Sud¨¢frica paga el pato: la l¨®gica cruel tras las restricciones de viaje por la variante ¨®micron
Aunque el Gobierno del pa¨ªs, cient¨ªficos y organismos internacionales mostraron su indignaci¨®n por la prohibici¨®n de las conexiones a¨¦reas, por racistas y contraproducentes, estas siguen vigentes. Canad¨¢ y Francia fomentan una forma de ¡®apartheid¡¯ que conduce a niveles peligrosos de discriminaci¨®n y estigmatizaci¨®n
A ¨²ltima hora de una tarde de hace unos d¨ªas, el p¨¢nico invadi¨® a Tulio de Oliveira, el cient¨ªfico que dirig¨ªa el equipo de expertos sudafricanos que descubri¨® la variante ¨®micron del coronavirus hace dos semanas. Se estaba quedando sin reactivos, las sustancias qu¨ªmicas que se necesitan para secuenciar el genoma obtenido de las pruebas positivas a fin de detectar nuevos casos de la variante. En Sud¨¢frica, los contagios de covid-19 casi se hab¨ªan duplicado con respecto al d¨ªa anterior (desde entonces se han multiplicado por m¨¢s de 15), y el n¨²mero de pruebas positivas que hab¨ªa que analizar aumentaba a gran velocidad.
Sin embargo, dos d¨ªas despu¨¦s de que se anunciaran los resultados de su equipo, los pa¨ªses que disponen de las sustancias qu¨ªmicas que necesita De Oliveira para ayudar a su pa¨ªs a rastrear la variante ¨®micron bloquearon los medios que le permit¨ªan importarlas.
Debido a las prohibiciones de viaje impuestas por los gobiernos occidentales a los pa¨ªses del sur de ?frica ¡ªpor temor a que introdujeran en sus territorios una nueva variante que, con toda probabilidad, ya estaba all¨ª¡ª, empezaron a escasear los vuelos que transportaban los productos imprescindibles para De Oliveira.
El equipo del bioinform¨¢tico estaba proporcionando al mundo datos cruciales para la vigilancia gen¨®mica, pero qued¨® atado de manos. Los pa¨ªses desarrollados lo penalizaron por su capacidad de descubrir la nueva variante con una rapidez excepcional, y por la voluntad ¡ªy el valor¡ª de su Gobierno de dar a conocer los datos al mundo casi instant¨¢neamente.
Los pa¨ªses ricos, como Estados Unidos, Reino Unido, Francia, Canad¨¢, Pa¨ªses Bajos, B¨¦lgica, Noruega y muchos otros en los que se ha identificado la variante ¨®micron desde entonces (en algunos casos, sin relaci¨®n con Sud¨¢frica), no impusieron restricciones de viaje entre ellos. El castigo solo afectaba al continente africano. Y, a pesar de que el Gobierno de Sud¨¢frica, los cient¨ªficos y los organismos internacionales como la Organizaci¨®n Mundial de la Salud (OMS) han expresado su indignaci¨®n por las barreras selectivas, calific¨¢ndolas de racistas, poco cient¨ªficas y contraproducentes, ni un solo pa¨ªs rico, hasta el momento de escribir estas l¨ªneas, ha revocado las prohibiciones.
Antes bien, para absoluto asombro de los cient¨ªficos sudafricanos, gobiernos como el de Canad¨¢ han dado a entender que no se f¨ªan de nuestras pruebas covid. El Ejecutivo canadiense anunci¨® que, a menos que gocen de alguna exenci¨®n, los ciudadanos que est¨¦n atrapados en Sud¨¢frica y quieran volver a su pa¨ªs tendr¨¢n que disponer de ¡°un resultado negativo para covid-19 mediante prueba molecular obtenido en un tercer pa¨ªs antes de salir¡±. Es decir, no en Sud¨¢frica.
Lo parad¨®jico es que Sud¨¢frica cuenta con una de las redes m¨¢s avanzadas del mundo para la realizaci¨®n de pruebas moleculares, o PCR ¡ªcon toda probabilidad, mejor que la de Canad¨¢¡ª, ya que es la misma t¨¦cnica que se utiliza para comprobar la carga viral de VIH. Para ello, a lo largo de las dos ¨²ltimas d¨¦cadas, el pa¨ªs ha desarrollado unas infraestructuras excepcionalmente bien dotadas debido a la elevada prevalencia del sida en su territorio. Por eso, cuando empez¨® la actual pandemia, Sud¨¢frica pudo empezar a hacer pruebas covid mucho m¨¢s r¨¢pidamente que muchos otros pa¨ªses.
