Am¨¦rica Latina, donde abortar sigue siendo un drama
La despenalizaci¨®n parcial en Chile supone un corto avance en una regi¨®n con m¨¢s de dos millones de abortos ilegales al a?o
El aborto sigue siendo uno de los grandes asuntos tab¨² en Am¨¦rica Latina. La interrupci¨®n del embarazo est¨¢ tipificada como un crimen en casi todas las legislaciones nacionales y su reciente despenalizaci¨®n en Chile en tres supuestos (riesgo de vida de la mujer, inviabilidad fetal y violaci¨®n) no ha reabierto el debate en otros pa¨ªses. Pero el abismo entre la ley y la realidad sigue dram¨¢ticamente presente. En la zona del mundo con mayor porcentaje de embarazos no planificados, seg¨²n la ONU (un 56%), cada a?o cientos de miles de mujeres abortan de forma clandestina y las complicaciones derivadas de estas intervenciones suponen una de las principales causas de mortalidad materna, situada en conjunto en 67 fallecimientos por cada 100.000 nacidos vivos, seg¨²n la Cepal.
El n¨²mero de abortos ilegales anuales solo puede estimarse a partir de datos extraoficiales, ante la ausencia de estad¨ªsticas estatales, pero superan con claridad los dos millones, cifra que suman ya solo los casos en Brasil (no menos de un mill¨®n), Argentina (500.000), Colombia (400.000) y Chile (160.000).
Latinoam¨¦rica copa el listado mundial de pa¨ªses donde rige una prohibici¨®n absoluta de abortar en cualquier caso, en la que figuran Nicaragua, Honduras, El Salvador y Rep¨²blica Dominicana, adem¨¢s de Hait¨ª y tres peque?os Estados europeos (Malta, Andorra y el Vaticano). En el extremo opuesto se hallan aquellos en que es legal: Uruguay, Cuba, Puerto Rico y la capital de M¨¦xico. Las dem¨¢s naciones proh¨ªben interrumpir la gestaci¨®n, con una despenalizaci¨®n parcial. Las tres excepciones m¨¢s generalizadas son los supuestos ahora aprobados en Chile: si el embarazo pone en riesgo la vida o la salud de la mujer, si es fruto de una violaci¨®n y si el feto es inviable. Sin embargo, son frecuentes los obst¨¢culos burocr¨¢ticos que llevan a superar los plazos legales que todas las normativas fijan ¡ªn¨²mero de semanas de gestaci¨®n¡ª e impiden que las mujeres ejerzan su derecho a un aborto legal. Un caso paradigm¨¢tico es Colombia, donde esas barreras van de la negaci¨®n de la prestaci¨®n a la rotaci¨®n de la embarazada por centros de salud, la exigencia del pronunciamiento de juntas m¨¦dicas o la objeci¨®n de conciencia de los m¨¦dicos. Lo mismo ocurre en lugares de M¨¦xico, Brasil y Argentina.
En la campa?a argentina
La situaci¨®n empeora en los pa¨ªses donde el aborto solo est¨¢ permitido si el embarazo supone un riesgo para la vida de la madre, como Paraguay, uno de los Estados m¨¢s cat¨®licos del continente. En 2015, el caso de Mainumby, una ni?a de diez a?os que qued¨® encinta al ser violada por su padrastro, desat¨® una campa?a internacional para que pudiese abortar. Fue en vano. La Justicia paraguaya rechaz¨® esa posibilidad y la peque?a se convirti¨® en madre con 11 a?os.
En los pa¨ªses centroamericanos citados, ni siquiera es una opci¨®n cuando la mujer puede morir o ha sido violada. El castigo son elevadas penas de c¨¢rcel. En 2012, un juzgado salvadore?o conden¨® a 40 a?os por homicidio agravado a Mar¨ªa Teresa Rivera, que tuvo un aborto en la 21? semana de gestaci¨®n. Su suegra la encontr¨® casi inconsciente con una gran hemorragia. El hospital donde fue trasladada la denunci¨®. Su caso fue muy criticado por organismos de derechos humanos y en 2016 un tribunal anul¨® el fallo.
Tambi¨¦n en Argentina, la presi¨®n de los movimientos de mujeres result¨® clave para lograr la puesta en libertad de Bel¨¦n, una joven que pas¨® casi tres a?os encarcelada tras sufrir un aborto espont¨¢neo en Tucum¨¢n, una de las m¨¢s provincias m¨¢s conservadoras del pa¨ªs. Aunque Argentina ha sido pionera en la regi¨®n en otras conquistas sociales, como el matrimonio homosexual, los sucesivos proyectos de legalizaci¨®n presentados en su Parlamento los ¨²ltimos a?os han sido rechazados. El aborto entr¨® la semana pasada en la campa?a de las legislativas de octubre por la tajante oposici¨®n de dos relevantes candidatos.
Todas estas prohibiciones y trabas no disuaden a las latinoamericanas. En la mayor¨ªa de naciones existe un mercado negro de abortivos y redes de cl¨ªnicas clandestinas. Al temor a la justicia se suma el de la condena social y la estigmatizaci¨®n. El avance de Chile es solo un peque?o paso en un camino lleno de obst¨¢culos.?
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