Dios en la escena p¨²blica
Rouco Varela se queja de que Dios est¨¢ excluido de lo pol¨ªtico, pero en Espa?a la Iglesia cat¨®lica a¨²n tiene el monopolio de las celebraciones oficiales
El cardenal Rouco Varela se despide de su cargo de presidente de la Conferencia Episcopal denunciando el triunfo de ¡°una cultura mundana que arrincona a Dios en la vida privada y lo excluye del ¨¢mbito p¨²blico¡±, un tema recurrente en el atormentado pensamiento de quien ha dirigido la Iglesia espa?ola con arrogancia y desprecio a los que no se pliegan a su doctrina.
El lamento del cardenal lleg¨® el mismo d¨ªa en que presidi¨® la misa de conmemoraci¨®n del d¨¦cimo aniversario del 11-M. En este pa¨ªs, en que, seg¨²n el cardenal, Dios est¨¢ excluido de lo p¨²blico, todav¨ªa la Iglesia cat¨®lica tiene el monopolio de las celebraciones oficiales. El irritado cardenal se erigi¨® en portavoz de la siniestra teor¨ªa de la conspiraci¨®n el d¨ªa en que por fin, diez a?os despu¨¦s, la derecha parec¨ªa renunciar a ella.
Rouco deja el sello del insoportable cinismo del que se considera con derecha de pernada sobre las mentes de los ciudadanos de un pa¨ªs. Queda mucho camino por recorrer hasta que el Estado espa?ol sea realmente aconfesional, como dice la Constituci¨®n. Todas las creencias tienen derecho a la palabra, pero solo una ordena y manda, sobre todo cuando gobierna la derecha. Con Zapatero, la Iglesia perdi¨® unos cuantos puntos en la batalla ideol¨®gica, pero gan¨® dinero, al que tampoco hacen ascos los funcionarios de Dios.
Todas las creencias tienen derecho a la palabra, pero solo una ordena y manda, sobre todo cuando gobierna la derecha
El Gobierno del PP trabaja para que la Iglesia recupere lo perdido, promoviendo una restauraci¨®n conservadora, en materia educativa y de derechos individuales, con las leyes Wert y Gallard¨®n como estrellas del regreso al pasado. El cardenal Rouco, que siempre quiere m¨¢s, se lo agradece ridiculizando a la clase pol¨ªtica, que considera ¡°de nivel intelectual m¨¢s bien pobre, afectada por el relativismo y el emotivismo¡±.
Rouco se va. Es evidente que vive a a?os luz del nuevo discurso Vaticano. Queda por ver c¨®mo las buenas palabras del Papa se traducen en hechos, pero la Iglesia busca recuperar terreno con una imagen de complicidad y proximidad con los m¨¢s diversos sectores de la sociedad, completamente opuesta a la frialdad met¨¢lica del expresidente de los obispos. Recientemente, el abad de Montserrat, Josep Maria Soler, pronunci¨® unas palabras que demuestran que si la creencia se asume con humildad, no es incompatible con la democracia. Dec¨ªa el abad, a prop¨®sito del proyecto de ley del aborto: ¡°Los cristianos no podemos pretender imponer nuestra visi¨®n antropol¨®gica en la sociedad plural, no podemos pretender que la moral cristiana se convierta en ley del Estado¡±. No recuerdo una expresi¨®n tan rotunda de asunci¨®n de la cultura democr¨¢tica por parte de una autoridad eclesi¨¢stica, en un pa¨ªs en que obispos como Rouco Varela y su corte medran para que su verdad sea la de todos y el Gobierno se ha convertido en correa de transmisi¨®n de sus obsesiones mis¨®ginas y autoritarias.
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