Los cient¨ªficos sudafricanos que alertaron al mundo sobre la variante ¨®micron ahora no pueden acceder a los productos qu¨ªmicos que necesitan para seguir rastreando el virus
Al otro lado del Atl¨¢ntico, Francia hizo p¨²blicas sus normas: si un avi¨®n ha pasado por un pa¨ªs del sur de ?frica, solo los residentes franceses y de la Uni¨®n Europea, los diplom¨¢ticos y las tripulaciones pueden desembarcar en suelo franc¨¦s. Tanto si esas personas han tenido contacto en esos pa¨ªses con personas que pudieran estar contagiadas como si no, si tienen el pasaporte correcto, pueden desembarcar.
Una situaci¨®n absurda, ya que los resultados de las secuenciaciones realizadas en Sud¨¢frica publicados en la revista Nature muestran que Europa fue responsable de m¨¢s del 80% de los primeros contagios de covid-19 en el pa¨ªs. Y aunque la mayor¨ªa de los vuelos, independientemente de su nacionalidad, se suspendieron en todo el mundo, Sud¨¢frica incluida, Europa no fue objeto de restricciones selectivas por parte de nuestro Gobierno.
Por desgracia, la forma de apartheid que fomentan pa¨ªses como Canad¨¢ y Francia ha conducido a niveles peligrosos de discriminaci¨®n racial y estigmatizaci¨®n.
Peligrosos porque d¨¦cadas de bibliograf¨ªa sobre las enfermedades infecciosas han llegado una y otra vez a la conclusi¨®n de que la segregaci¨®n trae consigo la desigualdad, y la desigualdad impulsa la propagaci¨®n de la enfermedad. ?Por qu¨¦? Porque el estigma y la discriminaci¨®n hacen que la aceptaci¨®n de los diagn¨®sticos, como las pruebas covid, los m¨¦todos de prevenci¨®n, como las vacunas, y los tratamientos disponibles sea menor. En el caso de la covid, la consecuencia es una probabilidad m¨¢s alta de que aparezcan nuevas variantes, que inevitablemente se extender¨¢n por el mundo y que podr¨ªan escapar a la protecci¨®n contra el contagio, la enfermedad grave o la muerte que ofrecen la infecci¨®n previa y las vacunas.
Por ejemplo, la semana pasada BBC World se refiri¨® a la ¨®micron como ¡°la variante sudafricana¡± en varias emisiones en directo; el peri¨®dico alem¨¢n Die Rheinpfalz present¨® la variante con el t¨ªtulo El virus de ?frica est¨¢ entre nosotros; y la publicaci¨®n espa?ola La Tribuna de Albacete public¨® el 28 de noviembre una vi?eta en la que se ve¨ªa un barco ¡°sudafricano¡± llamado ?micron lleno de africanos negros representados en forma de virus que se acercaba a las costas de Europa.
La epidemia m¨¢s reciente que ilustra las consecuencias de la marginaci¨®n en todo su alcance es la del sida, en la que los cinco grupos de poblaci¨®n con las tasas m¨¢s altas de infecci¨®n ¡ªtrabajadoras sexuales, toxic¨®manos que utilizan agujas, homosexuales y otros hombres que mantienen relaciones sexuales con hombres, transexuales y presos¡ª son tambi¨¦n los m¨¢s estigmatizados y los que tienen menos acceso a los servicios sanitarios.
Un reciente editorial de The Lancet lo expresa claramente: ¡°El ¨¦xito de la respuesta al sida [y a otras enfermedades infecciosas] se fundamenta en la igualdad, no solo en lo que a acceso a la prevenci¨®n, la atenci¨®n y el tratamiento se refiere, sino tambi¨¦n en la igualdad ante la ley¡±.
Las prohibiciones de viajar impuestas a los pa¨ªses del sur de ?frica hacen caso omiso de d¨¦cadas de investigaci¨®n sobre las enfermedades infecciosas y no har¨¢n m¨¢s que prolongar la pandemia
Pero la desigualdad ¡ªya sea la distribuci¨®n injusta de las vacunas, el (no) compartir los derechos de propiedad intelectual y los conocimientos t¨¦cnicos de su fabricaci¨®n, o qui¨¦n es considerado lo suficientemente ¡°limpio¡± para entrar en un pa¨ªs¡ª que ha dominado la pandemia de la covid nos sit¨²a lejos de la v¨ªa de la equidad.
Tom Moultrie, profesor de Demograf¨ªa de la Universidad de Ciudad del Cabo, afirma en Twitter que los privilegios de los pa¨ªses desarrollados siguen marginando al Sur global, no solo con medidas evidentes como la prohibici¨®n de viajar y el acceso desigual a las vacunas, sino tambi¨¦n con la manera en que los cient¨ªficos prominentes y con buena financiaci¨®n del Norte global ¡°perpet¨²an los sistemas de poder, extracci¨®n, neocolonialismo y marginaci¨®n entre el Norte y el Sur¡±.
