Perlora: lo que queda del para¨ªso obrero
La ciudad de vacaciones asturiana construida en 1954 lleva una d¨¦cada semiabandonada
Fue un para¨ªso obrero y estival. La ciudad vacacional de Perlora, unas 20 hect¨¢reas en el asturiano concejo de Carre?o, fue construida en 1954 por el sindicato vertical franquista para que los ¡°productores¡± de las principales empresas p¨²blicas (Hunosa, Ensidesa, Endesa...) disfrutasen en ella de sus mejores momentos de asueto a precios muy asequibles. En las viejas postales, saturadas de color, se ve la alegr¨ªa de los trabajadores veraneantes, los carricoches, las boleras y los Seiscientos como una isla en medio del gris dictatorial: en esas fotos siempre hace sol. Fueron cerca de 300 chalets, de m¨¢s de 30 tipos, construidos siguiendo las arquitecturas de moda o las tradicionales (algunos semejan h¨®rreos), pero tambi¨¦n instalaciones deportivas, restaurantes, parques infantiles y, c¨®mo no, playas. La ciudad fue clausurada en 2006 y hoy los curiosos chalets de Perlora permanecen vac¨ªos y silenciosos.
Hoy, Perlora permanece en estado de semiabandono: la maleza se come algunos de los chalets, declarados en ruinas
¡°Pusimos todo nuestro esfuerzo en generar calidad en las vacaciones obreras¡±, dice C¨¦sar Quintanilla, que lleg¨® desde Segovia a mediados de los setenta para trabajar de camarero y conserje, con solo 19 a?os, y pas¨® all¨ª 34. En el recinto se llegaban a congregar hasta 2.000 trabajadores que disfrutaban de turnos de vacaciones quincenales. ¡°?ramos como una gran familia, muchos conocimos all¨ª a las personas con las que luego nos casar¨ªamos: ¨¦ramos j¨®venes y disfrutamos de la apertura que se viv¨ªa en Espa?a¡±. Entre sus recuerdos, las tardes casi a escondidas escuchando a Jarcha, Los M¨®dulos o Paco Ib¨¢?ez en el radiocasete. ¡°Ahora traigo a mis nietas y trato de explicarles lo que era esto¡±, relata Quintanilla, que a¨²n convoca cada a?o una comida de reuni¨®n de los extrabajadores.
En 1982 Perlora pas¨® de Patrimonio del Estado al Principado de Asturias, y funcion¨® hasta 2006, cuando cerr¨® definitivamente aduciendo fuertes p¨¦rdidas con oposici¨®n de trabajadores y sindicatos. Se derribaron varios edificios. ¡°Entonces se opta por crear una sociedad p¨²blica para dar forma a un proyecto hotelero que no llega a cuajar¡±, explica un portavoz del Principado. La crisis econ¨®mica y el pinchazo inmobiliario no ayudaron a que Perlora se revitalizara. En los a?os siguientes el concejo perdi¨® la visita de unas 80.000 personas por temporada.
¡°Lo que m¨¢s me sorprendi¨® cuando visit¨¦ Perlora fue que todav¨ªa hab¨ªa familias que iban a comer tortilla de patata delante del chalet que sol¨ªan ocupar¡±, cuenta el fot¨®grafo Juan Tiz¨®n, que frecuentaba de ni?o este lugar y que ha realizado el trabajo Ciudad de vacaciones, el tiempo secuestrado, una reflexi¨®n sobre la p¨¦rdida de derechos sociales. ¡°Me interes¨® mucho lo que se pod¨ªa leer en Perlora sobre el ocio integrado en un paternalismo franquista que pretend¨ªa devolver a los obreros un espejismo de tiempo libre de calidad, y c¨®mo parece que el capitalismo lo fagocita a favor de modelos privados¡±, explica Tiz¨®n.
Hoy, Perlora (en la ¨¦poca se construyeron otras ciudades similares en Tarragona y Marbella) permanece en estado de semiabandono: la maleza se come algunos de los chalets, declarados en ruinas, hay ventanas rotas o pintadas en los muros.
Desde la pasada legislatura, con una inversi¨®n de un mill¨®n de euros de la Direcci¨®n General de Patrimonio, el Principado trata de mantener el recinto adecentado, sobre todo por motivos de seguridad (se hab¨ªa derrumbado un techo), y cada verano realiza una puesta a punto: siega de la maleza, pintura, mejoras en las zonas recreativas infantiles o deportivas, reordenaci¨®n del tr¨¢fico. Son intervenciones de mantenimiento que no buscan recuperar el esplendor anterior. Aunque existe la demanda popular de recuperar Perlora, que tiene un gran potencial econ¨®mico, su futuro a¨²n es incierto.
El paisaje costero asturiano, eso s¨ª, sigue siendo privilegiado. ¡°Perlora se qued¨® grabada en la vida de muchos de los trabajadores que veranearon all¨ª. A veces, de paseo, me encuentro a algunos de los que todav¨ªa regresan a pasar el d¨ªa en la playa¡±, recuerda Quintanilla, ¡°pero hay mucha tristeza¡±.
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