Una campa?a entre jueces y auditores
La batalla gallega ha navegado en tono menor de la corrupci¨®n a las dudas sobre el d¨¦ficit, pero convertida en un plebiscito a los recortes de Rajoy
La campa?a gallega arranc¨® casi clandestinamente, entre los ecos de la Operaci¨®n Pok¨¦mon contra la corrupci¨®n lanzada por una juez de Lugo, que salpic¨® a los tres principales partidos (PP, PSdeG y BNG), aunque en mayor medida a los socialistas. El hartazgo por la pol¨ªtica y la sensible ca¨ªda en los despliegues publicitarios de los contendientes contribuyeron al tono menor con el que se consumi¨® m¨¢s de la mitad de la batalla. Se encendi¨® en la segunda semana, con los debates televisados y la difusi¨®n de una auditor¨ªa del tribunal auton¨®mico de cuentas que arroja sospechas sobre los c¨¢lculos del d¨¦ficit p¨²blico por el Gobierno del presidente Alberto N¨²?ez Feij¨®o, Y en la recta final acab¨® de crecer la marea de la coalici¨®n entre Esquerda Unida y el antiguo l¨ªder del BNG, el volc¨¢nico Xos¨¦ Manuel Beiras.
El pulso se ha planteado, sobre todo por la oposici¨®n, como un plebiscito a los recortes, de los que Feij¨®o fue pionero. Los socialistas, con un Alfredo P¨¦rez Rubalcaba volcado en apoyo de su candidato, Pachi V¨¢zquez, han incluido en el paquete a Rajoy y sus promesas incumplidas. Incluso los nacionalistas han contribuido a esa estrategia de espa?olizar el debate. Feij¨®o lo sab¨ªa y ha intentado aparecer lo menos posible con el presidente del Gobierno. Estas han sido algunas de las claves de la campa?a:
La credibilidad de las cuentas.
El PP de Feij¨®o ha gobernado tres a?os y medio con presupuestos menguantes, y con una situaci¨®n econ¨®mica que empeoraba mes a mes. Frente a ese panorama tan poco propicio, el presidente se ha vendido como el campe¨®n de la lucha contra el d¨¦ficit p¨²blico para proclamar que sus recortes, al haber empezado antes, han resultado m¨¢s suaves. Que se dudase de su contabilidad presupuestaria le sumi¨® en un gran nerviosismo. En el PP dicen que han tenido m¨¢s gente en sus actos que en 2009, cuando Feij¨®o desbanc¨® al bipartito entre PSdeG y BNG. El esfuerzo de los populares se ha centrado en que los suyos no se queden en casa. Y para ello han agitado el miedo al caos y al radicalismo, personificado en Beiras.
Socialistas contra el des¨¢nimo.
Antes de la campa?a, Pachi V¨¢zquez se ve¨ªa a s¨ª mismo como el capit¨¢n de un barco asediado por olas de 10 metros. Entr¨® en la batalla con la resaca de la Operaci¨®n Pok¨¦mon, que increment¨® a¨²n m¨¢s el des¨¢nimo de su parroquia. No solo le ha arropado Rubalcaba sino otros dirigentes con los que hab¨ªa mantenido diferencias, como el exministro Jos¨¦ Blanco, que se ha fajado d¨ªa a d¨ªa. V¨¢zquez sali¨® bien parado del debate con Feij¨®o y, contra todas las dificultades, ha intentado levantar la moral de los suyos y prometer un freno a la austeridad a ultranza.
La divisi¨®n nacionalista.
Con un candidato, Francisco Jorquera, sin pretensiones carism¨¢ticas, el BNG ha jugado la baza de la seriedad frente a las ¡°frivolidades¡± de los que abandonaron la organizaci¨®n en los ¨²ltimos meses. Los nacionalistas no han ocultado la posibilidad de un pacto con el PSdeG, pero con la advertencia de que no tolerar¨¢n m¨¢s recortes ¨C ¡°seremos insumisos¡±- y de que esa coalici¨®n tendr¨ªa que ser distinta a la que perdi¨® la Xunta en 2009.
El principal problema para el Bloque es la irrupci¨®n de Beiras, su antiguo l¨ªder. Con 76 a?os, el viejo profesor izquierdista parece haber logrado ya parte de su objetivo: curiosamente, el candidato m¨¢s veterano ha tenido m¨¢s j¨®venes que nadie en sus m¨ªtines, con un discurso que ha sido una constante apelaci¨®n a los indignados. En los ¨²ltimos d¨ªas, le ech¨® una mano el PP, que intent¨® trasladar la imagen de un pulso entre Feij¨®o y Beiras. Pero al margen de esas ayudas interesadas, la campa?a de Alternativa Galega de Esquerda (la coalici¨®n entre Beiras, IU y otros peque?os grupos), sin apenas medios econ¨®micos, ha deparado im¨¢genes inesperadas, como las de decenas de personas que se quedaban en la calle sin poder asistir a sus m¨ªtines.
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