Moultrie usa como ejemplo el hilo de Twitter de un renombrado epidemi¨®logo estadounidense sobre la propagaci¨®n de la variante ¨®micron. En opini¨®n del dem¨®grafo, la serie de tuits aliment¨® un p¨¢nico y una histeria innecesarios, y caus¨® alarma sobre el aumento del n¨²mero de hospitalizaciones por covid en Sud¨¢frica sin contexto y malinterpretando los datos de Gauteng.
¡°[El epidemi¨®logo] public¨® un comentario provocativo de la situaci¨®n actual en Sud¨¢frica bas¨¢ndose en capturas de pantalla de ruedas de prensa e informes publicados por el Instituto Nacional de Enfermedades Transmisibles¡±, escribe Moultrie, pero ¡°no se puso en contacto con cient¨ªficos sudafricanos para preparar el hilo. Por el contrario, opt¨® por ignorar sistem¨¢ticamente el conocimiento emp¨ªrico, seguro hasta la arrogancia de estar en posesi¨®n de la verdad y ser capaz de entender los datos¡±.
Moultrie pregunta, ¡°?en qu¨¦ se diferencia su manera de actuar de la denostada pr¨¢ctica de la investigaci¨®n parasitaria en los pa¨ªses en desarrollo, en la que las carreras y las reputaciones de los acad¨¦micos del Norte se construyen a costa de los cient¨ªficos y las comunidades del Sur?¡±.
Por supuesto, los prejuicios contra ?frica no han surgido a ra¨ªz de la ¨®micron o de la covid. Los equilibrios de poder y la discriminaci¨®n que el espejo de la pandemia ha puesto de manifiesto existen desde hace siglos en forma de la colonizaci¨®n y sus consecuencias, que tan cruelmente han dividido al mundo en poseedores y despose¨ªdos.
En 2001, cuando el sida causaba estragos en ?frica pero los pa¨ªses del continente no pod¨ªan permitirse comprar los vitales f¨¢rmacos antirretrovirales (ARV) que el mundo occidental llevaba utilizando m¨¢s de una d¨¦cada, el entonces jefe de la Agencia para el Desarrollo Internacional del Gobierno estadounidense justific¨® la oposici¨®n de su organismo a financiar los medicamentos para los africanos seropositivos argumentando que no iban a seguir con constancia el tratamiento, que debe tomarse cada d¨ªa a la misma hora, porque ¡°no saben lo que es un reloj¡±.
La ¡®Tribuna de Albacete¡¯ public¨® el 28 de noviembre una vi?eta en la que se ve¨ªa un barco ¡°sudafricano¡± llamado ¡®?micron¡¯ lleno de africanos negros representados en forma de virus que se acercaba a las costas de Europa
Al cabo de unos cuantos a?os de empezar a tomar antirretrovirales, financiados en su mayor¨ªa con donaciones, entre ellas las del Gobierno estadounidense, los estudios han demostrado que, de hecho, los africanos son m¨¢s regulares en el seguimiento del tratamiento que los norteamericanos.
Si el Gobierno estadounidense hubiera actuado conforme a los prejuicios del jefe de su agencia de ayuda humanitaria, ?frica habr¨ªa quedado privada no solo de uno de los tratamientos cr¨®nicos m¨¢s eficaces del mundo, sino tambi¨¦n de los beneficiosos efectos preventivos de los antirretrovirales, los cuales, cuando se utilizan correctamente, reducen la carga viral del organismo a niveles que hacen cient¨ªficamente imposible transmitir el virus a otras personas.
El acceso tard¨ªo al tratamiento y las medidas punitivas, como la prohibici¨®n de viajar, alimentan la desigualdad y act¨²an en sentido contrario de lo que los cient¨ªficos, incluidos los de los pa¨ªses desarrollados, dicen que acabar¨¢ con la pandemia: el acceso a las vacunas y un tratamiento igualitario para todos.
La desigualdad obstaculiza el progreso, y a menos que empecemos a considerarnos unos a otros seres humanos con los mismos derechos y el mismo valor, el Norte cambie conscientemente de comportamiento y el Sur haga valer sus derechos, no contendremos la covid ni ninguna de las pandemias que nos esperan.
Intentar echar a alguien la culpa de una nueva variante que podr¨ªa haber surgido literalmente en cualquier lugar del mundo no nos traer¨¢ nada bueno. El epidemi¨®logo Madhu Pai, que trabaja en Canad¨¢, lo ha resumido muy acertadamente: ¡°Se trata de seres humanos contra una pandemia viral, no de seres humanos contra seres humanos. Dejemos de poner raza a las variantes¡±.
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