La Delegada vuelve a la carga
Cristina Cifuentes pide el alta voluntaria tras su grav¨ªsimo accidente de moto La batalla por las candidaturas del PP en Madrid no es ajena a las prisas
Ventilados los discursos, los entusiastas militantes del Partido Popular de Alcal¨¢ de Henares se abalanzan sobre la homenajeada en su copa de Navidad del pasado mi¨¦rcoles en el a?ejo restaurante Oliver¡¯s, un cl¨¢sico de bodas, bautizos y comuniones de la ciudad. La concurrencia, desde el alcalde hasta las se?oronas de peluquer¨ªa y los j¨®venes de flequillo al bies, se la comen a besos, palmadas en la espalda y abrazos de los que crujen las costillas. Lo ¨²ltimo que le conviene a Cristina Cifuentes, delegada del Gobierno en Madrid, proclamada ¡°Popular del A?o¡± en la fiesta, y reci¨¦n incorporada al puesto tras el accidente de moto que casi le cuesta la vida el pasado 20 de agosto. Ya las tiene rotas.
Siete, por varios sitios, adem¨¢s de la esc¨¢pula y el coxis, fracturas que solo sueldan con tiempo y paciencia. Sufre, adem¨¢s, las secuelas de un neumot¨®rax, dos tubos tor¨¢cicos, una traqueotom¨ªa, un derrame pleural de 2,5 litros y sendos hematomas en el coraz¨®n y el pulm¨®n derecho. Le duele el cuerpo desde que se levanta hasta que se acuesta. Para soportarlo, lleva adherido al om¨®plato un parche de morfina. Acarrea en el bolso pastillas de rescate, por si el zarpazo arrecia, pero se las est¨¢ autorretirando porque est¨¢ tan acostumbrada a aguantarlo que, en la escala del dolor que los m¨¦dicos estipulan de 0 a 10, lo que para ella antes era un 9, ahora es un 4. A¨²n as¨ª, los achuchones de los compa?eros de partido le deben de estar fastidiando lo suyo. Pese a ello, sonr¨ªe a boca llena. Se hace la ¨²ltima foto con el ¨²ltimo pesado. Ha vuelto a la arena.
Hace d¨ªas, pidi¨® a los m¨¦dicos el alta voluntaria y se reincorpor¨® oficialmente al trabajo. Le ha dicho a los suyos que no es una descerebrada. Que regresa por responsabilidad. Por sentido del deber. Porque son tiempos complicados y est¨¢n pasando cosas. Porque la nueva subdelegada del Gobierno, Mar¨ªa del Mar Angulo, a la que nombr¨® ella misma estando de baja en octubre, est¨¢ reci¨¦n aterrizada y no va a dejarla sola con el marr¨®n del comienzo. Porque nadie es imprescindible, pero algunos m¨¢s que otros. No oculta, sin embargo, que desea estar exactamente ah¨ª. En su sitio. En primera l¨ªnea. Porque cree que el trabajo forma parte de su curaci¨®n. Porque as¨ª piensa menos en el dolor. Pero quiz¨¢, tambi¨¦n, porque para algunos pol¨ªticos, la ambici¨®n es un estimulante m¨¢s potente que los analg¨¦sicos que le hacen tolerable el tormento.
As¨ª que aqu¨ª est¨¢, ocho horas despu¨¦s de la velada de Alcal¨¢, en un desayuno informativo del ministro del Interior, Jorge Fern¨¢ndez D¨ªaz ¡ªDios padre, le llaman algunos subordinados, por su profunda devoci¨®n cat¨®lica¡ª en un lujoso hotel madrile?o. Cifuentes, republicana, defensora del matrimonio gay y que por ella no hubiera tocado la ley de plazos del aborto, comparte mesa con la vicepresidenta S¨¢enz de Santamar¨ªa, los ministros Gallard¨®n y B¨¢?ez, la secretaria Cospedal y otros notabil¨ªsimos de su partido. Faltan Ana Botella e Ignacio Gonz¨¢lez, alcaldesa y presidente madrile?os. Pero nadie parece echarles de menos. Primorosamente maquillada, con una raya verde subrayando sus ojos claros, oscuros en las fotos antiguas, una delgad¨ªsima Cifuentes ¡ªha perdido ocho kilos y dos tallas¡ª escucha al ponente. El ministro se ha olvidado de ella en la salutaci¨®n a las autoridades. Pero luego la resarce con un largo aparte fusilado por los fot¨®grafos y respetado religiosamente por la selecta concurrencia. Parece que los cuchillos vuelan en todas partes, aunque sean los de alpaca fina del hotel Villamagna. La delegada est¨¢ de nuevo en su salsa.
