El reto de Otegi no son los nost¨¢lgicos de ETA
El futuro de la izquierda abertzale pasa por su definici¨®n pol¨ªtica , su evoluci¨®n electoral y su rivalidad con Podemos
La izquierda abertzale llega al ciclo electoral -las generales de junio y las vascas de octubre- sin los deberes hechos. Pese a sus esfuerzos no ha logrado ni el desarme de ETA ni que los presos asuman la legalidad penitenciaria, aunque el Gobierno de Rajoy tampoco se lo ha facilitado. Lejos de conseguir su objetivo de liberarse de las secuelas del pasado se encuentra con el quiste de una corriente organizada que reivindica el legado de ETA y la amnist¨ªa para sus presos.
La nueva corriente, minoritaria y repleta de nost¨¢lgicos del pasado, no es una amenaza real a la direcci¨®n de la izquierda abertzale. Incluso, hasta le viene t¨¢cticamente bien porque le centra en su n¨ªtido rechazo del terrorismo. El problema es que la corriente al reclamar ilusoriamente la amnist¨ªa resulta un obst¨¢culo para que el colectivo de presos etarras siga a la izquierda abertzale y acate la legalidad penitenciaria. Pero no s¨®lo. Condiciona, tambi¨¦n, el discurso de la izquierda abertzale, en su falta de contundencia en el rechazo al terrorismo y, sobre todo, en el reconocimiento pol¨ªtico y emocional ante las v¨ªctimas por su pasada complicidad con ETA.
Le est¨¢ sucediendo a Arnaldo Otegi, la baza de la izquierda abertzale para salvarle del acoso electoral de Podemos. Sus intervenciones, en su gira europea y catalana, est¨¢n lastradas porque para no ofender a los presos de ETA reh¨²ye la revisi¨®n autocr¨ªtica del pasado terrorista que se podr¨ªa esperar de ¨¦l, teniendo en cuenta que alent¨® desde dentro el final de la violencia. El resultado es que s¨®lo convence a sectores afines a la izquierda abertzale e irrita a otros muchos. No s¨®lo a los conservadores de siempre.
La izquierda abertzale no ha asumido que en los cinco a?os transcurridos desde el final de ETA ha crecido la empat¨ªa en la sociedad, unida a una sensaci¨®n de mala conciencia, con las v¨ªctimas del terrorismo. En Euskadi, el Gobierno vasco, con el apoyo casi un¨¢nime de los partidos, ha contribuido a esa empat¨ªa con actos de reconocimiento a las v¨ªctimas del terrorismo; con el acercamiento a todas sus asociaciones incluidas AVT y Covite, precedidos de una severa autocr¨ªtica, liderada por el lehendakari en nombre del Ejecutivo aut¨®nomo, por su falta de empat¨ªa en el pasado.
Otro rasgo de la etapa post-ETA en Euskadi es el descenso de la fiebre independentista, destacada en todos los sondeos. Esgrimir esa bandera con ah¨ªnco, como hace la izquierda abertzale y Otegi en Catalu?a, puede servirle para remarcar su identidad respecto a su rival, Podemos. Pero puede alejarle de otra parte sensible de la sociedad y de las generaciones j¨®venes, menos identitarias y que no ven en esta Catalu?a un modelo.
Pero, a medio plazo, el aut¨¦ntico reto que se le abre a la izquierda abertzale no es el de la disidencia de los nost¨¢lgicos de ETA sino el de su definici¨®n pol¨ªtica. Bildu es una amalgama que integra partidos como Eusko Alkartasuna, homologado a ERC, institucional y nacionalista, o Sortu, inclinada hacia la CUP, rupturista, adem¨¢s de Aralar y Alternatiba. Su evoluci¨®n electoral y su rivalidad con Podemos marcar¨¢ su futuro. Lo mismo suceder¨¢ con el reto generacional abierto entre sus dos l¨ªderes, el veterano Otegi y el novel Arraiz, pues empiezan a marcar acentos propios en retos vitales como las v¨ªctimas.
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