El viaje hacia el soberanismo
Una cuarta parte de la poblaci¨®n catalana abraza el independentismo en los ¨²ltimos cuatro a?os Su perfil se aleja del nacionalismo identitario tradicional
Una parte de la poblaci¨®n catalana ha decidido en los ¨²ltimos cuatro a?os volver a empezar. Un 24,6% de ciudadanos ha emprendido un viaje hacia el independentismo alejado de los motivos identitarios que lo sustentaban tradicionalmente. Pero no hay un perfil ¨²nico que permita definirles. Al contrario, este fen¨®meno abarca a tan distintos compa?eros de viaje como federalistas agotados, votantes de CiU desencantados con la pol¨ªtica de pactos, j¨®venes indignados, republicanos convencidos o incluso extranjeros hartos de la pol¨ªtica de inmigraci¨®n espa?ola. El nexo de uni¨®n es una corriente de ilusi¨®n generada por la idea de construir un nuevo proyecto. M¨¢s que el final, este viaje es para todos ellos, seg¨²n defienden, el comienzo de algo.
Su incorporaci¨®n al independentismo ha hecho crecer la opci¨®n secesionista del 20% que la apoyaba en 2010 hasta el 45,2%, seg¨²n el ¨²ltimo bar¨®metro del Centre d¡¯Estudis d¡¯Opini¨® (CEO) de la Generalitat; el 47% seg¨²n una encuesta de Metroscopia del pasado 9 de julio; y el 40%, seg¨²n datos del CIS de mayo de 2013. Los protagonistas de este cambio son la clave de un hist¨®rico cap¨ªtulo sobre las relaciones entre Catalu?a y el resto de Espa?a.
El entusiasmo y la ilusi¨®n por empezar un pa¨ªs desde cero definen el fen¨®meno
Las causas de esta conversi¨®n, experimentada por alrededor de 1,3 millones de personas del censo electoral, son enormemente variadas. Pero la veintena de entrevistados para este reportaje (una ama de casa, un historiador, un andaluz y un leon¨¦s, dos pol¨ªticos, un exmagistrado del Tribunal Constitucional...) apuntan siempre al descr¨¦dito de las instituciones espa?olas y a la sentencia del Tribunal Constitucional de 2010 sobre el Estatut (que anul¨® 14 art¨ªculos y declar¨® ¡°sin eficacia jur¨ªdica¡± el t¨¦rmino ¡°naci¨®n¡± de su pre¨¢mbulo) como punto de inflexi¨®n.
As¨ª lo vive, por ejemplo, Vicente Rodr¨ªguez. Nacido en Mansilla de las Mulas (Le¨®n) hace 63 a?os, lleva 40 en Catalu?a y est¨¢ a favor de la secesi¨®n. Sentado en una terraza del barrio de Sants (Barcelona), cuenta que cuando va de visita al pueblo, a su familia le cuesta entenderlo. No renunciar¨¢ a sus ra¨ªces ni al idioma, pero ¡°no hay vuelta atr¨¢s¡±, sostiene. Hace tiempo cre¨ªa en un modelo federal; ya no. ¡°El colmo fue lo del Estatut¡±, cuenta. Opina que el sistema est¨¢ agotado y ¡°el partido ama?ado¡±. ¡°Desde la independencia podremos ayudar a construir un pa¨ªs nuevo, redactar una Constituci¨®n y tomar el control en pilares como la educaci¨®n¡±, sostiene.
Este ¡°soberanismo pr¨¢ctico¡±, como lo define el catedr¨¢tico en Historia Contempor¨¢nea Borja de Riquer, -antiguo federalista hoy cercano m¨¢s cercano al independentismo- canaliza la indignaci¨®n generalizada que recorre Espa?a ¡ªen parte debido a la crisis¡ª y ha encontrado en el entusiasmo y el discurso en clave positiva de la secesi¨®n (¡°esperanza¡±, ¡°cambio¡±, ¡°derecho a decidir¡±, ¡°volver a empezar¡±¡) una alternativa ilusionante. La perspectiva de la independencia ¡°anima¡±, como se?ala el polit¨®logo Joan Subirats. Y en ese espacio se sit¨²a gran parte de los nuevos independentistas.
