¡°Voy a morir injustamente¡±
El drama de una familia china que lleg¨® a Espa?a huyendo de la mafia y la justicia de su pa¨ªs. Lil¨ª Dai, acusada de estafa, se suicid¨® en Madrid tras recibir un mensaje de su hija, secuestrada
La Embajada de China lleva un a?o pendiente de lo que se cuece en el Juzgado 43 de Madrid. La prensa del gigante asi¨¢tico eleva ya a 350 las familias chinas estafadas por una compatriota que de un d¨ªa para otro subi¨® a un avi¨®n a toda su familia directa (su hija de 12 a?os y su abuela de 80, entre ellos) y escogi¨® Madrid para esconderse. Hu¨ªa de la mafia china, y de una previsible condena a muerte.
La pr¨®fuga Lil¨ª Dai, de 40 a?os, se ocult¨® en Espa?a bajo la losa de haber estafado 40 millones de euros en su pa¨ªs, como ha explicado la Embajada a la elitista unidad policial espa?ola de la UDEF. Se hizo pasar por familiar del vicepresidente de China (coincide un apellido) y vendi¨® cientos de casas que no eran suyas. Hasta hizo entregas de llaves. Acorralada por las v¨ªctimas, busc¨® refugio al otro lado del planeta, en Canad¨¢. Pero inicialmente recal¨® en Madrid porque Espa?a le proporcion¨® antes el visado. Atr¨¢s dejaba una tormenta medi¨¢tica y a los canales de televisi¨®n que la segu¨ªan. Ya en Espa?a supieron que un juez de Pek¨ªn hab¨ªa firmado una orden de b¨²squeda y captura internacional contra ella, como ide¨®loga, su madre y su marido.
Lil¨ª alquil¨® un piso en una urbanizaci¨®n del barrio de Aravaca, un ¨¢rea acomodada de la capital. Ni por lo m¨¢s remoto pens¨® lo pronto que iba a ser localizada por sicarios, y desde China, merced a un dispositivo de b¨²squeda que portaba la tableta electr¨®nica de la menor, un iPad que uno de los estafados regal¨® a Lil¨ª en agradecimiento por venderle una casa a un precio muy asequible.
Lil¨ª Dai ha pagado ya con su vida. Y su hija de 12 a?os, sus padres y su abuela de 80, especialmente la ni?a y la abuela, tambi¨¦n llevan pasado lo suyo. Y no solo por su estatus de pr¨®fugas involuntarias: fueron secuestradas siete d¨ªas por cuatro hombres chinos que vinieron ex profeso a Madrid desde Pek¨ªn a exigir dinero. Eso lo precipit¨® todo. Lil¨ª se suicid¨® tras leer un mensaje que le envi¨® al m¨®vil su hija: ¡°Mam¨¢, han venido cuatro hombres chinos a la casa [de Aravaca], el abuelo les ha abierto, y nos tienen retenidos...¡±.
La ni?a, sus abuelos y su bisabuela estuvieron secuestrados entre el 4 de marzo y el 28 de abril de 2013. Los chinos llegaron a las inmediaciones del piso de Aravaca en una furgoneta Mercedes Vito, gris, con los cristales traseros tintados. Pero ni Lil¨ª ni su marido (el exmonje y predicador Zhiwei Chen) estaban en el piso en ese momento. Hab¨ªan alquilado otra casa m¨¢s amplia y lujosa en San Sebasti¨¢n de los Reyes (al norte de Madrid), y la estaban preparando para la mudanza.
Ah¨ª estaban cuando Lil¨ª recibi¨® en su m¨®vil el siguiente mensaje: ¡°Los hombres dicen que vienen a por el dinero, pero que no vienen a por nuestras vidas... No s¨¦ por qu¨¦ han venido aqu¨ª estos hombres... S¨¢lvame, mam¨¢¡±. ¡°Mi mujer estuvo dos d¨ªas igual: le¨ªa una y otra vez los mensajes y se pon¨ªa a llorar¡±, cont¨® el monje al juez de Madrid.
Los secuestradores les quitaron los m¨®viles. Pero la ni?a los despist¨® y, tras pedirles permiso para entretenerse con Internet, alert¨® a su madre a trav¨¦s de una p¨¢gina de juegos que permit¨ªa enviar correos electr¨®nicos. ¡°Quieren tres millones de euros, pero no vengas, que quieren matarte¡±, le advirti¨® por el mismo sistema su madre, implicada tambi¨¦n en la estafa. Lil¨ª no aguant¨® la presi¨®n, y esa misma noche se trag¨® una caja de somn¨ªferos y se tumb¨® en la cama. El marido confes¨® que ¨¦l hizo lo mismo. Era 3 de abril de 2013, tras seis d¨ªas de secuestro. ¡°Tres o cuatro horas despu¨¦s me despert¨¦ y mi mujer no estaba en la cama. Me levant¨¦ y la busqu¨¦ por todos sitios: la encontr¨¦ en la ba?era, ahorcada¡±.
