La calle de Ferrol donde habita la ruina
La mitad de los edificios del casco viejo de Ferrol est¨¢n vac¨ªos Alguna de sus v¨ªas est¨¢ cortada por el riesgo de derrumbe de los inmuebles
La noche del 15 de enero, Rosario M. y su pareja tuvieron que salir con lo puesto de su casa, en la tercera planta del n¨²mero 12 de la calle de Carmen Curuxeiras. El edificio, el pen¨²ltimo a¨²n habitado de esa calle que se desmorona, comenzaba a ser apuntalado por fuera y por dentro. A sus vecinos del segundo no les fue mejor. Para Alonso Cerrada y su mujer, desalojar a toda prisa el piso en el que viv¨ªan alquilados ha resultado una pesadilla que les tiene desbaratada la vida. Eran seis en la casa: el matrimonio, los suegros, dos ni?os de dos y tres a?os, y un tercero en camino. Se fueron sin tiempo de hacer acopio de pa?ales y mudas, lo imprescindible para ir tirando con los familiares que los realojaron. Lo mismo le ocurri¨® a la propietaria del primero, Mariluz, que viv¨ªa sobre un garaje vac¨ªo.
De golpe, Carmen Curuxeiras, una calle corta en forma de semic¨ªrculo en el coraz¨®n medieval de una ciudad que naci¨® en torno a un castro, perd¨ªa a sus nueve ¨²ltimos habitantes, con excepci¨®n de los que residen en un inmueble rehabilitado en una esquina. Y no es una v¨ªa marginal, precisamente. Por ella discurre el primer tramo del Camino Ingl¨¦s que conduce a Santiago de Compostela, aunque desde hace un a?o los peregrinos est¨¦n obligados a zigzaguear por desv¨ªos porque la calle, excepto para sus pocos inquilinos, est¨¢ cortada ante el peligro que representan las fachadas y cornisas que se deshacen como arena.
La calle es la arteria m¨¢s enferma de Ferrol Vello, un barrio protegido, a cuatro pasos del mar, que camina muy r¨¢pido desde la decadencia hacia la ruina absoluta ante la pasividad de los propietarios, que no rehabilitan sus edificios, y la inacci¨®n del Ayuntamiento, que ha tardado d¨¦cadas en empezar a exig¨ªrselo.
La ciudad ha perdido el 30% de la poblaci¨®n en tres d¨¦cadas y tiene una tasa de paro del 32%
En diciembre de 2011, la oficina municipal de rehabilitaci¨®n hizo recuento de da?os. Ferrol Vello suma 195 inmuebles con 489 viviendas y 184 bajos, el 85% anteriores a 1960. Casi la mitad de las casas (212) y locales (94) est¨¢n vac¨ªos. La asociaci¨®n vecinal es m¨¢s pesimista y estima que por cada tres viviendas habitadas hay siete vac¨ªas o derruidas.
Rosario compr¨® su piso en 2007 y no duda: fue la peor decisi¨®n de su vida. En agosto, los cuatro propietarios se rascaron el bolsillo ¡°con mucho esfuerzo¡± para estrenar tejado y reparar la fachada. Una factura de 20.000 euros que no les sirvi¨® de mucho. La noche del desalojo, relata esta vecina, los bomberos ferrolanos, la Polic¨ªa local y los t¨¦cnicos municipales no les dieron opci¨®n y apuraron su salida por el temor de que todo el inmueble se viniera abajo a causa de una profunda grieta lateral, tan ancha como honda. Por precauci¨®n, evacuaron dos edificios m¨¢s y precintaron la calle. Cinco familias desahuciadas de sus casas por la ruina. ¡°Tirados en la calle, con todas nuestras vidas ah¨ª metidas y pidiendo pr¨¦stamos a amigos y familiares para pagar los gastos¡±, resume Rosario, desempleada al igual que su pareja.
