Convictos sin plaza
Las condenas a trabajos en beneficio de la comunidad triplican las plazas disponibles, lo que provoca que muchas penas prescriban
Unos 42.000 condenados, la mayor parte de ellos por delitos contra la seguridad vial, est¨¢n a la espera de encontrar plaza en un lugar donde expiar su culpa. Han sido sentenciados a efectuar trabajos en beneficio de la comunidad, una figura jur¨ªdica con 18 a?os de vida que les permite evitar la prisi¨®n o ahorrarse multas. El problema es que no hay oferta suficiente para todos, a pesar de que los jueces recurren cada vez menos a este tipo de sentencias. La Subdirecci¨®n General de Penas y Medidas Alternativas registr¨® 93.700 condenas de este tipo en 2013, pero las plazas disponibles para cumplirlas rondaban las 30.000. Al final, muchas penas prescriben sin que haya habido oportunidad de saldarlas.
Manuel Pineda, un dominicano que lleg¨® a Espa?a hace 15 a?os, acaba de cumplir su condena. Durante tres meses ha echado una mano en el Centro de Acogida para Personas Sin Hogar San Isidro de Madrid. Hasta all¨ª llegan cada d¨ªa indigentes en busca de cobijo, comida y compa?¨ªa. Convertido en TBC (siglas de trabajos en beneficio de la comunidad) del centro, Pineda ha purgado con esta tarea de ayuda social el haberse saltarse un sem¨¢foro en estado de ebriedad. Este tipo de castigo, privativo de derechos, es una medida alternativa o reductiva de la condena ¡ªa prisi¨®n o multa¡ª.
La mitad de las penas responde a infracciones viales; la otra, a violencia de g¨¦nero y faltas diversas
La mitad de las penas de los TBC responde a delitos relacionados con la carretera; la otra, se reparte entre violencia de g¨¦nero (25%) e infracciones diversas. Pineda cumpli¨® una sentencia de 240 horas. Pod¨ªa haber ido al centro dos horas diarias durante seis meses o cuatro durante la mitad de tiempo. Opt¨® por lo ¨²ltimo.
Pineda ten¨ªa 19 a?os cuando se salt¨® el sem¨¢foro; hoy tiene 28. Entre el delito y la carta que le comunic¨® el inicio de los servicios sociales han pasado dos hijos y una emigraci¨®n. ¡°Me fui de Espa?a hace cinco a?os para mejorar mi situaci¨®n y cuando ten¨ªa mi vida hecha, me hacen volver¡±, se lamenta. Su juicio se retras¨®, el proceso se alarg¨® y cuando parti¨® para Reino Unido todav¨ªa no le hab¨ªan notificado su condena.
La demora de la burocracia y la falta de plazas para llevar a cabo la pena retrasa su cumplimiento en ocasiones hasta su prescripci¨®n. Los TBC superiores a m¨¢s de treinta d¨ªas de trabajo ¡ªcomo el caso de Pineda¡ª prescriben a los cinco a?os de haberse dictado el fallo; los que son pena leve, al a?o. Jos¨¦ ?ngel Brandariz, catedr¨¢tico de Derecho Penal de la Universidad de A Coru?a y experto en estos trabajos, explica que no existen datos de vencimiento de penas, pero que ¡°el boom de condenas de este tipo en 2007-2009 provoc¨® un colapso¡± que sigue patente. En ese periodo los sentenciados que esperaban una plaza rondaban el 80%. Desde entonces se dictan la mitad de condenas. ¡°Hoy los magistrados han cambiado su actitud en favor de la recaudaci¨®n¡±, apunta Brandariz.
Pineda dej¨® a su familia en Inglaterra para cumplir una pena que lleg¨® cinco a?os despu¨¦s de su delito
Son las Administraciones ¡ªprincipalmente los Ayuntamientos¡ª, las entidades sociales ¡ªcomo ONG¡ª y los centros penitenciarios quienes ofrecen plazas de este tipo. Madrid es la segunda comunidad con mayor oferta (3.145 plazas), detr¨¢s de Andaluc¨ªa, con m¨¢s de seis mil. El seguimiento de cada infractor debe realizarlo el director del centro donde se cumple la pena. Pero las faltas de asistencia son recurrentes y provocan la prolongaci¨®n del tiempo de condena e incluso su suspensi¨®n. ¡°No cumplir la pena acarrea incurrir en un delito de quebrantamiento que siempre lleva aparejada prisi¨®n¡±, aclara Gabriela Bold¨®, jueza sustituta y profesora en la Universidad de Barcelona.
