania. La sostenibilidad se entender¨ªa, en este caso, como la independencia ante vaivenes externos.

En los debates sobre el futuro de la agricultura en ?frica planea siempre la sombra del hambre. Durante una entrevista por videoconferencia, Asiimwe, responsble de AGRA, comparte un gr¨¢fico sobre la previsi¨®n de crecimiento demogr¨¢fico para el continente. ¡°En 2030 seremos 1.300 millones de habitantes en ?frica y la realidad es que ahora mismo no somos capaces de alimentar a nuestra gente¡±, explica. Y recurre a otro gr¨¢fico para ilustrar que los campos africanos producen, de media, dos toneladas m¨¦tricas por hect¨¢rea al a?o. ¡°En cuanto hay plagas o sequ¨ªas, el rendimiento en muchos pa¨ªses cae por debajo del m¨ªnimo de subsistencia. Nuestro objetivo es que se llegue a tres toneladas m¨¦tricas, una cantidad a¨²n lejana de los seis o siete que tienen pa¨ªses como EE UU¡±, dice. Seg¨²n Asiimwe, el problema con los fertilizantes no org¨¢nicos en ?frica ¡°no es su uso, sino su mal uso y despilfarro por falta de formaci¨®n¡±.

Desde AFSA, Belay responde tajante a aquellos que caricaturizan la agricultura org¨¢nica como un vivero de fragilidad socioecon¨®mica: ¡°Sobra evidencia cient¨ªfica sobre su potencial para alimentar a ?frica¡±. La p¨¢gina web de AFSA reserva una secci¨®n espec¨ªfica para estudios que, en teor¨ªa, corroboran la absoluta viabilidad de lo org¨¢nico. Su coordinador general destaca un an¨¢lisis realizado en Tigray, al norte de Etiop¨ªa, una f¨¦rtil ¨¢rea hoy tristemente famosa por la actual guerra civil. El experimento compar¨® el rendimiento de cultivos fertilizados sint¨¦tica y org¨¢nicamente. ¡°Los primeros rindieron mejor los primeros a?os, pero luego dieron muestras de agotamiento. Entonces, los segundos ¡ªpara los que se utiliz¨® compost¡ª empezaron a funcionar mejor en todos los granos: ma¨ªz, jud¨ªas, trigo¡­¡±, asegura.

Una publicaci¨®n de Naciones Unidas aparecida en 2008 desmont¨® (aseveraban sus conclusiones) dos ¡°mitos¡± sobre la agricultura org¨¢nica en el continente: que impide mejorar los rendimientos y que supone una grave amenaza para la seguridad alimentaria. En una tribuna publicada el a?o pasado, el director general de la Organizaci¨®n de las Naciones Unidas para la Alimentaci¨®n y la Agricultura (FAO, por sus siglas en ingl¨¦s), Qu Dongyu, cifraba en 281 los millones de africanos con carencias alimenticias. Seg¨²n la FAO, esto no deber¨ªa impedir un profundo cambio sist¨¦mico. Su coordinador para el sur de ?frica, Patrice Talla, estima que el continente ¡°debe transitar progresivamente hacia lo org¨¢nico¡±. Y expone el porqu¨¦: ¡°Est¨¢ demostrado que la agricultura intensiva es una de las principales causas en la p¨¦rdida de biodiversidad y que el uso de pesticidas perjudica gravemente la salud de los agricultores¡±.

El coordinador general de AFSA, Million Belay, responde tajante a aquellos que caricaturizan la agricultura org¨¢nica como un vivero de fragilidad socioecon¨®mica: ¡°Sobra evidencia cient¨ªfica sobre su potencial para alimentar a ?frica¡±

Para Talla, dos estrategias har¨¢n posible disparar la producci¨®n org¨¢nica subsahariana. La primera pasa por implementar ¡°econom¨ªas de escala que atajen la segregaci¨®n del mercado¡±. La segunda, por aplicar masivamente innovaciones tecnol¨®gicas. En conjunci¨®n, ambas medidas propiciar¨¢n, seg¨²n Talla, un incremento notable en la ¡°eficiencia¡± y una consiguiente ca¨ªda de precios. Por su parte, el coordinador de la FAO en el sur de ?frica cita a Zimbabue como ejemplo de buenas pr¨¢cticas. M¨¢s de 300.000 trabajadores del campo ya operan ¡ªal parecer con excelentes resultados¡ª bajo un marco estatal de agricultura de conservaci¨®n. Un formato similar a lo org¨¢nico, pero a¨²n menos invasivo (proscribe, por ejemplo, los procesos de labranza mecanizados) en el tratamiento del suelo.

¡°La agricultura org¨¢nica resulta muy, muy cara¡±, recuerda Asiimwe, quien se enciende al ser preguntada por las voces que, desde fuera de ?frica, critican los postulados supuestamente antiecol¨®gicos de AGRA. ¡°Hay gente que habla sin saber. Les invito a venir a una peque?a plantaci¨®n y decir al agricultor africano que use esti¨¦rcol como abono cuando ni siquiera tiene animales. O que utilice los residuos de centros urbanos a 300 kil¨®metros para hacer compost¡±, reta.

Para Belay, es justamente la falta de financiaci¨®n lo que inhibe el despegue y la reducci¨®n de costes en el cultivo de frutos org¨¢nicos. En ?frica y en todo el mundo. Un informe de 2020 realizado por CIDSE (una ONG cat¨®lica) mostr¨® que, en los fondos europeos destinados a proyectos agr¨ªcolas de la FAO o el Programa Mundial de Alimentos, aquellos con acento org¨¢nico no llegaban al 3% del total.

En una vuelta de tuerca m¨¢s a la difusa idea de sostenibilidad agr¨ªcola, otro estudio de 2019 apuntaba al factor puramente humano. Es decir, a las condiciones de vida de los agricultores. Su autor, Nassib Mugwanya, conclu¨ªa que la agricultura org¨¢nica en ?frica promueve, sin pretenderlo, el statu quo: jornadas de sol a sol y mayores escollos para escapar al c¨ªrculo de pobreza. Incluso en una evaluaci¨®n favorable de iniciativas org¨¢nicas en ?frica Occidental, se admit¨ªa que, por norma, ¡°la agricultura industrial reduce la carga de trabajo¡±. Y que esto plantea un desaf¨ªo inmenso a la hora de persuadir a los labriegos sobre los beneficios de pasarse a la agroecolog¨ªa. Ni siquiera este ¨²ltimo t¨¦rmino ¡ªhasta ahora casi equivalente a m¨¦todos org¨¢nicos¡ª ha logrado escapar a la batalla del relato sobre la agricultura al sur de S¨¢hara. AGRA y sus entes sat¨¦lite han empezado a adue?arse de ¨¦l. ?Qu¨¦ significa agroecolog¨ªa para esta organizaci¨®n? ¡°B¨¢sicamente, pr¨¢cticas agr¨ªcolas sostenibles¡±, responde Asiimwe. El debate no ha hecho m¨¢s que empezar.

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