Regresi¨®n
Podemos prefiere priorizar sus intereses partidistas, traicionando los de la ciudadan¨ªa
Vamos de mal en peor. Se esperaba que del 20-D saliera un Gobierno de progreso impulsado por la nueva cultura del pacto que nos encaminar¨ªa hacia una II Transici¨®n. Pero en su lugar nos hemos topado con un foso que ha cegado cualquier posibilidad de acuerdo e impone la regresi¨®n hacia el clima destructivo de la II Rep¨²blica.
El debate de investidura segu¨ªa el gui¨®n de El bueno, el feo y el malo (Sergio Leone, 1966), quedando todos los actores muy en su papel. Del feo no hace falta hablar, pues ya est¨¢ amortizado por su propia desidia. Pedro el bueno, a pesar de la escolta de Rivera, ha sido laminado por sus dos flancos, dada la necesidad de ofrecer la otra mejilla que le hizo quedar como un c¨¢ndido. Y eso dej¨® todo el protagonismo a Pablo el malo, quien se quit¨® el disfraz de Dr. Jekyll para sobreactuar en su papel de feroz Mr. Hyde. Quiz¨¢ por narcisismo, quiz¨¢ por inseguridad, lo cierto es que el car¨¢cter del se?or Iglesias le conduce a parecerse cada vez m¨¢s no tanto a Mr. Mourinho (el ¡°puto amo¡±) como al se?or Aznar.
Por eso queda claro qui¨¦n ten¨ªa que ganar el debate, puesto que se enfrentaban las dos caras del liderazgo que ya glos¨® Maquiavelo en el cap¨ªtulo XVII de su Pr¨ªncipe: ¡°De la crueldad y la clemencia y si es mejor ser amado que temido o ser temido que amado¡±. Y el veredicto del florentino es concluyente: ¡°Parece mejor ser amado, pero el amor depende de la voluntad de los ciudadanos, no de la del pr¨ªncipe, mientras que el temor solo depende de su propia voluntad¡±. Fin de la cita.
El problema es que la crueldad de Pablo no solo ha dejado en evidencia la bondad de Pedro sino que adem¨¢s ha destruido las esperanzas de regeneraci¨®n democr¨¢tica, haci¨¦ndonos regresar al pasado m¨¢s aciago. Se defraudan las esperanzas de regeneraci¨®n porque con su negativismo rompe con el principio de representaci¨®n pol¨ªtica reivindicado por el 15-M.
La desafecci¨®n ciudadana se debe a la percepci¨®n de que los pol¨ªticos no sirven a los intereses de sus representados sino a los de sus propios partidos. Es evidente que a los ciudadanos les hubiera convenido que Iglesias aceptase el programa de S¨¢nchez, que inclu¨ªa un plan de rescate inmediato, en lugar de aplazarlo hasta las calendas griegas (v¨¦ase Syriza). Pero Podemos prefiere priorizar sus intereses partidistas, traicionando los de la ciudadan¨ªa.
Y la regresi¨®n hacia el pasado a¨²n parece peor. La furia antisocialista de Iglesias, con las fracturas divisionistas que introduce en la izquierda espa?ola, nos retrotrae hacia el clima imperante de luchas intestinas entre las distintas facciones de la izquierda frentepopulista que hicieron fracasar a la II Rep¨²blica, destruyendo de paso la tercera Espa?a centrista.
?Ir¨¢ a pasar hoy algo parecido? Todo depender¨¢ de la respuesta que arrojen las pr¨®ximas urnas. Ahora tienen la palabra los electores: a ver si reparten un juego m¨¢s propicio.
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