La cuesti¨®n

La actitud de firmeza de Rajoy respecto al soberanismo catal¨¢n ha sido m¨¢s acertada que la de quienes propusieron aceptar la convocatoria de un refer¨¦ndum consultivo (que habr¨ªa sido empezar por el final, dividiendo en dos a la poblaci¨®n y condicionando cualquier paso ulterior); uno de los efectos de esa firmeza ha sido que Artur Mas considere ahora prioritario que el Gobierno presente una ¡°propuesta de altura¡± que permita negociar una salida que incluya la consulta prevista. Lo que intuitivamente se deduce de ello es que conviene mantener la negativa a ese refer¨¦ndum y dejar que Mas se estrelle contra ¨¦l. Sin embargo, para que la sociedad catalana se desenganche de la din¨¢mica rupturista todav¨ªa dominante es m¨¢s eficaz compaginar esa firmeza con una propuesta alternativa. No limitarse a decir que la Constituci¨®n proh¨ªbe un refer¨¦ndum de autodeterminaci¨®n, sino plantear la posibilidad de uno legal; no de ruptura sino de ratificaci¨®n del acuerdo posible entre el Estado y la Generalidad sobre un nuevo marco de relaci¨®n mutua.

El inminente l¨ªder del PSC, Miquel Iceta, ha argumentado estos d¨ªas que la cuesti¨®n no es votar o no votar sino sobre qu¨¦ hacerlo. Plantea preguntar a los catalanes si aprueban una negociaci¨®n con el Estado sobre un reforzamiento de la autonom¨ªa, y someter el acuerdo alcanzado a refer¨¦ndum en Catalu?a. Una consulta, pues, legal y pactada. Los socialistas de Rubalcaba han venido argumentando contra una consulta solo en Catalu?a sobre algo que afectar¨ªa a todos los espa?oles; pero tambi¨¦n es problem¨¢tico que todos los espa?oles deban decidir sobre un nuevo estatus de Catalu?a. De ah¨ª la conveniencia de situar primero el pacto y luego su ratificaci¨®n en refer¨¦ndum, y no al rev¨¦s: primero refer¨¦ndum y despu¨¦s negociaci¨®n sobre la aplicaci¨®n de su resultado, que ser¨ªa irreversible aunque no fuera formalmente vinculante.

Es cierto que un acuerdo en esos t¨¦rminos ser¨¢ dif¨ªcil. Desde Convergencia se ha respondido a Iceta considerando irrenunciable que el refer¨¦ndum sea sobre la independencia. Es posible sin embargo que, tras la probable suspensi¨®n de la consulta, el presidente catal¨¢n sea receptivo a una oferta de acuerdo que pudiera presentar como avance hacia sus objetivos, incluso al precio de romper con Esquerra (que ocurrir¨¢ en todo caso). Ser¨ªa una opci¨®n menos mala para ¨¦l que las otras dos posibles: elecciones anticipadas (que casi seguro ganar¨ªa Esquerra); o Gobierno de concentraci¨®n soberanista presidido por ¨¦l (que Junqueras dif¨ªcilmente aceptar¨ªa).

No ser¨ªa realista ignorar que juega con ventaja quien ofrece a los ciudadanos la oportunidad de decidir mediante su voto. Mientras que quien se opone a ello, aunque sea con poderosas razones (la primera, que divide de manera cortante a la poblaci¨®n, y que en caso de prosperar convierte en extranjeros a casi la mitad de los ciudadanos) tiene dificultades para desactivar la demagogia del ¡°no nos dejan votar¡±.

Hoy parece seguro que el proceso ser¨¢ largo y que esa ventaja solo se compensar¨¢ si a la negativa en nombre de la legalidad constitucional se une una propuesta que reconozca a los catalanes el derecho a decir la ¨²ltima palabra; pero no para romper con el resto de los espa?oles sino para seguir debatiendo con ellos sobre sus problemas y aspiraciones.