¡°La identidad de g¨¦nero no se elige, como prueba el fracaso de las terapias de conversi¨®n¡±
El catedr¨¢tico de la UNED Antonio Guillam¨®n acaba de publicar un libro con el resultado de a?os de investigaci¨®n sobre las bases psicobiol¨®gicas de la identidad de g¨¦nero
Cuenta Antonio Guillam¨®n (Murcia, 78 a?os) que cuando reorient¨® su trabajo cient¨ªfico desde el estudio de la diferenciaci¨®n sexual del cerebro de los mam¨ªferos hacia la identidad de g¨¦nero, su inter¨¦s ¡°no se dirig¨ªa hacia las personas transg¨¦nero¡±. ¡°Yo quer¨ªa comparar a las personas trans [las que perciben una incongruencia entre sus rasgos f¨ªsicos y el g¨¦nero al que sienten que forman parte] y a las cisg¨¦nero [aquellas en las que los rasgos f¨ªsicos y la identidad percibida coinciden] para entender el tema de la identidad, porque ser¨ªa un poco fatuo decir: ¡®A ver qu¨¦ les pasa a los trasng¨¦nero¡¯, cuando tampoco se sabe lo que les pasa a los cisg¨¦nero¡±, aclara este catedr¨¢tico em¨¦rito de la Universidad Nacional de Educaci¨®n a Distancia (UNED).
Guillam¨®n ha publicado recientemente los resultados de a?os de investigaci¨®n en el libro Identidad de G¨¦nero. Una aproximaci¨®n psicobiol¨®gica. En ¨¦l, entre otros datos, recoge una estimaci¨®n de personas trans en la poblaci¨®n: unas 4,6 por 100.000 habitantes, seg¨²n datos europeos. Pese a que los trans son pocos, su realidad genera posiciones encontradas y hasta debates pol¨ªticos, y el cient¨ªfico es consciente de la particularidad de lo que estudia, aunque ¨¦l haya querido enfocarlo con la misma disposici¨®n que ha aplicado a otras cuestiones cient¨ªficas durante su carrera.
Tanto en su libro como durante la conversaci¨®n, el cient¨ªfico muestra que no quiere zanjar un debate y tiene un inter¨¦s genuino por comprender. ¡°La ciencia no es dogm¨¢tica. Yo propongo una teor¨ªa y despu¨¦s otro puede demostrar que no es cierta, y yo dejar¨¦ de defenderla¡±, afirma. Sin embargo, a?ade, ¡°en la pol¨ªtica y en los colectivos sociales abunda el dogmatismo¡±. Sobre la sociedad en general y la aceptaci¨®n de las personas trans, Guillam¨®n cree que ¡°estamos en proceso de humanizaci¨®n y parte de la humanizaci¨®n es la aceptaci¨®n de la diferencia¡±. ¡°Lo que radicalmente nos termina de hacer humanos es aceptar la variaci¨®n, la variabilidad y la diferencia, teniendo todos la misma dignidad. Ese es el recorrido ¨¦tico que nos queda por delante¡±, concluye.
Pregunta. ?Cu¨¢l son los principales hallazgos que presenta en el libro?
Respuesta. Hemos observado que hay una diferenciaci¨®n en el cerebro que prepara para acogerse a una imagen que toma de lo que ofrece la sociedad. La identidad de g¨¦nero es un continuo en el que predominan los extremos. Hay dos grandes modelos, hombre o mujer, y uno se acopla a uno de los dos. En poqu¨ªsimos casos hay una incongruencia entre el sexo biol¨®gico y el modelo, pero en los casos en que se da, hemos visto que existen diferencias cerebrales en hombres cis y trans y mujeres cis y trans.
Los genes y las hormonas prenatales preparan al cerebro para el desarrollo de diferentes identidades de g¨¦nero, y los ni?os y las ni?as desde peque?os tienen unos comportamientos estereotipados. Adem¨¢s de la exposici¨®n a la testosterona durante la pubertad, los ni?os tienen una mayor exposici¨®n a esa hormona durante la gestaci¨®n y tambi¨¦n una especie de minipubertad, en la que hay otro pico de testosterona, en los tres primeros meses despu¨¦s del nacimiento. Todas esas diferencias condicionan la identidad de g¨¦nero en la que una persona va a encajar. La identidad de g¨¦nero no es algo que se elige. Si tiene suerte, uno puede elegir lo que va a comer, pero no puede elegir si tiene hambre o no. Algo tan nuclear en nosotros como la identidad no es algo que eliges. Esto lo prueba tambi¨¦n el fracaso de las terapias de conversi¨®n.
