Cuando vivir como un cura queda desfasado
Los viajes de fines de semana de D¨ªvar proyectan una imagen suntuaria muy diferente de la austeridad que predica
Vivir como un cura es la forma que desde hace muchos a?os y, desde luego, durante el franquismo, ten¨ªa la sociedad espa?ola de expresar un modo de vida envidiable, pl¨¢cido, descansado y plagado de grandes comilonas. La expresi¨®n, en el siglo XXI, ha ca¨ªdo un tanto en desuso y parece que la ciudadan¨ªa prefiere ahora utilizar frases como ¡°vivir como un marqu¨¦s¡±, aunque tras el incidente de la cacer¨ªa de elefantes en Botsuana, parece que se ha revitalizado algo la de ¡°vivir como un rey¡±.
En cualquier caso, la pasada semana se ha conocido la denuncia presentada ante el fiscal general del Estado por el vocal del Consejo General del Poder Judicial Jos¨¦ Manuel G¨®mez Ben¨ªtez contra su presidente, Carlos D¨ªvar, que lo es tambi¨¦n del Tribunal Supremo, por un presunto delito de malversaci¨®n de caudales p¨²blicos.
Los hechos a los que se refiere la denuncia son seis viajes ¡ªa los que hay que sumar otros 14 de la ampliaci¨®n¡ª a un hotel de lujo en Puerto Ban¨²s (Marbella, M¨¢laga) en fines de semana largos, de al menos cuatro d¨ªas cada uno. Es decir, lo que se ha dado en llamar ¡°semana caribe?a¡±, porque solo se trabajan tres d¨ªas por semana en lugar de los cinco que corresponden a la mayor¨ªa de los ciudadanos que todav¨ªa no se encuentran entre los m¨¢s de cinco millones que integran las listas del paro.
Estos periplos suntuarios fueron realizados por D¨ªvar entre noviembre de 2008 y marzo de este a?o y los gastos generados fueron cargados a los presupuestos del Consejo como si se tratara de desplazamientos por actos oficiales, si bien el vocal denunciante sostiene que en las fechas de estas estancias ¡°no consta actividad oficial alguna que los motive¡±, ni esas actividades suelen celebrarse en fines de semana.
El presidente del Supremo, seg¨²n la informaci¨®n de que se dispone, que no ha sido desmentida, viajaba en AVE, clase club, hasta M¨¢laga, donde era recogido por su s¨¦quito, integrado por dos o tres coches oficiales y entre cinco y siete escoltas para trasladarse hasta Marbella, donde pernoctaba. En la liquidaci¨®n de gastos, seg¨²n la denuncia, el presidente cargaba a los presupuestos del Consejo las facturas por alojamiento y manutenci¨®n que inclu¨ªan las comidas en el restaurante de la piscina del hotel o del servicio de habitaciones, as¨ª como las bebidas de los bares de la piscina, del hotel y las consumiciones del minibar. Los gastos de representaci¨®n y atenciones protocolarias abarcaban en todos los viajes varias cenas para dos personas en diferentes restaurantes y hoteles del lujo de Marbella, especialmente el Marbella-Club Hotel Golf Resort & Spa, pero tambi¨¦n Puente Romano o el Hotel-Casino Torrequebrada.
D¨ªvar no ha desmentido la realidad de estos viajes a Puerto Ban¨²s, ni su duraci¨®n de cuatro d¨ªas o m¨¢s, ni de los lujosos lugares en los que estuvo alojado o cen¨® con compa?¨ªa. Lo que ha refutado es que estos viajes fueran privados, y que precisamente por su car¨¢cter p¨²blico ha cargado los gastos al presupuesto del Consejo, aunque no ha ofrecido informaci¨®n sobre qu¨¦ tipo de actividad oficial realiz¨® durante los mismos. Tambi¨¦n ha recalcado que todas las facturas relativas a su vida privada las ha abonado ¨¦l.
Lo que ocurre es que, independientemente de si fueron p¨²blicos o privados ¡ªlo que tendr¨¢ relevancia para la existencia o no de un delito de malversaci¨®n de caudales p¨²blicos¡ª, lo que revelan estos viajes es una imagen muy distinta de la que el presidente del Consejo y del Supremo suele proyectar en p¨²blico, de austeridad y misa diaria. Muy al contrario, los periplos dan la idea de un D¨ªvar suntuoso, magn¨ªfico en el porte y el gasto, nada austero y habituado al lujo, precisamente en un momento en el que la crisis golpeaba ¡ªy todav¨ªa golpea¡ª con fuerza en Espa?a y donde los recortes de sueldos y derechos de los trabajadores estaban ¡ªy est¨¢n¡ª a la orden del d¨ªa.
Los vocales del Consejo del Poder Judicial, conocedores de la realidad de esos 20 viajes, han evitado defender a D¨ªvar. Entienden que no se trata de actos propios del Consejo y, por tanto, que debe ser ¨¦l quien se defienda de las acusaciones de endosar gastos indebidos.
Quiz¨¢ a la vista de los fines de semana de gran lujo del presidente del Supremo en Puerto Ban¨²s, la expresi¨®n ¡°vivir como un cura¡±, que ha quedado un tanto desfasada, se convierta en ¡°vivir como un D¨ªvar¡±.
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