Ser homosexual en Guinea Ecuatorial: cuando el hijo no est¨¢ fuera estudiando, sino en una terapia de conversi¨®n
Las redes de trata captan a personas LGTBIQ+ aprovech¨¢ndose del rechazo de muchas familias, que consideran la homosexualidad un embrujo o una enfermedad
La trata de personas LGTBIQ+ con fines de explotaci¨®n sexual y laboral en la Rep¨²blica de Guinea Ecuatorial se produce de manera singular. Las familias, envueltas en la definici¨®n ancestral de la homosexualidad como una enfermedad, un embrujo, una posesi¨®n de malos esp¨ªritus o un producto de la mala educaci¨®n, se sienten desgraciadas cuando descubren que en su seno existe una persona disidente sexual.
A partir de entonces ponen en funcionamiento una serie de medidas. La primera es la curaci¨®n, con pr¨¢cticas de origen bant¨² y cristiano-cat¨®lico, que se lleva a cabo en secreto.
Ante las preguntas del vecindario, la familia se excusa alegando que el o la descendiente se encuentra de viaje, ingresada por alguna enfermedad tropical o estudiando en casa de familiares en la zona m¨¢s alejada del pa¨ªs. En esa primera fase, la persona homosexual sufre el encierro en su hogar de nacimiento o en un centro de sanaci¨®n, sin derecho a la libertad de movimiento o de expresi¨®n.
Las familias ignoran que la Organizaci¨®n Mundial de la Salud (OMS) elimin¨® la homosexualidad de la lista de enfermedades mentales en el a?o 1990. Inmersas en el desconocimiento, introducen a sus descendientes en curander¨ªas e iglesias, lugares de curaci¨®n que utilizan violencias de todo tipo ¨Cla sexual, especialmente¨C, y ritos de curaci¨®n de la brujer¨ªa. Por ejemplo, la iniciaci¨®n en la religi¨®n buti, cuya pr¨¢ctica incluye el consumo habitual de la droga eboga, de fuertes efectos alucin¨®genos y un alto ¨ªndice de fallecimientos invisibilizados.
Las terapias de conversi¨®n son nefastas para la salud f¨ªsica y mental de las personas LGTBIQ+. El proceso de curaci¨®n suele comenzar en la preadolescencia, entre los nueve y diez a?os. Sin estudios, sin autoestima, sin protecci¨®n familiar o del Estado, las personas LGTBIQ+ son vulnerables a cualquier promesa de salvaci¨®n. Las redes de trata emplean el enga?o y se disfrazan de familias de acogida, de parejas, de amistades o de buenas personas contrarias a la homosexualidad.
A cambio de comida, de un tel¨¦fono m¨®vil, de dinero, de amor o de amistad, los y las tratantes consiguen el consentimiento de las v¨ªctimas y poco a poco adquieren autoridad econ¨®mica y moral sobre ellas. Los captados no son conscientes en un primer momento de que todos esos favores constituyen una deuda de por vida.
El secuestro de las familias
Las familias, en todo caso, se han instituido como principal instituci¨®n tratante. A veces secuestran a su descendencia, nacida de la maternidad y paternidad forzadas. Es m¨¢s, en nombre de la manutenci¨®n de esta descendencia no deseada, algunas familias explotan mediante la prostituci¨®n a las personas LGTBIQ+. Saben que constituye el ¨²nico trabajo que la sociedad y los poderes p¨²blicos reservan para ellas.
Los tratantes recurren a esa misma estrategia, adem¨¢s de otras, como el secuestro de documentos. As¨ª restringen el acceso de las personas LGTBIQ+ a las instituciones p¨²blicas y al acceso a la salud, porque carecen de identificaci¨®n.
La cadena de deudas que arrastran las personas LGTBIQ+ en las redes de trata con fines de explotaci¨®n sexual y laboral ha dejado en lo que va de 2022 al menos cuatro fallecimientos en extra?as circunstancias. Por razones de seguridad no podemos difundir los datos personales de las v¨ªctimas. Los cuerpos aparecen lastimados con objetos punzantes.
El papel de las iglesias, polic¨ªas y militares de alto rango
El 20% de las ni?as y mujeres transg¨¦nero encuestadas por la organizaci¨®n Somos parte del Mundo reconoce haber sufrido violencia sexual con fines de curaci¨®n de la homosexualidad a manos de sacerdotes y pastores. Cerca de la mitad de las 305 personas LGTBIQ+ encuestadas vivi¨® en los internados dirigidos por congregaciones religiosas de origen cristiano-cat¨®lico por motivos escolares y la mayor¨ªa fue descubierta como homosexual por el estudiantado, el profesorado y la directiva. El 10% de los casos tuvo que rezar de forma continuada durante d¨ªas por los pecados cometidos. Un 10% cuenta que la directiva llam¨® a los tutores legales y habl¨® con ellos. En el 19% de los casos, seg¨²n la encuesta, una vez que se conoci¨® su homosexualidad, los adolescentes sufrieron abusos sexuales frecuentes por parte de otros alumnos, de los profesores o los directores.
Las v¨ªctimas est¨¢n dispuestas a identificar a los agresores, pero a cambio solicitan protecci¨®n, especialmente una v¨ªa de escape del pa¨ªs. El motivo, aseguran, es el lugar privilegiado que ocupan las iglesias en la estructura del r¨¦gimen gobernante.
Las familias no solo consideran entidades curativas a las Iglesias cat¨®licas y reformadas. Tambi¨¦n las Fuerzas Armadas y Cuerpos de Seguridad del Estado reciben el mismo respaldo para reformar (mediante violencia) a varones homosexuales. La mitad de las personas encuestadas aseguran que militares y polic¨ªas de alto rango trasladan con frecuencia a Malabo a menores transg¨¦nero. All¨ª su destino es ser recluidas y prostituidas en viviendas de barrios ricos. Seg¨²n el 40% de las personas encuestadas, la demanda de menores ¨Cheterosexuales y LGTBIQ+¨C en el mercado de la prostituci¨®n procede de la clase alta.
?Por qu¨¦ las personas LGTBIQ+ no denuncian?
La trata de personas, la explotaci¨®n sexual y la violencia ejercida con fines de curaci¨®n de la homosexualidad apenas se denuncian. La pregunta al respecto recoge una diversidad de instituciones establecidas para tal fin: los juzgados, la Defensor¨ªa del Pueblo, la Fiscal¨ªa General del Estado, la Comisi¨®n de Quejas y Peticiones del Parlamento... Cerca del 90% de las personas encuestadas por Somos parte del Mundo nunca ha o¨ªdo hablar de estas instituciones, excepto de los juzgados (pero las personas LGTBIQ+ no suelen frecuentarlos para resolver problemas debido a su alto coste). El 18% de la muestra reconoce que ha denunciado casos de violencia en comisar¨ªas de polic¨ªa, y solo el 3% indica que en su caso se hizo justicia.
El 75% de las personas encuestadas nunca ha denunciado la violaci¨®n de sus derechos porque no conf¨ªa en la justicia de su pa¨ªs. Dentro del 18% de las personas que s¨ª han denunciado las respuestas sobre su nivel de satisfacci¨®n fueron diversas y variadas, como ¡°me dijeron que me merezco todo tipo de maltrato por ser maric¨®n¡± o ¡°me dijeron que son problemas de familia¡±.
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