Su retrato robot, seg¨²n el bar¨®metro del Centre d¡¯Estudis d¡¯Opini¨® ¡ª¨®rgano dependiente de la Generalitat, con muestras de 2.000 encuestados¡ª, refleja las grandes diferencias que existen entre los independentistas de toda la vida y quienes se han convertido en los ¨²ltimos a?os. Los que admiten serlo desde hace poco son mayores (un tercio tiene entre 50 a 64 a?os); hay m¨¢s mujeres que hombres; solo el 24% se sit¨²a ideol¨®gicamente en el ¡°m¨¢ximo catalanismo¡± frente al 55% de los independentistas de toda la vida; solo el 40% se siente exclusivamente catal¨¢n frente al 76% de los independentistas tradicionales; y cuentan en sus filas con un 10% m¨¢s de gente nacida fuera de Catalu?a. En cuestiones idiom¨¢ticas, el 31% hablaba castellano en casa de peque?o, frente al 8,9% de los soberanistas de siempre.
Durante un viaje de dos semanas en busca de respuestas a esta conversi¨®n es f¨¢cil percibir c¨®mo una abrumadora corriente en clave positiva ha impregnado casi todas las capas de la sociedad. El espacio p¨²blico se encuentra tomado por un insistente debate medi¨¢tico. Escasea la autocr¨ªtica y en general se comparte el clima de optimismo y arrojo. O ¡°entusiasmo¡±, como apuntaba en sus cr¨®nicas el periodista Manuel Chaves Nogales en el viaje que le trajo a Catalu?a en 1936 para dar cuenta de la liberaci¨®n y llegada del presidente Llu¨ªs Companys. Si uno lee hoy su ?Qu¨¦ pasa en Catalu?a? y omite que fue escrito a finales de los a?os treinta del siglo pasado, se encuentra ante un sorprendente reflejo de nuestro tiempo. Entonces el cronista apost¨® que nada cambiar¨ªa. Hoy nadie tiene un pron¨®stico claro.
El Estatut, punto de origen de este fen¨®meno, seg¨²n todos los consultados, fue una norma llamada desde su redacci¨®n a mejorar las relaciones entre Catalu?a y el resto de Espa?a, a trav¨¦s de un mayor autogobierno. Pero termin¨® generando el efecto contrario. Esa relaci¨®n se desangr¨® desde su aprobaci¨®n en el Parlament el 30 de septiembre de 2005, su confirmaci¨®n en refer¨¦ndum en Catalu?a (con un 73,9% de votos a favor y una participaci¨®n del 49,4%) hasta llegar a la sentencia del Tribunal Constitucional casi cinco a?os despu¨¦s.
Exvotantes del PSC y sindicalistas apoyan ahora el soberanismo
Carles Viver Pi-Sunyer vivi¨® aquel proceso muy de cerca. Pocos ejemplifican mejor que ¨¦l este viaje hacia el soberanismo. Hombre de leyes y profundamente meticuloso, durante nueve a?os fue magistrado del Tribunal Constitucional y su vicepresidente de 1998 a 2001. Tras aquel periplo form¨® parte del equipo que redact¨® el Estatut con el encargo de hacerlo encajar en la Constituci¨®n. La sentencia cre¨® en ¨¦l un irreversible desacuerdo. Hoy preside el Consell Assessor per la Transici¨® Nacional (CATN), ¨®rgano que asesora a la Generalitat sobre cuestiones pr¨¢cticas en una futura independencia. Seg¨²n ¨¦l, es la ¨²nica soluci¨®n. ¡°En 2005 quer¨ªamos ver si en la Constituci¨®n cab¨ªa una reforma a partir de los estatutos de autonom¨ªa para dar a la Generalitat m¨¢s poder pol¨ªtico, financiaci¨®n y reconocimiento nacional¡±, se?ala. ¡°Pero tal y como la interpreta el Estado, no caben las aspiraciones en estos tres ¨¢mbitos de una mayor¨ªa de catalanes¡±.
