Donato Ndongo, escritor ecuatoguineano: ¡°Siempre he escuchado decir que Espa?a no era racista. ?C¨®mo iba a serlo si no hab¨ªa negros? Ahora la cosa cambia¡±
El autor africano piensa que Europa est¨¢ asustada por la p¨¦rdida de hegemon¨ªa frente a China o Rusia y que eso explica el recorte de libertades
Donato Ndongo-Bidyogo (Guinea Ecuatorial, 1950) es uno de los escritores africanos de referencia en lengua espa?ola, autor de infinidad de art¨ªculos, conferencias y relatos as¨ª como de cuatro novelas. Como periodista, fue delegado de la Agencia Efe en ?frica central durante una d¨¦cada y ha sido colaborador de numerosos medios. Asimismo, ha desplegado una intensa actividad acad¨¦mica en diversas universidades y centros de investigaci¨®n. En 2005 fue nombrado profesor visitante en la Universidad de Misuri, puesto que ocup¨® durante cinco a?os.
Su ¨²ltimo libro, ?Qu¨¦ mat¨® al joven Abdoulaye Ciss¨¦?, publicado por Sequitur en 2023, aborda la historia pero tambi¨¦n el presente de Mal¨ª, un pa¨ªs que le fascina. A mediados de octubre recibi¨® el Premio Periplo por toda su trayectoria en el festival de literatura de viajes del mismo nombre que organiza el Ayuntamiento de Puerto de la Cruz, en Tenerife.
Pregunta. Su ¨²ltima novela, pero tambi¨¦n buena parte de su obra, gira en torno a la emigraci¨®n, el desarraigo y las relaciones entre africanos y europeos a trav¨¦s de personajes que no acaban de encontrar su lugar en el mundo. Usted, que lleg¨® a Espa?a siendo un ni?o, lo ha vivido en primera persona, ?qu¨¦ opina del debate actual y la gesti¨®n del hecho migratorio en Europa?
Respuesta. Europa, que invadi¨® el mundo entero, destruy¨® culturas y asesin¨® a millones de pobladores aut¨®ctonos, est¨¢ ahora asustada porque estemos aqu¨ª cuatro gatos. Lo que se consigui¨® con la victoria de la libertad sobre el totalitarismo en 1945 ha pasado al olvido. Los europeos vuelven a sus or¨ªgenes, al imperialismo, a creerse el centro del mundo, al desprecio de todo lo que no sea blanco, europeo. Y eso es terrible, porque conocemos las consecuencias: Hitler, el genocidio, la II Guerra Mundial.
No estoy en Espa?a porque me guste la paella, sino porque no puedo vivir en mi pa¨ªs
P. Este es un mundo cada vez m¨¢s conectado, globalizado, en el que se presupone al g¨¦nero humano una cierta inteligencia colectiva para entender que la emigraci¨®n ha sido positiva a lo largo de la historia y ha alumbrado grandes pa¨ªses como Estados Unidos. Y, sin embargo, Europa parece empe?ada en blindarse frente a la inmigraci¨®n, ?a qu¨¦ cree que se debe?
R. Europa percibe que est¨¢n surgiendo otros posibles centros, como China o Rusia, y esto le genera inquietudes. El continente entero necesita una catarsis. Claro que hay un enorme desarrollo tecnol¨®gico, pero la mentalidad sigue siendo la misma. De hecho, ha ido a peor con el abandono de la ense?anza de la filosof¨ªa o las humanidades, que han ido decayendo en el curr¨ªculo escolar. Por ¨²ltimo, est¨¢n los nativos, los salvajes, que hemos crecido, ya no somos negritos, ya pensamos, algunos incluso tenemos t¨ªtulos universitarios. Esto est¨¢ pasando en ?frica, por ejemplo, donde nos negamos a seguir siendo los esclavos del mundo.
P. El racismo, que de manera transversal est¨¢ muy presente en su obra, ?procede de ese miedo a perder la hegemon¨ªa?
R. Claramente. Los europeos tienen miedo. Los golpes de Estado en el Sahel, por ejemplo, aterran a Europa. ?Por qu¨¦? En ?frica, desde 1960, hubo incontables golpes de Estado y nunca asustaron a nadie. Se organizaban en Par¨ªs para matar a Lumumba o a Sankara, para controlar a los africanos. Pero ya no, ahora se organizan en Niamey o Bamako, surgen desde ?frica para regenerar las propias sociedades africanas y eso inevitablemente conlleva cambios en la relaci¨®n con Europa. El miedo de los europeos les lleva a tomar decisiones absurdas: sube la extrema derecha en Austria, Holanda, Alemania y otros pa¨ªses. Se recorta el derecho de asilo, las libertades en general, algo que afecta a todos. Ahora ir de un punto a otro, incluso dentro de Europa, lleva un mont¨®n de papeleo, controles, etc¨¦tera. Pero resulta que aquellos que se perciben como inferiores tambi¨¦n piensan y sienten. Y hoy reaccionan contra esa opresi¨®n que dura al menos cinco siglos.
