Es hora de dar prioridad a la justicia social
Unos 70 millones de personas viv¨ªan la pobreza extrema en 2020, seg¨²n el Banco Mundial. El reto de reducir estas brechas de inequidad implica proporcionar empleo de calidad para que las personas puedan subsistir por s¨ª mismas y forjar su propio futuro
Cada 1 de mayo conmemoramos la aportaci¨®n de los trabajadores de todo el mundo. Es una ocasi¨®n para el orgullo, la celebraci¨®n y la esperanza. Es particularmente necesario celebrar este D¨ªa del Trabajo tres a?os despu¨¦s de la crisis de la covid-19, a la que ha seguido una coyuntura de inflaci¨®n, conflictos y crisis de abastecimiento de alimentos y combustible. No obstante, las promesas de renovaci¨®n y de ¡°reconstruir mejor¡± realizadas durante la pandemia no se han cumplido hasta ahora para la gran mayor¨ªa de trabajadores de todo el mundo.
A escala mundial, los salarios reales han disminuido sustancialmente, la pobreza es cada vez mayor y la desigualdad parece estar m¨¢s arraigada que nunca. Las empresas se han visto afectadas de forma muy adversa y muchas no han podido afrontar todos estos efectos acumulados. Las peque?as empresas y las microempresas se han sentido particularmente impactadas y muchas han tenido que cerrar.
A escala mundial, los salarios reales han disminuido sustancialmente, la pobreza es cada vez mayor y la disparidad parece estar m¨¢s arraigada que nunca
Paralelamente, hay personas que tambi¨¦n consideran que sus sacrificios para hacer frente a la covid-19 no se han visto reconocidos y mucho menos recompensados. Estiman que sus voces no se escuchan lo suficiente. Esta situaci¨®n, unida a la percepci¨®n de falta de oportunidades, ha dado lugar a una inquietante desconfianza. Esto no tendr¨ªa por qu¨¦ ser as¨ª. Seguimos siendo due?os de nuestro destino. Pero si queremos forjar un mundo nuevo, m¨¢s estable y equitativo, debemos escoger una v¨ªa diferente. Una opci¨®n que confiera prioridad a la justicia social.
No solo es viable, sino primordial para fomentar un futuro sostenible y estable. Pero ?c¨®mo lo lograremos? En primer lugar, nuestras pol¨ªticas y acciones deben centrarse en las personas, con objeto de propugnar su bienestar material y su desarrollo espiritual en una coyuntura de libertad y dignidad, seguridad econ¨®mica e igualdad de oportunidades. Este enfoque no es nuevo, se estableci¨® y acord¨® despu¨¦s de la Segunda Guerra Mundial, en el marco de la Declaraci¨®n de Filadelfia, suscrita en 1944 por los miembros de la Organizaci¨®n Internacional del Trabajo (OIT).
En ese documento visionario se establecieron los principios rectores de nuestros sistemas econ¨®micos y sociales, no para orientarlos exclusivamente a fomentar tasas de crecimiento espec¨ªficas, sino para atender las necesidades y las aspiraciones de las personas. Ello conlleva, en particular, abordar la desigualdad, mitigar la pobreza y fomentar una protecci¨®n social b¨¢sica. La forma m¨¢s eficaz de lograrlo es proporcionar empleo de calidad para que las personas puedan subsistir por s¨ª mismas y forjar su propio futuro, en consonancia con el Objetivo de Desarrollo Sostenible n¨²mero ocho: ¡°trabajo decente para todos¡±.
Debemos volver a evaluar la estructura de nuestros sistemas sociales y econ¨®micos a fin de fomentar la justicia social y evitar un c¨ªrculo vicioso de desigualdad e inestabilidad
Esto significa afrontar de manera realista las transformaciones estructurales a largo plazo: garantizar que las nuevas tecnolog¨ªas contribuyan a crear y promover el empleo; hacer frente de forma eficaz a los retos que plantea el cambio clim¨¢tico y ofrecer el trabajo, la formaci¨®n y el apoyo necesarios para facilitar esta transici¨®n, con el fin de que los trabajadores y las empresas puedan beneficiarse de una nueva coyuntura con bajas emisiones de carbono; y, por ¨²ltimo, considerar la transformaci¨®n demogr¨¢fica como una ganancia, en lugar de un problema, para crear sociedades m¨¢s unidas y resilientes.
Tambi¨¦n debemos volver a evaluar la estructura de nuestros sistemas sociales y econ¨®micos a fin de facilitar este nuevo enfoque, fomentar la justicia social y evitar un c¨ªrculo vicioso de desigualdad e inestabilidad. Debemos fortalecer las instituciones y organizaciones del trabajo para que el di¨¢logo social sea eficaz y cohesionado. Y es necesario revisar las legislaciones y normativas que afectan al mundo del trabajo, para que sean pertinentes y est¨¦n al d¨ªa, con miras a proteger a los trabajadores y fomentar las empresas sostenibles.
Para hacer que esto ocurra, debemos comprometernos de nuevo con la cooperaci¨®n y la solidaridad internacionales. Debemos redoblar nuestros esfuerzos y propugnar una mayor coherencia pol¨ªtica, en particular en el marco del sistema multilateral, a tenor de lo se?alado por Ant¨®nio Guterres, secretario general de las Naciones Unidas.
Por eso necesitamos una Coalici¨®n Mundial por la Justicia Social, que permitir¨¢ la creaci¨®n de una plataforma que facilite la colaboraci¨®n de un amplio conjunto de organismos internacionales y partes interesadas. Propugnar¨¢ la justicia social como elemento fundamental para propiciar la recuperaci¨®n mundial y le dar¨¢ la prioridad necesaria en el marco de las pol¨ªticas internacionales, nacionales y regionales. Esto nos permitir¨¢ forjar un futuro centrado en las personas. Tenemos la oportunidad de transformar el mundo en el que vivimos en los planos econ¨®mico, social y medioambiental. Aprovechemos esa oportunidad para avanzar en la creaci¨®n de sociedades equitativas y resilientes que promuevan la paz y la justicia social a largo plazo.
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