Un oto?o para la cooperaci¨®n
La colaboraci¨®n ciudadana es la mejor herramienta existente para crear sociedades democr¨¢ticas y sostenibles
Este oto?o hemos comenzado con renovadas energ¨ªas ante un nuevo curso que se presenta cuanto menos complicado. Este verano excepcionalmente caluroso nos ha puesto de una manera directa frente a la amenaza de la crisis clim¨¢tica. Olas de calor extremas y duraderas, incendios devastadores, sequ¨ªas prolongadas¡ son fen¨®menos que afectan globalmente y que, s¨ª no tomamos medidas con urgencia, amenazan a la vida en el planeta.
Hay un claro consenso cient¨ªfico en se?alar la acci¨®n del ser humano como causante principal del acelerado calentamiento clim¨¢tico y de las consecuencias que est¨¢ produciendo en el fr¨¢gil equilibrio ecol¨®gico de nuestro planeta. S¨ª, estamos viviendo el fin de la abundancia: el de la de los recursos naturales, que permit¨ªan una excepcional riqueza de vida y que hemos saqueado alegremente sin haber conseguido construir un mundo justo, equitativo y en armon¨ªa con la naturaleza.
El nuevo curso comienza tambi¨¦n con un contexto internacional cada vez m¨¢s inestable. El conflicto en Ucrania se enquista y, adem¨¢s de prolongar el sufrimiento de la poblaci¨®n de una manera innecesaria, est¨¢ amenazando el suministro de energ¨ªa a nuestros enriquecidos hogares de Europa, as¨ª como el de cereales del que depende la seguridad alimentaria de muchos pa¨ªses en ?frica. Tambi¨¦n provocar¨¢ un incremento del n¨²mero de personas que buscan asilo y refugio del conflicto armado y de la pobreza y la hambruna que est¨¢ provocando.
La continuidad de la contienda tambi¨¦n est¨¢ alentando un incremento del gasto militar que compromete los recursos necesarios para salir de la todav¨ªa muy reciente crisis de la covid-19. Ya apenas se habla del refuerzo a la educaci¨®n, sanidad y los cuidados a mayores y dependientes y al medioambiente. En pleno confinamiento le¨ªmos un mensaje que nos hizo gracia, pero que ahora vemos como premonitorio: ¡°De esta vamos a salir regulinchi¡¡±.
La inflaci¨®n, la crisis energ¨¦tica y alimentaria, la emergencia clim¨¢tica y unos recursos naturales menguantes tendr¨¢n mayores efectos entre la poblaci¨®n m¨¢s vulnerable
En el horizonte, una nueva crisis econ¨®mica que va a aumentar las ya tremendas desigualdades econ¨®micas estructurales que agrav¨® la pandemia. La inflaci¨®n, la crisis energ¨¦tica y alimentaria, la emergencia clim¨¢tica y unos recursos naturales menguantes tendr¨¢n mayores efectos entre la poblaci¨®n m¨¢s vulnerable. En esta situaci¨®n de incertidumbre econ¨®mica y social se hacen cada vez m¨¢s fuertes los discursos autoritarios, la perdida de derechos, el individualismo y la intolerancia. Las autocracias en el mundo crecen en detrimento de las democracias, y estas pierden calidad y capacidad para enfrentar con eficacia los retos globales. Lo que genera, al final, una creciente falta de credibilidad entre la ciudadan¨ªa.
Ante este feo panorama, las entidades sociales seguimos ofreciendo un mensaje poderoso de solidaridad porque, como sostiene la paleoantrop¨®loga Mar¨ªa Martin¨®n-Torres, nuestra fortaleza no es individual, es siempre como grupo. La bi¨®loga Lynn Margulis afirmaba tambi¨¦n que en la cooperaci¨®n est¨¢ la base de la vida. La colaboraci¨®n entre iguales, la empat¨ªa con quien no conocemos, pero reconocemos como igual, es lo que realmente nos hace humanos.
