El descaro del narco en las costas de C¨¢diz
Las mafias buscan alternativas para alijar droga, con m¨¢s violencia y en playas concurridas
Cuando las guerras se alargan y enquistan solo pueden ir a peor. El mediod¨ªa del pasado domingo 16 de abril, mientras la ¨²ltima procesi¨®n de la Semana Santa se recog¨ªa, una lancha cargada de hach¨ªs arribaba al puerto pesquero de La L¨ªnea de la Concepci¨®n (C¨¢diz). En menos de un minuto y medio deb¨ªa descargar la droga y marcharse, pero, en tierra, tres guardias civiles les interceptaron. Antes, su mera presencia habr¨ªa bastado para que los delincuentes cejasen en el intento y se diesen a la fuga. Ahora no. Desde los alrededores del barrio La Atunara llegaron m¨¢s de 100 personas. Dispuestas a defender a la lancha, se enzarzaron en insultos y pedradas contra los siete agentes que ya estaban en la zona.
Lo ocurrido alarma pero ya no sorprende a los agentes que combaten el tr¨¢fico de estupefacientes en el Campo de Gibraltar, uno de los mayores puntos de entrada de hach¨ªs de Europa. Son los nuevos modales de los narcos. As¨ª responden al cierre con barreras en la desembocadura del que estaba considerado como el r¨ªo de la droga, el Guadarranque, justo hace seis meses. ¡°Lo que antes contemplaban solo los vecinos de San Roque con vistas al r¨ªo ahora est¨¢ a la vista de todos y genera una l¨®gica alarma social¡±, resume Francisco Mena, coordinador de la federaci¨®n de asociaciones antidroga Nexos. Alijos a plena luz del d¨ªa, en playas urbanas y en actuaciones m¨¢s violentas comienzan a hacerse ya habituales en la comarca.
La instalaci¨®n de la conocida como barrera antinarcos del Guadarranque ha dispersado a los narcotraficantes a puntos costeros de la provincia ya conocidos: La L¨ªnea, Algeciras, Barbate, Chiclana, Conil o Sanl¨²car. Entre todas esas localidades destaca un punto: la playa de El Tonelero de La L¨ªnea. Como le ocurr¨ªa al r¨ªo, donde incluso hab¨ªa narcoembarcaderos y almacenes cercanos para las lanchas, ese tramo de costa les resulta de gran operatividad. Las calles y casas est¨¢n a 200 metros de la orilla. "Eso les facilita entrar a la playa con coches 4x4. Pusimos bloques y un muro, pero los movieron y derribaron. Su infraestructura es casi mejor que la que tiene el Estado", reconoce con desesperaci¨®n Juan Franco, alcalde de La L¨ªnea.
Acostumbrado a su actividad il¨ªcita, el delegado especial de la Agencia Tributaria en Andaluc¨ªa, Jorge Ram¨ªrez, conoce sus movimientos: "Esta es la historia del gato y el rat¨®n. El puerto del Tonelero es ahora habitual para ellos, pero, una vez que sea m¨¢s conocido, buscar¨¢n otro nuevo", a?ade Ram¨ªrez.
¡°Son como una empresa mercantil que genera una narcoeconom¨ªa, sujeta a la oferta y la demanda. La mayor presencia de mano de obra desocupada en la zona ha hecho que descienda a la mitad lo que los narcos est¨¢n dispuestos a pagar¡±, apunta Mena. En el otro lado, los sindicatos de las Fuerzas de Seguridad llevan tiempo denunciando la necesidad de actualizar las plantillas y los medios. ¡°Desde Subdelegaci¨®n del Gobierno suelen decir que los cat¨¢logos de personal est¨¢n cubiertos, pero es que llevan sin actualizarse 15 a?os y est¨¢n adaptados a una realidad muy distinta de la de hoy¡±, denuncia Jos¨¦ Encinas, secretario provincial de la Asociaci¨®n Unificada de la Guardia Civil (AUGC). De los 1.100 agentes que tiene la Comandancia de Algeciras, Encinas calcula que ¡°hacen falta entre un 30 y un 40% m¨¢s¡±.
Los cargos en la ¡®empresa¡¯ del hach¨ªs
Para mantener a salvo su actividad delictiva, los narcotraficantes se valen de una red de ¡®trabajadores¡¯ que se ha visto incrementada con el desempleo y la crisis.
Puntos y 'aguaores': son el eslab¨®n m¨¢s bajo de la cadena y pueden llegar a ganar hasta 1.000 euros al d¨ªa. Su labor se centra en avisar a las organizaciones de la presencia de patrullas de las inmediaciones. Se suelen mover en ciclomotores para ser m¨¢s ¨¢giles y cobran por soplos.