P. Pero hay gente, como la investigadora israel¨ª Daphna Joel, que niega la existencia de un cerebro masculino o uno femenino.
R. Joel dice que hay rasgos que en parte se superponen, que el cerebro es un mosaico. Pero hay un cerebro que ser¨¢ m¨¢s masculino o m¨¢s femenino. No hay diferencias cualitativas entre hombres y mujeres, salvo una muy importante: la existencia del cromosoma Y y la existencia de un gen en ese cromosoma, el SRY, que es el que hace que se diferencien los test¨ªculos y todo lo que producen. Solo hay una diferencia cualitativa, pero existe y ese gen SRY tambi¨¦n se expresa en el cerebro.
Aunque, como dice Joel, tenga algo de mosaico, al final, en las estructuras del cerebro, hay tres posibilidades cuantitativas. Macho mayor que hembra, hembra mayor que macho o no hay diferencia. Es el perfil de todas esas medidas lo que hace que al final alguien se sienta hombre o mujer. Acabamos de publicar diferencias en la conectividad cerebral. C¨®mo se propaga la informaci¨®n en mil nodos cerebrales y c¨®mo var¨ªa esa comunicaci¨®n en espacios cortos de tiempo. Hemos encontrado cuatro grupos diferentes de conectividad: hombres cis y trans y mujeres cis y trans. Los mismos cuatro grupos que describimos a nivel estructural y ha confirmado un estudio anal¨ªtico reciente.
¡°Lo que nos termina de hacer humanos es aceptar la variaci¨®n, la variabilidad y la diferencia¡±
P. Hay datos que expone en el libro que son llamativos, como la diferencia en Europa entre hombres trans, que son 2,6 por cada 100.000 y mujeres trans que son 6,8 por cada 100.000
R. Esas variaciones las hemos visto en distintos pa¨ªses en distintas ¨¦pocas. La verdad es que no sabemos lo que est¨¢ ocurriendo ahora. Especulando, por un lado, hay cambios sociales, porque al final la identidad est¨¢ determinada por una cuesti¨®n biol¨®gica, pero nos amoldamos a los modelos que nos ofrece la sociedad y ahora hay m¨¢s flexibilidad. Pero, adem¨¢s, creo que la actividad industrial ha cambiado nuestro entorno, tambi¨¦n en este sentido. Tenemos muchas sustancias contaminantes que afectan a los receptores de estr¨®genos, de andr¨®genos, al metabolismo de los esteroides sexuales.
Para la mayor parte de las personas, la identidad de g¨¦nero se conforma en los dos o tres primeros a?os de vida, pero esa adaptaci¨®n no tiene por qu¨¦ ser lineal, hay personas que llegan a la pubertad y a¨²n no lo tienen muy claro. Como han visto investigadores holandeses, una parte importante de los ni?os que llegan a la pubertad diciendo que son ni?as o viceversa, despu¨¦s desisten. M¨¢s tarde alcanzan la consciencia de ser personas homosexuales conformes con su identidad. Algunos llegan a la pubertad sin haber consolidado previamente la identidad y a veces se confunde la identidad con la orientaci¨®n sexual.
P. En Espa?a, ?hay muchas personas que reciban un tratamiento de afirmaci¨®n y den marcha atr¨¢s?
R. Hasta ahora, gracias a las Unidades de Identidad de G¨¦nero de los hospitales p¨²blicos, hab¨ªa poca desistencia. La psiquiatra, que est¨¢ especializada, analiza si cuando llega alguien a la unidad con ansiedad y depresi¨®n es una reacci¨®n a su situaci¨®n de angustia por ver que se siente que es mujer y tiene el f¨ªsico de un hombre o viceversa, o si es una depresi¨®n bipolar o una esquizofrenia que se tendr¨ªa que tratar antes. Si es un caso reactivo, se pasa directamente al tratamiento. Pero si suprimes ese proceso de evaluaci¨®n, hay m¨¢s posibilidades de equivocarse con la persona. Ahora, con la nueva ley en Espa?a, se va a pasar a que sea el m¨¦dico de familia o un endocrin¨®logo sin especializar, que se dedica a tratar la diabetes o el colesterol, el que tome esas decisiones pr¨¢cticamente a demanda. Opino que la idea de despatologizar prima sobre la salud. Se podr¨ªa predecir que habr¨¢ m¨¢s personas transg¨¦nero que desistan en los pr¨®ximos a?os.
