Yo no soy chivato
El acoso escolar solo es posible gracias a la complicidad del grupo que r¨ªe las gracias o calla c¨®mplice. Denunciar abusos acarrea todav¨ªa el estigma del sopl¨®n
¡°Es el d¨ªa a d¨ªa de las aulas, que se r¨ªan de un chico, que le acosen. Todos lo saben, los profesores tambi¨¦n, pero nadie dice nada. Crees que no es para tanto. El problema es que estas cosas evolucionan y pueden acabar peor. T¨² le ves cada vez m¨¢s triste y piensas, ¡®podr¨ªa haber ayudado¡±. Deborah es alumna del IES Camilo Jos¨¦ Cela de Pozuelo de Alarc¨®n. Tiene 15 a?os y, sentada en semic¨ªrculo junto a un grupo de compa?eros, da en el clavo. El acoso escolar solo es posible gracias a la complicidad del grupo que r¨ªe las gracias o calla c¨®mplice. El problema es que denunciar abusos acarrea todav¨ªa el estigma del chivato. Los compa?eros son una de las claves para frenar una lacra que se vive a diario en los colegios e institutos espa?oles. Los datos que ha publicado la UNESCO esta semana afecta o ha afectado a uno de cada cinco alumnos en el mundo.
Los expertos identifican a los compa?eros, al grupo, como una figura clave para desactivar al acosador. Los padres de Luc¨ªa, la menor que se suicid¨® en Murcia el 10 de enero, han pedido que se revisen los protocolos para detecci¨®n del acoso, que supuestamente se aplicaron a su hija en el instituto y que no detectaron los abusos que ella les relat¨® meses antes de morir. ¡°No basta con que las escuelas tengan un protocolo de actuaci¨®n cuando hay acoso. Esto no es una cuesti¨®n de v¨ªctimas y acosadores. Hay demasiadas personas buenas que miran hacia otro lado. El grupo tiene que estar dispuesto a intervenir a la m¨ªnima se?al¡±, se?ala Mar¨ªa Jos¨¦ D¨ªaz Aguado, directora de la Unidad de psicolog¨ªa preventiva de la Universidad Complutense de Madrid y autora principal del ¨²nico estudio estatal que existe hasta la fecha sobre el acoso escolar. Un grupo de alumnos que se para a reflexionar lo que sucede a diario en sus aulas, le da la raz¨®n.
Ana, una alumna de la ESO madrile?a, sentada en un semic¨ªrculo con otros compa?eros en un aula, reflexiona as¨ª: ¡°La gente que se chiva¡ Bueno, chivarse es una palabra un poco fea. Esa gente es muy valiente. Casi nadie se atreve por miedo a lo que le est¨¦n haciendo te lo hagan a ti. Luego cuando ya se pasa el tema o cambias de clase, te das cuenta de que deber¨ªas haber hecho algo porque al final las circunstancias de que te pod¨ªan haber llamado a ti chivato no son para tanto. El chaval lo estaba pasando mal y t¨² no hiciste nada. Eso se te queda y luego te arrepientes mucho¡±.
Estamos en Pozuelo de Alarc¨®n, en el Instituto Camilo Jos¨¦ Cela. Son las doce del mediod¨ªa y Yousseff, Almudena, Ana, Asier, Abraham, Deborah (todos de 15 a?os) y Teresa (de 17) acceden a sentarse y a sincerarse. Retratan con crudeza la cobard¨ªa, los miedos e inseguridades que habitan las aulas de los adolescentes espa?oles. Este no es un instituto especialmente problem¨¢tico, ni ellos son alumnos especiales, pero aqu¨ª se trabaja activamente para prevenir. Trazan un retrato del d¨ªa a d¨ªa de un centro educativo cualquiera. El resultado es estremecedor.
¡°No hablas porque tienes miedo a que te puedan etiquetar de chivato y la tomen contigo, a ser el acosado¡±, prosigue Deborah, que confiesa que juega al f¨²tbol y se plante¨® dejarlo para no ser diferente del resto de las chicas. ¡°El chivato en realidad es muy valiente¡±, reflexiona Ana. Esto dicen del silencio:
Yousseff: ¡°Se calla por miedo o porque quiere integrarse con ese grupo. A veces es poder f¨ªsico, de fuerza o alguien muy querido, el m¨¢s malote. Estar con ¨¦l y gozar de varios privilegios como ser respetado te lleva a ayudarle, a callarte¡±.
Ana: ¡°Si le pegas y tienes a 20 detr¨¢s dici¨¦ndote ¡®qu¨¦ bien, qu¨¦ guay eres¡¯ o ¡®qu¨¦ valiente¡¯, no van a parar. En cambio, si le pegas a un ni?o y te dicen ¡®t¨² eres tonto¡¯, pues vas a parar de hacerlo¡±.
Deborah: ¡°Toda la clase tiene que saber que quien r¨ªe la gracia al acosador, est¨¢ participando en el acoso¡±.
