Un error pol¨ªtico
La izquierda 'abertzale' ya dispone de otra oportunidad para exprimir como bien sabe su condici¨®n de v¨ªctima
El veto del PP a Amaiur para impedir que disponga de grupo parlamentario es, fundamentalmente, un error pol¨ªtico y, en su derivada inmediata, un mensaje intencionado. De entrada, la izquierda abertzale ya dispone de otra oportunidad para exprimir como bien sabe su condici¨®n de v¨ªctima sobre la que con el paso de los a?os ha ido asentando buena parte de su solidez electoral. Por ello, nadie deber¨¢ sorprenderse cuando vuelva a rentabilizar este sonoro rechazo de la Mesa del Congreso que, de paso, acaba con el esp¨ªritu de flexibilidad democr¨¢tica al tiempo que abre un tedioso proceso judicial de imprevisible resultado final.
Con esta pol¨¦mica decisi¨®n, Mariano Rajoy mueve la primera pieza en el nuevo escenario pol¨ªtico del Pa¨ªs Vasco. Y lo hace abriendo una herida que golpea las esperanzas de los firmantes del acuerdo de la Conferencia de San Sebasti¨¢n, la que encarril¨® la renuncia de ETA; incomoda al propio Gobierno vasco, cuyo lehendakari, Patxi L¨®pez, ve¨ªa ¡°razonable¡± la aspiraci¨®n abertzale; y, a su vez, obliga a la direcci¨®n de Antonio Basagoiti a refugiarse en un discurso duro que le compromete en exceso el papel renovador que pretende consolidar. Inmune a tales desgarros, el futuro presidente del Gobierno se ha decantado por la mano dura, que ensombrece, claro, las expectativas sobre posibles cambios en la pol¨ªtica penitenciaria.
Es evidente que en Euskadi ser¨¢ muy dif¨ªcil de asumir la prohibici¨®n m¨¢s all¨¢ de las interpretaciones pol¨ªticas. Precisamente ahora que el clima entre partidos abr¨ªa la puerta al necesario por obligado entendimiento entre diferentes, donde la ausencia de mayor¨ªas facilitaba la transversalidad, la mirada hacia Madrid volver¨¢ a recuperar entre amplios sectores la desconfianza que precisamente hab¨ªan abonado los sectores independentistas, sumisos entonces al valor de la violencia.
Por el contrario solo encontrar¨¢ acogida entre quienes siempre han entendido como un enga?o la apuesta de la coalici¨®n soberanista por las v¨ªas pol¨ªticas. Rajoy traza as¨ª una l¨ªnea roja, con el siempre v¨¢lido argumento de acatar la ley, pero que, en el fondo, muy posiblemente solo obedezca a la ausencia por parte del entorno de Bildu de un discurso n¨ªtido sobre el dolor causado por el terrorismo etarra. Sin duda, el motivo que genera todav¨ªa tanta desconfianza y que es capaz de llevarse por delante, al parecer, el valor democr¨¢tico de escenas dif¨ªcilmente imaginables hace apenas un a?o como la del encuentro distendido entre un portavoz independentista vasco con el Rey.
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