Seg¨²n el ¨²ltimo bar¨®metro del Centre d¡¯Estudis d¡¯Opini¨®, el 57,6% votar¨ªa s¨ª a un Estado propio en una hipot¨¦tica consulta; de ese grupo, en la segunda pregunta, el 81,8% aprobar¨ªa que dicho Estado fuera independiente. Pero si la pregunta sobre una opci¨®n federal se incluyese en la consulta, se?ala la encuesta de Metroscopia publicada por EL PA?S el pasado domingo, la tercera v¨ªa (38%) superar¨ªa al independentismo (31%). Este es, precisamente, el camino que reclaman los empresarios catalanes. Pero, seg¨²n el CEO, el 64,7% de la poblaci¨®n no cree que el Estado vaya a ofrecer algo aceptable para el Parlament.
Tampoco lo ve probable el historiador Borja de Riquer. En su casa de Valldoreix (a 15 kil¨®metros de Barcelona) ofrece un an¨¢lisis de esta corriente, cuya novedad, sostiene, reside en el ¡°optimismo¡± y en la voluntad de tener ¡°un Estado soberano sin que haga falta ser nacionalista¡±. Adem¨¢s de las bases federalistas del PSC ¡°cansadas de esperar¡±, se?ala a una generaci¨®n de 20 o 30 a?os que nunca hab¨ªa votado y que se siente estimulada por la independencia. ¡°La gente de menos de 40 puede prescindir de la Historia, de asuntos como los m¨¦ritos del Rey en el 23-F¡±, argumenta. ¡°Piensa en el presente. Est¨¢ desesperada profesionalmente y esas frustraciones las canalizan hacia una esperanza rompedora que ilusiona¡±. De ah¨ª el ¨¦xito de nuevos proyectos pol¨ªticos como la CUP, organizaci¨®n asamblearia independentista que anticip¨® el ¨¦xito de Podemos en el resto de Espa?a.
Ernest Maragall insiste en tener en cuenta las causas remotas y las pr¨®ximas para entender el fen¨®meno
Entre los nuevos independentistas hay tambi¨¦n obreros y afiliados a los grandes sindicatos (UGT y CC OO en Catalu?a apoyan la celebraci¨®n de la consulta). Y republicanos convencidos que han avivado ese sentimiento tras la abdicaci¨®n del rey Juan Carlos. Santi Medina, extrabajador de la m¨ªtica Pegaso e hist¨®rico de CC OO, naci¨® en Cuenca y lleg¨® a Barcelona en 1956. Aunque no cree en el repetido abuso de la aportaci¨®n econ¨®mica de Catalu?a al resto de Espa?a ¡ª¡°expolio¡± lo llaman algunos entrevistados¡ª ni tampoco en motivos identitarios, hoy votar¨ªa s¨ª a la independencia. ¡°Soy republicano y ser¨ªa una forma de debilitar a la monarqu¨ªa espa?ola y de cambiar la estructura del Estado¡±, afirma. ¡°S¨¦ que no iremos al para¨ªso terrenal y que no supondr¨¢ una mejor¨ªa econ¨®mica al principio, pero generar¨¢ un cambio social que abrir¨¢ la sociedad. Un pa¨ªs peque?o ser¨¢ m¨¢s cercano a la poblaci¨®n y habr¨¢ m¨¢s debate¡±.
Pero la econom¨ªa, por supuesto, importa. El mayor crecimiento del independentismo, seg¨²n apuntan los sondeos, se sit¨²a a partir de febrero de 2012. Un soci¨®logo catal¨¢n, que prefiere mantenerse en el anonimato, recuerda que ese momento se produce justo despu¨¦s de la victoria del PP en las elecciones generales en noviembre de 2011, el rechazo del pacto fiscal (en septiembre) y la cresta de los recortes en todas las administraciones con los peores efectos de la crisis. ¡°La sensaci¨®n de una parte de la poblaci¨®n es que durante cuatro a?os ya no se podr¨¢ obtener nada del Gobierno central, as¨ª que hay que buscar alternativas radicales¡±, explica.
