Los Schindler mexicanos
La actividad de cuatro diplom¨¢ticos fue crucial para salvar la vida a miles de republicanos espa?oles
La generosidad sin precedentes del presidente L¨¢zaro C¨¢rdenas con los republicanos espa?oles no hubiera sido posible sin el talento y el esfuerzo de un grupo de intelectuales y diplom¨¢ticos mexicanos que, superando unas circunstancias pol¨ªticas extraordinariamente dif¨ªciles, lograron que unos 20.000 refugiados encontraran la libertad y una nueva patria en este pa¨ªs. De figuras como Alfonso Reyes y Daniel Cos¨ªo Villegas, pero sobre todo de Luis I. Rodr¨ªguez, Gilberto Bosques, Isidro Fabela y Narciso Bassols bien puede decirse una vez m¨¢s que nunca tan pocos salvaron a tantos.
Su actividad diplom¨¢tica durante la posguerra espa?ola y la II Guerra Mundial tiene todos los ingredientes de una novela de aventuras. Luis I. Rodr¨ªguez, embajador mexicano en Francia entre julio y diciembre de 1940, cumpli¨® con creces la orden de C¨¢rdenas de lograr que el Gobierno de Vichy permitiera a M¨¦xico ¡°acoger a todos los refugiados espa?oles de ambos sexos residentes en Francia¡±, la mayor¨ªa de ellos internados en campos de concentraci¨®n.
A primera hora de la tarde del lunes 8 de julio de ese a?o, Rodr¨ªguez llegaba en su Buick al H?tel du Parc donde ser¨ªa recibido por el mariscal P¨¦tain. Durante media hora los dos hombres, ¡°¨¦l sentado en una butaca y yo al borde de su lecho¡±, como relat¨® el diplom¨¢tico en las notas de su diario, discutieron el caso de los exiliados espa?oles:
-¡°?Por qu¨¦ esa noble intenci¨®n ¨Cme dijo- que tiende a favorecer a gente indeseable?¡±.
-¡°Le suplico la interprete usted, se?or mariscal, como un ferviente deseo de beneficiar y amparar a elementos que llevan nuestra sangre y nuestro esp¨ªritu¡±.
Al final, el mariscal accedi¨® y un convenio firmado el 22 de agosto hizo posible la reanudaci¨®n del embarque de exiliados a M¨¦xico. Las virtudes y entrega del diplom¨¢tico mexicano superar¨ªan a lo largo de aquellos meses tremendas dificultades como la falta de transporte y recursos econ¨®micos, la divisi¨®n entre los republicanos espa?oles, las dudas sobre la conveniencia de la medida en el interior del propio Gobierno mexicano, la indignaci¨®n de la derecha de este pa¨ªs ante la llegada de miles de ¡°rojos¡± y la animadversi¨®n de la prensa francesa. Le Petit Journal de Marsella celebrar¨ªa el acuerdo, en un art¨ªculo publicado el 3 de septiembre de 1940, con estas palabras: ¡°Buen viaje, se?ores, h¨¢ganse colgar en otra parte¡±. Y d¨ªas m¨¢s tarde en Le Journal, Max Massot firmaba un reportaje sobre los campos de concentraci¨®n, que comenzaba as¨ª: ¡°Los despojos del Ej¨¦rcito espa?ol van a salir de Francia (¡) hu¨¦spedes indeseables, soldados in¨²tiles¡±.
La acci¨®n de Luis I. Rodr¨ªguez fue tambi¨¦n crucial para sacar del territorio franc¨¦s a Juan Negr¨ªn, dar protecci¨®n jur¨ªdica a Luis Nicolau d¡¯Olwer, exministro de Hacienda y exgobernador del Banco de Espa?a y enterrar con dignidad a Manuel Aza?a.
Aquella ma?ana del martes 5 de noviembre de 1940, el prefecto de Montauban quiso impedir la presencia de espa?oles en el cortejo y enterrar al ¨²ltimo presidente de la II Republica con la bandera de Franco. Rodr¨ªguez se enfrent¨® a ¨¦l, neg¨¢ndose a semejante ¡°blasfemia¡±, y al no poder hacerlo con la republicana, desaf¨ªo al representante de las autoridades francesas con estas palabras: ¡°Lo cubrir¨¢ con orgullo la bandera de M¨¦xico; para nosotros ser¨¢ un privilegio; para los republicanos, una esperanza, y para ustedes una dolorosa lecci¨®n¡±.
