El regate de Aguirre
Tras dimitir como presidenta del PP de Madrid, acosada por los casos de corrupci¨®n, se centra en el ayuntamiento, el lugar donde inici¨® su carrera pol¨ªtica
Esperanza Aguirre ha colocado el capote fucsia estampado con su nombre que le regal¨® el torero Cayetano en el lugar m¨¢s visible de su despachito de l¨ªder de la oposici¨®n en el Ayuntamiento de Madrid. Es una declaraci¨®n de intenciones. Como la fotograf¨ªa en la que aparece tocada con la boina de combate de los paracaidistas. Se siente de nuevo en la carretera. Y no est¨¢ dispuesta a otorgar un segundo de tregua a sus adversarios. Ni dentro ni fuera de su partido. Cada ma?ana martillea a la alcaldesa Carmena; cada tarde lanza al viento (con sordina) que el PP ha perdido uno de cada tres votos; que est¨¢ vac¨ªo de ideas y democracia interna; que necesita una generaci¨®n distinta al frente y la convocatoria de primarias (prefiere hablar de un militante, un voto). Y lo dice ella, que siempre tuvo m¨¢s predicamento entre las bases que entre la c¨²pula popular, de la que ha estado ausente bajo la ¨¦gida de Mariano Rajoy, que puso a su vera en maitines a su eterno adversario, Alberto Ruiz Gallard¨®n, hoy embarcado en movimientos provida junto a Jaime Mayor Oreja.
Lanza al viento con sordina que el PP est¨¢ vac¨ªo de ideas y democracia interna
Aguirre ha vuelto a divertirse con la pol¨ªtica. Como en aquellos viejos tiempos, al filo de la transici¨®n, cuando era una ni?a lista y bien; de convicciones ultraliberales; con idiomas; cantante de coro y adicta al flamenco; una carrera con nueve matr¨ªculas, una oposici¨®n del Estado, dos hijos y un marido noble y ganadero (al que conquist¨® aprendiendo a jugar al golf), que escalaba (bajo la advocaci¨®n de Margaret Thatcher) todos los pelda?os en la estructura de un partido de hombres, de puro, terno y tirantes, colindantes con el franquismo. Fue pieza clave en la primitiva FAES, la factor¨ªa de ideas de Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar (la ¨²nica persona que intimida a esta descarada sin posibilidad de redenci¨®n). La catapultar¨ªa al estrellato tras la victoria de 1996. Despu¨¦s lo fue todo. Ministra de Educaci¨®n, presidenta del Senado y del gobierno de la Comunidad de Madrid, tamayazo mediante. Dama del Imperio Brit¨¢nico. La candidata del Ibex. El perejil de cualquier evento. La punta del iceberg neoliberal en Espa?a. Una mujer de derechas que no se arrepent¨ªa de serlo. Hoy, despu¨¦s de ganar en votos en Madrid, su ciudad, en las municipales de 2015, pero incapaz de formar gobierno en el Ayuntamiento, y tras un par de a?os de amago de retirada estrat¨¦gica (y m¨¦dica), tiene claro que ya nunca abandonar¨¢ la pol¨ªtica. Lo intent¨®. Fue m¨¢s fuerte su pasi¨®n. Quiere batirse con Podemos. Una formaci¨®n a la que ve como ¨¦mulo del populismo chavista. Y tambi¨¦n con el clan democristiano del PP (capitaneado por Javier Arenas, su eterno enemigo, y su delfina, Mar¨ªa Dolores de Cospedal, alias Cospe, a la que apadrin¨® en 2005 antes de que rompieran). Sabe que tiene el viento en contra; y que su futuro pol¨ªtico depende de los astros. Pero tambi¨¦n que retirada en su casa; en el viejo palacete de su familia pol¨ªtica escondido en un barrio de h¨ªpsters y yonkis, se hubiera consumido. ¡°No dejar¨¦ la pol¨ªtica mientras dios me d¨¦ vida¡±.
