¡°Ya no es noticia que una mujer llegue a lo m¨¢s alto¡±
La catedr¨¢tica de Microbiolog¨ªa fue la primera mujer en entrar en la Real Academia de Medicina
![Carmen Maroto, el viernes en M¨¢laga.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/C6R3OW4RQJYJX4KU6B7KVOWOYU.jpg?auth=7b95d988122b56147d25bfe671798be30e3e1d52b800fcb484c4b9730e77c6dd&width=414)
Con los a?os, Carmen Maroto (Madrid, 1938) dice haberse acostumbrado a que le pregunten por su condici¨®n de pionera. Si ahora solo dos de cada diez mujeres llegan al puesto m¨¢s alto en el escalaf¨®n docente de la universidad, es f¨¢cil imaginar lo excepcional de su nombramiento en 1983 como catedr¨¢tica de Microbiolog¨ªa. Poco despu¨¦s se convirti¨® en la primera mujer que entraba en la Real Academia Nacional de Medicina en sus casi 300 a?os de historia. ¡°Me sacaron en todas partes: peri¨®dicos, revistas. ?Hasta en el Hola!, exclama divertida. ¡°Por suerte, esto ya no sucede¡±. ¡°Ha costado¡±, asegura, ¡°pero ahora no es noticia que una mujer llegue a lo m¨¢s alto en su carrera¡±.
Hija de un ejecutivo y de un ama de casa, Maroto se confiesa privilegiada: estudi¨® en un colegio franc¨¦s ¡ª¡°muy sui g¨¦neris, con profesoras licenciadas; a mi madre le dec¨ªan que las monjas eran monjas del Moulin Rouge porque eran mucho m¨¢s avanzadas que en otros colegios de la ¨¦poca¡±¡ª donde no se hac¨ªan diferencias entre chicos y chicas y que le inculc¨® la inquietud por el conocimiento. ¡°Pr¨¢cticamente todos fuimos a la universidad. Cuatro chicas hicimos Medicina¡±. Y su padre, que al principio ¡°frunci¨® un poco el ce?o¡±, acab¨® ¡°profundamente orgulloso¡± de ella.
Maroto, que se especializ¨® en estudiar virus como el de la hepatitis, asegura que pocas veces ha tenido que renunciar a algo por el hecho de ser mujer. Solo recuerda una vez, y fue una cuesti¨®n de ¡°prioridades¡±: poco despu¨¦s de licenciarse en Medicina, en el hospital Cl¨ªnico de Madrid le ofrecieron un trabajo que requer¨ªa hacer guardias. ¡°Estaba casada y con dos ni?os peque?os, as¨ª que lo dej¨¦ y me puse a estudiar oposiciones¡±, explica. A su marido, el tambi¨¦n acad¨¦mico Gonzalo Pi¨¦drola, lo conoci¨® en la universidad y sus carreras avanzaron en paralelo, aunque decidieron que ¨¦l ¡°ir¨ªa delante¡±. ¡°Fue importante tener la ayuda de una pareja flexible, inteligente y colaboradora¡±, dice.
Maroto no es amiga de las cuotas. Asegura que los puestos se tienen que conseguir por m¨¦ritos y trabajo. Y, echando la vista atr¨¢s, dice que el g¨¦nero nunca ha importado en su carrera, al menos en los ambientes en los que se movi¨®: el universitario y el hospitalario. Recuerda como an¨¦cdota que alg¨²n catedr¨¢tico hac¨ªa sentar a todas las mujeres en la primera fila. Y que ella exigi¨® que cambiaran el ¡°madame Pi¨¦drola¡± que escribieron en el programa de unas conferencias en Par¨ªs a principios de los setenta por ¡°doctora Maroto¡±. ¡°?S¨®lo faltaba que el m¨¦rito se lo llevara mi marido!¡±
A?os sesenta
-? Esperanza de vida al nacer, en 1960: 71,9 a?os.
-? N¨²mero medio de hijos por mujer en 1960: 2,86.
- M¨¦dicos colegiados en 1960: 34.528 hombres y 500 mujeres.
- Mujeres matriculadas en las universidades espa?olas en el periodo 1956-60: 19%.
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