La exduquesa tozuda
Do?a Cristina torpedea la estrategia de La Zarzuela para aliviar los estragos del 'caso N¨®os'
Cristina de Borb¨®n empez¨® en 1997 a usar el t¨ªtulo de duquesa de Palma, regalo de boda de su padre, el rey Juan Carlos. El d¨ªa que se cas¨® con I?aki Urdangarin, 200.000 personas salieron a la calle para aplaudir a la pareja. El d¨ªa que baj¨®, en coche, la llamada cuesta de la verg¨¹enza de los juzgados de Palma, casi 17 a?os despu¨¦s, para declarar como imputada por blanqueo y fraude fiscal, Interior dispuso m¨¢s de 200 agentes para proteger a la Infanta de la gente. Su implicaci¨®n en el caso N¨®os no solo fulmin¨® la imagen de cierta modernidad que ten¨ªa hasta entonces ¨Cera la primera mujer de la monarqu¨ªa espa?ola con t¨ªtulo universitario; la que se hab¨ªa ido a vivir a un modesto piso con una amiga¡-, tambi¨¦n arrastr¨® la popularidad de la instituci¨®n a la que represent¨® muchos a?os: del notable alto al suspenso del CIS. Desde su llegada al trono, don Felipe intenta recuperar ese prestigio marcando distancias con su hermana, que ya no forma parte de la familia real, pero sigue haciendo da?o a la instituci¨®n.
La Zarzuela nunca ha ocultado que la decisi¨®n que m¨¢s aliviar¨ªa la presi¨®n que el caso N¨®os ¨C ¡°el martirio¡±- ejerce sobre la Corona ser¨ªa que do?a Cristina renunciase a sus derechos sucesorios. Pero ella se ha negado a hacerlo siempre pese a que es la sexta en la l¨ªnea de sucesi¨®n y la medida no afectar¨ªa a sus hijos, que subir¨ªan un puesto. La Infanta no lo ha hecho porque vive las imputaciones casi como una conspiraci¨®n. Se siente cabeza de turco y no obedece a La Zarzuela porque siempre ha entendido su estrategia de aislamiento como una condena por adelantado. Ni accedi¨® a divorciarse de Urdangarin, ni a renunciar a sus derechos sucesorios. En lugar de eso, hace solo tres d¨ªas atacaba al juez Jos¨¦ Castro, acus¨¢ndole de cometer un ¡°grave atentado¡± contra su derecho de defensa por no rebajarle la fianza civil de 2,7 millones de euros a 449.525, como ped¨ªa.
Lleva apartada de la vida oficial de la familia real desde octubre de 2011, dos meses antes de la imputaci¨®n de su marido en el caso N¨®os, y no recibe desde entonces asignaci¨®n alguna de la Casa del Rey (en 2008 esa cantidad ascend¨ªa a 75.877 euros). Pero en m¨¢s de una ocasi¨®n ha intentado torpedear la estrategia de La Zarzuela para aislar al que fue el primer foco del problema, Urdangarin. Lo hizo, por ejemplo, al imponer su presencia en el hospital cuando don Juan Carlos ingres¨® para su tercera operaci¨®n de cadera, en noviembre de 2012. Despu¨¦s de esa imagen, la Casa del Rey comunic¨® que borraba todo rastro de Urdangarin de su p¨¢gina web: era su forma de hacer ver que nada hab¨ªa que cambiado tras aquella visita hospitalaria, que no estaban cediendo.
Las ¨²ltimas imputaciones las ha conocido en Ginebra, donde se mud¨® el a?o pasado para alejar a sus hijos del esc¨¢ndalo. La Caixa encontr¨® acomodo para do?a Cristina en Suiza como antes hab¨ªa sido Telef¨®nica quien hab¨ªa buscado un puesto para su marido lejos de Espa?a, en Washington. El matrimonio se mud¨® a EE UU en 2009, dos a?os antes de la imputaci¨®n de Urdangarin y dos a?os despu¨¦s de que el asesor legal del rey Juan Carlos, el conde de Fontao, les hubiese recomendado salir de Espa?a y abandonar las ¡°inadecuadas¡± actividades a las que se dedicaba en aquella pretendida organizaci¨®n sin ¨¢nimo de lucro llamada Instituto N¨®os.
Fue desde Washington, donde Urdangarin emiti¨®, en diciembre de 2011, un comunicado en el que ped¨ªa perd¨®n p¨²blicamente por su implicaci¨®n en el caso: ¡°Lamento profundamente el grave perjuicio a la imagen de mi familia y de la Casa del Rey, que nada tienen que ver con mis actividades privadas¡±. Entonces no imaginaban que el caso Urdangarin iba a convertirse en el caso Infanta.
El matrimonio anunci¨® su regreso a Espa?a en agosto de 2012. Do?a Cristina fue imputada por primera vez en abril de 2013 y declar¨® ante el juez, acusada de los delitos de blanqueo de capitales y fraude fiscal en febrero de 2014. El 19 de junio del a?o pasado fue apartada del acto m¨¢s importante de la vida de su hermano: no fue invitada a su proclamaci¨®n como rey. Do?a Cristina tuvo que ver por televisi¨®n su discurso en el Congreso, dedicado, en gran parte, a intentar contener los da?os del caso N¨®os y a prometer que no volver¨ªan a repetirse esos errores ¨C¡°La Corona debe observar una conducta ¨ªntegra, honesta y transparente¡¡±-.
Pero la estrategia de aislamiento no ha cambiado su actitud. Y ni siquiera ahora ha permitido que don Felipe pueda presentar la revocaci¨®n de su t¨ªtulo de duquesa de Palma como un gesto para demostrar que quien no act¨²a de forma ejemplar no merece esas distinciones. La Infanta no se ha resistido a dejar pasar la publicaci¨®n de esa decisi¨®n de su hermano en el BOE y ha asegurado que fue ella la que renunci¨® por carta al t¨ªtulo.
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