En ?frica nos negamos a seguir siendo los esclavos del mundo
P. Su planteamiento, entonces, es el de una continuidad desde la esclavitud hasta ahora, pasando por el colonialismo, sin que haya habido una ruptura profunda.
R. Efectivamente, de eso estoy hablando. Los papas ya dec¨ªan que los negros no ten¨ªan alma. Ahora mucha gente ya no se atreve a decirlo p¨²blicamente porque es delito de odio, porque teme ir a la c¨¢rcel. Pero en la vida cotidiana sigue siendo as¨ª, porque los negros que vivimos en Europa lo notamos a diario. Y una consecuencia directa de ese miedo del norte es esta victoria de los populismos que ofrecen una falsa sensaci¨®n de seguridad, como en Estados Unidos, o el ascenso de la extrema derecha, evidente en pa¨ªses incluso como Espa?a. Valores que se adoptaron tras la II Guerra Mundial y que pens¨¢bamos consolidados, resulta que no lo est¨¢n. En cuanto se produce la m¨¢s m¨ªnima crisis, los primeros que pagan son los pueblos no europeos, como pas¨® con la pandemia.
Europa, que invadi¨® el mundo entero, destruy¨® culturas y asesin¨® a millones de pobladores aut¨®ctonos, est¨¢ ahora asustada porque estemos aqu¨ª cuatro gatos
P. Su opini¨®n de que los golpes de Estado en pa¨ªses como Mal¨ª, Burkina Faso o N¨ªger suponen una regeneraci¨®n no es compartida por muchos africanos, que perciben que se trata m¨¢s bien de militares liberticidas que quieren permanecer en el poder a toda costa. ?Qu¨¦ opina?
R. Estos golpes son una reacci¨®n en contra de la opresi¨®n colonial, del desprecio hacia ?frica. A pesar de las independencias, no hemos tenido una presencia internacional adecuada. Las independencias por las que lucharon nuestros padres y abuelos ten¨ªan como objetivo fundamental la libertad y el desarrollo econ¨®mico que no ten¨ªamos bajo el colonialismo, pero tambi¨¦n la dignificaci¨®n del negro. Y si, tras m¨¢s de 60 a?os, esos tres objetivos no se han conseguido es normal que la gente se rebele. Durante todo este tiempo, pusieron a controlar a tiranos, a los capataces de las fincas a los que llamaron presidentes. Los africanos llevamos demasiado tiempo poniendo los muertos. Ante la inacci¨®n o la pasividad o el desprecio de los europeos occidentales, llegan potencias como China o Rusia para aprovechar ese hueco y encandilar a las nuevas autoridades, lo que no es lo mejor, pero es un fen¨®meno a seguir.
P. En su ¨²ltima obra aborda tambi¨¦n la espinosa cuesti¨®n del auge del yihadismo desde una perspectiva pol¨ªtica, como una respuesta frente a la pobreza y el abandono.
R. Estamos ante una consecuencia de las injusticias, de la dejadez, del desprecio que sufren muchos pueblos africanos. Hemos hablado de la emergencia de nuevas potencias o centros y los pa¨ªses ¨¢rabes no son uno menor. Tienen una enorme presencia en ?frica a trav¨¦s de la banca isl¨¢mica, pero tambi¨¦n influyen en la ideolog¨ªa, en la religi¨®n y en los modos de vida. Son formas de penetraci¨®n. Vienen los yihadistas, te ponen un fusil en la mano y te dicen ¡°Vamos a luchar contra el imperialismo¡±. Y muchos van. Esto se ven¨ªa gestando desde hace tiempo.
Las independencias por las que lucharon nuestros padres y abuelos ten¨ªan como objetivo fundamental la libertad y el desarrollo econ¨®mico que no ten¨ªamos bajo el colonialismo, pero tambi¨¦n la dignificaci¨®n del negro
P. ?Cree que ha fracasado la democracia en ?frica?
R. Es que nada se puede imponer, ni siquiera la democracia. En las sociedades precoloniales africanas ten¨ªamos nuestros propios modelos de organizaci¨®n, no s¨¦ si es bueno o malo resucitarlos, pero no es bueno que nadie venga de fuera a imponerte sus ideas en tu propia casa. Nosotros mismos veremos c¨®mo adaptar nuestras costumbres, tradiciones o idiosincrasia a las tecnolog¨ªas actuales. Eso tiene que salir de las propias sociedades, nada se puede imponer desde fuera, sea la democracia, el fascismo, la religi¨®n cat¨®lica o el islamismo.
P. Cuando habla de tiran¨ªa y fracaso de la democracia, imagino que Guinea Ecuatorial est¨¢ muy presente.
R. ?C¨®mo no? Llevo 60 a?os exiliado y lo he dicho siempre: no estoy en Espa?a porque me guste la paella, sino porque no puedo vivir en mi pa¨ªs. ?Y qui¨¦n me lo impide? Teodoro Obiang. Bien. ?Y qui¨¦n puso a Obiang ah¨ª? ?Y qui¨¦n lo mantiene? Pues los espa?oles, entre otros.