Al fomentar los sentimientos de cooperaci¨®n y colaboraci¨®n para realizar empresas conjuntas y ayudarnos en las emergencias podremos afrontar los retos globales que nos afectan como humanidad. Una colaboraci¨®n basada en la defensa universal de los derechos humanos y que tenga como ejes transversales la equidad de g¨¦nero y el cuidado del planeta.
La destrucci¨®n masiva de entorno natural causada por el ser humano est¨¢ amenazando nuestra vida en el planeta, por lo que nuestra relaci¨®n con la naturaleza debe de cambiar. No nos podemos sentir superiores al resto de seres vivos, sino dependientes de un entorno natural que nos lo da todo. Tenemos la obligaci¨®n de preservarlo por propia supervivencia y por un criterio de justicia generacional: nuestros hijos e hijas tienen derecho a disfrutar de lo mismo que nosotros.
Asimismo, esta nueva relaci¨®n con el entorno implica tambi¨¦n cambiar un sistema econ¨®mico basado en un consumo masivo que agota nuestros recursos naturales y no proporciona la felicidad que promete. Reciclar, reducir, reutilizar es importante, pero a¨²n m¨¢s cambiar nuestro estilo de vida, nuestro concepto de cuanto m¨¢s mejor. La econom¨ªa social, el comercio de proximidad y el peque?o productor constituyen un potente modelo econ¨®mico alternativo. ¡°Las cooperativas y otras empresas de la econom¨ªa social y solidaria pueden marcar el camino hacia una mayor resiliencia en estos tiempos de crisis¡±, seg¨²n ha puntualizado el secretario general de las Naciones Unidas, Antonio Guterres. En efecto, la econom¨ªa social est¨¢ resistiendo mejor las sucesivas crisis que estamos atravesando y se perfila como mejor alternativa a la creciente industrializaci¨®n del campo y la producci¨®n de alimentos.
Para que la democracia recupere su credibilidad frente a la ciudadan¨ªa se debe promover la participaci¨®n efectiva de la sociedad civil en las pol¨ªticas p¨²blicas
Por otra parte, una sociedad no ser¨¢ realmente justa e igualitaria si no hay un reparto equitativo de la riqueza. Necesitamos un sistema fiscal global que cohesione la sociedad y garantice la igualdad de oportunidades y en la que nadie quede desprotegido. Un sistema tributario justo y proporcional en el que quienes m¨¢s tengan m¨¢s tributen y que quienes menos tengan lo hagan menos o no tributen en absoluto: los impuestos contribuyen a contar con unos servicios p¨²blicos de calidad, que cubran las necesidades de todas las personas, especialmente de las m¨¢s vulnerables, que son las que cuentan con menos recursos. Economistas como Thomas Piketty y Gabriel Zucman han propuesto un aumento de la fiscalidad sobre las grandes empresas. El propio Fondo Monetario Internacional y la OCDE (Organizaci¨®n para la Cooperaci¨®n y el Desarrollo) sostienen que se pueden ampliar las bases fiscales de manera progresiva, sobre las rentas de capital, la propiedad o actividades como la digital, con lo que generar recursos que nos permitan salir de esta crisis
La justicia fiscal asegura una sociedad m¨¢s cohesionada y democr¨¢tica. Para que la democracia recupere su credibilidad frente a la ciudadan¨ªa se debe promover la participaci¨®n efectiva de la sociedad civil en las pol¨ªticas p¨²blicas, en su configuraci¨®n, seguimiento y evaluaci¨®n. Consejos ciudadanos, mesas o presupuestos participativos son claros ejemplos que se deben impulsar para que los ciudadanos se impliquen en la construcci¨®n de la sociedad. Es necesario el respaldo de las administraciones para afianzar el tejido social esencial para una comunidad viva y din¨¢mica que trabaje por sus derechos y obligaciones, y tambi¨¦n para atajar discursos y actitudes antidemocr¨¢ticas de intolerancia y exclusi¨®n.
Todos cabemos en una sociedad global si aprendemos a construirla en colaboraci¨®n y cooperaci¨®n, reconoci¨¦ndonos como parte de la misma humanidad.
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