Si ma?ana hubiese elecciones
El clima pol¨ªtico de nuestra sociedad se caracteriza por un profundo desapego ciudadano respecto de la vida p¨²blica
Si ma?ana hubiese elecciones... Pero no las hay. Los datos que aqu¨ª se ofrecen (y que se basan en una secuencia de sondeos de opini¨®n llevados a cabo por Metroscopia en los ¨²ltimos cinco meses, con un total acumulado de 14.000 entrevistas) constituyen tan solo un ejercicio de simulaci¨®n, una suerte de juego intelectual que busca expresar num¨¦ricamente el ambiente pol¨ªtico del momento actual. En modo alguno deben, por tanto, tomarse como anticipaci¨®n, estimaci¨®n o pron¨®stico de un resultado electoral probable. Fuera de per¨ªodos electorales, plantear a la ciudadan¨ªa una pregunta sobre su intenci¨®n de voto en unas supuestas e inminentes elecciones permite captar en realidad su estado de ¨¢nimo y su grado de movilizaci¨®n pol¨ªtica en el concreto momento de formularla. Lo que as¨ª se obtiene es una foto fija, desgajada de la compleja y cambiante secuencia vital de emociones, ideas y reacciones de que forma parte: nada m¨¢s. Ni las respuestas obtenidas pueden tomarse como expresi¨®n de alineamientos electorales definidos y cristalizados, ni prefiguran, de forma fiable, el resultado esperable cuando efectivamente sea inminente una cita con las urnas.
El estado de ¨¢nimo ciudadano encontrar¨ªa su traducci¨®n en un nuevo escenario pol¨ªtico
Hoy por hoy, cuando la distancia temporal respecto del ¨²ltimo proceso electoral (noviembre de 2011) es casi la misma que la que resta hasta el pr¨®ximo, el clima pol¨ªtico de nuestra sociedad se caracteriza por un profundo y extenso desapego ciudadano respecto de la vida p¨²blica. Lo vienen reflejando, mes tras mes, los sondeos de clima social de Metroscopia para este peri¨®dico, y tambi¨¦n los bar¨®metros del CIS. Pero no se trata ¡ªconviene tenerlo claro¡ª de desafecci¨®n respecto de la democracia en s¨ª, o respecto del actual sistema pol¨ªtico; lo que directamente se cuestiona es el modo inadecuado en que una y otro llevan ya demasiado tiempo funcionando entre nosotros. La extendida y severa cr¨ªtica ciudadana va dirigida fundamentalmente a los actuales protagonistas de la vida p¨²blica (partidos y representantes pol¨ªticos) y no tanto al andamiaje pol¨ªtico-institucional que aquellos est¨¢n encargados de pilotar (y ¡ªcosa que no hacen¡ª de mantener en buen estado proveyendo las adecuadas reformas peri¨®dicas). Pero no se avizora en nuestro horizonte c¨ªvico ¡ªal menos por ahora¡ª la probabilidad de un tsunami antisistema que pudiera arrasar el actual estado de cosas. Lo que los espa?oles llevan ya muchos meses reclamando, sondeo tras sondeo, es sencillamente otro estilo de entender y ejercer la pol¨ªtica: menos arrogancia y autismo en los partidos y en sus dirigentes, m¨¢s sensibilidad hacia las demandas sociales reales (y no hacia las que las respectivas anteojeras ideol¨®gicas hacen aparecer como tales), m¨¢s apertura y transparencia y, sobre todo, m¨¢s capacidad de pacto y de consenso en cuestiones esenciales que no deber¨ªan reabrirse c¨ªclicamente seg¨²n cambie el color ideol¨®gico del ¡ªsiempre coyuntural¡ª gobierno.
El caso es que desde hace meses, apenas la mitad de los espa?oles con derecho a voto (en torno al 55%, en promedio) dicen que acudir¨ªan a las urnas en unas inminentes elecciones (en noviembre de 2011 vot¨® el 71,7%, y el porcentaje de participaci¨®n m¨¢s bajo en unas legislativas es el 68% registrado en las de 1979). Por supuesto, y como ya queda dicho, si realmente estuviesen convocadas unas elecciones lo esperable es que, finalmente, los votantes desbordaran este escueto 55%. Pero tambi¨¦n ha quedado advertido que lo que se pretende aqu¨ª (al igual, por cierto, que en las oleadas mensuales de clima social de Metroscopia-EL PA?S) no es anticipar un probable resultado, sino buscar una traducci¨®n, en t¨¦rminos de hipot¨¦ticos alineamientos electorales, al actual (y probablemente mudable) tono pol¨ªtico de nuestra sociedad.
Una participaci¨®n tan baja castiga de forma especial a las dos principales formaciones pol¨ªticas: la que sigue siendo inculpada por la ciudadan¨ªa por no haber visto venir el actual desastre y la que por ahora es masivamente percibida como incapaz de ponerle remedio. La desafecci¨®n de una parte sustancial de los votantes del PSOE y del PP (que hoy por hoy dicen inclinarse por la abstenci¨®n, por el voto en blanco o incluso, aunque en medida ya reducida, por el voto a otra formaci¨®n) hace que el peso relativo del voto en favor de IU y de UPyD ¡ªclaramente m¨¢s estable y acrecido adem¨¢s por potenciales nuevos votantes¡ª aumente significativamente. En otras palabras, el estado de ¨¢nimo ciudadano en este tiempo concreto encontrar¨ªa su traducci¨®n en un nuevo escenario pol¨ªtico que contar¨ªa con cuatro (y no ya solo dos) actores principales de ¨¢mbito nacional (PP en el centro-derecha, UPyD en un centro-progresista; PSOE en el centro-izquierda e IU en la izquierda) y seis formaciones de ¨¢mbito regional, de orientaci¨®n nacionalista/soberanista (CiU, ERC, Amaiur, PNV, BNG y CC), que pasar¨ªan a contar con un n¨²mero no excesivamente diferente de esca?os (entre 10 y 4) y, en consecuencia, con una capacidad de protagonismo e influencia en la pol¨ªtica nacional claramente m¨¢s recortada. Sencillamente, el latido actual pol¨ªtico de nuestro pa¨ªs parecer¨ªa equivaler a un nuevo esquema de este corte que implicar¨ªa, forzosamente, el retorno a la pol¨ªtica con may¨²sculas: es decir, a la negociaci¨®n permanente, a la b¨²squeda de consensos y pactos a varias bandas, al compromiso y a la m¨¢s que probable concordia resultante.
Al describir el tipo de convivencia que los padres fundadores de la democracia estadounidense quisieron consolidar, el historiador Richard Hofstadter acu?¨® una f¨®rmula feliz: ¡°Un equilibrio arm¨®nico de frustraciones mutuas¡±. Otra cosa no es, en definitiva, la democracia. Y, seg¨²n los datos en que, en este intento de simulaci¨®n, cristaliza nuestro estado de ¨¢nimo colectivo, otra cosa no es lo que, a fin de cuentas, parecen anhelar los espa?oles.
Jos¨¦ Juan Toharia y Jos¨¦ Pablo Ferr¨¢ndiz son, respectivamente, presidente y vicepresidente de Metroscopia.
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