La raz¨®n por la que me quedo en Ucrania
Una trabajadora del Fondo de Poblaci¨®n de Naciones Unidas relata c¨®mo cambi¨® su propia vida el d¨ªa que comenz¨® la guerra en su pa¨ªs. Su compromiso por defender la salud y los derechos de las mujeres siguen intactos
Los ucranios siempre recordaremos el lugar exacto en el que nos encontr¨¢bamos el pasado 24 de febrero, cuando nos enteramos de que la guerra hab¨ªa comenzado. En mi caso, estaba en Kiev, trabajando en una nueva campa?a de sensibilizaci¨®n sobre c¨®mo las mujeres pueden protegerse de la violencia de g¨¦nero y de qu¨¦ servicios y apoyos disponen.
Los ucranios recordaremos para siempre ese d¨ªa como uno de los m¨¢s sombr¨ªos. Ya han pasado varios meses desde la invasi¨®n y, aunque las estaciones han cambiado, en Ucrania la gente dice: ¡°Afuera es verano, pero mientras dure la guerra, seguiremos en febrero¡±. A veces resulta dif¨ªcil recordar c¨®mo era el d¨ªa a d¨ªa antes del conflicto. Los l¨ªmites entre mi vida personal y profesional en el Fondo de Poblaci¨®n de Naciones Unidas (UNFPA), el organismo de salud sexual y reproductiva de la ONU, en Ucrania, se han difuminado en los ¨²ltimos meses.
Mi trabajo como especialista en comunicaci¨®n consiste en visibilizar el impacto que tiene la guerra en mujeres y ni?as, as¨ª como en servir de altavoz para sus necesidades y los retos que deben afrontar, con el objetivo de seguir protegiendo sus derechos, como el de dar a luz con seguridad y dignidad, y a vivir sin violencia. Mi sentido del deber es ahora m¨¢s fuerte que nunca.
M¨¢s de 12 millones de personas, mayoritariamente mujeres y ni?as, se han visto obligadas a abandonar sus hogares; han visto c¨®mo se truncaban sus vidas ante un futuro incierto. Yo tambi¨¦n tuve que abandonar mi hogar en Kiev, que milagrosamente ha permanecido intacto, a mis padres y a mi perro el d¨ªa que estall¨® la guerra. No tuve otra oportunidad de ver a mi familia hasta que lleg¨® el verano. Todo el personal de la oficina del UNFPA en Ucrania se encontraba en la misma situaci¨®n: hab¨ªan huido de sus ciudades natales, junto con sus familias, mascotas y algunos art¨ªculos b¨¢sicos, para desplazarse a lugares m¨¢s seguros en las regiones occidentales.
Las mujeres no dejan de quedarse embarazadas, dar a luz o menstruar cuando se desata una crisis, pero los riesgos para su salud, seguridad y bienestar suelen aumentar
La urgencia por huir a un lugar seguro hizo que muchos de ellos solo se llevaran pertenencias y documentos b¨¢sicos. Por ejemplo, un compa?ero se llev¨® ¨²nicamente dos calcetines, que resultaron ser impares. Sin embargo, todos trajeron sus ordenadores y todo lo necesario para trabajar. Como miembros del personal humanitario de las Naciones Unidas, tenemos que estar preparados para seguir trabajando por las personas a las que apoyamos en cualquier circunstancia. Las mujeres no dejan de quedarse embarazadas, dar a luz o menstruar cuando se desata una crisis, pero los riesgos para su salud, seguridad y bienestar suelen aumentar.
Antes de la guerra, nuestro equipo apoyaba los esfuerzos por promover la igualdad de g¨¦nero y los derechos de las mujeres en Ucrania, fortaleciendo su resiliencia y fomentando su capacidad de tomar decisiones respecto de su salud sexual y reproductiva. Sin embargo, nuestras prioridades cambiaron dr¨¢sticamente cuando comenz¨® la guerra: ahora, nuestro objetivo principal es garantizar que sigan teniendo acceso a servicios sanitarios esenciales, entre ellos la atenci¨®n sanitaria materna, y productos como anticonceptivos y art¨ªculos de higiene menstrual. No obstante, trabajamos en un entorno dif¨ªcil, marcado por la ruina y la destrucci¨®n.
A diario me inspiran tanto las personas que siguen trabajando, siendo voluntarias y dando todo de s¨ª, como quienes se vieron obligadas a huir de la guerra, lo perdieron todo y aun as¨ª siguen creyendo y ansiando la paz
Al inicio de la guerra, el UNFPA estim¨® que hab¨ªa en torno a 265.000 mujeres embarazadas en Ucrania, por lo que nuestra prioridad es garantizar que puedan dar a luz de forma segura. En las zonas con bombardeos intensos, muchos centros de maternidad y atenci¨®n perinatal han sufrido da?os o se han visto obligados a trasladar sus salas de parto y maternidad a los s¨®tanos. En muchas ciudades, las mujeres no tienen acceso a atenci¨®n m¨¦dica y se ven obligadas a parir en refugios improvisados en s¨®tanos y estaciones de metro. Tambi¨¦n escasean los equipos, las instalaciones y el personal sanitario cualificado.
