Nave de locos
La tensi¨®n pol¨ªtica se ha disparado en Catalu?a a partir de la intervenci¨®n de las fuerzas del orden contrarrestadas con manifestaciones de masas
La tensi¨®n pol¨ªtica se ha disparado en Catalu?a a partir del momento en que una decisi¨®n judicial llev¨® a la intervenci¨®n inmediata de las fuerzas del orden en edificios de la Generalitat, con requisas y detenciones, contrarrestadas con manifestaciones de masas. Desde casi todos los ¨¢ngulos tal intervenci¨®n se ha visto como un abuso intolerable, la supresi¨®n del autogobierno, etc¨¦tera. Por lo que toca a esto ¨²ltimo, tal estimaci¨®n resulta del todo exagerada, ya que Puigdemont y su Gobierno ah¨ª est¨¢n, m¨¢s empe?ados que nunca en su misi¨®n rompedora. La cuesti¨®n es c¨®mo pod¨ªa el Estado hacer algo pr¨¢ctico para impedir un refer¨¦ndum antidemocr¨¢tico cuya documentaci¨®n era guardada en edificios p¨²blicos, una vez que la mayor¨ªa independentista hab¨ªa cumplido con su golpe de Estado en el Parlament. Con o sin detenciones, hubiera sido atendida la consigna del Govern de ocupar la calle, y no con prop¨®sitos pac¨ªficos, pues impedir por la fuerza que abandonen dichos edificios quienes cumplen la ley, nada tiene que ver con el ejercicio de la libertad. Los coches destrozados de la Guardia Civil dan fe de ello.
Hubiera en la actuaci¨®n gubernativa un margen mayor o menor de error, lo esencial es que durante cinco a?os la pasividad de Rajoy ha permitido que el espacio p¨²blico fuera ocupado en r¨¦gimen de monopolio por el independentismo en el poder. Un totalitarismo horizontal invadi¨® la sociedad catalana, imponiendo su homogeneizaci¨®n, y el Gobierno democr¨¢tico ¡ªaunque sea del PP¡ª tiene medios directos e indirectos para que ello no hubiera sucedido. Ahora hasta los mayores excesos independentistas son vistos como naturales, caso de las resoluciones del Parlament, preparando un refer¨¦ndum con oposici¨®n silenciada, y todo acto del Estado como ingerencia inadmisible.
El m¨¢s grave efecto es que el constitucionalismo ante ello se ha cuarteado, seg¨²n pudo verse en la votaci¨®n del Congreso, y sin que se recomponga por lo menos una articulaci¨®n de las tres fuerzas nada hay que hacer a medio plazo. Pedro S¨¢nchez hab¨ªa definido una posici¨®n s¨®lida, pronto erosionada por el sectarismo de Margarita Robles, y ahora el viraje parece consumarse con el secretario de Organizaci¨®n del PSOE, cargando ante todo contra el PP y hablando de una soluci¨®n pactada. La labor permanente de zapa a cargo de Pablo Iglesias, con la preciosa colaboraci¨®n de Ada Colau, rinde sus frutos, con la sugerencia de un Gobierno votado por el arco soberanista y S¨¢nchez figurando como mascar¨®n de proa (e Iglesias tocando poder).
Con mayor incidencia que en tiempos de ETA, la estrategia de fractura descansa sobre una serie de palabras-trampa que evitan el debate sobre los contenidos que esconden a efectos de propaganda, a fin de conformar con ¨¦xito un efecto-mayor¨ªa. Ser¨ªan casi palabras-v¨ªbora convertidas en mantras, como esa desconexi¨®n entre entes supuestamente iguales que borra los problemas de la independencia. O el derecho a decidir, inexistente en Constituci¨®n alguna, una especie de caramelo ideol¨®gico que permite ignorar toda ley, y evitar el uso del t¨¦rmino autodeterminaci¨®n, con contenidos jur¨ªdico-pol¨ªticos aplicables a este caso, y no con balance positivo para el Govern. Pero es que no se trata de analizar ni de discutir en el plano pol¨ªtico, sino de captar adhesiones de masas. Y qu¨¦ decir del di¨¢logo, el b¨¢lsamo de Fierabr¨¢s que lo resuelve todo, como si tuviera sentido alguno apelar al intercambio de opiniones entre dos sujetos, uno de los cuales todo lo tiene ya decidido con car¨¢cter irreversible. Di¨¢logo es una enga?ifa aqu¨ª y ahora al servicio del golpe de Estado ya decidido por el Parlament. Otra cosa es negociaci¨®n, que implica la presentaci¨®n de ofertas concretas, por ejemplo de contenidos de reforma constitucional si el 1-O da lugar a ello.
Llegamos al mantra del momento, el refer¨¦ndum pactado, hallazgo de Iglesias, en trance de conseguir una amplia adhesi¨®n. De forma complementaria pero m¨¢s concreta que el di¨¢logo, el refer¨¦ndum pactado, de nuevo con un Govern que lo tiene todo ya decidido, implica la aceptaci¨®n tard¨ªa por Rajoy de un procedimiento que da por buenas las relaciones de poder vigentes hoy en Catalu?a. El Govern ha constituido ya su propia legitimidad, nada ni nadie le har¨¢, salvo una derrota, renunciar a sus objetivos previstos para despu¨¦s del 1-O, votaci¨®n tan ilegal como ajena a la libertad pol¨ªtica. Las masas en la calle no son de por s¨ª democracia, sobre todo si las acompa?a el odio y la persecuci¨®n contra quien no es independentista, puro totalitarismo horizontal. Y en fin los referendos pactados, con el PNV a la puerta, ser¨ªan el fin de un ¡°Estado espa?ol fracasado y roto¡± (Urkullu), una vez anulada mediante ellos la Constituci¨®n. Un destino como el de la URSS poco apetecible.
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