Ha vuelto a divertirse con la pol¨ªtica como en los viejos tiempos al filo de la transici¨®n
Lengua ¨¢gil, discurso agresivo, buena forma f¨ªsica; en blusa, pitillo y tacones animal print no aparenta sus reci¨¦n cumplidos 64 y su pu?ado de nietos. Esta semana ha desalojado su oficina en la primera planta del cuartel general del Partido, en G¨¦nova 13 (desde la que se acced¨ªa al balc¨®n escenario de los ¨¦xitos del PP) y se ha instalado en un sobrio cubo de cristal en el Madrid de los Austrias. Mayor transparencia imposible. Tras su dimisi¨®n de presidenta del PP de la capital, acosada por los casos de corrupci¨®n de sus hombres de confianza, al frente Francisco Granados, su antiguo valido, aquel chico tan simp¨¢tico de Valdemoro que conduc¨ªa un tractor; se vest¨ªa a medida como un ejecutivo de la city, era el ¨²nico que cosechaba votos para la derecha en el cintur¨®n rojo de la capital y al que nadie le pregunt¨® nunca (empezando por Aguirre) de d¨®nde sacaba el dinero, ha vuelto a la casilla de salida. Al lugar donde inici¨® su carrera como concejal en 1983. Hoy reconoce a rega?adientes que tuvo que estar m¨¢s encima de las cuentas. Y su culpa in eligendo e in vigilando. Pero que su batalla siempre fue la de las ideas nunca la de la gesti¨®n. Se obstina en que nunca vio, presinti¨® ni olfate¨® las actividades de Granados. Y que a toro pasado es muy sencillo concluir que era un corrupto. Como dice su marido, el conde de Bornos, ¡°a coj¨®n visto, macho seguro¡±. O, lo que es lo mismo, es f¨¢cil predecir lo que ya se ha visto.
Quiere batirse con Podemos y con sector democristiano de su partido
No lo tiene f¨¢cil. La visi¨®n del entorno de Aguirre en el Ayuntamiento de Madrid es desoladora. El vac¨ªo es clamoroso. ¡°En pol¨ªtica lo que quema es la oposici¨®n no el poder¡±, dijo una vez Rodrigo Rato. Despojada de la p¨²rpura, su poderoso clan madrile?o, aquellos a los que dio cobijo tras la derrota popular en las generales de 2004, en lo que en el Partido se denomin¨® ¡°el hospital de campa?a de Esperanza¡±, que acogi¨® a ratistas, aznaristas y dem¨¢s familia alrededor de las migajas de la Comunidad de Madrid, se ha disuelto. Con el matrimonio Aznar-Botella no vive su mejor momento, tras criticar la gesti¨®n de la tragedia del Madrid Arena de la anterior alcaldesa. Su mano derecha durante dos d¨¦cadas, Ignacio Gonz¨¢lez, ha abandonado la pol¨ªtica. Algunos aguirristas de primera hora, como Juan Soler, exalcalde de Getafe, se han pasado a las filas de Cristina Cifuentes, presidenta de la Comunidad (que hoy aspira al control territorial del partido en Madrid imprescindible para su ambici¨®n al liderazgo nacional). Otros han abandonado la pol¨ªtica, como los dos m¨¢s brillantes de la generaci¨®n que prohij¨®: Javier Fern¨¢ndez-Lasquetty y Luc¨ªa Figar. Lo mismo han hecho los miembros de la conexi¨®n entre el aznarismo y el aguirrismo, Gabriel Elorriaga, Cayetana ?lvarez de Toledo, Mar¨ªa San Gil o Carlos Aragon¨¦s (arrumbado en el Senado). Solo contin¨²an a su lado en el Fort Apache de la calle Mayor un pelot¨®n de resistentes. Regino Garc¨ªa-Badell, I?igo Henr¨ªquez de Luna, Isabel Mart¨ªnez-Cubells, Fernando Mart¨ªnez Vidal, Alicia Delibes, Pablo Cavero o Percival Manglano. Con tan menguadas huestes tiene que iniciar la reconquista.
Esta semana ha desalojado su despacho en el cuartel general del PP n G¨¦nova 13
A Esperanza Aguirre le pasa con Rajoy lo contrario que con Aznar: se llevan bien en lo personal y fatal pol¨ªticamente. Nunca se han entendido. ?l es conservador y ella ultraliberal; ¨¦l pragm¨¢tico y ella visionaria; ¨¦l un militante disciplinado y ella una maverick; ¨¦l odia las salidas de tono y ella se prodiga. El fuerte de Rajoy es el sentido com¨²n; el de Aguirre, la improvisaci¨®n. En 2008, en el Congreso de Valencia del PP, tres meses despu¨¦s de la segunda derrota de Rajoy, muchos tentaron a Aguirre a presentar su candidatura contra ¨¦l. A punto estuvo de lanzarse al ruedo. Hoy se disculpa afirmando que con la estructura leninista del PP era imposible conseguir los avales necesarios para ser alternativa. Ocho a?os m¨¢s tarde, el escenario pol¨ªtico est¨¢ m¨¢s abierto que nunca. Si Rajoy no gobierna, puede sonar la campana para que Esperanza salte al ring. Por si acaso, afila sus lanzas.
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