Los chicos tambi¨¦n hablan de c¨®mo son los estudiantes a los que todos quieren parecerse, qu¨¦ significa ser guay y tener el prestigio social que temen perder si se chivan. El chico guay es ¡°malote. Es chulo. Va de subidito. Pasa de todo. Es un graciosillo. Es muy popular. Siempre est¨¢ rodeado de amigos. Nunca est¨¢ solo. Todo el mundo quiere estar al lado de ¨¦l. Bebe, fuma¡±, explica Ana. ¡°Las chicas guays son delgadas, se arreglan mucho y pueden estar con varios chicos a la vez¡±, a?ade Teresa.
Aproximadamente la cuarta parte de los centros de secundaria espa?oles (23,7% seg¨²n el Estudio estatal sobre la convivencia escolar, el ¨²ltimo disponible, editado en 2010 por el Ministerio de Educaci¨®n) tienen equipos de mediaci¨®n para resolver conflictos. En ese mismo estudio, se preguntaba a los alumnos. Cuando sucede un caso de acoso en tu instituto, ?qu¨¦ sueles hacer? El 12% dijo que quer¨ªa intervenir, pero no se atreve porque no tiene poder y piensa que pasar¨ªa a ser v¨ªctima. De ah¨ª se desprende que tener amigos es una de las principales fuentes de protecci¨®n. Por eso, no sorprende que las agresiones se ceben sobre todo con los chicos m¨¢s solitarios. El 32% interviene solo si es amigo y el 36% piensa que debe intervenir en cualquier caso. El 14% se declara indiferente, es decir, aseguran que no intervienen porque ni es su problema ni les parece mal y el 4% participan. En resumen, hay tres grupos de silenciosos: los que solo defienden a sus amigos, los que no se atreven y los que piensan que no es su problema. Juntos suman mayor¨ªa.
¡°El papel de un espectador no tan inocente puede transformarse en el de un testigo resistente o un defensor valiente: una persona dispuesta a defender un objetivo para hablar y actuar en contra de una injusticia¡±, recoge la autora estadounidense Barbara Coloroso en un libro sobre bullying con un t¨ªtulo elocuente: El acosador, el acosado y el no tan inocente espectador en el que refleja que el 86% de los alumnos estadounidenses de 12 a 15 a?os aseguraron que hab¨ªan sido insultados o acosados en la escuela, ¡°Acosar es m¨¢s habitual que fumar, el alcohol, las drogas o el sexo en esas edades¡±, remarca Coloroso. ¡°El mat¨®n ya no est¨¢ actuando solo: los espectadores se han convertido en un grupo de matones que tambi¨¦n denigran el objetivo¡±.
Tres roles
El espectador, el chivato. Es uno de los aspectos que tratan los programas de convivencia que ha implantado la fundaci¨®n Anar en 18 colegios. Se trata del programa del Buen trato, en el que participan por ejemplo los alumnos del instituto de Pozuelo y en el que uno de sus objetivos es desactivar el miedo a ser etiquetado como chivato. ¡°Queremos que los alumnos sean conscientes de los tres roles¡±, Benjam¨ªn Ballesteros, director de Programas de Anar. Ya en la primera sesi¨®n trasladan el mensaje de que quien es testigo de alg¨²n tipo de violencia no debe tolerarla. ¡°Ellos tienen que interiorizar ese derecho y transmitirlo a los compa?eros, es un efecto en cadena¡±.
¡°Que la Guardia civil vaya a dar una charla es bueno, pero hay que hacer mucho m¨¢s. Hay que cambiar la cultura¡±, como en el caso de la violencia de g¨¦nero, recomienda D¨ªaz Aguado. Marta Domaica, experta en convivencia escolar del Ayuntamiento de Pinto en Madrid, cree que las escuelas deben ser ¡°m¨¢s abiertas y democr¨¢ticas, donde los alumnos establezcan normas deberes y derechos y los derechos humanos y la no violencia sea uno de los ejes¡±. Domaica es una de las art¨ªfices del programa de desarrollo integral de la convivencia del colegio p¨²blico Las Artes de Pinto, que este a?o ha recibido el premio de Prevenci¨®n del Abandono escolar y la Prevenci¨®n y Atenci¨®n del Acoso escolar del ministerio de Educaci¨®n.
All¨ª, han dise?ado programas de mediaci¨®n para todos los espacios, el comedor o el patio, donde los profesores tradicionalmente no est¨¢n tan pendientes. Domaica pone el ¨¦nfasis en la mediaci¨®n entre iguales. ¡°Las familias piden m¨¢s vigilancia, pero no es la soluci¨®n¡±, asegura. Para Domaica, como para otros expertos una de las recetas del ¨¦xito es que los programas nazcan de los propios centros y que los alumnos lo asuman como algo propio. ¡°La clave no es que venga un grupo de expertos y te lo haga¡±. En Pinto tambi¨¦n se esfuerzan en borrar el estigma del testigo que da la alarma. ¡°El mediador no es un chivato¡±.
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