?Tengo que pedirte permiso para subir tus fotos a mis redes sociales?

Parec¨ªa una noticia mezcla de la secci¨®n de Gente y Espect¨¢culos y con un punto de humor. ¡°La raz¨®n por la que Ar¨¦valo y Bert¨ªn Osborne no se hablan¡±, dec¨ªa el t¨ªpico titular que intenta llamar la atenci¨®n. El tema se repet¨ªa en Twitter, acompa?ado de comentarios con sorna: ¡°Ahora s¨ª se rompe Espa?a¡±.

La raz¨®n del enfado entre la pareja es un reflejo de nuestros tiempos. Resulta que Ar¨¦valo public¨® en Twitter una foto de la t¨ªpica comida con amigos. Aunque sus amigos no eran como los del espa?ol medio: aparec¨ªan, entre otros, el rey em¨¦rito Juan Carlos y la infanta Elena, junto a Bert¨ªn Osborne y su familia. En las redes sociales comenzaron las cr¨ªticas y los fotomontajes. A Bert¨ªn no le hizo gracia y, seg¨²n coment¨® el humorista, le exigi¨® por WhatsApp con malas formas que la quitara.

La historia iba m¨¢s all¨¢ de una pelea de cu?ados y puede pasarnos a todos. Si no nos ha pasado ya. ?Hasta qu¨¦ punto podemos publicar informaci¨®n de otros en redes? ?Es necesario pedir permiso para subir una foto?

Descartando casos extremos (como descubrir una infidelidad), pongamos un ejemplo m¨¢s corriente. Inventas una excusa para evitar una cena porque prefieres quedar con una amiga a la que hace tiempo que no ves. Os hac¨¦is fotos y, al d¨ªa siguiente, a ella le parece bonito compartir el recuerdo de ese momento. Tu coartada se cae y quedas fatal con los de la cena que esquivaste.

Las redes tienen la capacidad de magnificar, como si us¨¢ramos un meg¨¢fono. Un comentario con amigos probablemente se quede en el bar. Pero en un muro de Facebook llega a todos tus contactos, incluido el compa?ero de trabajo que no recordabas que hab¨ªas agregado. Si hablamos de redes abiertas, como Twitter, es m¨¢s dif¨ªcil mantener el control. Desde el momento en el que public¨® su foto, Ar¨¦valo perdi¨® el poder sobre ella. Incluso borr¨¢ndola, como hizo finalmente, la fotograf¨ªa adquiri¨® vida propia.

Despu¨¦s de unos primeros a?os de espontaneidad, comenzamos a ser conscientes de que hay que ser cautelosos. Tuvimos que aprender que a no todo el mundo le apetece que le etiqueten en fotos. De hecho, las empresas como Facebook tuvieron que cambiar las opciones de privacidad para que otros no puedan hacerlo sin tu consentimiento. En casos extremos, la Agencia Espa?ola de Protecci¨®n de Datos anima a denunciar judicialmente, ampar¨¢ndonos en una ley org¨¢nica que ¡°reconoce a las personas el derecho a que sus datos personales inadecuados o excesivos se supriman cuando as¨ª lo soliciten¡±.

En caso de duda, lo mejor es aplicar el sentido com¨²n. Y pedir permiso. Una gu¨ªa de etiqueta b¨¢sica dir¨ªa, por ejemplo, que nada de fotos de menores sin preguntar a los padres. Tampoco aquellas tomadas despu¨¦s de las diez de la noche. Si no dar¨ªas esa opini¨®n ante un desconocido, no lo hagas en Twitter. ?Ir¨ªas al trabajo con una pegatina que diga que tienes una relaci¨®n sentimental complicada? Probablemente no, pero eso es lo que pasa cuando lo pone tu descripci¨®n de Facebook y una empresa googlea tu nombre para saber si te contrata.

A lo mejor, lo ¨²nico que le pasaba a Bert¨ªn es que hab¨ªa puesto una excusa para poder ir a la paella de Ar¨¦valo.