Pasear por ciudades m¨¢s seguras
Los espacios iluminados, con mayor presencia ciudadana y pensados para garantizar la participaci¨®n de la comunidad, crean un sentido de pertenencia que los aleja de convertirse en puntos de inter¨¦s de la delincuencia
Desde que, en 1971, Oscar Newman public¨® Espacio defendible: personas y dise?o en la ciudad violenta, han pasado m¨¢s de cincuenta a?os, pero las bases del llamado Dise?o Urbano Seguro han cambiado poco. Tampoco ha aumentado demasiado la sensaci¨®n de que, desde el urbanismo, puede mejorarse la seguridad de nuestro espacio p¨²blico frente a la delincuencia. Aunque no sea as¨ª. Sobre todo, si se trata de la llamada ¡°seguridad subjetiva¡±. Es decir, que la gente se sienta m¨¢s segura cuando usa calles, plazas o parques. Adem¨¢s, est¨¢ demostrado que contribuye a la reducci¨®n del denominado ¡°delito de oportunidad¡±.
Existen diferentes m¨¦todos para conseguir unas ciudades m¨¢s seguras frente al crimen. Probablemente, el m¨¢s famoso de todos sea el m¨¦todo de Prevenci¨®n de la delincuencia mediante el urbanismo (CPTED, por sus siglas en ingl¨¦s). Esta forma de prevenci¨®n mediante el dise?o ambiental est¨¢ mundialmente reconocida como altamente efectiva. Sobre todo, en lo que se refiere al aumento de la seguridad subjetiva. Incluso existe una asociaci¨®n internacional en cuya p¨¢gina web se pueden encontrar referencias, cursos y diferentes tipos de recursos. Las mujeres son el grupo de la poblaci¨®n que m¨¢s sufre la violencia urbana, por eso, un impulso muy importante a estos enfoques ha venido de las organizaciones feministas, como lo explica el informe Ciudades Seguras y Espacios P¨²blicos Seguros de la ONU.
El dise?o urbano deber¨ªa de evitar en el espacio p¨²blico los lugares ocultos, la mala iluminaci¨®n o los rincones invisibles a los vecinos y paseantes
?Cu¨¢les son los elementos clave del m¨¦todo CPTED? El primero, la vigilancia natural, que es b¨¢sico. Pero para que la comunidad pueda ayudar al control de la delincuencia es necesario hacerlo posible. Por tanto, el principio de ¡°ver y ser visto¡± es fundamental. El dise?o urbano deber¨ªa de evitar en el espacio p¨²blico los lugares ocultos, la mala iluminaci¨®n o los rincones invisibles a los vecinos y paseantes, bien sean paradas del transporte p¨²blico, marquesinas, setos o ¨¢rboles.
El segundo tema a considerar es el llamado ¡°control de accesos¡±. Se trata de incentivar y promover el control de los accesos a determinados espacios, de forma que no existan m¨²ltiples entradas y salidas que puedan favorecer la huida del delincuente una vez cometido el delito. Esto, evidentemente, no quiere decir que sea necesario cercar el espacio concreto y poner un guardia de seguridad en la entrada. No se trata, por tanto, de crear urbanizaciones cerradas. Al contrario, se trata de reforzar la identidad con el espacio p¨²blico, involucrando a la comunidad en su dise?o y mantenimiento, ya que es ella quien mejor conoce su uso y necesidades.
La delincuencia estructural no depende de la forma en la que dise?emos nuestras ¨¢reas urbanas, pero s¨ª puede disminuir el delito de oportunidad
El mantenimiento de estos espacios p¨²blicos es una cuesti¨®n cr¨ªtica. Existe una teor¨ªa llamada ¡°de los cristales rotos¡± introducida por Wilson y Kelling en un art¨ªculo publicado en el a?o 1982 que relaciona el aumento de la delincuencia con los signos visibles de la misma. Como se dice en ese mismo art¨ªculo, est¨¢ basada en un experimento que el profesor Phillip Zimbardo realiz¨® en 1969. Dej¨® dos coches abandonados, uno en un barrio rico y otro en un barrio pobre. Al pasar el tiempo el del barrio pobre estaba destrozado y el del barrio rico intacto. Pero entonces decidi¨® romper un cristal que los divid¨ªa. Al poco tiempo estaba tan destrozado como el del barrio pobre. Si nadie se preocupa del deterioro, este aumenta geom¨¦tricamente.
Esto se comprob¨® en los a?os ochenta del pasado siglo en el metro de Nueva York. En una estaci¨®n con alto ¨ªndice de delincuencia se efectu¨® una labor de mantenimiento muy exhaustiva, reparando los desperfectos, quitando las pintadas y limpi¨¢ndolo todo. Ante los excelentes resultados se decidi¨® ampliarlo a todo el metro, mejorando notablemente la seguridad frente a los peque?os robos y hurtos, pero, sobre todo, aumentando la seguridad subjetiva.
La seguridad subjetiva
Puede parecer de poca importancia esta cuesti¨®n de la seguridad subjetiva. Pero se trata de un elemento cr¨ªtico, no solamente porque mejora la seguridad objetiva ¡ªal conseguir que la gente vuelva a pasear por las calles y estos espacios est¨¦n menos solitarios, aumentando la vigilancia natural¡ª sino tambi¨¦n porque contribuye a crear una ciudad m¨¢s saludable. El espacio p¨²blico de las ciudades modernas se est¨¢ convirtiendo cada vez m¨¢s en un lugar poco habitable. Se cede el espacio a los coches y el asfalto sustituye al suelo natural y las zonas verdes van disminuyendo progresivamente su extensi¨®n.
Si nadie se preocupa del deterioro, este aumenta geom¨¦tricamente
Pero, aunque no sean muy conocidos, contamos con instrumentos para mejorar esta situaci¨®n. Es evidente que no va a desaparecer la delincuencia, por mucho que dise?emos un entorno seguro. La delincuencia estructural no depende de la forma en la que dise?emos nuestras ¨¢reas urbanas, pero s¨ª puede disminuir el delito de oportunidad. Y, sobre todo, conseguir que nos sintamos m¨¢s seguros en las calles, parques y plazas de nuestras ciudades. Y esto es importante para todos, pero fundamentalmente, para las personas mayores.
Tampoco habr¨ªa que olvidar que las mujeres fueron las que dieron un impulso fundamental a estas iniciativas. Y no solo denunciando problemas concretos. Por ejemplo, el ¡°Mapa de la Ciudad Prohibida para las Mujeres¡±, del ayuntamiento de Basauri, al que siguieron muchos otros como los de Hernani o Donostia. Aunque su misi¨®n era b¨¢sicamente de sensibilizaci¨®n, constituyeron la vanguardia de un mayor inter¨¦s por la seguridad en el espacio p¨²blico. Gracias a su impulso contamos con herramientas de dise?o mediante las cuales podemos pasear por calles m¨¢s seguras.
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