Cada acci¨®n y cada vida cuenta
Los conflictos, los desplazamientos masivos y las violaciones reiteradas a los derechos humanos subrayan la necesidad urgente de fortalecer e incrementar la respuesta humanitaria, sobre todo en lugares como Sud¨¢n y Gaza, donde las crisis son especialmente agudas
Las regiones de Oriente Pr¨®ximo, ?frica Oriental y Meridional enfrentan un nivel de crisis sin precedentes, con siete pa¨ªses ¡ªentre ellos L¨ªbano, Sud¨¢n, Etiop¨ªa, Sud¨¢n del Sur y Somalia¡ª sumidos en una grave emergencia humanitaria. Este contexto, marcado por los conflictos, los desplazamientos masivos y las violaciones reiteradas a los derechos humanos, subraya la necesidad urgente de fortalecer e incrementar nuestras respuestas, sobre todo en lugares como Sud¨¢n y Gaza, donde la situaci¨®n es especialmente cr¨ªtica.
En Sud¨¢n, la violencia desatada desde abril de 2023 ha obligado a millones de familias a huir de sus hogares. De los 48 millones de habitantes del pa¨ªs, 11 millones han sido desplazados, la mayor¨ªa dentro del territorio sudan¨¦s. Chad, uno de los pa¨ªses m¨¢s pobres del mundo, da cobijo en este momento, seg¨²n estimaciones del Gobierno citadas por la ONU, a m¨¢s de 900.000 refugiados sudaneses. La mayor¨ªa de estos refugiados, el 90%, son mujeres y ni?as que enfrentan riesgos desproporcionados, desde violencia de g¨¦nero, hasta la falta de acceso a servicios b¨¢sicos como educaci¨®n y atenci¨®n m¨¦dica.
Las ni?as y los ni?os desplazados no solo necesitan refugio y alimento; requieren espacios seguros, donde puedan superar sus traumas, aprender y jugar
En las comunidades de acogida como Adr¨¦, una peque?a ciudad en Chad, cuya poblaci¨®n ha aumentado exponencialmente al recibir a m¨¢s de 230.000 personas refugiadas, la capacidad de respuesta es insuficiente. Las ni?as y los ni?os desplazados no solo necesitan refugio y alimento; requieren espacios seguros, donde puedan superar sus traumas, aprender y jugar. Sin estas intervenciones esenciales, las cicatrices del conflicto amenazan con perpetuarse a lo largo de generaciones.
En Gaza, la situaci¨®n es igualmente cr¨ªtica. Este peque?o territorio palestino, ya asfixiado por a?os de bloqueos y conflictos recurrentes, enfrenta un nuevo cap¨ªtulo de violencia. Los ataques a¨¦reos y las restricciones de acceso humanitario han agravado una crisis que afecta a toda la poblaci¨®n en los aspectos de la vida diaria, desde la seguridad alimentaria hasta la atenci¨®n m¨¦dica. Para las familias desplazadas, cada d¨ªa supone una lucha por sobrevivir, en un entorno donde la ayuda humanitaria se ve obstaculizada, constantemente, por barreras log¨ªsticas y pol¨ªticas.
A pesar de las adversidades, la acci¨®n humanitaria ha logrado peque?os, pero significativos avances. En la franja de Gaza, iniciativas conjuntas con socios locales han proporcionado comidas calientes a miles de personas y asistencia econ¨®mica a familias vulnerables, permiti¨¦ndoles cubrir sus necesidades m¨¢s urgentes. Estos esfuerzos, aunque limitados, son un testimonio de la importancia de nuestro trabajo en los momentos m¨¢s dif¨ªciles.
Los recientes y desgarradores sucesos en Etiop¨ªa, donde hemos perdido a un miembro de nuestro equipo, nos recuerdan lo fr¨¢gil y peligroso puede ser nuestro trabajo
En un mundo donde la vulnerabilidad de la infancia se agrava d¨ªa a d¨ªa, el papel de las organizaciones humanitarias es una muestra de que a¨²n tenemos motivos para confiar en un mundo mejor. En Chad, Plan International ha puesto en marcha una Unidad M¨®vil de Protecci¨®n a la Infancia que, desde septiembre de 2024, ha llegado a m¨¢s de 3.000 personas. Esta iniciativa, liderada por personas refugiadas sudanesas, no solo ofrece apoyo psicol¨®gico, actividades recreativas y educaci¨®n, sino que se convierte en un espacio donde ni?as y ni?os desplazados pueden recuperar algo esencial: su dignidad y la esperanza en un futuro mejor. Cada sonrisa nos recuerda que construir el cambio a¨²n es posible.
Sin embargo, esta labor est¨¢ lejos de ser sencilla. Trabajar en condiciones extremas requiere no solo compromiso, sino tambi¨¦n valent¨ªa y preparaci¨®n. Los recientes y desgarradores sucesos en Etiop¨ªa, donde hemos perdido a un miembro de nuestro equipo, nos recuerdan lo fr¨¢gil y peligroso puede ser nuestro trabajo. En respuesta a estos retos, en la regi¨®n hemos desarrollado un protocolo de gesti¨®n de crisis, que no solo establece roles y responsabilidades claras, sino que prioriza la comunicaci¨®n efectiva y la continuidad operativa. Este esfuerzo busca algo m¨¢s que respuestas r¨¢pidas: busca sostener la esperanza de quienes m¨¢s lo necesitan y proteger la vida de quienes nos dedicamos a ello. Porque, en medio del sufrimiento y las dificultades, nuestra fuerza radica en seguir haciendo lo que mejor sabemos hacer: ofrecer soluciones a largo plazo para construir un futuro con mejores oportunidades.
Al final, cada esfuerzo, cada acci¨®n y cada vida cuenta. Asegurarnos de que nadie se quede atr¨¢s es una responsabilidad colectiva.
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