Desde que estall¨® la guerra, he visitado varios hospitales maternos a los que ya les hemos entregado grandes cantidades de equipos y medicamentos de salud reproductiva. Las mujeres me comentaban que ya no ve¨ªan las noticias y que, mientras esperaban a dar a luz ¡ªy poder sujetar a sus reci¨¦n nacidos en brazos¡ª prefer¨ªan pensar en sus aspiraciones y sue?os para el futuro. Los m¨¦dicos me dijeron que el ambiente positivo del hospital, que contrasta con el miedo y la destrucci¨®n que reina a las puertas de las instalaciones, es importante y ayuda a reducir el estr¨¦s, el cual puede provocar que las futuras madres sufran complicaciones.
Hace poco tuve una conversaci¨®n con la esposa de un soldado que fue capturado en el frente de Azovstal y del que no se sabe nada desde hace unos 15 d¨ªas. Dio a luz a su primog¨¦nita, sola, en una de las salas de maternidad en las que hemos distribuido productos de salud reproductiva, como medicamentos de salud materna vitales. Comparti¨® conmigo su dolor y su miedo, pero lo que m¨¢s me inspir¨® fue la esperanza desmedida de que su marido volviera pronto para conocer a su hija reci¨¦n nacida.
A diario me inspiran tanto aquellas personas que siguen trabajando, siendo voluntarias y dando todo de s¨ª, como aquellas que se vieron obligadas a huir de la guerra, lo perdieron todo y aun as¨ª siguen creyendo y ansiando la paz. Los ucranianos demuestran una fuerza y una resiliencia extraordinarias.
Precisamente la semana pasada particip¨¦ en otra misi¨®n en las ciudades que han recibido el mayor n¨²mero de personas evacuadas de las zonas devastadas por la guerra. En Zaporiyia, por ejemplo, conoc¨ª a varias personas inspiradoras, entre ellas una mujer de 32 a?os llamada Sasha que, a pesar de tener una grave discapacidad, trabajaba como voluntaria en un centro para desplazados al que apoyamos con financiaci¨®n. Desplazarse por la ciudad se ha convertido en un verdadero reto para ella, y para muchas otras personas, ya que ahora se hace muy complicado conseguir combustible en el pa¨ªs. Su ejemplo conmovi¨® tanto a dos taxistas, que ahora la llevan a diario de su casa al centro, y viceversa. Incluso la acompa?an hasta el interior. Una vez all¨ª, se mueve en su silla de ruedas, haciendo todo lo que puede para ayudar.
Otra mujer excepcional que he conocido hace poco es una se?ora llamada Lyubov, que pronto cumplir¨¢ 85 a?os. El primer d¨ªa de la guerra, vino al centro y se ofreci¨® a ayudar. Todos los d¨ªas abre y alinea miles de bolsas para que otros voluntarios las llenen de alimentos y art¨ªculos de higiene listos para su distribuci¨®n. Este trabajo sencillo, pero que facilita y acelera el proceso que hace llegar los suministros a las personas necesitadas, resulta imprescindible en la situaci¨®n actual. Son estas las personas que me motivan a seguir trabajando.
En la actualidad, el personal del UNFPA trabajamos con socios locales en todas las regiones a las que resulta posible acceder de forma segura. Nuestra misi¨®n consiste en ampliar la prestaci¨®n de servicios de salud reproductiva, incluida la atenci¨®n a la salud materna, y satisfacer las necesidades m¨¦dicas y psicosociales de las mujeres y ni?as en riesgo de sufrir violencia o que ya la sufren. Recientemente, hemos puesto en marcha varios servicios de apoyo, como equipos m¨®viles psicosociales que trabajan en 12 ciudades de todo el pa¨ªs y un sistema en l¨ªnea llamado Aurora, compuesto por psicoterapeutas y especialistas sociales, m¨¦dicos y jur¨ªdicos, al que las mujeres supervivientes de la violencia pueden acceder desde cualquier lugar dentro y fuera de Ucrania.
Las mujeres y ni?as se enfrentan a enormes desaf¨ªos en Ucrania, y nos hemos comprometido a apoyar las iniciativas que protejan su salud, sus derechos y su dignidad tanto durante la guerra como despu¨¦s de ella. Por esta raz¨®n, me quedar¨¦ en mi pa¨ªs y seguir¨¦ sirviendo y contando las historias de los miembros m¨¢s vulnerables y menos representados de nuestra poblaci¨®n.
Puedes seguir a PLANETA FUTURO en Twitter, Facebook e Instagram, y suscribirte aqu¨ª a nuestra ¡®newsletter¡¯.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.