La mejor empresa no es reformar el pa¨ªs, sino construir uno nuevo", sostiene Eduardo Reyes, presidente de S¨²mate
Quiz¨¢ por ello en algunos feudos de trabajadores del ¨¢rea metropolitana de Barcelona, como Cornell¨¢, El Prat, Molins de Rey u Hospitalet, ha crecido enormemente el independentismo. Tambi¨¦n lo dicen los ¨²ltimos resultados electorales. Ha sucedido incluso en capitales de la extinta industria textil como Terrassa o Sabadell. Esta ¨²ltima ha visto como ERC, sin representaci¨®n en el Ayuntamiento, se impuso al partido que gobierna en la ciudad (PSC) en las elecciones europeas. Ah¨ª tambi¨¦n est¨¢ instalada la idea de que el llamado ¡°derecho a decidir¡± no es negociable, como asegura Manola Estepa Parra, de 82 a?os, en el sal¨®n de su casa, en los bajos de una colonia obrera del municipio. Trabajadora voluntaria toda su vida y llegada con 24 a?os de un peque?o pueblo perteneciente a Fuente Obejuna (C¨®rdoba), ha votado a la CUP. No habla catal¨¢n. Pero cree en firmemente en el ¡°derecho a decidir¡±. Algo a lo que ya solo dos partidos (PP y Ciutadans) se oponen en Catalu?a.
El PSC hasta hace pocas semanas tambi¨¦n estaba en contra. En parte por ello Ernest Maragall, militante hist¨®rico de ese partido, consejero de Educaci¨®n durante el Gobierno del tripartito y hermano del expresidente Pasqual Maragall, rompi¨® con su partido en octubre de 2012. Luego fund¨® Nova Esquerra Catalana, formaci¨®n con la que ha concurrido en coalici¨®n con ERC a las elecciones europeas, escenificando la grieta abierta en el PSC en torno al debate soberanista. Sentado en la terraza de la fundaci¨®n Catalunya Europa, rechaza que le apliquen el t¨¦rmino ¡°converso¡±. ?l est¨¢ ¡°en el mismo sitio que en 2005 cuando mandaron la propuesta del nuevo Estatut al Estado¡±, asegura. ¡°Lo que ha cambiado son las circunstancias¡±. "Lo que desencadena esto es el Estatut. Pero sin unas causas remotas, un estado de ¨¢nmio previo, unas causas hist¨®ricas, la realidad cultural y ling¨¹¨ªstica, esto hubiera sido solo una batalla pol¨ªtica moment¨¢nea", sostiene. Preguntamos a Maragall cu¨¢nta gente cree que ley¨® la sentencia del Constitucional o conoc¨ªa el propio documento original de aquel mill¨®n de personas que sali¨® a la calle al conocerse el fallo. ¡°La gente sabe que el Estatut fue rechazado, y que el Constitucional lo neg¨®¡±, responde. ¡°Es una consciencia cierta que se corresponde con una realidad quiz¨¢ m¨¢s estudiada desde el mundo acad¨¦mico, pero no por eso menos compartida. La gente se gu¨ªa tambi¨¦n por intuiciones¡±.
Algo as¨ª le sucede a Santi Codina, exvotante del PP de 30 a?os. Hasta hace poco pon¨ªa la bandera de Espa?a en el balc¨®n de su casa de Rub¨ª. Ahora cuelga la estelada. Como ¨¦l, el 90% de su familia, dice, ha pasado a ser independentista en los ¨²ltimos a?os. Lo achaca a ¡°las maneras de actuar de los ¨²ltimos gobiernos de Espa?a, a la corrupci¨®n y a los esc¨¢ndalos de la Monarqu¨ªa¡±. ?l admite que tambi¨¦n se basa en ¡°percepciones¡±. ¡°No creo que la independencia sea la panacea, pero se juntan muchos motivos: comentarios pol¨ªticos sobre Catalu?a, desprecio al catal¨¢n, la financiaci¨®n¡ ?por qu¨¦ el Pa¨ªs Vasco puede tener peculiaridades fiscales que aqu¨ª no tenemos? ?Por qu¨¦ no se han potenciado el puerto y el corredor del Mediterr¨¢neo? Lo de Escocia ha sido el colmo, ves que un pa¨ªs avanzado puede votar de forma normal¡¡±, sostiene.