A Pineda, residir en el extranjero con su familia y tener un puesto de trabajo como ayudante de cocina no lo salv¨®: ¡°Me dijeron que o volv¨ªa a Espa?a o me pon¨ªan en busca y captura¡±. Asegura que intent¨® que le conmutaran el castigo por una multa para no tener que regresar a Espa?a y arriesgarse a perder su trabajo, pero le informaron de que esa opci¨®n ya no exist¨ªa. Mientras estuvo en Espa?a recib¨ªa dinero de su mujer y se alojaba en casa de su hermano.
Las tareas que desempe?¨® en el centro eran principalmente de mantenimiento: ¡°Arreglar una puerta, limpiar las escaleras, ayudar con la gente que no se vale por s¨ª misma y, siempre que se pod¨ªa, sacar una sonrisa con mis chistes malos a los que est¨¢n m¨¢s bajos de moral¡±.
Las funciones que llevan a cabo los sentenciados a TBC son de apoyo en centros asistenciales, en campa?as o eventos culturales y deportivos, y de ayuda en tareas de alba?iler¨ªa o jardiner¨ªa si conocen el oficio. Dar¨ªo P¨¦rez, director del departamento del Samur Social de Madrid, aclara que ¡°en ning¨²n caso el penado realiza labores profesionales, el servicio va a funcionar est¨¦n ellos o no. Tampoco sustituyen al voluntario. Ellos pueden ayudar a repartir comida, pero si no est¨¢n, la comida se reparte igual¡±.
A partir de 2009, los talleres de sensibilizaci¨®n, que buscan concienciar a los infractores sobre cuestiones de g¨¦nero y responsabilidad vial, entraron a conmutar como TBC debido al alto n¨²mero de casos relacionados con estos delitos. Las infracciones menores son las ¡°estrellas del C¨®digo Penal¡±, puntualiza Brandariz, ¡°son las menos cuantiosas, pero las que se llevan la mayor parte de sentencias¡±. Solo en infracciones de tr¨¢fico, la Fiscal¨ªa de Seguridad Vial estima que acabar¨¢ 2014 con unas 95.000 condenas, un 14% m¨¢s que el a?o pasado. ¡°Los TBC son una opci¨®n muy positiva¡±, defiende el profesor.
Los infractores escogen qu¨¦ tipo de labor realizar, aunque en el caso de los talleres suelen ser recomendados por el juez. El delito y el trabajo que se realiza no siempre tienen correspondencia, pero expertos como la jueza Bold¨® consideran ¡°aconsejable¡± que sea as¨ª, ¡°puesto que es m¨¢s f¨¢cil que el penado entienda las consecuencias de su conducta y que se consiga el fin educativo que se persigue¡±. A Pineda le ofrecieron ayudar en el mantenimiento de carreteras o jardines, pero como hab¨ªa sido voluntario en una organizaci¨®n de asistencia social, prefiri¨® el centro de acogida. Aunque no tiene relaci¨®n con el delito que cometi¨®, el director del Samur Social matiza que, en cualquier caso, ¡°devuelve a la sociedad su falta y se acerca a un colectivo que quiz¨¢s nunca hubiese conocido, con el que empatiza y que le muestra la realidad social a la que te puede empujar salirte del sistema¡±.
La falta de plazas provoca la acumulaci¨®n de personas que esperan un puesto. Brandariz opina que ¡°los jueces pueden percibir este problema y por eso optan por otras medidas, ignorando la opci¨®n de los TBC¡±. Bold¨® propone una soluci¨®n para que ni se dejen de aplicar ni prescriban estas condenas: ¡°Existen determinadas actividades que podr¨ªan realizarse con un ordenador e Internet, sin que sea necesario un desplazamiento, con el consiguiente ahorro econ¨®mico y de tiempo¡±.
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