Con el tema de la despatologizaci¨®n lo que sucede es que parece que las personas transg¨¦nero son inmunes a todas las patolog¨ªas mentales que tenemos los cisg¨¦nero. No todo es estr¨¦s de minor¨ªa. El problema es que ahora una persona llega y dice: ¡°Quiero esto¡±, y se lo tienen que dar, pero no se le ayuda a que esa persona discierna si es algo primario o reactivo.
P. ?Cu¨¢ndo se deber¨ªan iniciar los tratamientos de afirmaci¨®n?
R. Si supieras seguro que un ni?o de 10 a 12 a?os va a ser estable en querer ser ni?a para toda su vida o viceversa, lo ideal es que el tratamiento hormonal empiece con los bloqueadores de la pubertad y todo saldr¨ªa perfectamente. Pero en eso no hay certeza y el ni?o tiene sus derechos. Cae sobre los padres y sobre los m¨¦dicos la decisi¨®n m¨¦dica y ¨¦tica de dar un bloqueador. Hay movimientos en contra del tema del bloqueo, porque por mucho que le expliques a un ni?o de 11 a?os que el bloqueador va a tener unos efectos importantes sobre su cuerpo, que adem¨¢s no se sabe cu¨¢les son, es dif¨ªcil que entiendan. Actualmente, solo veo una soluci¨®n: especialistas con experiencia cl¨ªnica en el tema.
P. ?Los tratamientos de afirmaci¨®n son seguros?
R. Despu¨¦s de la pubertad, el tratamiento hormonal con testosterona (chicos transg¨¦nero) o estradiol (chicas transg¨¦nero) no es inocuo, como todo tratamiento puede tener efectos adversos. En el cerebro, por ejemplo, observamos ventr¨ªculos agrandados. El primer trabajo de los efectos sobre el cerebro de los tratamientos hormonales es de 2006. Nosotros hicimos un segundo trabajo en 2014, m¨¢s amplio, que publicamos en Journal of Sexual Medicine y ofrecimos una hip¨®tesis explicativa. En el caso de la androgenizaci¨®n para un hombre trans, lo que est¨¢ sucediendo es lo mismo que pasa con los m¨²sculos, como si tomas un anabolizante, los mismos efectos anabolizantes y anticatabolizantes de los andr¨®genos en el resto del cuerpo suceden en el cerebro. En la feminizaci¨®n lo que observamos es que, como disminuyen el grosor de la corteza cerebral y los n¨²cleos subcorticales, se expanden los ventr¨ªculos. Recientemente hemos demostrado que ello se debe a que el estradiol afecta al metabolismo del agua en la corteza cerebral, no a que disminuyan las neuronas. Estudiamos los efectos del tratamiento para mejorar la atenci¨®n de las personas transg¨¦nero. Hemos propuesto que en los protocolos se incluya un esc¨¢ner cerebral cada dos a?os.
De lo que no se sabe absolutamente nada es sobre el tratamiento de los ni?os con bloqueadores sobre el cerebro. Se nos acaba de conceder un proyecto del ministerio para estudiarlos.
¡°Hay diferencias en la corteza cerebral que en las personas transg¨¦nero hace que los genitales se perciban incongruentes¡±
P. ?Y c¨®mo es esto posible? Los tratamientos farmacol¨®gicos requieren saber qu¨¦ va a pasar a largo plazo.
R. Hay una frase m¨¢gica que el tratamiento es razonablemente seguro. Lo dijo en su momento el doctor Louis Gooren, un endocrin¨®logo holand¨¦s con mucha experiencia. Ves a las personas transg¨¦nero bien de salud, pero no hay estudios a largo plazo para conocer c¨®mo envejecen o qu¨¦ efecto tienen algunos cambios que hemos observado en el cerebro. Hay alg¨²n art¨ªculo en el que se relaciona un tratamiento de este tipo con meningiomas, pero no ha habido un ensayo general de c¨®mo es el tratamiento. En los ni?os a partir de los 11 o 12 a?os, se administran bloqueadores de la pubertad para suprimir la disforia de g¨¦nero, cuando se considera que es necesario. Se administran bloqueadores, pero por un tiempo limitado.