En el hospital crey¨® morir. Luego, quiso morir. Finalmente decidi¨® no morir all¨ª
En realidad, nunca se fue del todo, salvo los 12 d¨ªas que permaneci¨® en coma, y los otros tantos que pas¨® en la UVI del Hospital La Paz, de Madrid, a donde fue trasladada despu¨¦s de que su ciclomotor fuera embestido por un BMW mientras circulaba por el carril bus de La Castellana. En ese tiempo y ese lugar, que ha descrito a sus ¨ªntimos como la antesala del infierno, primero temi¨® morir, despu¨¦s dese¨® morir para acabar con su sufrimiento, y, por fin, un d¨ªa, decidi¨® que no iba a morir all¨ª y se puso a ello. Con disciplina castrense. Su padre, general de Artiller¨ªa de 83 a?os, estar¨ªa orgulloso si el Alzheimer se lo permitiera. Ya en planta, empez¨® a regresar a la vida. Y a la pol¨ªtica.
Dos d¨ªas despu¨¦s de recibir el alta, el 25 de septiembre, ya estaba en la Delegaci¨®n, ¡ªse distribuy¨® foto al efecto¡ª para supervisar el operativo de seguridad de la manifestaci¨®n Jaque al Rey. Una supuesta amenaza al orden p¨²blico que al final qued¨® en nada, entre otras cosas porque la lluvia que arreci¨® sobre Madrid merm¨® la asistencia a unas 1.000 personas, bastantes menos que los polic¨ªas que Cifuentes envi¨® a vigilarles pertrechados hasta las cejas.
¡°Prefiero pasarme que no llegar, y tener que recurrir a las cargas. Una carga es para m¨ª un fracaso¡±, ha dicho en alguna ocasi¨®n la delegada m¨¢s criticada por el uso de la fuerza contra las movilizaciones ciudadanas. Y aporta datos: de las 2.509 manifestaciones en las que ha intervenido la Unidad de Intervenci¨®n Policial desde enero de 2012, solo en 6 se ha usado material antidisturbios. Jaque al Rey no fue una de ellas.
Ya entonces, en aquella primera y prematura vuelta a la arena, le dijo a la familia que no era una descerebrada. Que deb¨ªa y quer¨ªa estar all¨ª. Por responsabilidad, por sentido del deber. Pero puede que tambi¨¦n para demostrar que estaba viva a algunos que la daban por muerta pol¨ªticamente. Ya dijo Konrad Adenauer que hay enemigos, enemigos mortales y compa?eros de partido.
Tras el fiasco de los Juegos y Eurovegas, todas sus opciones siguen intactas
Pol¨ªtica vieja a sus 49 a?os, y casi de dedicaci¨®n exclusiva desde que, en 1979, ingresara en Alianza Popular ¡ªmenos los cinco a?os que fue directora de un colegio mayor de la Complutense donde las pupilas la llamaban Barbie¡ª, Cifuentes sabe que quien no est¨¢, no cuenta. Y ahora, en Madrid, hay demasiado en juego como para estar esperando a que se suelden los huesos en casa. Con la popularidad de la alcaldesa Botella y el presidente Gonz¨¢lez por los suelos tras los fiascos de los Juegos Ol¨ªmpicos y Eurovegas, la delegada conserva sus opciones intactas a cualquier puesto en cualquier lista. Ella no gobierna. Ella no ha dicho una palabra m¨¢s alta que otra sobre Rajoy. Aunque discrepa, ella acata las mayor¨ªas.
¡°Bienvenida de vuelta, Cristina, te necesitamos m¨¢s que nunca, con las calles llenas de v¨¢ndalos¡±, saludaba Javier Bello, alcalde de Alcal¨¢ de Henares a Cifuentes el mi¨¦rcoles. En su respuesta, la delegada agradeci¨® las flores pero de v¨¢ndalos no dijo palabra. Criticada por algunos por su mano dura fuera y dentro de la Delegaci¨®n ¡ªhay quien la acusa de despreciar a algunos funcionarios en beneficio de su c¨ªrculo de confianza¡ª, en la distancia corta la delegada exhibe una notable cintura con el pr¨®jimo y consigo misma.
Vilipendiada en las redes sociales, guarda en dos carpetas insultos irreproducibles por si alguna vez los denuncia, pero tambi¨¦n una galer¨ªa de fakes con los que, en privado, se r¨ªe a carcajadas. Esa cintura, y ese humor, le ha granjeado amigos en su partido y en la oposici¨®n. A tomar un caf¨¦ con alguno se dirig¨ªa el 20 de agosto, cuando el BMW se la llev¨® por delante. Pero ha vuelto a la carga.
La moto con la que se escapaba sola por la ciudad ya no la espera en el paso de carruajes de la Delegaci¨®n. Le ha prometido a sus hijos no volver a usarla. Tambi¨¦n les ha dicho a sus amigas que se le ha quitado la ansiedad. Que valora las cosas peque?as. Ese caf¨¦ en una terraza que, admite, no tiene tiempo de tomarse. Hay, sin embargo, cierto brillo en los ojos y cierta fragilidad en una figura que antes fue robusta, que habla de una Cifuentes distinta. ¡°Cuidaos, al salir de casa no sabemos si regresaremos¡±. As¨ª se despidi¨® de los populares alcala¨ªnos.
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