Saleh y Samiyah, dos peque?os refugiados en la frontera con Sud¨¢n
Pronto los habitantes del campo de refugiados de Andressa, en el Chad, quedar¨¢n atrapados entre la guerra, por un lado, y la crecida de las aguas por las lluvias, por el otro. El hambre y las enfermedades amenazan la vida de estos ni?os
Debe de tener unos ocho a?os, quiz¨¢ nueve. Sentado en un banco, sostiene a su hermana peque?a mientras esperan en la fila entre una multitud de madres con sus hijos enfermos. A ¨¦l lo voy a llamar Saleh y a ella, Samiyah, aunque estos no son sus verdaderos nombres. En su rostro hay una mezcla de miedo y de determinaci¨®n para que atiendan a su hermana. Hace un rato vi c¨®mo le besaba la frente cuando cre¨ªa que nadie miraba. La quiere.
Samiyah tiene dos a?os, es peque?a, tiene el pelo recogido en trenzas y est¨¢ sentada en el regazo de su hermano. ?l dice que su madre est¨¢ en casa. Supongo que se refiere a que est¨¢ aqu¨ª, en el campo de personas refugiadas de Andressa, en el Chad, quiz¨¢ bajo un refugio de lonas de pl¨¢stico o simplemente bajo un ¨¢rbol, como otras familias que hemos visto. El padre, si est¨¢ vivo, probablemente siga en Sud¨¢n, donde se libran los combates.
Le pido a Saleh que me cuente el problema de salud de su hermana, sabiendo que a estas alturas del d¨ªa no tendremos tiempo de ver a todo el mundo antes de tener que irnos por motivos de seguridad.
Muy pronto, las personas refugiadas quedar¨¢n atrapadas aqu¨ª, con la guerra, por un lado, y la crecida de las aguas, bloqueando los caminos hacia lugares m¨¢s seguros, por el otro
Primero me explica que tiene diarrea, aunque se nota que est¨¢ hambrienta. El color del pelo le ha cambiado por la falta de nutrientes y est¨¢ agotada. Apenas se relaciona con el entorno. Le pido que me deje verle los brazos, que son apenas m¨¢s anchos que mis pulgares, y con cuidado compruebo la circunferencia del brazo con la cinta m¨¦trica especial que utilizamos para evaluar el estado nutricional. El resultado de Samiyah es rojo, lo que significa desnutrici¨®n aguda severa, y est¨¢ muy por debajo del umbral.
Le explicamos a Saleh que le daremos sobres de alimento terap¨¦utico, una mezcla elaborada con pasta de cacahuete y nutrientes para tratar la desnutrici¨®n. Le explicamos que debe darle dos sobres al d¨ªa y que le entregaremos suficientes para una semana. Espero que para entonces hayamos vuelto con m¨¢s. Ojal¨¢ las lluvias no llenen los cauces, lo que podr¨ªa bloquear la ruta hasta aqu¨ª. Tengo la esperanza de que sobrevivir¨¢ hasta recibir la siguiente raci¨®n.
Este campo debe ser evacuado. Hace semanas que la gente vive aqu¨ª. Han llegado escapando de los combates en Sud¨¢n. Ahora que han empezado las lluvias estacionales en el Chad, los enormes wadis (cauces secos de los r¨ªos) se est¨¢n llenando. Muy pronto, las personas refugiadas quedar¨¢n atrapadas aqu¨ª, con la guerra, por un lado, y la crecida de las aguas, bloqueando los caminos hacia lugares m¨¢s seguros, por el otro. Y lo que es peor, los wadis impedir¨¢n que la ayuda llegue a aquellos que se queden. Todo el mundo lo sabe, pero la ayuda para evacuarlos sigue sin llegar.
Hay quien dice que estos refugiados no interesan al mundo. Las respuestas humanitarias en el Chad reciben poca atenci¨®n y, con ello, poca financiaci¨®n
Hay quien dice que estos refugiados no interesan al mundo. Las respuestas humanitarias en el Chad reciben poca atenci¨®n y, con ello, poca financiaci¨®n. Dicen que los recortes en las ayudas son la causa de que la evacuaci¨®n tarde en llegar. Solo hubo una distribuci¨®n de alimentos y todos sabemos que no fue suficiente. Samiyah es una prueba de ello, al igual que otros cientos de ni?os como ella. Ese mismo d¨ªa vemos a una ni?a de la edad de Saleh bebiendo barro, intentando filtrarlo con una camiseta. Aqu¨ª no hay agua potable. Tambi¨¦n atendemos a ni?os con sarampi¨®n y tos ferina. Los brotes ya han empezado.
Por la tarde nos marchamos del campo de refugiados para llegar a nuestra base antes de que anochezca y, para nuestro horror, vemos que el nivel del agua en el wadi ya ha subido, y casi ha cortado el camino de entrada y salida. Miro por la ventanilla de nuestro Land Cruiser mientras lo atravesamos y veo que el agua ya sobrepasa las ruedas. No sabemos c¨®mo volveremos la semana que viene. Estas personas est¨¢n atrapadas, necesitan comida, agua potable y medicamentos. Espero que veamos a Saleh y Samiyah despu¨¦s de que los evac¨²en. Espero que reciban la pr¨®xima raci¨®n, pero ahora mismo no s¨¦ muy bien c¨®mo.
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