'Busquimanos': en las persecuciones y temporales en la costa, la mercanc¨ªa de droga se pierde. Ellos se encargan de buscar por las playas esos fardos de hach¨ªs que el mar devuelve. Suelen acabar vendiendo la mercanc¨ªa a la misma organizaci¨®n que la perdi¨®.
Cargadores: esperan en la costa la llegada de una lancha y, en escasos minutos, desembarcan toda la droga y la cargan en el veh¨ªculo cercano que les espera.
Conductores: acostumbrados a conducir veh¨ªculos de gran cilindrada, se conocen todos los caminos m¨¢s sinuosos y apartados. Ellos son los que se encargan de transportar la droga a lugares donde quedan a buen recaudo.
Vigilantes y due?os de guarder¨ªas: una vez descargada y transportada, la droga va a guarder¨ªas. Son casas aisladas y escondidas que se usan como primera parada de la droga en Espa?a, antes de partir hacia Europa. Son comunes en La L¨ªnea o en Chiclana.
Lancheros: su pericia en el manejo de las lanchas semirr¨ªgidas, conocidas como gomas, es clave. De ah¨ª que sean los mejor pagados. Tienen que superar r¨¢pidamente la distancia entre Marruecos y el Campo de Gibraltar, sorteando a la vigilancia aduanera o de la Guardia Civil.
El l¨ªder: el jefe controla la organizaci¨®n y se encarga de que llegue a su destino final. Es el que m¨¢s gana de la mafia y, tambi¨¦n, el que m¨¢s lejos est¨¢ de exponerse al d¨ªa a d¨ªa de los alijos de drogas.
¡°Si la respuesta del Estado no es inmediata, estos mafiosos act¨²an con sensaci¨®n de impunidad¡±, a?ade Franco. Y la violencia va pareja. "Antes hab¨ªa una regla no escrita por la que si los agentes les pillaban, se deshac¨ªan de la droga y hu¨ªan. Ahora no, es un acto de chuler¨ªa", apunta Mena. Se refiere a persecuciones donde los traficantes van a bordo de tres veh¨ªculos de gran cilindrada, uno exclusivamente destinado a embestir al coche patrulla que les persiga. O a desembarcos en la playa donde se convoca a m¨¢s personas para proteger el alijo. ¡°Estamos alcanzando un punto de violencia que, una vez que se traspase, no tendr¨¢ vuelta atr¨¢s¡±, a?ade el presidente.
Con la ayuda del vecino
Buena parte de esa violencia es posible gracias a la connivencia social de la red a la que los narcos da de comer. Son ¡®asalariados¡¯, pero tambi¨¦n amigos y familiares de estos que no dudan en defender a los traficantes con piedras y lo que se tercie para que, en la costa, el desembarco sea posible. ¡°Es un problema sociol¨®gico, tenemos tasas de paro alt¨ªsimas, del 35%. De esas personas, un 45% no tiene los estudios primarios terminados¡±, explica el alcalde de La L¨ªnea. En ese callej¨®n sin salida, los traficantes pueden llegar a ofrecer hasta 1.000 euros al d¨ªa solo por alertar de la posici¨®n de la polic¨ªa.
¡°Se justifica colaborar con estas mafias y erradicar ese ambiente es muy dif¨ªcil cuando no hay alternativa que ofrecer¡±, a?ade Franco. Aunque son una minor¨ªa, su presencia se hace m¨¢s evidente frente a una ¡°mayor¨ªa silenciosa¡±, como explica Mena. ¡°En los 80, la hero¨ªna traficada se quedaba aqu¨ª. Eso originaba sufrimiento, las madres de los toxic¨®manos llegaron a manifestarse en la puerta de las casas de los narcos. Ahora, el hach¨ªs no se queda aqu¨ª, se va a Europa, y es m¨¢s dif¨ªcil enfrentarte a alguien que es tu vecino si no te afecta directamente¡±, analiza el presidente de las asociaciones antidroga.
En su ¨²ltimo informe anual de 2015 (cuando se aprehendieron 202.696 kilos de hach¨ªs, 37.901 kilos m¨¢s que en 2014), la Fiscal¨ªa antidroga de C¨¢diz ya advirti¨® de ¡°la actitud desafiante¡± de los traficantes. Hoy, Ram¨ªrez confirma que tanto el ascenso como la violencia contin¨²an al alza, aunque no cree que haya impunidad: ¡°La prueba de que no existe es la barrera del Guadarranque (saboteada ya en dos ocasiones). En la costa, la vigilancia aduanera en la zona es cinco veces mayor que otros puntos de Espa?a. Aunque pusi¨¦ramos una cadena de personas agarradas de la mano, encontrar¨ªan un hueco¡±.
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