?Languidece la llama de Mandela en Sud¨¢frica?
La crisis energ¨¦tica es la manifestaci¨®n de dos fen¨®menos muy graves que afectan a la democracia sudafricana: el adue?amiento del Estado del partido mayoritario de Gobierno y la apropiaci¨®n de empresas estatales por parte de ¨¦lites pol¨ªticas
La poblacio?n sudafricana esta? atravesando muy dif¨ªciles momentos llenos de frustracio?n, incertidumbre y oscuridad, literalmente. Todo ello ocasionado en gran medida por el colapso del otrora poderoso y respetable sistema ele?ctrico nacional administrado por la centenaria empresa estatal Eskom, generadora del 95% de la electricidad en el pai?s. Eskom ha impuesto cortes controlados desde 2012 y apagones ininterrumpidos desde 2017, incluso de 12 horas diarias en todo el territorio nacional.
Los dan?os en la economi?a han sido inmensos y severos. Seg¨²n el Banco Sudafricano de Reserva, los cortes de energi?a le cuestan al pai?s 899 millones de rands al di?a, algo asi? como 44 millones de euros. Ello significa un impacto negativo de al menos un 2,5% en el crecimiento econo?mico nacional, que se estima que solo sera? de 0,3% en 2023. A ello se agrega la deuda pu?blica total acumulada de Eskom, estimada en 18.000 millones de do?lares, o sea, el 4,2% del Producto Interior Bruto de 2022.
Son muy pocos los sectores econo?micos que se han salvado del colapso energe?tico. Uno de ellos es el de las energi?as renovables alternativas (energi?a solar y eo?lica), pero su impacto en el abastecimiento y consumo nacional de energi?a es au?n muy reducido como para hacer sonar trompetas.
Son diversas las razones que se exponen para justificar la debacle de Eskom: crecimiento exponencial de la demanda, migracio?n forzosa de staff de alta gerencia y personal te?cnico especializado, envejecimiento de plantas y equipos, precario mantenimiento y baja inversio?n en nuevas plantas y redes, poli?tica energe?tica subsidiada, sistema tarifario deficitario y enormes deudas municipales.
Son muy pocos los sectores econo?micos que se han salvado del colapso energe?tico. Uno de ellos, es el de las energi?as renovables alternativas, pero su impacto en el abastecimiento y consumo nacional de energi?a es au?n muy reducido
Todas esas razones suenan verosi?miles. Pero hay consenso pu?blico nacional en torno a que las rai?ces de la cata?strofe energe?tica hay que buscarlas escarbando mucho ma?s a fondo. La tarea arroja hallazgos tales como la naturaleza monopo?lica de Eskom y su aversio?n a la competencia de la industria energe?tica privada; la pe?sima gobernabilidad del conglomerado empresarial y el mal manejo gerencial y administrativo por parte de una burocracia excesiva, ostentosa y voraz; la falta de capacidad y experiencia te?cnica de jo?venes ingenieros y operarios; los robos y sabotajes permanentes en las plantas, equipos y redes; la presencia de carteles y mafias criminales de contratistas y proveedores de equipos, repuestos e insumos; o la interferencia permanente de altas jerarqui?as poli?ticas del partido mayoritario de Gobierno y de propios ministros en las licitaciones y contrataciones y en el manejo general de la empresa.
La corrupcio?n en Eskom tuvo sus an?os de esplendor durante los dos periodos del Gobierno del Presidente Jacob Zuma (de 2009 a 2016), destaca la comisio?n del juez Raymundo Zondo en su informe final, entregado en abril de 2022. Dicha comisio?n fue creada por el actual presidente, Cyril Ramaphosa, para investigar las acusaciones de lo que en Suda?frica se conoce como ¡°captura del Estado, corrupcio?n y fraude en el sector pu?blico¡±. En lo fundamental, las investigaciones giraron en torno a las punitivas relaciones entre el Gobierno de Zuma (el partido mayoritario) y la empresa Gupta, un clan familiar de origen indio-sudafricano que suscribio? contratos fraudulentos con el Estado por 5.300 millones de do?lares. El saqueo de Eskom ha sido de unos 1.400 millones de do?lares, es decir, cerca de la cuarta parte del fraude total investigado.
Pero la trama de corrupcio?n no termino? con la salida de escena de los Gupta (hoy pr¨®fugos de la justicia y solicitados en extradici¨®n). Segu?n el u?ltimo director ejecutivo de Eskom, el robo de otros carteles criminales activos asciende hoy a 52 millones de do?lares al mes.
La crisis energe?tica se presenta hoy como el tema nu?mero uno de la agenda pu?blica nacional, con acciones gubernamentales como la declaratoria del Estado de Desastre Nacional, el nombramiento de un ministro de Energi?a y la organizacio?n de un Comite? Nacional de Crisis Energe?tica.
La corrupcio?n en Eskom tuvo sus an?os de esplendor durante los dos periodos del Gobierno del Presidente Jacob Zuma
Todo ello suena muy bien, pero poco o nada se sabe acerca del plan de eliminacio?n total de los apagones en materia de los tiempos, fases y costos y mucho menos acerca del desmantelamiento de las redes criminales y castigo penal para los culpables de la crisis que au?n operan impunemente desde dentro y fuera de Eskom.
La oscura historia de Eskom en tiempos recientes ¡ªen 2001 fue reconocida por el Financial Times como la mejor empresa de energi?a a nivel mundial¡ª es solo una muestra del colapso de la economi?a del sector pu?blico en Suda?frica, que compromete a numerosas empresas p¨²blicas estrat¨¦gicas y entidades del Estado. Seg¨²n el Informe Zondo, el entramado de corrupci¨®n empresarial y pol¨ªtico de los Gupta signific¨® un dan?o al patrimonio pu?blico por un monto equivalente al 1,4% del PIB de 2014.
La crisis energ¨¦tica es la manifestaci¨®n de dos fen¨®menos muy graves que afectan hoy a la meritoria transici¨®n surafricana hacia la democracia: el adue?amiento del Estado por parte del partido mayoritario de Gobierno durante tres d¨¦cadas y la apropiaci¨®n de las empresas estatales por parte de unas afortunadas ¨¦lites pol¨ªticas que se han enriquecido desproporcionadamente a cuenta de ello. En este contexto, el informe Zondo ¡ªm¨¢s all¨¢ de sus recomendaciones puntuales¡ª se debe entender en dos sentidos: como invitacio?n hacia una profunda reflexio?n acerca del estado actual de la transicio?n de Suda?frica hacia la democracia y su futuro; y como una necesaria revisio?n del contrato social y modelo de transicio?n posterior al apartheid. De todo ello depender¨¢ que la llama de Nelson Mandela siga encendida o se apague definitivamente.
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