P. Sorprende c¨®mo est¨¢ siendo borrado de nuestra memoria el hecho colonial en ?frica. Muchos espa?oles desconocen que tambi¨¦n fuimos colonos en el continente y que llevamos a cabo pr¨¢cticas aberrantes.
R. Porque algunos, en nombre de los intereses de Espa?a, quieren que sea as¨ª. Antes era Carrero Blanco quien ocultaba la realidad, pero ya no hay un Carrero Blanco, hay 40. Ya no hace falta un decreto que proh¨ªba oficialmente hablar de Guinea Ecuatorial, ahora lo consiguen otras personas con tanto o m¨¢s poder que ¨¦l. Este tema no se toca, esa es la consigna para muchos medios de comunicaci¨®n. Y lo s¨¦ perfectamente porque lo he vivido en mi propia carne.
Cuando llegu¨¦ a Espa?a en 1965, los negros ¨¦ramos una curiosidad. Hab¨ªa gente que se acercaba a mi a ver si manchaba
P. Lleva 60 a?os en Espa?a, pero hay un mont¨®n de circunstancias que hacen que no acabe de sentir este pa¨ªs como su hogar??Sue?a con la idea de volver?
R. Queremos libertad y desarrollo para Guinea Ecuatorial. Si ma?ana se dieran esas condiciones, volver¨ªa sin pensarlo. Quisiera que me entierren junto a mis padres, no que me quemen aqu¨ª en un crematorio. Pude haberme quedado en Estados Unidos, pero no me pareci¨® buena idea. En Espa?a estoy m¨¢s cerca, en un ambiente m¨¢s propio, m¨¢s m¨ªo. Ser un exiliado marca mucho, pero tambi¨¦n soy un africano que vive en Espa?a, un pa¨ªs que ha vivido un cambio de rostro a una velocidad tremenda.
P. Sin embargo le escucho decir a menudo que no hemos avanzado demasiado en lo que respecta a la consideraci¨®n que tenemos hacia quienes consideramos emigrantes.
R. Cuando llegu¨¦ a Espa?a en 1965, los negros ¨¦ramos una curiosidad. Entonces yo ten¨ªa 14 a?os, y hab¨ªa gente que se acercaba a m¨ª a ver si manchaba, me tocaban y me dec¨ªan que nunca hab¨ªan visto a un negro. Ahora estamos en cualquier esquina, en el metro, por todas partes. Pero eso no ha ayudado a cambiar la mentalidad. Al rev¨¦s. Siempre he escuchado decir que Espa?a no era un pa¨ªs racista porque no se cuelga a los negros como en Alabama. Pero, ?c¨®mo se iba a ser un pa¨ªs racista si no hab¨ªa negros? As¨ª es muy f¨¢cil. Pero, claro, ahora la cosa cambia.
P. ?Son ciertos c¨¢nticos en los campos de f¨²tbol espa?oles s¨ªntomas de ese racismo?
R. Bueno, no soy futbolero, pero lo que pasa en los campos de f¨²tbol no son s¨ªntomas, son manifestaciones de un problema. La propia sociedad espa?ola admite que su primera preocupaci¨®n es la inmigraci¨®n. Otro ejemplo, toda esta problem¨¢tica con los menores africanos en Canarias. Cuando empez¨® la guerra de Ucrania sal¨ªan autobuses de Sevilla o de M¨¢laga o de donde fuera a buscar ni?os y mujeres ucranianas. Pero con los ni?os africanos que llegan a Canarias no queremos ni oir hablar de que vayan a la Pen¨ªnsula. ?De qu¨¦ estamos hablando? ?Soy yo el que lo dice o es la propia sociedad espa?ola la que lo manifiesta?
P. Como periodista y escritor ha publicado decenas de art¨ªculos, relatos, cuentos y conferencias, as¨ª como cuatro novelas. Ha sido propuesto al Premio Princesa de Asturias y su obra se estudia en universidades estadounidenses. Sin embargo, siente que en Espa?a no ha recibido un reconocimiento similar. ?Cree que obedece a que es un autor inc¨®modo, sin pelos en la lengua?
R. Bueno, yo me limito a describir la realidad. Es lo que hace cualquier escritor cre¨ªble. No se entender¨ªa la Revoluci¨®n Rusa sin leer a Dostoievski. Y no estaba ah¨ª, pero si lees a Dostoievski entiendes perfectamente que d¨¦cadas m¨¢s tarde estallase esa revoluci¨®n. Es lo que hizo V¨ªctor Hugo, lo que han hecho Stendhal o Dickens o Steinbeck. Yo intento dar testimonio de mi tiempo. Si por eso alguien piensa que soy su enemigo, all¨¢ ellos. Yo no soy enemigo de nadie, ni escribo contra nadie. Pero esa percepci¨®n suya evidentemente me afecta. Me niegan el pan y la sal, eso est¨¢ claro.
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