El monje llam¨® entonces al ¨²nico amigo que ten¨ªan en Espa?a y que sab¨ªa algo de chino. A Jos¨¦ Luis Mart¨ªnez, due?o de una inmobiliaria radicada en Murcia, al que Lil¨ª, a trav¨¦s de un contacto com¨²n en Pek¨ªn, busc¨® compradores de viviendas chinos. ¡°Mi mujer se ha suicidado¡±, balbuce¨®. Apenas se le entend¨ªa. ¡°Hab¨ªa bebido mucho y tambi¨¦n sufr¨ªa el efecto de las pastillas¡±, seg¨²n las pesquisas judiciales. Fue Jos¨¦ Luis quien avis¨® del suicidio a la polic¨ªa e indic¨® el domicilio del ¨®bito. Antes de morir, Lil¨ª escribi¨® una nota: ¡°Voy a morir injustamente...¡±, se lamentaba, junto con recomendaciones a su familia para que pidieran ayuda a la polic¨ªa espa?ola.
Tambi¨¦n fue el aviso de Jos¨¦ Luis el que desat¨® el posterior asalto policial al piso de Aravaca, donde estaban los secuestrados. Y donde la menor, seis d¨ªas antes, vio c¨®mo cuatro hombres chinos irrump¨ªan en su casa y les encerraban en una habitaci¨®n, de la que, peri¨®dicamente, les sacaban uno por uno al sal¨®n para decirles ¡°que no ven¨ªan a por sus vidas, que quer¨ªan el dinero¡±. Para ella y su bisabuela fueron d¨ªas muy duros, de constantes amenazas.
Ha pasado un a?o desde aquel drama. Y los cuatro secuestradores siguen en la c¨¢rcel por orden del Juzgado de Instrucci¨®n 43 de Madrid. El monje y su suegra tambi¨¦n han estado presos en Espa?a a petici¨®n de la justicia china por la estafa. Ahora se hallan en libertad, a la espera de que la Audiencia Nacional de Espa?a ejecute la extradici¨®n, ya acordada por los jueces, aunque ponen una condici¨®n a China: que la pena que se les imponga en ning¨²n caso exceda de ochos a?os de c¨¢rcel, que es la que corresponder¨ªa en Espa?a por una macroestafa similar.
La prensa de China ha prestado gran atenci¨®n al caso de Lil¨ª. Muchos de los timados son j¨®venes y jubilados que le entregaron todos sus ahorros, o pidieron pr¨¦stamos para unas casas con los pilares de barro. Y es que Lil¨ª logr¨® engatusar a muchas familias con el falso aval de que era sobrina del vicepresidente de China. En el juzgado de Madrid no queda claro si los secuestradores pertenecen o no a la mafia china. Pero s¨ª que no vinieron a Espa?a, en contra de lo que ellos sostienen, para sondear el mercado inmobiliario. Quer¨ªan sus tres millones. Y les amenazaron con atarles con bridas los dedos y causarles torturas: ¡°Preferir¨¦is estar muertos¡±.
Dos de los captores eran estafados: vinieron a Madrid escoltados por obedientes mayordomos (sicarios, seg¨²n la polic¨ªa). Lo que parece haberse evaporado es el dinero. ?D¨®nde est¨¢n los 40 millones? ?Qui¨¦n los tiene?, se pregunta la polic¨ªa espa?ola. No hay certezas, solo sospechas. Los familiares de Lil¨ª se hallan ahora en el Levante espa?ol. No quieren ser extraditados a China.
Lil¨ª ha muerto y lo m¨¢ximo que hallaron los secuestradores de su familia en el caj¨®n de una mesita fueron 7.000 euros, que se los quedaron. Tambi¨¦n los 100 euros que, por orden suya, extrajo la ni?a de un cajero, con ellos sigui¨¦ndola. Aquel d¨ªa el portero del bloque por fin vio salir de casa a la ni?a y se qued¨® un poco m¨¢s tranquilo. Eran los mismos hombres que d¨ªas antes le mostraron una foto de Lil¨ª y le preguntaron si viv¨ªa en su bloque. Se hicieron pasar por familiares. El portero dijo que s¨ª. Pero, en lugar de ir hacia la casa, asintieron y se marcharon. Volvieron al d¨ªa siguiente y entonces s¨ª entraron en la vivienda, ¡°de malas maneras¡±. Todo le pareci¨® ¡°muy raro¡± al conserje del edificio. Les hab¨ªa acompa?ado al piso y vio c¨®mo irrumpieron en la casa sin pedir permiso al anciano que les abri¨® la puerta.
La hija de 12 a?os est¨¢ yendo a la escuela en Espa?a. Tras ser liberada, la menor envi¨® un ¨²ltimo correo a un conocido de sus padres. Se la notaba angustiada. ¡°He sabido que mi madre est¨¢ muerta, por favor ay¨²dame a ordenar mi vida¡±. La embajada de China est¨¢ pendiente del juicio para recordar a Espa?a la ya inexorable extradici¨®n. En China esperan otras 350 v¨ªctimas.
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