En 1973, Luis I. Rodr¨ªguez, de quien Pablo Neruda escribi¨® que ten¨ªa ¡°algo de domador popular y algo de gran se?or de la conciencia¡±, fue enterrado en M¨¦xico en un f¨¦retro cubierto con la bandera de la Rep¨²blica espa?ola.
Otro gigante de la solidaridad internacional fue Gilberto Bosques, c¨®nsul general de M¨¦xico en Par¨ªs en aquellos a?os, quien rescat¨® a Max Aub del campo de concentraci¨®n de Vernet y m¨¢s tarde de otro del norte de ?frica. Amigo de Negr¨ªn, a quien califica de ¡°gran gourmet¡± en el libro Gilberto Bosques: el oficio del gran negociador, resumen de ocho entrevistas realizadas al diplom¨¢tico por Graciela de Garay en los a?os ochenta, Bosques traslad¨® el consulado a Marsella tras la rendici¨®n de Francia. All¨ª se las ingeni¨® para alquilar dos castillos que convirti¨® en residencias de asilo para los exiliados espa?oles. En el castillo de Reynarde se alojaron 850 refugiados de todas las profesiones y oficios. En el de Montgrand, 500 mujeres y ni?os. Bosques organiz¨® la vida de los republicanos en esta especie de purgatorio antes de embarcarlos para M¨¦xico, v¨ªa Marsella o Casablanca, creando un servicio m¨¦dico, una oficina jur¨ªdica, una escuela e incluso montando obras teatrales y competiciones deportivas.
La actividad de Bosques se complicar¨ªa tras la evacuaci¨®n de refugiados jud¨ªos y la consiguiente ruptura de relaciones de M¨¦xico con el r¨¦gimen de Vichy en noviembre de 1942. La legaci¨®n fue asaltada por la Gestapo y las 43 personas que la integraban con el c¨®nsul y su familia a la cabeza fueron detenidos y trasladados en febrero de 1943 a un hotel prisi¨®n de Bad Godesberg, en Alemania, donde permanecer¨ªan un a?o.
Una vez liberados, de regreso a M¨¦xico, Bosques ser¨ªa nombrado embajador en Portugal tras el fin de la II Guerra Mundial. All¨ª continuar¨ªa la labor realizada en Francia. ¡°Se me encargar¨ªa de auxiliar a los refugiados espa?oles que atravesaban la frontera de Espa?a y Portugal y eran capturados por la polic¨ªa portuguesa para ser entregados a Franco. Regularmente su destino era el cadalso¡±.
Tras pasar por Suecia y Cuba, el diplom¨¢tico se retir¨® de la vida p¨²blica en 1964 con la llegada a la presidencia mexicana de Gustavo D¨ªaz Ordaz. ¡°No quer¨ªa verme en el caso de colaborar con ese se?or¡±, se justific¨®.
Antes, Isidro Fabela y Narciso Bassols, se hab¨ªan erigido, desde su posici¨®n de delegados de M¨¦xico en la Sociedad de Naciones, en defensores morales de la II Rep¨²blica, denunciando en Ginebra la intervenci¨®n de la Italia fascista y la Alemania nazi en la guerra civil espa?ola y la hip¨®crita neutralidad de las democracias. Con discursos y obras ¨CBassols ser¨ªa embajador en Francia al comienzo de la crisis de los refugiados espa?oles en febrero de 1939- ambos articular¨ªan la iniciativa humanitaria de C¨¢rdenas.
Fabela adoptar¨ªa dos hu¨¦rfanos espa?oles y ser¨ªa entre 1942 y 1945 gobernador del Estado de M¨¦xico donde formar¨ªa dentro del futuro PRI el influyente grupo de Atlacomulco, su pueblo natal y el mismo de Pe?a Nieto. Bassols romper¨ªa con C¨¢rdenas tras acoger este a Trotsky y en 1944 ser¨ªa nombrado embajador en la URSS. Pero eso ya son otras historias. Sus acciones, junto con las de Rodr¨ªguez y Bosques, no solo salvaron la vida a miles de espa?oles. Consagraron el derecho de asilo como una actitud internacional de M¨¦xico.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.