Ir¨®nicamente, la casa que amaga con desplomarse es una de las m¨¢s modernas de la calle, y la culpa, dicen sus due?os, la tuvo otra ya derruida. La viga podrida y solitaria que flota sobre el solar de lo que fue el n¨²mero 14 perfor¨® la pared medianera del n¨²mero 12 y lo hiri¨® de muerte. ¡°Lo denunciamos en 2007, este problema no era nuevo¡±, se quejan los afectados. ¡°Es impensable que un deterioro as¨ª ocurriese en ninguna otra ciudad de Galicia o de Espa?a, que cuidan de su patrimonio. Mejor o peor, la rehabilitaci¨®n del casco viejo se ha hecho en todas las ciudades. Esto no tiene perd¨®n¡±, argumentan.
El desalojo del 12 fue el ¨²ltimo cap¨ªtulo del declive urban¨ªstico de un barrio a un paso del mar que empeora cada invierno. Y este ha sido especialmente nocivo.
La Praza Vella, que es la espina dorsal de Ferrol Vello, parece un escenario de posguerra. Un decorado casi irreal de edificios abatidos por la bomba del tiempo y el abandono donde la ruina es la reina. Esqueletos de casas con las vigas al aire, tejados colonizados por la maleza y cascotes de ladrillo y azulejo sembrados por el suelo en zonas cerradas al paso. Degradado, despoblado y columpi¨¢ndose entre la ruina y la podredumbre. As¨ª es el casco viejo de una ciudad con una crisis encima de otra. A la sist¨¦mica, Ferrol le suma la del sector naval, con poco trabajo en una r¨ªa que vive por y para sus astilleros p¨²blicos; la urban¨ªstica, con docenas de inmuebles deshabitados cuya propiedad se reparten tres constructores locales, y la demogr¨¢fica.
Con 71.232 vecinos en 2013, la urbe ha perdido 16.497 desde 1980 (el 30%) y carga con el triste r¨¦cord de tener la tasa de paro m¨¢s alta de Galicia (32%) con 20.745 desempleados en la comarca. Para rematar, un tercio de los peque?os comercios del centro ha cerrado sus puertas en los ¨²ltimos tres a?os, seg¨²n los c¨¢lculos de la patronal (Acof), porque sin barcos que construir no hay n¨®minas que gastar. Ferrol Vello sintetiza el declive de la s¨¦ptima ciudad gallega, que pas¨® de abanderada en la lucha obrera contra el franquismo a la par¨¢lisis permanente acomodada en la cultura de subvenciones que ya no fluyen.
La intervenci¨®n urgente en Carmen Curuxeiras es la consecuencia directa del abandono de los propietarios en un barrio con las pol¨ªticas de rehabilitaci¨®n atascadas y un plan integral de rehabilitaci¨®n que enfila la recta final de su redacci¨®n. En febrero de 2011, el Gobierno gallego declar¨® Ferrol Vello como bien de inter¨¦s cultural (BIC), pero esta protecci¨®n urban¨ªstica no se tradujo, lamentan sus residentes, en nuevas l¨ªneas de ayuda. ¡°Ha sido un atraso¡±, apuntan desde el Gobierno local. El rigor y las precauciones que introducen hacen de cada intento de rehabilitar una odisea en un laberinto de burocracia.
Apenas una docena de tascas sobreviven en un barrio portuario que fue pr¨®digo en tabernas y pensiones. Un paseo por sus calles es como un viaje en el tiempo por los escaparates de un despacho de suministros navales, la relojer¨ªa Garc¨ªa o la carnicer¨ªa Manuel, en Benito Vicetto, abandonados hace d¨¦cadas. La Crema fue de los ¨²ltimos en cerrar. ¡°Una pasteler¨ªa deliciosa¡±, cuenta una vecina que a¨²n se relame pensando en sus famosas milhojas. Resisti¨® lo que pudo, pero acab¨® claudicando. En la parte baja de Ferrol Vello no hay otra tienda donde comprar pan. Tampoco cajeros, ferreter¨ªas o supermercados. Ni siquiera un bazar chino. Apenas un par de restaurantes nuevos y un bodeg¨®n se han atrevido a apostar por el barrio para sus negocios. ¡°Era un barrio precioso y se muere. Por no decir que ha muerto ya¡±, termina Manuel A., tan enamorado de su zona como desencantado por una agon¨ªa a la que ninguna Administraci¨®n pone fin.
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