El 14% de los nuevos independentistas ha nacido fuera de Catalu?a
El caso escoc¨¦s, justamente, contrasta con el catal¨¢n en ese aspecto optimista o ilusionante. Mientras en Espa?a se apela al cumplimiento de la ley y a la Constituci¨®n para rebatir el independentismo, en Reino Unido los argumentos del primer ministro David Cameron se orientan a seducir a los independentistas enumerando las ventajas de permanecer unidos.
El ¡°inmovilismo del Gobierno central¡± o el ¡°agotamiento de las v¨ªas de di¨¢logo¡± son algunos de los motivos que esgrimen los miembros de S¨²mate, una asociaci¨®n de castellanohablantes nacidos en otras provincias de Espa?a que defienden la independencia. Han revolucionado el proceso con su novedosa postura y casi todos los partidos quieren la foto con ellos. Su presidente, Eduardo Reyes ¡ªjubilado cordob¨¦s llegado a Catalu?a con nueve a?os¡ª, asegura que ha perdido 21 kilos recorri¨¦ndose Catalu?a en los ¨²ltimos meses. ¡°Yo no puedo luchar por el resto de Espa?a y Espa?a no va a cambiar. Por lo tanto, me inclino a hacerlo por donde tengo mis ra¨ªces plantadas. Creo que no hay otra soluci¨®n que la independencia. Hay que cambiar a todos los pol¨ªticos, la Constituci¨®n y toda la estructura del Estado. Se ha ido a Madrid tantas veces a pedir las reformas, que entiendo que ya no hay posibilidad. No me f¨ªo¡±, dice. ¡°La mejor empresa es construir un pa¨ªs completamente nuevo, no reformarlo¡±.
La oportunidad de participar en esa ¡°construcci¨®n¡± tambi¨¦n ilusiona a algunos de los 1,2 millones de ciudadanos extranjeros que viven en Catalu?a con permiso de residencia. De hecho, un 4,7% de los nuevos independentistas ha nacido fuera de Espa?a. La uruguaya Ana Surra (61 a?os) acaba de formar S¨ª, amb nosaltres (S¨ª, con nosotros), una asociaci¨®n parecida a S¨²mate formada por extranjeros residentes en Catalu?a. Lleva 11 a?os aqu¨ª y todas las experiencias con las leyes estatales de inmigraci¨®n ¡°han sido desastrosas¡±, se?ala. ¡°Nos han tratado como a ganado. Cuando les convino nuestra aportaci¨®n a la Seguridad Social, nos regularizaron. Luego nos mandaron de vuelta para nuestro pa¨ªs¡±. Tambi¨¦n empujada por ese optimismo creciente, cree que en la nueva Catalu?a eso no suceder¨¢ ¡°porque aqu¨ª, desde el primer d¨ªa, se ha apostado por la convivencia¡±.
Pero es imposible saber lo que pasar¨ªa el primer d¨ªa de la independencia. La consigna de este movimiento que ha formado tan distintos compa?eros de cama es llegar unidos a una hipot¨¦tica consulta el 9 de noviembre o a unas elecciones plebiscitarias. Por eso, en cierta medida, nadie ha entrado todav¨ªa a valorar oficialmente y con detalle algunas cuestiones cruciales. Tampoco las consecuencias econ¨®micas para Catalu?a de la independencia o el d¨¦ficit fiscal y la deuda global que le corresponder¨ªa, como alerta el empresario catal¨¢n Joan Molas, presidente de la Confederaci¨®n Espa?ola de Hoteles y Alojamientos Tur¨ªsticos (CEHAT). El esp¨ªritu de este viaje se fundamenta en una certeza sobre el agotamiento del sistema y la necesidad de un cambio radical. Y se asume, en muchos casos, que no habr¨¢ respuestas claras hasta el final del camino.
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