Los cuatro escollos de la igualdad de oportunidades
Para alcanzar la igualdad de oportunidades en la universidad se debe empezar mucho antes. El mercado necesita m¨¢s graduados pero el encarecimiento de los m¨¢steres entorpece el acceso a ellos
La universidad ya no es, por fortuna, un lugar reservado a las ¨¦lites. Desde hace d¨¦cadas. Lo que no quiere decir que, avanzado el siglo XXI, abra las puertas a cualquiera. Defend¨ªa ayer la presidenta de Universia y del Banco Santander, Ana Bot¨ªn, que la igualdad de oportunidades debe ser una ¡°pieza fundamental¡± de la universidad. Cierto, pero para lograrla no se puede empezar a trabajar por ella ya en las aulas superiores. Ni tampoco la clave est¨¢ en dar muchas becas, como creen algunos. Hacen falta m¨¢s pero constituyen solo uno de los ingredientes del remedio que se necesita.
Para alcanzar la igualdad de oportunidades queda a¨²n mucho camino por recorrer, que debe empezar a andarse mucho antes. Sin ¨¢nimo de exagerar, debe pensarse en ello desde la educaci¨®n infantil, para compensar las desigualdades que padecen los alumnos de los entornos socioculturales m¨¢s desfavorecidos. Porque criarse en una casa sin libros, sin padres lectores o sin ejemplo en el estudio provoca una gran cantidad de abandono educativo temprano (los que con 24 a?os no han cursado bachillerato o FP), que en Espa?a es el m¨¢s alto de la UE (27% de hombres y 20% de mujeres). Esto se palia con apoyos; educativos, en un principio, y econ¨®micos (becas), m¨¢s all¨¢ de la educaci¨®n obligatoria (16 a?os).
Con la introducci¨®n, tras el t¨ªtulo de grado, de m¨¢steres a precios elevados, la igualdad de oportunidades en las aulas superiores est¨¢ en la cuerda floja
Adem¨¢s, el sistema productivo actual necesita m¨¢s graduados, como resalta el catedr¨¢tico de Econom¨ªa Aplicada de la Universidad de Barcelona y experto en igualdad de oportunidades, Jorge Calero. ¡°Todos los pa¨ªses punteros tienen tasas de escolarizaci¨®n universitaria muy alta, por encima del 50% de esa corte de edad. Pero en Espa?a creci¨® el n¨²mero de universitarios hasta finales de los noventa y luego se estabiliz¨® en el 42%. Ha aumentado un poco por la crisis, pero es algo puntual¡±.
Superados estos escollos, los que lograban en las ¨²ltimas d¨¦cadas llegar a la universidad, respiraban. Ya estaban all¨ª. No as¨ª a partir de ahora. Con la introducci¨®n, tras el t¨ªtulo de grado, de m¨¢steres a precios elevados, la igualdad de oportunidades en las aulas superiores est¨¢ en la cuerda floja. Puede ocurrir que ya no se llegue a ser un gran abogado gracias al esfuerzo, sino por la pertenencia a una ¨¦lite (de nuevo) que pudo pagarse el m¨¢ster que da acceso a la profesi¨®n o que permite encontrar un empleo m¨¢s f¨¢cilmente. Y con esto no sufre la universidad, sufre toda la sociedad. Sufre la equidad pero tambi¨¦n sufre la meritocracia, esos que merecen seguir en las aulas, pero no pueden.
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