Ellos dibujaron primero
Los colegas de 'Charlie Hebdo' se sab¨ªan bajo amenazas y las desafiaban con su trabajo
Entre todas las vi?etas publicadas tras la masacre perpetrada por los yihadistas en la redacci¨®n de Charlie Hebdo, hay una donde aparece un enmascarado con su Kal¨¢shnikov se?alando a su v¨ªctima ensangrentada en el suelo sin m¨¢s arma que un l¨¢piz, mientras en la leyenda puede leerse ¡°?l dibuj¨® primero¡±. Como si los disparos hubieran sido en leg¨ªtima defensa. Pero semejante argumento es inv¨¢lido. Primero porque, conforme al volumen editado por Lisa Appignanesi (Penguin Books. London, 2005), free expresi¨®n is no offencey; en segundo lugar, si ese hubiera sido el caso, porque la leg¨ªtima defensa debe atenerse al principio de proporcionalidad. Jacobson explica que la transgresi¨®n est¨¢ en la naturaleza del arte pero sucede que no toda transgresi¨®n es art¨ªstica. Para Juan Mars¨¦, algunos h¨¦roes se quedan en casualidad sangrienta pero el caso de los colegas franceses es diferente. No estaban ah¨ª de manera fortuita, se sab¨ªan bajo amenazas y las desafiaban con su trabajo period¨ªstico.
El an¨¢lisis de lo sucedido en Par¨ªs puede mostrar fallos elementales de los servicios de inteligencia, an¨¢logos a los que fueron identificados cuando los atentados del 11-S
Cuando suceden estas barbaries, la primera reacci¨®n es la b¨²squeda de las causas porque la incertidumbre inicial resulta insoportable para el p¨²blico. El alivio procede de delimitar el per¨ªmetro del objetivo perseguido por los terroristas para descubrir cuanto antes que estamos fuera del mismo, que con nosotros no va, que no somos dibujantes, ni hemos publicado vi?etas sat¨ªricas de Al¨¢ ni de Mahoma, su profeta. Pero contra ese intento de exorcismo del miedo ya nos previno Milan Kundera al escribir que la v¨ªctima ¡ªy cabr¨ªa a?adir sus allegados¡ª busca incansable su culpa, y al caracterizar ese anhelo como un ejercicio de masoquismo, de todo punto rechazable si no queremos seguir el discurso de la servidumbre voluntaria de ?tienne de la Bo¨¦tie.
El an¨¢lisis de lo sucedido en Par¨ªs el mi¨¦rcoles, d¨ªa 7, puede mostrar fallos elementales de los servicios de inteligencia, an¨¢logos a los que fueron identificados cuando los atentados del 11-S. Porque de que aquella masacre neoyorquina se estaba preparando y de qui¨¦nes iban a perpetrarla hab¨ªa informaci¨®n detallada, que unos servicios dejaron de comunicar a los que hubieran podido evitarla. El atentado a Charlie Hebdo prueba, una vez m¨¢s, que la sobresaturaci¨®n informativa conduce a la perplejidad y a la par¨¢lisis operativa y tambi¨¦n como le fue dicho a San Pablo que dura cosa es dar coces contra el aguij¨®n. En esas ocasiones l¨ªmite se recibe m¨¢s informaci¨®n de la que se puede captar y adem¨¢s el sistema de comunicaci¨®n se hace especialmente susceptible al ruido desorientador que dificulta jerarquizarla, elaborarla e interpretarla.
Como escribe Michel de Montaigne en sus ensayos, nada teme aquel para quien no es un mal la muerte
Como escribe Michel de Montaigne en sus ensayos, nada teme aquel para quien no es un mal la muerte. Ese es el origen del ¡°?muera Sans¨®n y los filisteos!¡± y tambi¨¦n el de la temeridad de los gurkas y de los legionarios ¡°que por saber morir saben vencer¡±. En el otro extremo est¨¢ averiguado el imposible de una sociedad con riesgo cero. El territorio intermedio es en el que se mueven los dirigentes pol¨ªticos quienes, conscientes del valor que los ciudadanos atribuyen a la seguridad, se afanan en la siembra del miedo para recoger docilidad. Y tenemos pendiente el aprendizaje del uso pac¨ªfico de las energ¨ªas polem¨®genas de los monote¨ªsmos, derivadas en buena parte del desprecio a la vida y de alguna m¨ªstica, que s¨®lo dista un paso del terrorismo.
Recordemos, con nuestro hidalgo, que ¡°la libertad es uno de los m¨¢s preciosos dones que a los hombres dieron los cielos; con ella no pueden igualarse los tesoros que encierra la tierra ni el mar encubre; por la libertad as¨ª como por la honra se puede y debe aventurar la vida¡±. Los de Charlie Hebdo lo hac¨ªan.
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