P. ?El cambio de legislaci¨®n afecta a c¨®mo se enfocan los tratamientos?
R. En Espa?a se ha cambiado la legislaci¨®n y en las comunidades aut¨®nomas han modificado los procedimientos de atenci¨®n a las personas transg¨¦nero. Que yo sepa en ninguna, independientemente de si eran de derechas o de izquierdas, se ha preguntado a las Unidades de G¨¦nero que esos gobiernos crearon. En Espa?a, hay unidades que son punteras internacionalmente. La de M¨¢laga, que fue la primera, con la doctora Isabel Esteva, endocrin¨®loga, que introdujo los tratamientos. Despu¨¦s se crearon otras a principios de siglo, la del Hospital Cl¨ªnic, en Barcelona, en Madrid, hospital Ram¨®n y Cajal, en Sevilla, en Bilbao, en Zaragoza, en Valencia, etc¨¦tera. Desde estas unidades se ha apoyado la despatologizaci¨®n. Pero a estos especialistas (endocrin¨®logos, psic¨®logos, psiquiatras) no se les ha preguntado absolutamente nada y hasta 2019 ya hab¨ªan atendido a nueve mil personas.
P. ?La pol¨ªtica no tiene inter¨¦s en escuchar a los cient¨ªficos?
R. El mundo de la pol¨ªtica se mueve con una idea preconcebida de que todo es social y que en el tema de la identidad de g¨¦nero la persona elige. Todav¨ªa funciona en el cerebro de la clase dirigente y los influencers intelectuales la idea de que uno elige como un acto volitivo. Pero hay una interacci¨®n entre lo social y lo biol¨®gico, y hay algo tan importante como el yo, que es un yo con g¨¦nero. Hay una falta de entendimiento sobre la identidad de g¨¦nero, tanto desde una visi¨®n biologicista como desde una social. Una se aferra a los genes y los genitales y la otra al ambiente como moldeadores de la identidad. Sin embargo, la identidad es la consecuencia de un proceso muy complejo en el que intervienen genes, g¨®nadas, hormonas, cerebro y el ambiente pre y posnatal. No se puede explicar desde las esquinas, sino desde la visi¨®n de conjunto. Hay que verlo como un proceso. Es a lo que conducen las investigaciones de nuestro grupo y lo que comento en el libro.
¡°La identidad es la consecuencia de un proceso muy complejo en el que intervienen genes, g¨®nadas, hormonas, cerebro y el ambiente pre y posnatal¡±
P. Existe la idea de que somos una tabla rasa sobre la que se puede escribir cualquier cosa...
R. Yo les dir¨ªa que demuestren que existe esa tabla rasa cerebral. Eso no es posible cuando tienes tres fases de acci¨®n de la testosterona desde el segundo trimestre de gestaci¨®n hasta la pubertad. No solo est¨¢ influyendo sobre el cerebro, sino sobre todo el genoma y va creando un epigenoma, determinando qu¨¦ genes se van a expresar y cu¨¢les se van a inhibir. En un trabajo de colaboraci¨®n entre las universidades de A Coru?a, Gante y la UNED hemos demostrado diferencias en la metilaci¨®n del ADN entre las poblaciones cis y transg¨¦nero en una serie de genes, algunos relacionados con el desarrollo. Al nacer no somos una tabla rasa, no solo es que no sea rasa, es que no existir¨ªamos como especie que somos si fu¨¦semos una tabla rasa al nacer. Darwin no tendr¨ªa sentido. El entorno social afecta, en primer lugar, facilitando modelos en los que vamos a encajar, pero no parte de cero. Los ni?os al nacer no parten de cero.
P. ?Por qu¨¦ produce tanto sufrimiento sentir esa incongruencia entre lo que uno se siente y lo que ve en el espejo?
R. Es que es m¨¢s que sentirse. Es la consciencia cognitivo-emocional de ser hombre o mujer. Es el yo. El yo es un yo con g¨¦nero. No es una identidad abstracta. Hasta ahora siempre nos han hablado de un yo abstracto. Pero ese yo se ha formado con la percepci¨®n del propio cuerpo y en relaci¨®n en el tiempo y el espacio con otros cuerpos y a la forma masculina y femenina del cuerpo. La incongruencia se sigue de un rechazo de los genitales en las mujeres transg¨¦nero y de las mamas en los hombres transg¨¦nero. Esto produce sufrimiento. A este sufrimiento se a?ade el rechazo familiar y/o social, el estigma que conduce a un estr¨¦s de minor¨ªa.
P. ?Por qu¨¦ no se pueden acostumbrar a verse en esos cuerpos?
R. La construcci¨®n del yo se forma por la percepci¨®n del propio cuerpo, es precisa una autorrepresentaci¨®n cerebral del cuerpo y en relaci¨®n con otros cuerpos y lo que estos hacen. Yo lo que pienso, lo que he propuesto en nuestras publicaciones, es que hay diferencias en la diferenciaci¨®n de la corteza cerebral que en las personas transg¨¦nero hace que los genitales se perciban incongruentes. Y esto no es una patolog¨ªa, pero hace sufrir si no se entiende por todos.
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